viernes, 5 de abril de 2019

El mal uso del suelo y los diques ilegales son los responsables de las crecidas en Paranacito

Ingenieros del Instituto Nacional del Agua y del INTA dieron una charla en la localidad del departamento de Islas y explicaron las causas de las frecuentes inundaciones. El manejo sin control de los recursos naturales puede condenar para siempre la economía de esa zona.

En el salón del Centro Integrador Comunitario (CIC) de la localidad de Villa Paranacito, cabecera del departamento Islas del Ibicuy, se desarrolló una jornada técnica dedicada a las inundaciones, sus causas, y que se espera al respecto en un futuro cercano debido a que son cada vez más frecuentes y las aguas demoran más en escurrirse.

Hace varios años que los pobladores más desprotegidos de la zona del delta entrerriano -en particular en el ejido de Villa Paranacito- ligados a actividades como la ganadería y la forestación, expresan la preocupación de que las crecientes son cada vez más seguidas.

Esta cuestión fue aclarada por el ingeniero Juan Borús, del Instituto Nacional del Agua, quien encabezó la charla: “Debido al cambio de uso del suelo, las mismas lluvias llegan a triplicar el caudal de los ríos con respecto a 30 años atrás, como ocurre nítidamente en el río Paraguay, donde los pantanales han sido secados, con la consecuencia correspondiente en la reacción más rápida y caudalosa del río”, afirmó.

Además de Borús, también estuvieron exponiendo sus argumentos profesionales del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA): los ingenieros Miguel Taboada (Castelar) y Hugo Benavídez (Delta). También participó Jorge Temporetti, integrante de la filial delta de la Federación Agraria Argentina (FAA).

El ingeniero del Instituto Nacional del Agua expresó que el cambio de uso del suelo y la enorme reducción del consumo de agua por eliminación de forestación y de pasturas permanentes ha elevado las napas de las aguas subterráneas, en particular las freáticas, haciendo que todo lo que llueve por encima de lo normal sea excedente y que, por ejemplo, en Entre Ríos resulte en la formación de sangrías, zanjas, cárcavas y la formación de nuevos arroyos, que llevan enorme cantidad de material liviano (lo más fértil de las tierras) a los bajos y al final de los cauces.

En su exposición, el ingeniero Taboada trató esta cuestión con varios ejemplos: “Las alteraciones sobre cientos de miles de hectáreas en nuestro país, y millones si tomamos la gigantesca área de la cuenca del plata que incluye a Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay, es un desastre hídrico”, afirmo sin eufemismos y agregó: “Esos desastres afectan a las ciudades por el desborde cada vez más violento de los ríos”.

Los organizadores rescataron el interés por el tema de las instituciones y que el abordaje de esta problemática haya sido aprobado en el Centro Regional de INTA Entre Ríos, ya que de ahora en más se espera su continuidad y su tratamiento en las distintas localidades que son afectadas por estos fenómenos.

Diques sin control

El río Gualeguay, crece de modo desproporcionado, y pese a que hace semanas que ha ido recuperando su caudal normal, la masa de agua que derramó sobre la región mantiene desde hace más de dos meses al río Paranacito desaguando, sin terminar de hacerlo y generando que cualquier alteración inunde e impida toda actividad en la zona”, afirmó Taboada, quien enseguida señaló a los responsables de esta problemática: “Es por los cierres hechos por diques y caminos en el único cauce que ha quedado para desaguar la enorme cuenca y la de los arroyos clausurados”.

Durante mucho tiempo, en el delta como en tantos otros lugares, imperó la ley del más fuerte o la del que tiene más plata, que hizo y deshizo a su antojo. De esta manera altanera y caótica se construyeron diques monstruosos, como el que levantó el economista fallecido Pedro Pou en el río Gualeguay, quien modificó el cauce del río para sembrar soja en aproximadamente 50.000 hectáreas; un lugar que no es apto para la agricultura.

En menor escala, se han construido diques en diferentes puntos del delta entrerriano, fundamentalmente en el departamento Islas del Ibicuy, sin que prácticamente nadie los controle o apruebe. Pasando en limpio, el que tenía plata manejaba el uso del agua a su antojo, muchas veces complicándole la vida al vecino.

Por lo recurrente de las crecientes y aguas que quedan estancadas en campos del sureño departamento, mucha gente dejó de arrendar campos ideales para la cría de ganado, debido a los costos que implica mover la hacienda en caso de inundación Los que quedan trabajando en la ganadería, en su mayoría son productores de la zona en distintas escalas, generalmente pequeños y medianos productores.

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