Repasamos
en este artículo publicado en dos partes la larga trayectoria de la
agenda nuclear de Erdogan para Turquía. Sus relaciones con las
finanzas globales y ciertas potencias extranjeras, la posibilidad del
desarrollo de armas nucleares en suelo turco y la peligrosidad no
solo en caso de accidente, sino ante la construcción de varias
centrales en reservas naturales protegidas. Todo esto con escasos
contrapoderes y envuelto por el secreto de estado.
por
Hayrettin Kilic
1.
Introducción
En
julio de 2010, el primer ministro turco Tayyip Erdogan alcanzó un
acuerdo por 20 mil millones de dólares con la empresa rusa Rosatom
para la colaboración en materia nuclear. Su plan, construir una
central y un complejo de fabricación de combustible en
Akkuyu-Mersin, en la costa este mediteránea. En línea con este
acuerdo, Rosatom desarrollaría una central de 4800 megavatios
consistente en cuatro reactores VVER-1200 siguiendo un modelo BOO
(Build-Own-Operate). Es decir, Rosatom construiría y operaría la
central en propiedad. Todo esto cerca del delta Goksu, una reserva
natural protegida por la Convención de Ramsar.
El
3 de mayo de 2013, y por medio de un parecido acuerdo
intergubernamental, el gobierno japonés se comprometió a poner en
marcha otra central, también de 4800 megavatios. Formada por cuatro
reactores ATMEA1 y una instalación para el reprocesamiento de
combustible, en Sinop, en la costa sureña del Mar Negro. Un
consorcio formado por las japonesas Mitsubishi Heavy Industry Ltd e
Itochu, y las francesas Areva y GDF Suez, construiría un complejo
nuclear, BOO de nuevo, con un coste inicial estimado en 22 mil
millones dólares estadounidenses. La localización de la central se
encuentra dentro de la laguna Sarikum, protegida por la Covención
Ramsar, así como por la Convención del Mar Negro de 1994 (o
Convención de Bucarest).
Sin
embargo, en abril de 2018, la japonesa Itochu, actor global en la
financiación de la industria de armas nuclear y que aportaba un 30 %
del coste total del proyecto, anunciaba que se retiraba del proyecto.
Se justificaba con los sobrecostes inesperados y por la estricta
regulación sobre seguridad. Se ha convertido ahora en posibilidad
real que el Banco Japonés de Cooperación Internacional cancele su
70 % de contribución en cualquier momento, lo que conllevaría un
paro temporal para el proyecto Sinop hasta que China y Corea del Sur
llegasen a un acuerdo con Erdogan que arrasara con cualquier
restricción medioambiental.
Una
tercera planta nuclear, otra vez en el Mar Negro, se planea en
Inceburun-Igneada, a 150 km de Estambul y a solo 10 de la frontera
búlgara. Esta cental será contruida, por si acaso guardan ustedes
alguna duda, también en terrenos protegidos por las convenciones de
Ramsar y Bucarest. En este caso, en Igneada Sakha Longozu. Incluye
varias lagos pequeños, un delta de río y dunas de arena con su
característica y única vegetación xerófita. Hay preguntas sobre
si China o Corea del Sur serán la parte ganadora en la puja por
construir y operar estas instalaciones.
Una
vez completa, la zona de Akkuyu y Sinop será el primer y único
complejo nuclear en el mundo bajo el control de un operador que es
subsidiario de un país extranjero desde la construcción hasta el
indefinido proceso de decomisión. Además, ambos acuerdos de
cooperación incluyen el establecimiento de programas de ciclo de
combustible nuclear construido por y propiedad de una potencia
extranjera. En concreto, unas instalaciones turcas de fabricación y
reprocesamiento de combustible nuclear. De acuerdo con el artículo 2
del acuerdo turco-japonés: "Tecnología y equipamiento para el
enriquecimiento de uranio, reprocesamiento del combustible gastado,
conversión de plutonio y producción de material incluyendo aquellos
listados en la parte C del anexo A, así como plutonio que pueda ser
transferido bajo el acuerdo solo cuando este se enmiende para tal
propósito de acuerdo con el anexo 1 del artículo 14". Así, se
hace posible que material para armas nucleares sea manufacturado por
Rusia o Japón dentro de las fronteras de un país perteneciente a la
OTAN.
