por Juan Camilo
Delgado
Río arriba, río
abajo, ¡nos quedamos sin trabajo!
Paramilitarismo:
pieza clave de Hidroituango
En el año 1996,
el Bloque Mineros de las Autodefensas Unidas de Colombia -AUC-
ingresa al municipio de Ituango, su llegada es la garantía para el
desarrollo del megaproyecto. El río Cauca se tiñó de sangre,
desapariciones forzadas y asesinatos empezaron a perpetrarse en los
municipios cercanos a lo que hoy se conoce como Hidroituango.
Iniciaba la expropiación de tierras circundantes al río y la
eliminación de cualquier resistencia de las comunidades indígenas y
campesinas.
En los municipios
pertenecientes al área de influencia del megaproyecto, entre 1996 y
1998 se llevaron a cabo 15 masacres, resaltando la masacre del
corregimiento El Aro del municipio de Ituango el día 22 de octubre
de 1997, donde el jefe paramilitar Salvatore Mancuso aseguró, en
audiencia de versión libre, que había sido planeada en compañía
de miembros de la IV Brigada del Ejército Nacional.
Además, más de
640 personas, entre líderes sociales y campesinos, han sido
desaparecidas forzosamente para dar continuidad con el megaproyecto.
[1]
El arribo de
paramilitares, el asesinato y la expropiación de tierras en zonas
estratégicas de Colombia, siempre fue la apertura para la ejecución
de distintos proyectos. La hidroeléctrica Urra I es otro claro
ejemplo, donde la comunidad indígena Embera Katío fue desplazada a
sangre y fuego por parte de los paramilitares, también para finales
de los 90’. Y luego, Urra II…
El imperialismo
ecológico en Colombia está intrínsecamente relacionado con la
sangre de miles de campesinos e indígenas.
Dime con quién
andas y te diré quién eres
El 31 de
diciembre de 1997, en pleno auge paramilitar, se creó la sociedad
Promotora de la Hidroeléctrica Pescadero S.A. Era el último día de
Álvaro Uribe Vélez como gobernador de Antioquia. La puesta en
marcha de las Cooperativas de Vigilancia y Seguridad Privada para la
autodefensa agraria –Convivir– durante los últimos años de su
período, empezaban a tener relaciones con la ola de violencia en
Ituango y sus alrededores, como mencionó Salvatore Mancuso.
En el año 1998,
se constituyó la Sociedad Hidroituango S.A. E.S.P. con un capital
mayoritariamente público. “El 27 de octubre de 2010, los socios de
Hidroituango S.A. E.S.P., se reunieron de manera extraordinaria, y
acordaron de forma ilegal escindir parte del patrimonio para
constituir sin autorización normativa, una empresa de servicios
públicos de economía mixta, que denominaron EPM Ituango S.A. E.S.P.
[…].” [2] La empresa se constituyó, paralela a la ya existente
EPM, sin ningún acatamiento de las leyes nacionales.
El 31 de
diciembre de 2011, luego de haberse realizado una artimaña entre los
gerentes de EPM Ituango y EPM -que no quería quedarse por fuera de
la historia-, se abre un concurso nacional e internacional, por
parte de EPM, para la ejecución del megaproyecto.
La construcción
de la hidroeléctrica quedó a cargo del consorcio CCC Ituango,
liderado por la brasilera Camargo Correa, cuyo presidente Dalton
Vancini se encuentra pagando una condena de 15 años de prisión por
soborno en Brasil y Perú. Los socios de Camargo Correa son
Conconcreto, conocida por sus problemas financieros, y Coninsa-Rámon
H, una compañía inmobiliaria experta en construir casas. Entre las
finalistas del concurso estuvo Odebrecht. [3]
El 11 de enero de
2013, la Asamblea General de Accionistas de EPM Ituango no sólo
aprueba la cesión a EPM del contrato para ejecutar el megaproyecto,
sino que aprueba, también, la disolución de la empresa. Otra
artimaña.
Crónica de una
tragedia socioecológica anunciada
El 26 de abril
del 2018, uno de los túneles de evacuación de Hidroituango colapsó
debido al represamiento del agua. Iniciaba una emergencia
socioecológica que destaparía más de una olla podridaen la
historia del megaproyecto. Las poblaciones aledañas a Hidroituango,
luego de sufrir la arremetida paramilitar de finales de los 90’,
empezaban a sufrir las consecuencias ambientales del proyecto.
No sólo cuerpos
de personas desaparecidas y asesinadas quedaron bajo la inundación
producto del represamiento, sino que también toda una cultura
ancestral de plantas medicinales, sitios emblemáticos, animales y
recuerdos.
Sin embargo, como
en la mayoría de las tragedias ambientales en Colombia, por ejemplo,
Armero y Mocoa, ésta también había sido anunciada por distintas
organizaciones, pero la negligencia e ineficiencia del Estado
Colombiano esperó, en las distintas tragedias, a que se cobrarán
miles de vidas para luego despertarse de su letargo.
Más de una vez
las comunidades de los municipios del área de influencia de
Hidroituango manifestaban las fallas geológicas de la zona y lo que
implicaría la construcción de la hidroeléctrica. Aproximadamente
son 30 municipios los impactados por la ejecución del megaproyecto,
casi 10 millones de personas afectadas aguas arriba y aguas abajo de
la hidroeléctrica, desde el nacimiento hasta la desembocadura del
río Cauca.
