Cultores de la
pesca deportiva contrataron a biólogos para realizar un minucioso
estudio. Hay dos barreras
de contención construidas por estados municipales entre nuestro río
y el Paraná que no permiten el curso “natural” de las cosas: el
Balneario de Villa María y el dique de San Marcos. Y existe una
tercera, privada, ya sobre el Carcarañá, en Casilda, Santa Fe.
El reloj marcaba
las 6 de ayer. El termómetro señalaba 15 grados a orillas del
Ctalamochita. Todavía no clareaba cuando una pertinaz llovizna
comenzó a mojar la arena a la vera del Ctalamochita, en Villa del
Sur. En el lugar, un grupo de aficionados a la pesca deportiva
realizaban una serie de aprestos. Esta vez no había cañas, sino
instrumentos que eran cuidadosamente llevados a dos lanchas, con las
que los geólogos Joel Dominino y Miguel Casalinuovo navegarían
hasta San Marcos.
Algunos
acompañarían a los profesionales -jefes de la expedición- y el
resto viajaría en vehículos de apoyo por la vieja ruta 9, para
tomar contacto con los navegantes en diversos puntos señalados, como
el puente de Cárcano (el primero de los mojones).
¿Qué hacía
toda esa gente que se alumbraba con las luces de los autos? ¿Qué se
proponían esas personas enfundadas en capas y camperones?
Participaban de la segunda etapa de un estudio a realizarse en tres
(la primera se llevó a cabo entre Río Tercero y Yucat), para
conocer las especies ictícolas del cauce, aunque la investigación
permitirá conocer “si el río está sano o enfermo”, como lo
señaló uno de los especialistas a El Diario, en la costa, antes de
partir.
Dominino y
Casalinuovo fueron contratados por los integrantes del Club de
Pescadores con Mosca de Río Tercero, que cuenta con 80 asociados y
es apoyado, además, por la Fundación Nuestro Río. Y sus pares de
Villa María se acoplaron rápidamente: “Nosotros recién
comenzamos, somos unos 20, pero ya estamos colaborando en todo cuanto
podemos, y ya tomamos contacto con gente de Casilda porque allá hay
otra barrera…”, narraron a este medio.
Las barreras
Esa “barrera”
mencionada fue construida hace 125 años por el Molino Semino para el
aprovechamiento exclusivo de esa empresa privada, obstaculiza la
natural búsqueda aguas arriba de dorados y sábalos, entre otras
especies que abandonan el Paraná y toman el Carcarañá/Ctalamochita,
en tiempos de desove, por ejemplo.
Otro punto “clave
y contra natura” -explicaron-, es el dique/balneario de San Marcos
y el tercero es el Balneario Municipal de Villa María.
Indicaron que en
esta ciudad “se viene estudiando el tema con la Municipalidad, y se
va hacia una forma de apertura de las compuertas de una manera
controlada, para que los peces puedan seguir remontando el río”.
“Pero queda
mucho por hacer. Esto no es más que el comienzo de todo lo que nos
estamos planteando realizar para que nuestras aguas tengan los
habitantes que tuvieron en otras épocas…”, explicaron, los
pescadores, mientras que los biólogos señalaron que “realizando
este tipo de trabajos no solamente vamos a censar especies (en el
tramo Río Tercero-Yucat descubrimos una que no existía en los
registros) y a buscar alternativas para que lleguen las que migran
del Paraná, sino que, como sabemos que el río tiene muchas puertas
de entrada de líquidos a su lecho, podemos llegar a comprobar en qué
condiciones ingresan esos líquidos y si afectan o no a la fauna
ictícola”.
El proyecto nació
con la reintroducción en estas aguas y contó inicialmente con apoyo
de Ambiente de la Provincia.
Diego Colussi,
del grupo riotercerense promotor del proyecto, contó que ahora el
objetivo es documentar las especies existentes en la actualidad en el
río más caudaloso del interior cordobés. “Ya no se apunta
exclusivamente al dorado, sino a determinar qué hay”, señaló.
Fuente:
Cuidar el Ctalamochita, es la tarea, 17/03/19, El Diario del Centro del País. Consultado 18/03/19.
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