Repasamos
en este artículo publicado en dos partes la larga trayectoria de la
agenda nuclear de Erdogan para Turquía. Sus relaciones con las
finanzas globales y ciertas potencias extranjeras, la posibilidad del
desarrollo de armas nucleares en suelo turco y la peligrosidad no
solo en caso de accidente, sino ante la construcción de varias
centrales en reservas naturales protegidas. Todo esto con escasos
contrapoderes y envuelto por el secreto de estado.
por
Hayrettin Kilic
Viene
de la primera parte.
5.
¿Está Turquía preparada para un programa nuclear?
Dento
del marco del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) hay
un comité conocido como el Examen Integrado de la Infraestructura
Nuclear (INIR, por sus siglas en inglés), constituido en 2009. Está
formado por personal de la OIEA y expertos internacionales que
proveen de valoraciones globales de todas las facetas de los
programas de energía nuclear, a petición de cualquier país
miembro.
La
misión del INIR es guiar a sus países miembros en todo: creación
de regulaciones, necesaria infraestructura, materiales y experiencia
técnica necesarios para llevar a cabo un programa nuclear, etc. Tras
la solicitud reluctante del gobierno turco, el INIR preparó un
informe sobre el proyecto Akkuyu en general y la integridad del EIA
(informe de evaluación de impacto medioamiental) en particular. El
informe del INIR fue entregado a las autoridades turcas el 20 de
febrero de 2014. Sugería 24 recomendaciones de importancia y 15
sugerencias para las instituciones de este país acerca de la
infraestructura necesaria para los proyectos de Akkuyu y Sinop. Las
principales recomendaciones consistían en la necesidad de que
Turquía estableciera una legislación exhaustiva sobre la nuclear,
incluyendo un cuerpo regulatorio independiente, firme adhesión a las
convenciones y tratados internacionales, además de la realización
de un nuevo EIA libre de cualquier presión o influencia política.
Sin
llegar a decirlo expresamente, las conclusiones del INIR eran claras
en relación al gobierno turco y su inadecuada infraestructura tanto
legal como tecnológica. Esta dejaba que desear en la implementación
de un programa nuclear seguro y bien gestionado. De manera nada
sorprendente, Turquía mantuvo el informe en secreto y la ciudadanía
solo supo de él cuando se filtró a la prensa en junio de 2015.
Esta
estructura de control y regulación de la energía nuclear, junto con
la aprobación de estrictas leyes de confidencialidad, similares a
las leyes japonesas de 2015, son una copia casi literal del Sistema
Regulador de Energía Nuclear ruso, que difieren de las regulaciones
occidentales. El complejo de Sinop supondrá una extensión de estas
opacas organizaciones bajo la protección personal de Erdogan.
6.
Las autoridades nucleares rusas, japonesas y turcas: sin cultura de
la seguridad y con una corrupción endémica
Turquía,
Japón y Rusia no firmaron la Convención de Aarhus (Convenio sobre
acceso a la información, participación del público en la toma de
decisiones y acceso a la justicia en materia de medio ambiente).
Rusia es un país desarrollado con una economía bastante
ineficiente, y tanto su industria nuclear como su autoridad
reguladora carecen de transparencia. No tienen ni la capacidad ni la
voluntad de obligar al cumpliendo de sus leyes y regulaciones en esta
materia.
El
informe que Ecodefensa y Transparencia Internacional Rusia publicó
en noviembre de 2010 mostraba que la corrupción esta "fuertemente
arraigada" en todas las ramificaciones de Rosatom. Esta era
definida como un "estado dentro del estado", sin ningún
control externo. La industria nuclear rusa continúa así a día de
hoy. La falta de transparencia, la corrupción masiva e incapacidad
de mantener unos estrictos niveles de seguridad, además de los
problemas con los residuos y decomisiones, suponen una fuente de
preocupaciones para cualquier cliente potencial de Rosatom en el
mercado internacional. Según fuentes gubernamentales rusas, se han
acumulado alrededor de 500 millones de toneladas de residuos
radioactivos en varias instalaciones por todo el país.
Probablemente,
la corrupción en Japón es incluso peor. Esto lo admitió Chiari
Naito, ex-vicepresidente de Kansai Electric Power Co (KEPCO-Japan)
cuando reveló los pagos secretos a siete primeros ministros
japoneses de aproximadamente 200.000 dólares al año durante 18 años. Desde los inicios de la energía nuclear comercial, cientos de
ejecutivos de la industria y reguladores tanto en Japón como en
Rusia han sido arrestados por corrupción. De acuerdo con un informe
de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, titulado
Comité sobre las lecciones aprendidas tras el accidente de Fukushima
acerca de la mejora de la seguridad en las centrales nucleares
americanas: "La legislación de seguridad en Japón es bastante
deficiente. Dado que NISA [Agencia de Seguridad Nuclear e Industrial
japonesa] carece de técnicos expertos a tiempo completo para la
puesta en marcha de regulaciones, ha dependido principalmente de
ingenieros retirados de empresas de la industria nuclear para ello.
Mientras que el gobierno de Japón reconocía la necesidad de una
fuerte cultura de la seguridad antes del accidente de Fukushima
Daiichi, TEPCO y sus reguladores nucleares fueron deficientes a la
hora de establecer, implementar y mantener dicha cultura. Las
examinaciones del sistema de regulación nuclear japonés que
siguieron el accidente de Fukushima Daiichi concluyeron que sus
agencias reguladoras no eran independientes, sino vulnerables a la
captura de su capacidad reguladora".
