El escaso
desarrollo de la actividad silvícola, la expulsión de la población
de las áreas rurales dispersas y el avance de la actividad agrícola
moderna cambiaron la vida de los pueblos de las sierras. Muchos de
sus habitantes deben recurrir a diversas ocupaciones para esquivarle
a la intermitencia de la estacionalidad.
por Fredy Dutra
ensar en las
sierras del sur de Córdoba es una incitación al placer y al
descanso, pero poco se advierte que las bondades del tan promocionado
turismo y de la actividad agropecuaria que acorrala sus paisajes de
ensueño están sembrando amenazas sobre el modo de vida de sus
poblaciones, sus economías y hasta sus recursos naturales.
En poco más de
25 años, localidades vinculadas con el turismo, como Alpa Corral,
Las Albahacas y Villa El Chacay, experimentaron un crecimiento
poblacional del 150 por ciento.
Lo curioso en
este incremento significativo de habitantes en esos pueblos es que no
responde a un crecimiento demográfico natural o vegetativo, sino a
un proceso migratorio fomentado fundamentalmente por el impulso
turístico que recibió el sector sur de las sierras de Córdoba, lo
cual se evidencia en la poca cantidad de niños que hay en esas
localidades.
La fuerte
estacionalidad que les imprime el turismo implicó cambios en sus
estructuras económicas, urbanas y demográficas.
Por citar un
ejemplo, esa estacionalidad se traduce en “la multiocupación
poblacional; es decir, en la necesidad de trabajar en distintas
actividades en distintos momentos del año”, según se desprende de
un estudio realizado por investigadores de la Universidad Nacional de
Río Cuarto.
Pero este
crecimiento acentuado durante los últimos años en esta región
privilegiada por la naturaleza también trajo aparejada la
reactivación parcial de la actividad silvícola -explotación de los
bosques y montes-, a través de la extracción de maderas, aunque sin
la aplicación de técnicas de manejo sostenibles.
El proceso de
urbanización también provocó la introducción de especies
exóticas, que está afectando negativamente la flora y la fauna
autóctonas, en detrimento de la calidad ambiental.
Por otro lado,
las comunidades de Alpa Corral, Las Albahacas y El Chacay, al igual
que lo que sucede en Achiras, están sufriendo el impacto del proceso
de agriculturización que viene de la mano de la modernización
agropecuaria y que ha involucrado un incremento de más de 1.300 por
ciento de la aplicación de agroquímicos en la zona pedemontana y la
elevación del índice de riesgo de contaminación por plaguicidas.
Esta información
surge del trabajo que realizó un grupo de investigación encabezado
por los profesores José María Cóccaro, María Cristina Valenzuela,
Elina del Carmen Sosa y Gabriela Inés Maldonado, y que también
involucra a otros docentes, alumnos avanzados y graduados del
Departamento de Geografía de la Facultad de Ciencias Humanas.
Estos estudios se
remontan al año 1998 e indagan sobre las dialécticas emergentes del
proceso de organización espacial del sur cordobés.
Los resultados de
este trabajo fueron recientemente publicados en el primer libro
editado por el Instituto de doble dependencia UNRC – Conicet de
Investigaciones Sociales, Territoriales y Educativas (Iste), que
dirige el doctor Edgardo Carniglia, titulado “Un territorio
desigual. Memorias y agendas de investigación para el sur de
Córdoba”.
Crecimiento del
150 %
El trabajo se
centró en las pedanías Achiras y San Bartolomé, del departamento
Río Cuarto. La primera comprende las localidades de Achiras, La
Carolina, Sampacho y Suco. Su superficie total es de 2.300 kilómetros
cuadrados y se encuentra ocupada en un 13 por ciento por sierras (300
kilómetros cuadrados). En la pedanía de San Bartolomé están las
localidades de Alpa Corral, Villa El Chachay y Las Albahacas, las que
están ubicadas en un área serrana que ocupa una superficie de 980
kilómetros cuadrados, sobre un total de 1.950 kilómetros cuadrados
que tiene esta pedanía.
De las
localidades mencionadas, sólo Achiras y Sampacho alcanzan la
categoría de población urbana, puesto que en el año 2010 contaban
con 2.287 y 7.716 habitantes, respectivamente.
Este estudio
sostiene que “al contrario de lo que se podría esperar, no son los
centros urbanos y las localidades del área de llanura las que
registran mayor crecimiento, sino que son las serranas vinculadas con
el turismo las que en los últimos tres censos han alcanzado un
crecimiento de hasta el 150 por ciento”.
