Un millón y
medio de personas movilizadas en diversas ciudades del mundo
reclamando acciones gubernamentales concretas para defender el
ambiente.
por Sergio
Federovisky
Cada época tiene
una marca ética, un conjunto de valores que le son propios y la
definen. ¿Quién habría imaginado, hace 30 años, una movilización
mundial, con su contraparte también en la Argentina, pidiendo
respuestas ante la amenaza del cambio climático?
El cálculo
numérico no es desdeñable: un millón y medio de personas
movilizadas en diversas ciudades del mundo reclamando acciones
gubernamentales concretas para defender el ambiente. ¿Cuántas
reivindicaciones concitan actualmente semejante convocatoria?
Solo fue posible
esa marcha mundial la semana pasada porque quienes la llevan a cabo
son jóvenes para quienes la época establece que el valor de la
protección del ambiente no es un ítem negociable.
Para la
generación anterior, que es básicamente la que hoy gobierna, y para
las previas todavía más, el ambiente es un lujo que se dan las
sociedades luego de atender a las cuestiones básicas.
Aquel lujo, dicen
los jóvenes, es ahora lo básico pues lo que está en juego es la
supervivencia misma. Y con ello, sin medias tintas, cuestionan el
modelo de producción y consumo de las generaciones precedentes: no
puede ser considerado progreso un sistema de explotación de los
recursos que nos pone ante el abismo, subrayan. Lo mismo dice el
Papa: hay que redefinir el progreso, escribió en la encíclica
ambiental Laudato Si.
"Queremos
que el cambio climático esté en la agenda política",
acentuaron, para que quede claro que no comulgan con la modalidad
marketinera de echarle la culpa de todo al ciudadano que anda en su
casa "en patas y en remera" malgastando calefacción en
invierno o no pone el aire acondicionado en 24 grados o tira
papelitos por la ventanilla del auto. Falta política pública,
compromiso de los gobiernos, fue la noción predominante de la
protesta ecológica.
Días atrás, una
encuesta reveló que siete de cada diez argentinos sostienen que el Estado hace poco y nada para enfrentar el calentamiento global. En
Estados Unidos en solo tres años se multiplicó por cinco la
cantidad de personas que se manifiestan "alarmadas" por las
consecuencias ya palpables del calentamiento global.
En Australia, la
próxima elección nacional se dirime entre quienes pretenden
mantener un sistema a base de combustibles fósiles o los que
alientan, de verdad, un cambio rotundo en el modo de obtención de la
energía. Frente a esto, lo peor que pueden hacer los adultos que hoy
gobiernan es mirar con ternura a los chicos y decirles "ya se
les va a pasar".
La protesta de
los jóvenes apuntó a los gobiernos, a los que deciden. Caso
contrario, aseguran parafraseando consignas de tiempos más
ideologizados, los barrerá el viento de la historia, o sea la
energía eólica.
Fuente:
Sergio Federovisky, Los jóvenes demostraron que la protección del ambiente es su "piso ético", 19/03/19, Infobae.
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