Es
un hecho que no existe una demarcación técnica entre un programa de
reactores nucleares civiles y militares. "La energía nuclear
comercial es la base de las armas nucleares. Si tuviésemos cualquier
posibilidad de ralentizar la difusión de armas nucleares,
necesitaríamos establecer un régimen de control acerca de la
difusión de la tecnología nuclear comercial", dijo John J.
Hamre, Subsecretario de Defensa estadounidense entre 1997 y 1999, y
Secretario adjunto de Defensa 1993-1997, Presidente y CEO del Centro
de estudios estratégicos e internacionales en Washington D.C.
Tanto
el acuerdo turco-ruso como el turco-japonés incluyen varias clausas
que permiten al gobierno turco extraer plutonio del combustible
gastado y enriquecer uranio. Sencillamente, Turquía está apostando
por una tecnología no ajena al armamento. En consecuencia, no puede
haber una prueba más clara de que estos proyectos
intergubernamentales están motivados geopolíticamente y proveerán
un terreno fértil para programas de armas nucleares apenas camuflado
como "acuerdos de transferencia de tecnología nuclear".
Los últimos intentos de Turquía, los Emiratos Árabes y Jordania
por embarcarse en unos ambiciosos programas nucleares demuestran que
la proliferación del poder nuclear en el sudoeste asiático es un
gran desafío.
2.
Derechos de acceso a la información, a la participación pública en
la toma de decisiones y acceso a la justicia para los proyectos de
energía nuclear de Akkuyu y Sinop
El
11 de diciembre de 2013, el Ministerio de Medio Ambiente y Urbanismo
turco hizo público un informe de tres mil páginas, el de evaluación
de impacto ambiental (EIA) para el proyecto de Akkuyu. En la
actualidad, se está preparando un documento parecido para Sinop. El
EIA quedaba supuestamente sujeto a audiencias públicas y la
aprobación de los residentes de la zona antes de su finalización.
El gobierno del PJD llevó a miembros de su partido desde ciudades
cercanas en bus para que asistieran a las audiencias públicas en la
provincia de Mersin y Sinop. Les proveyeron de alojamiento y comida
gratis. Pero algunas asociaciones locales y cientos de personas
locales se opusieron a los proyectos que les presentaban y
encontraron dificultades por parte de los cuerpos de policía para
que pudieran intervenir. Tras 30 días de un proceso de evaluación
bastante superficial, Erdogan envió una carta a todas las
instituciones gubernamentales relacionadas con la realización del
informe EIA exigiéndoles que dieran su aprobación definitiva al
mismo. Finalmente así fue, y una versión revisada del EIA fue
aprobada por el gobierno en diciembre de 2014.
Desde
entonces, para el proyecto Akkuyu, 13 querellas diferentes ya han
sido presentadas ante el Ministerio de Medio Ambiente y Urbanismo en
el Alto Tribunal de Mersin. Varias asociaciones, junto con grupos de
abogados, médicos, ingenieros y arquitectos han jugado un rol clave
en la preparación de argumentos técnicos y jurídicos para estas
quejas. Estas buscan cuestionar la dudosa integridad científica del
EIA e invalidarlo por los siguientes motivos: tergiversación o error
en el listado del inventario radioactivo y emisiones al medio
ambiente; información incompleta sobre los químicos tóxicos que
serán inyectados en el sistema de enfriamiento a lo largo del
complejo nuclear; información engañosa sobre los efectos químicos
y temporales del agua de enfriamiento sobre la vida marina; ausencia
de detalles sobre el plan de evacuación de emergencia en caso de
accidente; falta de un plan integral de gestión de residuos; seguro
de accidentes por especificar para el complejo nuclear, así como
incumplimiento con los requerimientos de responsabilidades de
terceras partes. Acompañadas por estas quejas encontramos
alegaciones que apuntan a que ciertos informes de importancia
incluidos o referidos en el EIA han sido falsificados.
Después
de dos años de litigaciones, el caso alcanzó a la Corte Suprema de
Apelaciones y Consultaciones, DANISTAY, que aceptó revisar el caso.
Antes de dar su resolución final en el caso, la corte tenía que
revisar la certificación final del EIA, producida por 15 cortes de
menor rango. Para ello, asignó a varios expertos para que evaluaran
la situación. De acuerdo con la regulación, estos expertos han de
ser individuos independientes. Sin embargo, fueron escogidos por el
propio gobierno. Pese a las claras evidencias científicas de las
querellas, por desgracia, estos académicos han aprobado y
certificado este desacertado EIA.
La
primera y última instancia judicial de Turquía, el Consejo de
Estado, anunció su decisión final en marzo de 2017. Admitieron que
"después de revisar los argumentos de las quejas contra el EIA
aprobado por expertos asignados por el gobierno, la corte reconoce
que el informe EIA presentado es incompleto, imperfecto e inadecuado.
Sin embargo, es nuestra opinión que las deficiencias mostradas no
alcanzan la gravedad requerida para invalidar o cancelar el informe
sobre la central nuclear de Akkuyu. Es más, la corte acepta la
aserción del gobierno que todos los posibles errores serán
solucionados en el futuro con la implementación del proyecto".
De esta manera empezó el fin de regulaciones y leyes
medioambientales en Turquía.
3.
Japón y Francia. La relación de las finanzas globales con el
programa de armas nucleares
Desde
la Guerra Fría, las instituciones financieras directa o
indirectamente apoyadas por los gobiernos han proveído de varios
tipos de servicios financieros para empresas relacionadas con las
armas y energía nucleares. Aquí se incluyen préstamos, inversiones
y gestión de activos. Desde enero de 2014, siete instituciones
financieras japoneas han destinado aproximadamente 18.555 millones de
dólares a 20 empresas productoras de armas nucleares en EEUU y
Europa. En Francia, 14 instituciones financieras han entregado 29 mil
8 millones de dólares a este tipo de empresas, también desde enero
de 2014.
Los
bancos japoneses relacionados con el proyecto Sinop han participado
con préstamos, inversiones y compra de acciones en las siguientes
cantidades: Banco Chiba (20 millones de dólares), Mitsubishi UFJ
Financial (8,470 millones), Mizuho Financial (5,172), Nomura (3),
Orix Corporation (610), Sumitomo Mitsui Financial (4,246), Fondo
Sumitomo Mitsui (35 millones).
La
institución financiera japonesa más significativa en la
financiación de empresas de armas nucleares en Francia es el Grupo
Ariane, que incluye Safran y Airbus en Francia.
4.
El inexorable programa nuclear de Turquía
Si
esta proliferación de desarrollo nuclear no fuera suficiente causa
de preocupación por sí misma, inmediatamente después de las
elecciones presidenciales en junio de 2018, la Nueva Comisión de
Regulación (NCR) de Turquía, por decreto presidencial, pasó a
estar controlada por el presidente Erdogan, responsable de su
plantel. Establecida al mes siguiente, es la responsable de todas las
actividades nucleares del país. Preocupantemente, el presupuesto,
los planes y programas del NCR no pueden ser cuestionados ni
discutidos sin el consentimiento del presidente.
La
nueva NCR también supervisa los programas de la Autoridad Atómica
Turca, a su vez promotora y reguladora de seguridad de la industria
nuclear turca. De hecho, ambas organizaciones están políticamente
subordinadas a presidencia y no tienen poder de organización,
conocimiento científico, capacidad de determinar normativas de
manera independiente o forzar el cumplimiento de normativas
internacionales de seguridad durante las fases de construcción y
operacionales del complejo nuclear en Akkuyu y Sinop.
Hayrettin
Kilic, Think Tank Verde de la Fundación Turunch
Traducción
de Raúl Sánchez Saura.
Fuente:
Hayrettin Kilic, El asedio turco a la democracia energética I, 20 mayo 2019, El Salto Diario. Consultado 20 mayo 2019.
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