Un fotógrafo
alemán denunció violencia policial y el secuestro de su equipo. Fotografiaba los
vertederos de petróleo de la empresa Treaten, en Vaca Muerta, que
fueron denunciados por derrames. La policía lo detuvo, lo encerró
durante un par de horas y le secuestró los equipos. Ayer presentó
la denuncia penal.
Stefan Borghardt
es alemán, tiene 28 años, estudia Fotoperiodismo y Fotografía
documental en la Universidad de Ciencias aplicadas y Artes de
Hannover, donde vive. En octubre viajó a Argentina dispuesto a
dedicar el semestre a investigar proyectos de fotografía. La
experiencia adquirida no era imaginable en su país: mientras tomaba
fotos de los piletones de petróleo denunciados en Vaca Muerta, fue
detenido por la vigilancia privada, trasladado luego por la policía
neuquina a la comisaría de Añelo, el pueblo lindante al yacimiento,
esposado, encerrado en un calabozo donde fue amenazado y maltratado.
Cuando lo liberaron le retuvieron los equipos que recién hoy le
serán devueltos. Ayer, Borghardt presentó la denuncia penal
intentando encausar a través de la justicia el gravísimo atentado
cometido contra la libertad de prensa.
“En diciembre
viajé a Neuquén para trabajar en un proyecto documental a largo
plazo sobre el fracking, la extracción no convencional que se está
realizando principalmente en las zonas de Vaca Muerta y el Alto Valle
de Río Negro. Me había motivado una denuncia que se había
viralizado de Greenpeace para el momento en que llegué a Argentina”,
confió Borghardt a PáginaI12. El fotógrafo se refiere al
voluminoso derrame denunciado por Greenpeace y FARN en la zona del
yacimiento Bandurrias Sur, de YPF, en Vaca Muerta. La denuncia y su
mediatización dispararon la curiosidad de Borghardt.
El fin de semana
pasado, el fotógrafo se instaló en Añelo, y el lunes se decidió a
buscar imágenes aprovechando que el día estaba nublado. Caminó por
diversos sectores, hizo algunas fotos, se encontró con trabajadores
que lo llevaron en una camioneta a lugares desde donde se veían
mejor los vertederos. Avanzó hasta donde se encontró con un cartel
que prohibía la entrada y retrocedió, caminó unos 200 metros y se
topó con el predio de Treater, “el lote 56 del Parque Industrial
de Añelo”, explicó Borghardt en su denuncia penal. No divisó
carteles en los que se prohibiera el ingreso. “Caminé alrededor de
1500 metros sobre un suelo regado con alguna substancia pegajosa y de
color marrón oscuro que a la tierra la había vuelto muy firme,
parecía cemento”, continúa su relato el fotógrafo. “Me dirigía
hacía el norte hasta que me encontré con algo que desde abajo
parecía ser una loma de tierra. Vi que desde el borde de arriba se
había derramado una buena cantidad de un líquido espeso y oscuro
hasta llegar al pie de la loma. Saqué algunas fotos del derrame con
las dos cámaras profesionales que llevaba encima. Además saqué una
foto con mi celular y se la mandé a una amiga, a mi novia, a mi
madre, a Martín Alvarez, del Observatorio Petrolero Sur y a Juan
Carlos Ponce de la Asamblea Permanente del Comahue por el Agua Allen.
Desde ahí me subí al borde de la loma y se me hizo evidente lo que
me había imaginado, que era un piletón grande lleno de líquido.”
Borghardt comenzó a fotografiar con las dos cámaras y el celular.
“Estimo haber estado ahí arriba unos dos minutos antes de que
llegara una camioneta blanca con un supervisor que me dijo que no
podía estar allí porque me ubicaba en un terreno de propiedad
privada. Öfreció llevarme a la entrada del lote. En la entrada le
pidieron que mostrara las fotos pero dijo que estaban en un rollo
fotográfico y era imposible. Los de vigilancia llamaron entonces a
la policía y pocos minutos después llegó una camioneta policial
con tres uniformados y una mujer policía que lo trasladaron a la
comisaría 10ª.
La 10ª tiene la
particularidad de haber sido inaugurada en diciembre. Su estreno
público excedió todas las previsiones: fue internacional.
En su relato,
Borghardt describe el maltrato que recibió de parte de los
uniformados. “La oficial me agarró de la manó y me puso el brazo
en la espalda, empujándome e insultándome. Me llevó al pasillo de
calabozos. Al testigo que firmó el acta no lo alcancé a ver. En el
pasillo estaba parado otro oficial que me pateó al pasar. Llegamos
al calabozo y yo me encontré rodeado por unos cinco a siete
oficiales, no me acuerdo bien, fue todo muy turbio y atemorizante
para mí. Varios (al menos tres) me pegaron, me patearon y me
insultaron. Un policía que me maltrataba con una escoba desde lejos,
me dijo que él odiaba a todos los alemanes. Yo durante todo ese
proceso tenía las manos levantadas y pedía que no me lastimaran. Me
decían que firmara, que tenía que firmar, y que no funcionaban las
cosas como yo me las imaginaba. Después tuve que quitarme los
cordones de los zapatos y un policía me dijo que me apurara porque
si no me ayudaba él, y sacó una navaja del bolsillo”.
Borghardt fue
liberado a la noche. Ayer, acompañado por el abogado Emmanuel
Guagliardo, presentó una denuncia penal en la fiscalía de Neuquén,
encabezada durante el turno por el fiscal Maximiliano Breide Obeid.
Hoy recibirán al denunciante y le entregarán las cámaras que le
habían secuestrado “sin orden judicial”, tal como señalaron
fuentes de la fiscalía a este diario. “Ya había aprendido la
lección -reconoció Borghardt refiriéndose a la comisaría-,
que ese no era el ambiente para reclamar por mis derechos”.
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