sábado, 9 de febrero de 2019

Hidroituango: Una historia de sangre, corrupción y despojo

por Juan Camilo Delgado

Río arriba, río abajo, ¡nos quedamos sin trabajo!

Paramilitarismo: pieza clave de Hidroituango

En el año 1996, el Bloque Mineros de las Autodefensas Unidas de Colombia -AUC- ingresa al municipio de Ituango, su llegada es la garantía para el desarrollo del megaproyecto. El río Cauca se tiñó de sangre, desapariciones forzadas y asesinatos empezaron a perpetrarse en los municipios cercanos a lo que hoy se conoce como Hidroituango. Iniciaba la expropiación de tierras circundantes al río y la eliminación de cualquier resistencia de las comunidades indígenas y campesinas.

En los municipios pertenecientes al área de influencia del megaproyecto, entre 1996 y 1998 se llevaron a cabo 15 masacres, resaltando la masacre del corregimiento El Aro del municipio de Ituango el día 22 de octubre de 1997, donde el jefe paramilitar Salvatore Mancuso aseguró, en audiencia de versión libre, que había sido planeada en compañía de miembros de la IV Brigada del Ejército Nacional.

Además, más de 640 personas, entre líderes sociales y campesinos, han sido desaparecidas forzosamente para dar continuidad con el megaproyecto. [1]

El arribo de paramilitares, el asesinato y la expropiación de tierras en zonas estratégicas de Colombia, siempre fue la apertura para la ejecución de distintos proyectos. La hidroeléctrica Urra I es otro claro ejemplo, donde la comunidad indígena Embera Katío fue desplazada a sangre y fuego por parte de los paramilitares, también para finales de los 90’. Y luego, Urra II…

El imperialismo ecológico en Colombia está intrínsecamente relacionado con la sangre de miles de campesinos e indígenas.

Dime con quién andas y te diré quién eres

El 31 de diciembre de 1997, en pleno auge paramilitar, se creó la sociedad Promotora de la Hidroeléctrica Pescadero S.A. Era el último día de Álvaro Uribe Vélez como gobernador de Antioquia. La puesta en marcha de las Cooperativas de Vigilancia y Seguridad Privada para la autodefensa agraria –Convivir– durante los últimos años de su período, empezaban a tener relaciones con la ola de violencia en Ituango y sus alrededores, como mencionó Salvatore Mancuso.

En el año 1998, se constituyó la Sociedad Hidroituango S.A. E.S.P. con un capital mayoritariamente público. “El 27 de octubre de 2010, los socios de Hidroituango S.A. E.S.P., se reunieron de manera extraordinaria, y acordaron de forma ilegal escindir parte del patrimonio para constituir sin autorización normativa, una empresa de servicios públicos de economía mixta, que denominaron EPM Ituango S.A. E.S.P. […].” [2] La empresa se constituyó, paralela a la ya existente EPM, sin ningún acatamiento de las leyes nacionales.

El 31 de diciembre de 2011, luego de haberse realizado una artimaña entre los gerentes de EPM Ituango y EPM -que no quería quedarse por fuera de la historia-, se abre un concurso nacional e internacional, por parte de EPM, para la ejecución del megaproyecto.

La construcción de la hidroeléctrica quedó a cargo del consorcio CCC Ituango, liderado por la brasilera Camargo Correa, cuyo presidente Dalton Vancini se encuentra pagando una condena de 15 años de prisión por soborno en Brasil y Perú. Los socios de Camargo Correa son Conconcreto, conocida por sus problemas financieros, y Coninsa-Rámon H, una compañía inmobiliaria experta en construir casas. Entre las finalistas del concurso estuvo Odebrecht. [3]

El 11 de enero de 2013, la Asamblea General de Accionistas de EPM Ituango no sólo aprueba la cesión a EPM del contrato para ejecutar el megaproyecto, sino que aprueba, también, la disolución de la empresa. Otra artimaña.

Crónica de una tragedia socioecológica anunciada

El 26 de abril del 2018, uno de los túneles de evacuación de Hidroituango colapsó debido al represamiento del agua. Iniciaba una emergencia socioecológica que destaparía más de una olla podridaen la historia del megaproyecto. Las poblaciones aledañas a Hidroituango, luego de sufrir la arremetida paramilitar de finales de los 90’, empezaban a sufrir las consecuencias ambientales del proyecto.

No sólo cuerpos de personas desaparecidas y asesinadas quedaron bajo la inundación producto del represamiento, sino que también toda una cultura ancestral de plantas medicinales, sitios emblemáticos, animales y recuerdos.

Sin embargo, como en la mayoría de las tragedias ambientales en Colombia, por ejemplo, Armero y Mocoa, ésta también había sido anunciada por distintas organizaciones, pero la negligencia e ineficiencia del Estado Colombiano esperó, en las distintas tragedias, a que se cobrarán miles de vidas para luego despertarse de su letargo.

Más de una vez las comunidades de los municipios del área de influencia de Hidroituango manifestaban las fallas geológicas de la zona y lo que implicaría la construcción de la hidroeléctrica. Aproximadamente son 30 municipios los impactados por la ejecución del megaproyecto, casi 10 millones de personas afectadas aguas arriba y aguas abajo de la hidroeléctrica, desde el nacimiento hasta la desembocadura del río Cauca.