7.
Preocupaciones medioambientales
Las
consecuencias ecológicas de una central nuclear sobre la vida marina
local, así como los impactos geopolíticos a largo plazo, han sido
ignoradas, y el EIA turco no es excepción a esto. Todo uso del mar y
las zonas costeras tiene el potencial de afectar al bienestar de los
países vecinos. Incluso la contaminación limitada al área de la
central puede afectar al desarrollo económico de los demás países
al acabar con la vida de los peces que podrían haber migrado a sus
costas. La industria pesquera comercial de Turquía captura
anualmente alrededor de 300.000 toneladas de anchoas. Estas serían
las primeras "víctimas". En 10 años, el sistema de
enfriamiento de la central de Sinop e Igneada podría agotar la vida
marina en la cuenca del Mar Negro.
Durante
miles de años, las cuencas del Mediterráneo y del Mar Negro han
estado habitadas por una flora y una fauna únicas. Ambos mares
conectan tres continentes, 27 países y más de 700 millones de
personas. Ambas cuencas han sido las cunas de muchas civilizaciones a
lo largo de la historia de la humanidad. Las poblaciones de estos
países costeros dependen de este ecosistema marino para su
alimentación, transporte y recreación.
Los
complejos nucleares de Akkuyu y Sinop, desde el comienzo de la
construcción y durante las operaciones y posibles accidentes
futuros, mantendrán de manera continuado un impacto adverso sobre la
ecología, biogeografíá, economía y estilos de vida de las
personas dependientes de este ecosistema y de la industria del
turismo que atrae en ambos mares. Estos desnortados acuerdos también
ignoran la adhesión a las Convenciones de Basilea y Barcelona en la
proteccción de la cuenca mediterránea, así como la Convención de
Bucarest, o del Mar Negro, del año 1994.
Sumadas
a las crónicas emisiones de gases radioactivos cada día, enormes
cantidades de agua (10 mil millones de litros diarios) circularán
por los complejos de Akkuyu y Sinop destruyendo miles de millones de
larvas y otras criaturas marinas, incluyendo organismos planctónicos.
El agua que liberen las centrales aumentará las temperaturas y
cambiará la composición química del agua del mar.
La
diversidad biológica y las particulares de los mares Mediterráneo y
Negro son bien conocidas. El Mar Mediterráneo ocupa menos del 1% de
los océanos del mundo, pero contiene el 7% de las especies marina
conocidas, incluyendo 357 especies de reptiles, 115 de anfibios, 400
de peces de agua dulce y 22.500 especies de plantas vasculares
endémicas. En el Mar Negro, un total de 3774 especies han sido
identificadas, incluyendo 1619 hongos, algas y plantas más
complejas; 1983 especies de invertebrados, 168 de peces y 4 de
mamíferos.
De
acuerdo con el detallado informe de las Naciones Unidas sobre el Mar
Negro, "Las regiones biológicamente ricas están solo limitadas
a ambientes ricos en oxígeno, alcanzando profundidades de entre 50 y
100 metros en su línea costera al sur, y en las zonas al norte con
profundidades más superficiales de entre 5 y 10 metros. Este cuerpo
de agua, que limita con zonas de ácido sulfhídrico, tiene
aproximadamente 200-300 metros de anchura y una media de entre 5 y 50
metros de profundidad, en las que las altas concentraciones de huevos
de peces y larvas viven y circulan en un sentido contrario a las
agujas del reloj a lo largo de 4340 kilómetros de costa en el Mar
Negro".
Las
mareas altas y bajas son prácticamente inexistentes en el Mar Negro;
por ello, no hay estuarios en la costa turca. Como consecuencia, el
agua de la costa, rica en oxígeno, será utilizada para el
enfriamiento de los complejos de Sinop e Igneada. Si el equilibrio
acuático entre el inerte ácido sulfhídrico y las biológicamente
productivas regiones del Mar Negro se descompensa, ese será el
principio del fin de la vida marina en el Mar Negro.
8.
Conclusión
El
fundador del Partido de la Justicia y el Desarrollo, el presidente
Erdogan, tiene la ambición de convertir a Turquía en una potencia
nuclear en el mundo islámico suní sin importar el coste, y con
escasa preocupación por las consecuencias medioambientales. Esto
debería ser motivo de preocupación internacional. Su voluntad de
adoptar la tecnología nuclear ruso-japonesa más primitiva, en vez
de los estándares y regulaciones occidentales; los procedimientos de
evaluación de impacto medioambiental más opacos, en vez de los más
transparentes; y los socios más arriesgados, en vez de los más
fiables, van en contra de todas las convenciones y de los intereses
del pueblo turco.
A
la dependencia energética turca de Rusia en cuanto a petróleo y gas
natural, que pueden obtenerse por otras fuentes, hemos de sumar que
la energía eléctrica producida en Akkuyu y Sinop quedará a
disposición de las empresas Mitsubishi y Rosatom. Sin embargo, no es
demasiado tarde para retroceder antes de caer por este precipicio.
Incluso si el cancelamiento de estos acuerdos con Rusia y Japón
supone el pago de cuantiosas compensaciones, será un dinero bien
gastado por el binestar de Turquía y de todo el mundo.
Hayrettin
Kilic, Think Tank Verde de la Fundación Turunch
Traducción
de Raúl Sánchez Saura
Fuente:
Hayrettin Kilic, El asedio turco a la democracia energética II, 27 mayo 2019, El Salto Diario.
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