Según los
autores del trabajo, en una primera instancia, los procesos de
transformación registrados en el sector agropecuario pueden resultar
parte de la explicación de los procesos demográficos encontrados en
las localidades de llanura: tendencia a la regresión poblacional.
Sostienen: “Puesto que el análisis se limita fundamentalmente a
las pedanías bajo estudio, hasta el momento no es posible realizar
conclusiones sobre el balance interno de las migraciones que
expliquen algunos comportamientos encontrados, pero sí se podría
hipotetizar que la ciudad de Río Cuarto constituye un centro de
atracción para la población joven que busca realizar estudios
terciarios y universitarios”.
Agregan: “Achiras
es la única localidad serrana que no se comporta demográficamente
como el resto de las localidades serranas, las cuales registran un
notable incremento poblacional que explica el hecho de que en ambas
pedanías, en los últimos 20 años, el número de población rural
ha crecido un 5 por ciento. Por lo tanto, se considera que esta
localidad tiene un comportamiento mixto, caracterizado por
encontrarse al pie de las sierras, en un área de transición entre
el sector serrano y el de llanura, que conjuga el impulso recibido en
los últimos años por la actividad turística y las transformaciones
que se registran en el sector agropecuario circundante”.
En cuanto al
resto de las localidades serranas, “en el estudio de las pirámides
poblacionales se observa claramente que el crecimiento significativo
que se ha dado de sus poblaciones no responde a un crecimiento
demográfico natural o vegetativo, ya que esas pirámides no sólo
poseen una forma irregular sino que, y sobre todo, evidencian la poca
cantidad de niños que hay en dichas localidades. Por esto, se puede
afirmar que el crecimiento de las localidades serranas se explica por
un proceso migratorio fomentado fundamentalmente por el impulso
turístico que ha recibido el sector sur de las sierras de Córdoba”.
Cambios
sustanciales
Los resultados
obtenidos hasta el momento por este grupo de investigación revelan
que hay una “notable disminución de la población rural dispersa y
un incremento de la población rural concentrada en las localidades
ubicadas en la zona serrana”.
Además, el
estudio refleja una “profundización de la actividad turística,
caracterizada por una fuerte estacionalidad y centrada especialmente
en la localidad de Alpa Corral, pero con incidencia también en
Achiras, Las Albahacas y El Chacay, lo que implica cambios en la
estructura económica, urbana y demográfica”.
Advierten los
autores del trabajo que hay una “reactivación parcial de la
actividad silvícola, a través de procesos de extracción de
maderas, claramente, sin la aplicación de técnicas de manejo
sostenibles”.
También,
mencionan la “introducción de especies exóticas, no sólo por la
actividad silvícola, sino también por el proceso de urbanización,
lo que afecta negativamente la flora y la fauna autóctonas,
disminuyendo la calidad ambiental y potenciando la amenaza de
incendios en la zona serrana”.
Destacan un
“impacto tardío (en relación con la región de llanura), pero no
por ello de menor magnitud, del proceso de agriculturización de la
mano de la modernización agropecuaria, que ha involucrado un
incremento de más de 1.300 por ciento de la aplicación de
agroquímicos en la zona pedemontana y la elevación del índice de
riesgo de contaminación por plaguicidas, y la modificación del
escurrimiento superficial que deriva en procesos de inundación”.
Concluyen que la
“estacionalidad de la actividad turística”, el “escaso
desarrollo de la actividad silvícola”, la “expulsión de la
población de las áreas rurales dispersas” y el “avance de la
actividad agrícola moderna” se traducen en “la multiocupación
poblacional; es decir, en la necesidad de trabajar en distintas
actividades en distintos momentos del año para superar la
estacionalidad”.
Por otra parte,
los investigadores precisan que el trabajo pone en evidencia la
“gravitacionalidad que representa la ciudad de Río Cuarto en gran
parte de estos procesos, por ser ésta un centro urbano regional
articulador”.
“Esta
gravitacionalidad se expresa tanto en aspectos vinculados a políticas
públicas –fundamentalmente con relación al turismo–, a
variables económicas –por ser el origen de múltiples capitales
que se invierten en la región y sede que articula actividades
económicas agropecuarias de la misma–, a la salud y la educación,
entre otros”, puntualizan.
