América Latina
deforesta, acaba su biodiversidad, aumenta emisiones. Europa consume
productos originados en la destrucción. Es tiempo de cambiar, dice
la Comisión Europea. ¿Cómo? En Bruselas, DW habló con
especialistas.
por Mirra Banchón
América Latina
es el continente que entre 1990 y 2015 más ha deforestado. El 80 % de
esa pérdida de zonas boscosas y de biodiversidad se debe a la
producción de commodities como la soja, la palma africana, el café
y el cacao. También la madera.
Por otro lado, en
las selvas del planeta se encuentra el 80 % de la biodiversidad del
mundo. En ellas se encuentra 1/3 de la población mundial, son el
origen del 75 % del agua del mundo y absorben 1/3 de las emisiones de
los combustibles fósiles, según la FAO.
En busca de
coherencia
Con este panorama
de fondo, la Comisión Europea recoge, hasta el 25 de febrero, ideas,
y propuestas para elaborar una legislación coherente que combine la
protección de los bosques con los objetivos de desarrollo
sustentable.
Es la primera vez
que se busca una directiva común entre comercio, agricultura, salud,
medioambiente y desarrollo, también en su relación con terceros
países.
"Es crucial
tomar conciencia de que la UE y los consumidores europeos son los
principales importadores per cápita de bienes que promueven la
deforestación”, explica a DW Hannah Mowat, coordinadora de FERN.
Esta organización medio ambientalista, que centra su acción en la
búsqueda de justicia social y ambiental, ha hecho llegar sus
propuestas al ejecutivo comunitario.
"Es
imperativo que desarrolle un plan de acción y que adopte medidas
nuevas y amplias que atajen el impacto de las importaciones en los
bosques”, sigue Mowat.
A pesar de que en
este momento hay 470 empresas que han aceptado eliminar la
deforestación de sus cadenas de valor, según FERN, en 2017 se
perdió el área de un campo de fútbol cada segundo, lo que causó
un incremento de un 10% en la emisión de gases de efecto
invernadero.
La entrada al
mercado europeo de madera, de la pesca y ciertos minerales de zonas
de conflicto se encuentran regulados. "No obstante, seguimos sin
tener una legislación para los productos agrícolas”, afirma la
organización.
Tiempo de cambio
El tiempo de
cambiar es ahora, afirman fuentes oficiales europeas, conscientes de
que sus acuerdos comerciales y de asociación pueden ser un
instrumento útil.
¿Cómo?
"Exigiendo a las empresas que cumplan con las normativas
referidas a las commodities que envían al mercado europeo. La soja
debe probar que no está asociada con violaciones de derechos
humanos, con despojo de territorios indígenas, ni asociada con
deforestación”, exige Mowat.
"Aún no
sabemos qué rumbo exacto tomará la nueva legislación. Creemos
positivo que se aborde de manera amplia el impacto que tiene nuestro
consumo en terceros países”, explica a DW, por su parte, Anke
Schulmeister-Oldenhove, especialista sénior de World Wide Fund, que
también ha participado en la consulta.
"Nosotros
desearíamos reglas más estrictas y claras, tanto para los países
productores como para la UE misma. Tenemos que abordar el tema
también desde el cambio de hábitos de consumo no sustentables”,
subraya Schulmeister.
Rechazo a la
deforestación
"El tiempo
se acaba. En un momento en que podríamos saber en tiempo real cuánto
se deforesta cada día, no lo hacemos porque la destrucción es
lucrativa”, afirma Jeffrey Sachs, profesor de economía de la
Columbia University y asesor de Naciones Unidas para los objetivos de
desarrollo sustentable.
"Lo que va a
pasar en los próximos años -aunque no todos los inversionistas
han acabado de entenderlo- es que las cadenas de valor van a tener
que ser cambiadas hacia la sostenibilidad. Si las compañías
europeas, por ejemplo, están importando soja de los márgenes
maltratados de la Amazonía, esas compañías serán vulnerables ante
la ley, también ante la reacción del consumidor”, explica Sachs a
DW.
El momento para
hablar de esto no podría ser mejor. La UE negocia con los países
del Mercosur un acuerdo de libre comercio. Y el flamante gobierno de
Brasil, si bien ya no amenaza con abandonar el Acuerdo de París,
intenta ponerle bemoles. También amenaza con ampliar la frontera
agroindustrial.
"Por un
lado, Europa tendrá que decirle, por ejemplo, a Brasil que no puede
tener relaciones comerciales que impliquen la degradación
medioambiental”, sigue Sachs. "Por otro lado, la protesta del
consumidor le hará llegar un mensaje claro. Una mayor deforestación,
encontrará una reacción muy áspera del mundo”, confía Sachs.
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Fuente:
Mirra Banchón, UE-América Latina: "Que la destrucción de la selva no sea lucrativa", 08/02/19, Deutsche Welle.
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