Aguas abajo, Puerto Valdivia, el primer caserío después de las compuertas, fue arrasado luego del 28 de abril. [4] Aguas arriba, Sabanalarga, el último municipio con cerca de 8.200 habitantes, sufrió el desplazamiento de más de 300 personas a raíz de la inundación de sus tierras, como también la llegada de nuevas enfermedades. [5]

Inundación, sequía, cultivos arrasados, deforestación, enfermedades, desalojo, es la lógica de la búsqueda del beneficio sin medir las consecuencias. Hidroituango se convirtió en un proyecto enfocado únicamente en la ganancia, la acumulación de capital por desposesión como menciona Renán Vega Cantor. [6]

Hidroituango arruinó la paz de varias generaciones de colombianos que vieron hipotecada su tranquilidad a causa de la comercialización de energía durante 50 años. La vida a cambio de 2.400 MW y una inversión mayor a los 3 mil millones de dólares. La crisis socioecológica fue la externalidad que no dimensionó la ejecución del megaproyecto.

Ríos Vivos: la resistencia y voz de las víctimas

El Movimiento Ríos Vivos de Antioquía -MRVA-, se posicionó como la resistencia visible ante Hidroituango. El movimiento ha sido estigmatizado y perseguido debido a las luchas políticas y jurídicas que ha llevado a cabo en defensa de los derechos de cada una de las víctimas de la ejecución del megaproyecto.

Entre otras acciones, desde su postura legal y pacífica, el 29 de marzo de 2017 MRVA presentó un acción de nulidad simple contra la licencia ambiental que fue otorgada en el 2009 por el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Sostenible, la cual sólo fue admitida hasta el 14 de marzo de 2018. [7]

El MRVA ha alertado de la crisis socioecológica que enfrentan los municipios del área de influencia de Hidroituango desde el año 2010, ha acudido a diferentes audiencias en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos denunciando el carácter irregular de los factores técnicos, ecológicos, sociales, jurídicos, políticos y económicos del megaproyecto. [8] Su lucha le ha costado la vida de varios de sus integrantes.

Igualmente, el movimiento ha denunciado la manipulación de la información por parte de los medios de comunicación al servicio de la élite política colombiana. Un ejemplo, es el de la prohibición de periodistas alternativos en las zonas de albergue de los damnificados, a diferencia de la prioridad de medios como CNN. [9]

Además, en los inicios de la crisis de Hidroituango, el MVRA logró ingresar al flujo del río y rescatar más de 3.000 especies faunísticas que fueron entregadas a especialistas para su posterior reubicación. [10] Labor que nunca llevó a cabo EPM.

Para la vocera del movimiento, Isabel Zuleta, no hay espacio para la población y el megaproyecto al mismo tiempo, Hidroituango representa un desastre socioecológico que acabará con la vida en la región.

Ayer río Cauca, hoy no sabemos

La crisis de Hidroituango empezó con la inundación de distintos municipios a las orillas del cauce del río. Hoy, los ojos del país están puestos sobre el río Cauca, el cual empieza a agonizar. De nuevo, comunidades indígenas y campesinas, cuyo único sustento de vida era proporcionado por el río, están siendo afectadas por la sequía del río en el Bajo Cauca.

Desde hace miles de años, el ser humano necesitó para subsistir agua y alimentos, jamás electricidad. No se trata de regresarnos a las comunidades tribales del pasado, pero si comprender y dar prioridad a lo que realmente necesitamos. Es repensar nuestro desarrollo. El río Cauca nos demuestra que es el momento de una transición energética sustentable.

El futuro del río Cauca es incierto, pero hoy nos dice, moribundo: ‘hagan las paces con la naturaleza, por favor’.

Notas:
  1. Carolina Tejada, “Las aguas turbias de Hidroituango”, en Semanario Voz, Separata Hidroituango, Edición 2933, 2018, p. 1. 
  2. Gonzalo Álvarez Henao, “Las piezas claves de la corrupción”, en Semanario Voz, Edición 2938, 2018, p. 12. 
  3. Gonzalo Álvarez Henao, “La Comisión de Acusaciones debe investigar”, en Semanario Voz, Edición 2934, 2018, p. 4. 
  4. Bibiana Ramírez, “Inundados y sin esperanza”, en Semanario Voz, Separata Hidroituango, Edición 2933, 2018, p. 2. 
  5. Bibiana Ramírez, “No quieren morir de hambre”, en Semanario Voz, Edición2935, 2018. P. 13. 
  6. Renán Vega Cantor, “Colombia, un ejemplo contemporáneo de acumulación por desposesión”, en Theomai, núm. 25, 2012. 
  7. Luis Carlos Montenegro, “Despojo a comunidades”, en Semanario Voz, Edición 2935, 2018, p. 20. 
  8. Ibíd. 
  9. Bibiana Ramírez, “Desarrollo y despojo”, en Semanario Voz, Edición 2936, 2018, p.13. 
  10. Bibiana Ramírez, “La represa que ahoga la vida”, en Semanario Voz, Edición 2932, 2018, p. 13.
Fuente:
Juan Camilo Delgado, Hidroituango: Una historia de sangre, corrupción y despojo, 08/02/19, Rebelión. Consultado 09/02/19.

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