Aguas abajo,
Puerto Valdivia, el primer caserío después de las compuertas, fue
arrasado luego del 28 de abril. [4] Aguas arriba, Sabanalarga, el
último municipio con cerca de 8.200 habitantes, sufrió el
desplazamiento de más de 300 personas a raíz de la inundación de
sus tierras, como también la llegada de nuevas enfermedades. [5]
Inundación,
sequía, cultivos arrasados, deforestación, enfermedades, desalojo,
es la lógica de la búsqueda del beneficio sin medir las
consecuencias. Hidroituango se convirtió en un proyecto enfocado
únicamente en la ganancia, la acumulación de capital por
desposesión como menciona Renán Vega Cantor. [6]
Hidroituango
arruinó la paz de varias generaciones de colombianos que vieron
hipotecada su tranquilidad a causa de la comercialización de energía
durante 50 años. La vida a cambio de 2.400 MW y una inversión mayor
a los 3 mil millones de dólares. La crisis socioecológica fue la
externalidad que no dimensionó la ejecución del megaproyecto.
Ríos Vivos: la
resistencia y voz de las víctimas
El Movimiento
Ríos Vivos de Antioquía -MRVA-, se posicionó como la
resistencia visible ante Hidroituango. El movimiento ha sido
estigmatizado y perseguido debido a las luchas políticas y jurídicas
que ha llevado a cabo en defensa de los derechos de cada una de las
víctimas de la ejecución del megaproyecto.
Entre otras
acciones, desde su postura legal y pacífica, el 29 de marzo de 2017
MRVA presentó un acción de nulidad simple contra la licencia
ambiental que fue otorgada en el 2009 por el Ministerio de Ambiente,
Vivienda y Desarrollo Sostenible, la cual sólo fue admitida hasta el
14 de marzo de 2018. [7]
El MRVA ha
alertado de la crisis socioecológica que enfrentan los municipios
del área de influencia de Hidroituango desde el año 2010, ha
acudido a diferentes audiencias en la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos denunciando el carácter irregular de los factores
técnicos, ecológicos, sociales, jurídicos, políticos y económicos
del megaproyecto. [8] Su lucha le ha costado la vida de varios de sus
integrantes.
Igualmente, el
movimiento ha denunciado la manipulación de la información por
parte de los medios de comunicación al servicio de la élite
política colombiana. Un ejemplo, es el de la prohibición de
periodistas alternativos en las zonas de albergue de los
damnificados, a diferencia de la prioridad de medios como CNN. [9]
Además, en los
inicios de la crisis de Hidroituango, el MVRA logró ingresar al
flujo del río y rescatar más de 3.000 especies faunísticas que
fueron entregadas a especialistas para su posterior reubicación.
[10] Labor que nunca llevó a cabo EPM.
Para la vocera
del movimiento, Isabel Zuleta, no hay espacio para la población y el
megaproyecto al mismo tiempo, Hidroituango representa un desastre
socioecológico que acabará con la vida en la región.
Ayer río Cauca,
hoy no sabemos
La crisis de
Hidroituango empezó con la inundación de distintos municipios a las
orillas del cauce del río. Hoy, los ojos del país están puestos
sobre el río Cauca, el cual empieza a agonizar. De nuevo,
comunidades indígenas y campesinas, cuyo único sustento de vida era
proporcionado por el río, están siendo afectadas por la sequía del
río en el Bajo Cauca.
Desde hace miles
de años, el ser humano necesitó para subsistir agua y alimentos,
jamás electricidad. No se trata de regresarnos a las comunidades
tribales del pasado, pero si comprender y dar prioridad a lo que
realmente necesitamos. Es repensar nuestro desarrollo. El río Cauca
nos demuestra que es el momento de una transición energética
sustentable.
El futuro del río
Cauca es incierto, pero hoy nos dice, moribundo: ‘hagan las paces
con la naturaleza, por favor’.
Notas:
- Carolina Tejada, “Las aguas turbias de Hidroituango”, en Semanario Voz, Separata Hidroituango, Edición 2933, 2018, p. 1.
- Gonzalo Álvarez Henao, “Las piezas claves de la corrupción”, en Semanario Voz, Edición 2938, 2018, p. 12.
- Gonzalo Álvarez Henao, “La Comisión de Acusaciones debe investigar”, en Semanario Voz, Edición 2934, 2018, p. 4.
- Bibiana Ramírez, “Inundados y sin esperanza”, en Semanario Voz, Separata Hidroituango, Edición 2933, 2018, p. 2.
- Bibiana Ramírez, “No quieren morir de hambre”, en Semanario Voz, Edición2935, 2018. P. 13.
- Renán Vega Cantor, “Colombia, un ejemplo contemporáneo de acumulación por desposesión”, en Theomai, núm. 25, 2012.
- Luis Carlos Montenegro, “Despojo a comunidades”, en Semanario Voz, Edición 2935, 2018, p. 20.
- Ibíd.
- Bibiana Ramírez, “Desarrollo y despojo”, en Semanario Voz, Edición 2936, 2018, p.13.
- Bibiana Ramírez, “La represa que ahoga la vida”, en Semanario Voz, Edición 2932, 2018, p. 13.
Fuente:
Juan Camilo Delgado, Hidroituango: Una historia de sangre, corrupción y despojo, 08/02/19, Rebelión. Consultado 09/02/19.
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