El país recuerda
con diversos actos a los más de 18.000 muertos y desparecidos que
dejó el peor desastre en la isla desde la II Guerra Mundial.
Japón ha
conmemorado el octavo aniversario del terremoto y el tsunami que
devastaron el nordeste del país, una catástrofe cuyos estragos
mantienen desplazadas a 52.000 personas y aún son visibles en torno
a la accidentada central nuclear de Fukushima.
Los más de
18.000 muertos y desparecidos que dejó el peor desastre en Japón
desde la II Guerra Mundial han sido recordados este lunes en diversos
actos realizados en todo el país, a la hora exacta en que un seísmo
de 9,0 grados en la escala abierta de Ritcher sacudió la costa este
de Japón.
El terremoto
registrado a las 14.46 hora local (05.46 GMT) del 11 de marzo de 2011
generó un tsunami que alcanzó los 20 metros de altura en algunos
puntos del litoral, barriendo poblaciones enteras a su paso y
causando graves daños en la central de Fukushima Daiichi.
Cuando se cumplen
ocho años de la catástrofe, los trabajos de reconstrucción se han
completado a un 94,5 % en las zonas de la costa nipona que resultaron
arrasadas, según los últimos datos oficiales.
El primer
ministro nipón, Shinzo Abe, ha afirmado hoy que Japón "avanza
firmemente por el camino de la recuperación", y ha destacado en
particular la reconstrucción de viviendas e infraestructuras en el
litoral y los progresos en Fukushima, durante su discurso en un acto
de conmemoración celebrado en el Teatro Nacional de Tokio.
Difícil retorno
Unas 52.000
personas continúan sin poder regresar a sus hogares, la mayoría de
ellas procedentes de las áreas de la prefectura de Fukushima que
quedaron altamente contaminadas de residuos radiactivos emanados de
las fusiones parciales de núcleo de tres de los cuatro reactores de
la planta.
Tras completar
las tareas de limpieza y descontaminación radiactivas, las
autoridades niponas han levantado progresivamente las restricciones
de acceso en cuatro de las siete localidades más afectadas por el
accidente.
En cambio,
prácticamente la totalidad del territorio de Futaba, Okuma y Namie,
las localidades más próximas a la central, continúa catalogado "de
difícil retorno", y no está claro cuándo podrá ser reabierto
a sus habitantes.
Además, varias
organizaciones no gubernamentales denuncian que los niveles de
radiación son mucho más altos de lo que indican los datos oficiales
en muchas zonas alrededor de la central pese a que el Gobierno las ha
declarado habitables.
Según Greenpeace
Japón, en algunos puntos de las localidades de Namie y de Iitate
donde se levantó recientemente la orden de evacuación la
radiactividad "supera en 100 veces el máximo recomendado a
nivel internacional", lo que conlleva "un riesgo
significativo" para la población.
Estigma nuclear
En su informe
anual sobre la situación de Fukushima, que incluye datos basados en
sus propias mediciones sobre el terreno, la organización ecologista
y antinuclear afirma que el Gobierno nipón ofrece "información
engañosa" sobre los niveles de radiación y trata de dar "una
falsa imagen de vuelta a la normalidad".
Otros datos
recogidos por la ONG Japan Platform muestran que los niveles de
elementos radiactivos detectados en alimentos procedentes de
Fukushima o en muestras de suelo de la zona son significativamente
mayores que los de otras regiones niponas, aunque se sitúan dentro
de los límites considerados seguros para el consumo.
El estigma
nuclear que pesa sobre la región hace que muchos de sus habitantes
sean reticentes a regresar -todas las localidades afectadas han
sufrido una notable pérdida de población-, sobre todo cuando se
trata de desplazados con hijos.
Noriko Tanaka,
oriunda de la ciudad de Iwaki (a unos 50 km de la central) quien
volvió a su hogar tras levantarse la orden de evacuación, explicó
en un encuentro con periodistas que no permite a sus hijos beber
leche en la escuela ni bañarse en la playa local "porque no
sabe si son seguros".
Junto a la
limpieza de residuos nucleares y el retorno de los desplazados, el
Gobierno nipón tiene por delante el reto de desmantelar la planta de
Fukushima, un proceso que se estima que se prolongará al menos 30
años y cuyo coste podría ascender a 20 billones de yenes (160.222
millones de euros).
El Ejecutivo y la
operadora de la planta tienen ahora que diseñar un plan para extraer
el combustible fundido del interior de los reactores, el primer paso
en el proceso de desmantelamiento y que entraña una enorme
complejidad técnica debido a los niveles de radiación extremos
dentro de las instalaciones.
Fuente:
Japón recuerda el tsunami de 2011 con el estigma de Fukushima aún visible, 11/03/19, El Mundo. Consultado 11/03/19.
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