A menos de un mes para la llegada del Foro Social Mundial Antinuclear a Madrid (del 31 de mayo al 2 de junio) echamos la vista atrás al origen de estos Foros, a sus objetivos y a las temáticas de este próximo.
por Raúl
Sánchez Saura
A
principios de los 2000, y recogiendo el espíritu de protesta del 99
en Seattle contra la Organización Mundial del Comercio, varios
grupos sociales, políticos y académicos se dieron cabida en Sao
Paulo en lo que vino a conocerse como el primer Foro Social Mundial.
Su objetivo, ofrecer la otra realidad de la globalización
neoliberal: pobreza, desigualdad, discriminación o la
invisibilización de varios colectivos, desde indígenas hasta
mujeres, al tiempo que se abogaba por una mayor coordinación
internacional en la defensa de los derechos humanos.
Desde
entonces, estos encuentros han seguido llevándose a cabo, al tiempo
que se han ramificado en eventos con una temática concreta. Entre
ellos, los Foros Sociales Mundiales Antinucleares. La cuestión
antinuclear, tanto bélica como civil, había conseguido hacerse un
hueco y ahora la particularidad de la lucha demandaba un tratamiento
más específico. Así, el primer Foro Antinuclear se produjo en
Tokio, del 23 al 28 de marzo de 2016; iría al poco seguido del de
Montreal, del 8 al 14 de agosto del mismo año. El tercero llegó
entre el 2 y el 4 de noviembre de 2017 en París.
Ahora
ha llegado el turno del IV Foro, que tendrá lugar en Madrid del 31
de mayo al 2 de junio, respetando el espíritu de los anteriores.
Esto es, la oposición a la nuclear , por un mundo sin armas
nucleares y encaminado a la más ambiciosa y creativa transición
energética que podamos imaginar. No por capricho, sino ante la
evidencia de los efectos de esta peligrosa energía, desde la minería
hasta los residuos. La manera en la que las minas a cielo abierto
arrasan con la flora y la fauna de entornos naturales y/o rurales, en
que las centrales nucleares suponen un riesgo desorbitado para las
poblaciones cercanas (más aún ante el envejecimiento de las mismas
o la posibilidad de error humano), al igual que el transporte y
almacemiento de sus residuos, merecen una firme respuesta.
En
Madrid, estas cuestiones serán debatidas por personas venidas de
varios continentes: científicas, activistas o testigos de primera
mano del terror al que la nuclear nos puede abocar. Desde las grandes
tragedias en su historia hasta las grandes amenazas, cerca y lejos.
No importa si en Estados Unidos, Turquía o Extremadura. 5 grandes
nodos intentarán poner negro sobre blanco, siendo estos la
Gobernanza (cambios en los posicionamientos de los partidos políticos
en el plano internacional, regulación y pasos a dar hacia la
democracia energética); Amenaza nuclear (impedimento en la lucha
contra el cambio climático, abandono de animales en las
evacuaciones, lucha antinuclear en Latinoamérica); Impacto del
combustible nuclear (minería y su disrupción de espacios
naturales); y Seguridad y residuos nucleares (gestión a corto, medio
y largo plazo, y los peligros que conlleva para los pueblos indígenas
norteamericanos).
La
península ibérica ofrece un lugar adecuado para abordar esta hidra
de varias cabezas. Las centrales en activo en España se acercan a la
cuarentena, al final de su vida de diseño. Cuando les corresponde
cerrar, como ha sido siempre el consenso. Antes de que los años les
pasen factura. Y si cerrasen, habría menor demanda y no se
explotaría los escasos recursos de uranio en el Campo Charro. Y
dejaría de producirse residuos, facilitando las labores de gestión
de los ya existentes. Por si esto fuera poco, la delegación
portuguesa volverá a recordarnos el peligro que Almaraz o la minería
suponen en su lado de la frontera: no sería la primera vez que sus
aguas se vieran afectadas por la contaminación nuclear. Pero, de ir
algo trágicamente mal, la radiación no respetaría al país vecino
que sufriría igualmente sus consecuencias. Pese a que no exista la
nuclear en Portugal. Pese a que por unanimidad de sus partidos en el
Parlamento se opongan a la extensión de la vida de las centrales en
España. En definitiva, la nuclear nos hace malos vecinos.
Es
por eso que activistas a un lado y a otro de la frontera llevan
juntas y juntos mucho tiempo en su condena de este modelo de energía
contaminante, caro y peligroso. Y que miraremos con buenos ojos hacia
la coordinación internacional. Para evitar más Chernóbiles y
Fukushimas. Por la cohesion entre países, la transición energética
y la paz en el mundo. Con suerte, tras Madrid el Leviatán nuclear
tendrá los días contados. Más razón para venir y celebrarlo en
familia. Os esperamos.
Fuente:
Raúl Sánchez Saura, Madrid nos espera. Rumbo al Foro Social Mundial Antinuclear 2019, 6 mayo 2019, El Salto Diario.
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