Privilegiar la
rentabilidad social
Los docentes
universitarios subrayan: “Las evidencias sobre la magnitud de los
cambios enunciados deberían al menos provocarnos a repensar, desde
otro lugar, la forma de producción de recursos y uso del territorio,
donde enfaticemos en la rentabilidad social de su producción y en la
función social de su uso”.
Añaden: “El
desafío y la lucha están puestos en pensar los recursos como
patrimonio social común, cuya producción debe estar orientada por
supuestos localmente construidos y su principal función es
satisfacer las necesidades de nuestra sociedad. Esta perspectiva
parte de pensar la producción al servicio del hombre y de las
mayorías sociales, por lo que condiciona los procesos económicos -sin resignar determinadas metas productivas- a un criterio de
equidad social y desarrollo nacional soberano”.
“Debemos
sustentar un modelo de desarrollo que promueva el uso del territorio
en el lugar y para el lugar y, por lo tanto, que responda a los
intereses del conjunto de la sociedad, revalorizando saberes
populares en tanto generadores de posibles intervenciones concretas,
apoyadas en el contexto. Se deben recomponer los vínculos
productivos entre los actores sociales y su territorio, mediados por
el trabajo, de manera tal que promuevan la creatividad, generación y
movilización de activos sociales y la construcción de propuestas
alternativas socialmente viables”, afirman finalmente los
investigadores.
Descanso, paseos
y naturaleza
Achiras, Alpa
Corral, Las Albahacas y El Chacay son hermosos rincones serranos
elegidos para el descanso y la recreación. Surcada por ríos de
aguas transparentes y puras, esta zona es la atracción de turistas
de la región y de distintas provincias que llegan cada temporada
estival para encontrarse con estos singulares ambientes rurales y
serranos. Muchos se quedan por estos lares en busca de una vida más
bucólica.
En esta parte del
sur está uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de
Córdoba. Pictografías de hace cientos de años hechas por los
comechingones en el Cerro Inti Huasi permiten asomarse a la historia
precolombina.
El río Piedra
Blanca, en el tramo que atraviesa el poblado de Las Albahacas, tiene
aguas claras y tranquilas, que discurren sobre un lecho de base
arenosa y, en partes, complementado con piedras lajas. La zona estuvo
habitada por pueblos aborígenes comechingones y ranqueles.
Entre las
sierras, se destaca el cerro "El Chacay", nombre que le
pusieron los aborígenes y que significa “volcán muerto”, con el
cual se conoce también la pequeña villa homónima. Sus atractivos
naturales son el arroyo San Antonio, el río Grande y Las Colecitas.
Alpa Corral,
conocida turísticamente como el “valle de ensueños”, se ubica
en la falda oriental de la cadena de Los Comechingones. Está
atravesada por el río Las Barrancas, que conforma poco antes de
llegar a la localidad la unión de los ríos Las Moras y El Talita.
El ambiente serrano, los pastizales de alta montaña, los bosques
nativos, las aves migratorias y las aguas cristalinas son algunas de
las características de este lugar. Allí se puede observar el paso
de las sierras chicas a las sierras de precordillera, donde las
grandes formaciones rocosas completan el paisaje. Está dentro de la
pedanía de San Bartolomé, en el departamento Río Cuarto.
Otro río
importante de la zona es el San Bartolomé, que junto con el de Las
Barrancas y el de Piedra Blanca son los principales afluentes del río
Cuarto.
Achiras,
promocionada como “la linda del sur cordobés”, se encuentra en
el límite con la provincia de San Luis. Un pueblo rodeado de
sembradíos, que esconde mucha historia.
Nació en 1574 y
atesora como uno de sus capitales más valiosos el hecho histórico
de que por allí pasó el general San Martín cuando se dirigía a
Cuyo.
Se destacan el
balneario y el río Achiras, se suman los cerros, los arroyos y las
cañadas. De aspecto colonial, la localidad tiene calles estrechas y
empedradas y casas muy antiguas. Por allí también pasaron Facundo
Quiroga, Chacho Peñaloza y Lucio Mansilla.
Sobresale El
Ojito, un sitio de artes rupestres ubicado a unos 300 metros de la
orilla del río Achiras, en cercanías del pueblo, un alero con
pinturas aborígenes. Y en el cerro Inti Huasi, también en las
afueras de Achiras, hay pinturas que los Comechingones dejaron
plasmadas en las rocas graníticas.
Fuente:
Fredy Dutra, Rincones serranos del sur, amenazados por los nuevos modos de producción, 22/11/18, El Puntal de Río Cuarto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario