PANAMÁ,
14 jun 2019 (IPS) - En las profundidades de las capas de hielo de la
cordillera de los Andes en Perú hay evidencias de la contaminación
del aire causada por el hombre.
Igualmente,
en el núcleo del glaciar Quelccaya, de 1.200 años de antigüedad,
los científicos encontraron rastros de plomo y mercurio, químicos
utilizados después de la ocupación española en las minas de plata
de Potosí, en Bolivia.
“Los
glaciares reciben elementos traza exclusivamente de la atmósfera y,
por lo tanto, pueden usarse para evaluar con precisión el posible
impacto a gran escala de las actividades antropogénicas a través
del tiempo”, dice el informe del Centro Byrd de Investigación
Polar y del Clima de la estadounidense Universidad de Ohio.
“Hoy
en día, no hay glaciares en la Tierra donde no se pueda detectar la
deposición atmosférica de origen antropogénico”, añade.
Los
glaciares han estado en retirada durante varias décadas, pero lo que
los científicos están aprendiendo ahora es el factor importante que
juega la contaminación del aire en su declive.
Según
la investigación realizada por el Instituto Nacional de
Investigación sobre Glaciares y Ecosistemas de Montaña (Inaigem) en
Perú, el carbono negro fomenta el derretimiento de la nieve o el
hielo en los glaciares de la Cordillera Blanca, ya que intercepta y
absorbe la luz solar, favorece el aumento de temperatura.
“El
origen del carbono negro que se deposita sobre los glaciares es de
diferente procedencia. Puede ser de los incendios forestales, la
quema de pastos y residuos agrícolas, así como del parque
automotor”, dijo Jesús Gómez, director de Investigación de
Glaciares del Inaigem.
“Los
resultados también evidencian que la concentración de carbono negro
es mayor en los glaciares cercanos a las grandes ciudades, como es el
caso de Huaraz, en comparación a los más lejanos, como es el caso
del (glaciar) Yungay”, explicó.
A
medida que los glaciares se derriten, las ciudades y pueblos cercanos
tienen inicialmente más agua.
Pero
con el tiempo, el suministro de agua de los glaciares disminuirá, y
en algunos lugares pueden incluso experimentarse avalanchas e
inundaciones.
Los
efectos en Perú pudieran ser de más amplio alcance y amenazan los
medios de vida de millones de personas, especialmente en lo que
respecta a la agricultura peruana y el suministro de agua dulce de
Lima, su capital.
En
Colombia, los glaciares suministran solo entre cuatro y ocho por
ciento del agua en las cuencas altoandinas, según el Instituto de
Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia
(Ideam).
Pero,
como en el resto de los países andinos, además de sus aportes
ecosistémicos, los glaciares tienen un valor cultural y turístico.
“En
Colombia, para las comunidades indígenas los glaciares son sitios
sagrados, para los deportistas de montañas son escenarios
deportivos, para los investigadores son laboratorios, para la mayoría
de los colombianos tienen un valor paisajístico”, dijo Jorge Luis
Ceballos, encargado del monitoreo de los glaciares en el Ideam.
“Pero,
sobre todo, el glaciar se considera un indicador de los cambios que
se suceden en la alta montaña”, añadió.
Los
investigadores de Ohio admiten que a pesar de que la contaminación
del aire causada por el hombre en la región andina se remonta a la
conquista española, las transformaciones que podemos encontrar en el
siglo XX no tienen precedentes “en toda la historia de la
humanidad”.
La
mayoría de los glaciares del mundo se han reducido en las últimas
décadas debido al aumento de la temperatura global, pero el fenómeno
es especialmente rápido en los Andes tropicales desde la década de
1950, según el Atlas de Glaciares y Aguas Andinos, publicado
recientemente por la UNESCO y GRID Arendal.
El
único glaciar que todavía queda en Venezuela debería desaparecer
de aquí a 2021, y en Colombia, es probable que para mediados del
presente siglo solo resistan los glaciares más grandes situados en
los picos más altos, indica el informe.
Gómez,
al igual que otros científicos, cree que el derretimiento de los
glaciares podría frenarse si, además de reducir las emisiones que
causan el calentamiento global, tomáramos medidas para minimizar la
contaminación del aire e invirtiéramos en la conservación de los
ecosistemas de montañas con cabeceras glaciares.
“El
solo hecho de evitar los incendios forestales, y la quema de pastos y
rastrojos de la agricultura, y aumentar el control sobre la emisión
de gases de los vehículos y la industria, se estaría reduciendo en
gran medida la cantidad de partículas de carbono negro, entre otras,
que se depositan en los glaciares”, afirmó.
Los
gobiernos y las autoridades también pueden considerar mejorar la
gestión de los recursos hídricos, con sistemas de riego más
eficientes, aumentar la calidad del agua en ríos cercanos a las
ciudades, y reforestar los ecosistemas de montaña con especies
nativas que contribuyan a regular las funciones hídricas.
ONU
Medio Ambiente trabaja en Perú y en otros países de la región para
desarrollar y mejorar las políticas que benefician la salud de los
ecosistemas. Estas incluyen programas para fomentar los estándares
de los combustibles, la movilidad eléctrica, los sistemas de
transporte público sostenibles y la gestión de la calidad del aire.
“A
nivel nacional, un paso clave para controlar la contaminación del
aire es poder medirla”, dijo Sean Khan, jefe de la Unidad del
Sistema de Monitoreo Global del Medio Ambiente de ONU Medio Ambiente.
“Comprender
sus fuentes, patrones y tendencias es importante para comprender si
queremos reducir su impacto en las personas y los ecosistemas. Perú
ya está explorando la idoneidad de la tecnología de sensores de
bajo costo para medir gases traza y partículas finas en el aire e
identificar puntos de contaminación”, añadió.
Este
artículo fue originalmente publicado por ONU Medio Ambiente América Latina y el Caribe, con quien IPS-Inter Press Service tiene un
acuerdo especial para la difusión de sus materiales.
RV:
EG
Fuente:
Los glaciares se derriten y la contaminación del aire es una causa, 14 junio 2019, Inter Press Service. Consultado 18 junio 2019.
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