El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ha hecho un llamamiento para que se intervenga la cúpula Runit, un espacio que alberga residuos radiactivos y que se está resquebrajando.
En
los años 40 y 50, Estados Unidos vivía una gran obsesión con las
bombas nucleares y otras armas atómicas. Tras lo ocurrido durante la
II Guerra Mundial quería mantenerse como el líder mundial en este
tipo de armamento y la carrera para evitar que sus enemigos le
adelantasen llevó al país a usar islas y atolones del Pacífico
para probar sus inventos. La actividad nuclear acabó en los 70, pero
su rastro no solo no se ha borrado sino que sigue generando problemas
para el medio ambiente, como es el caso de la Cúpula Runit.
Esta
especie de cementerio nuclear está situado en la isla Runit, en el
atolón Enewetak, un territorio perteneciente a las Islas Marshall.
Seguramente estos nombres no te suenen ni sepas ubicarlos en un mapa,
pero bajo su techo de hormigón se encuentran unos 73.000 metros
cúbicos de tierra contaminada y otros residuos nucleares que, si
nadie lo remedia, pueden acabar filtrados al Océano Pacífico en los
próximos años y llegar a afectar a zonas de China o Australia. Así
al menos lo ha denunciado el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, de visita en esa zona.
Según
ha explicado Guterres, el Gobierno de las Marshall está muy
preocupado por la situación en la que se encuentra el "ataúd"
(como ha denominado a esta instalación). El techo de hormigón de 45
centímetros de espesor se está llenando de grietas y ni siquiera se
sabe si los residuos se están filtrando ya al océano, pues no todo
el tanque tiene una capa de hormigón que lo separe de la tierra y
del mar. Y es que, construido en la década de los 70, esta
infraestructura se hizo como una medida temporal aprovechando el
crater de una de las bombas nucleares y en medio del plan iniciado
por Estados Unidos para intentar compensar y arreglar todos los
problemas que generó su programa nuclear.
Pero,
¿qué hay en el interior? En este espacio se encuentran residuos
generados por las 67 bombas que se lanzaron en la zona entre 1946 y
1958 con componentes como el plutonio-239, cesio 137 o estroncio 90.
Fue en estos atolones donde se probó, por ejemplo, la bomba de
hidrógeno 'Bravo' en 1954, la detonación más poderosa jamás
realizada por por Estados Unidos (1.000 veces más potente que la
bomba atómica lanzada sobre Hiroshima) y junto al atolón de Bikini
fueron los puntos que más sufrieron por la actividad nuclear.
En
los 80, Estados Unidos declaró como lugar seguro el atolón de
Enewetak y sus antiguos habitantes volvieron a la zona, pero islas
como Runit siguen cerradas, pues la radiación aún es demasiado alta
para los seres humanos. Además, la misma denuncia que realiza ahora
la ONU ya se hizo en 1982 cuando expertos estadounidenses avisaron
que un tifón o cualquier otro desastre nuclear podría destrozar la
instalación y más tarde, en 2013 se volvió a hacer la misma
observación con el añadido del tiempo transcurrido.
Habrá
que ver si este nuevo llamamiento consigue que algo se mueva en las
Islas Marshall o el desastre se acaba confirmando. Mientras tanto,
los habitantes del lugar tendrán que seguir conviviendo con la
radiación, sobreviviendo con el dinero que Estados Unidos les ofrece
como compensación por haber contaminado sus tierras.
Fuente:
Alerta por un gigantesco 'ataúd' nuclear ante el riesgo de vertido de residuos al Pacífico, 16 mayo 2019, El Confidencial.
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