El uso de
agroquímicos, el monocultivo y el cambio climático afectan la salud
de estos insectos. Como consecuencia, baja la elaboración de miel.
por Cecilia Farré
Argentina es el
segundo productor mundial de miel. Pero pronto podría perder este
lugar. Según datos del Centro de Investigación de Abejas Sociales
(CIAS), muere el 30 % de las colonias de abejas que los apicultores
deben reponer todos los años, a causa de una serie de factores que
las hace más vulnerables a enfermedades. Dada la importancia de
estos insectos en la reproducción de los vegetales, la disminución
de su número podría afectar además los cultivos de alimentos.
“Las
poblaciones de abejas y de polinizadores naturales están en declive,
es un problema mundial”, le dijo a Perfil Martín Eguaras, doctor
en biología y codirector del CIAS de Mar del Plata. Según el
experto esto se debe a una serie de fenómenos como “parásitos que
se han tornado más virulentos por un abuso de los agrotóxicos que
estresan a las abejas, les hacen bajar las defensas y las
enfermedades las afectan más”.
Los
investigadores llegaron a esa conclusión en base a análisis de
abejas cuya muerte había sido causada por pesticidas. “Hay
agroquímicos -agregó Eguaras- que se usan en nuestro país que
en Europa están prohibidos porque se ha demostrado que matan a las
abejas que están en vuelo”.
Para evitar el
contacto de plaguicidas con las abejas, antes de la aplicación se
debe avisar al apicultor para que retire las colmenas de la zona o
para que las cierre durante 48 horas en función de la persistencia
de la sustancia química. “En otros casos, cuando la abeja va a las
flores, si hay agroquímicos, los pueden tomar del néctar o del
polen que terminan llevando a la colmena”, señaló Eguaras,
investigador del Conicet.
Efecto. En el
Laboratorio de Insectos Sociales de la Facultad de Ciencias Exactas y
Naturales de la UBA estudian la biología de la abeja y su
comportamiento social y de recolección de alimentos, y en las
investigaciones observaron que “algunos herbicidas como el
glifosato tienen un efecto negativo en las abejas como dificultades
para aprender un olor floral y que lo puedan vincular con un alimento
determinado; aprender a orientarse en un ambiente nuevo; y para
desarrollarse en los estadios iniciales”, indicó el investigador
Walter Farina, a cargo del mencionado laboratorio. Farina destacó
que las consecuencias no son menores ya que “un tercio de la
producción agrícola mundial de alimentos depende de organismos
polinizadores que pasan el polen de una flor macho a una flor
hembra”. Además, el investigador remarcó que la abeja de la miel
es el principal polinizador y agregó que “si hay menos abejas cada
vez vamos a tener menos probabilidades de que se polinicen los
cultivos que son alimentos para todo el mundo”.
En Argentina el
CIAS estima que hay entre cuatro y tres millones y medio de colmenas
comerciales, concentradas en la región de la Pampa Húmeda, en
Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, La Pampa y Santa Fe. Según
datos del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria en
2017 se exportaron cerca de 68.300 toneladas de miel a Estados
Unidos, Japón y países de Europa. Los registros de la Organización
de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura colocan
al país como segundo productor mundial.
Sin embargo, el
monocultivo afecta a esta industria además de a la biodiversidad.
“Al haber menos especies vegetales hay menos producción de miel.
La soja es un cultivo que no produce el néctar para generar miel”,
aclaró Eguaras. Según el biólogo, en los últimos años se observa
una merma importante en la cantidad de producción de miel en toda la
Pampa Húmeda. “Los apicultores comentan que mientras años atrás
una colmena daba 40 kilos, hoy les da 20”, advirtió Eguaras. Para
evitar enfermedades en las abejas, el CIAS elabora plaguicidas
naturales en base a aceites esenciales para que utilicen productores.
Premian proyecto
de polinización
No todas las
flores producen frutos de la calidad y el tamaños deseados. ¿Cómo
mejorar la cadena productiva de la polinización? ¿Cómo aumentar la
producción de alimentos? Estas son las preguntas que llevaron a
Agustín Sáez, doctor en Ciencias Biológicas de la Universidad
Nacional del Comahue, Pedro Negri, investigador del Conicet y Matías
Viel, licenciado en Administración de Empresas, a crear Beeflow.
“Es una empresa
de base científica que busca mejorar la polinización y así la
producción y calidad de la fruta y, a la vez, salvaguardar la
población de abejas ya que los ambientes agrícolas son ambientes
poco amigables con las abejas, se aplican muchos agroquímicos y eso
genera mucha mortalidad”, explicó Sáez a Perfil.
Por su impacto el
proyecto fue ganador del concurso Samsung Innova, que premia los
mejores emprendimientos del país. “Generamos un cambio muy
importante con el kiwi. Es un cultivo poco atractivo para las abejas.
Se polinizaba manualmente cada flor para que dé el fruto. A través
de la biotecnología ‘manejamos’ a las abejas para que hagan ese
trabajo. Así pudimos duplicar y hasta triplicar la producción”,
sostuvo Sáez.
Para esto
utilizan dos tecnologías, una molécula orgánica que mejora el
sistema inmunológico de las abejas para que trabajen y se
desarrollen mejor, y otra que modifica el comportamiento forrajeo de
las abejas cuando van a buscar polen y néctar y las direcciona al
cultivo focal que se quiere polinizar. “El efecto de esas moléculas
desaparece a las dos semanas. Esas dos tecnologías se aplican a
través del alimento y no tienen impacto ni en la colmena ni en el
cultivo”.
Fuente:
Cecilia Farré, Argentina ya pierde un 30% de las colonias de abejas por año, 24/11/18, Perfil.
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