Responsable
directo de decenas de miles de muerte durante el nazismo, se escapó
a nuestro país durante el primer gobierno de Perón y militó en la
UCR.
Había nacido en
la ciudad de Halle, en la provincia de Sajonia, por entonces
territorio prusiano, el 17 de marzo de 1901. Lo bautizaron con el
kilométrico nombre de Ludolf Emmanuel Georg Kurt Werner von
Alvensleben. Venía de una familia noble, y tanto su abuelo como su
padre habían sido militares. A la muerte de su abuelo, heredaron el
castillo medieval de Schochwitz, que pertenecía a la familia desde
1783. El castillo, que pasaría a su poder a la muerte de su padre,
supo albergar en varias oportunidades a la máxima cúpula nazi,
entre ellos al propio Hitler. Cuando finalizó la Segunda Guerra
Mundial, quedó en manos del Estado. Con el tiempo se vendió y
actualmente es un hotel y la principal atracción del lugar.
En 1911, el joven
Ludolf se enlistó en el cuerpo prusiano de cadetes y en 1918
revistaba en el 10 Regimiento de Húsares, aunque no llegó a
combatir en la Primera Guerra Mundial. Paralelamente estudió
Agronomía. Se graduó con honores y comenzó a militar en
organizaciones nacionalistas.
El 3 de mayo de
1924 se casó con Melina Sophie Julie Mila Carola von Guaita, con
quien tendría cuatro hijos: Ludovica, Constantino, Busso y
Gertrudis; posteriormente tendría un hijo natural.
Fanático nazi
Ese año se unió
al Partido Nazi y a las SA, el brazo armando del nazismo. Llamadas
"camisas pardas" por el color del uniforme que usaban, una
década después serían absorbidas por las igualmente temibles SS, a
las que Alvensleben accedería en 1934. Prontamente ascendería hasta
formar parte del estado mayor de Heinrich Himmler, quien había
transformado a las SS en un ejército de un millón de hombres,
además de controlar la Gestapo y los campos de concentración y
exterminio. Durante la Segunda Guerra Mundial, Alvensleben alcanzaría
el grado de teniente general de las SS.
Cuando estalló
la conflagración mundial, fue enviado a Polonia, donde, al mando de
efectivos de las SS, llevó adelante verdaderas masacres y
atrocidades contra la comunidad judía en distintos puntos del país,
como la de Bydgoszcz. También ejecutaría el plan de exterminio de
judíos en Crimea.
En comunicaciones
a su jefe Himmler, se vanagloriaba de sus acciones y al mismo tiempo
se quejaba del carácter blando y de los escrúpulos de algunos
oficiales alemanes a la hora de llevar a cabo las ejecuciones
masivas.
Al centro Alvensleben, sentado Himmler
|
Estando en
Polonia envió a la muerte a un primo suyo, al que tildó de "traidor
a la raza", por haberse casado con una mujer judía. En el libro
La orden de la calavera su autor, Heinz Höhne, se refiere a él como
"un fanático nacionalsocialista, en su área ha instituido un
régimen tiránico; es el dueño de la vida y la muerte en la
región". Se calcula que fue el responsable de alrededor de
treinta mil muertes.
Aprovechó la
guerra para beneficio propio. Cuando se vio cercado por las deudas
que le generaba el castillo familiar, usó el fallido atentado contra
Adolf Hitler, del 20 de julio de 1944, para denunciar a su principal
acreedor como partícipe del complot. Y el pobre desgraciado terminó
en la cárcel. También se apropió de los valores de los judíos a
los que enviaba a ejecutar.
La finalización
de la guerra lo sorprendió en la ciudad de Dresden, adonde lo habían
enviado por la difteria que había contraído en Rusia. Fue
prisionero de los británicos y estuvo recluido en el campo de
Neuengamme, en Hamburgo. Permaneció un poco más de un año hasta
que, el 11 de septiembre de 1946, pudo fugarse escondido en un
camión. Volvió a su castillo listo para comenzar una nueva vida,
alejado de Europa.
En Argentina
Tal como lo
hacían la mayoría de sus camaradas, en Genóva se embarcó hacia
Argentina, donde llegó a fines de 1949. En un principio vivió en la
ciudad de Buenos Aires con su familia, que se sumaría meses después.
En 1952, durante el gobierno de Juan Perón, lograría la ciudadanía
argentina con un nombre falso de Carlos Lüecke.
En 1956, se
trasladó a la ciudad cordobesa de Villa María, donde se dedicó a
la explotación agropecuaria. En esos tiempos, el hijo de su capataz
dejó embarazada a una de sus hijas, a la que envió a Alemania.
Luego de residir
por un tiempo en Villa General Belgrano, se radicó en Santa Rosa de
Calamuchita, una localidad ubicada a casi cien kilómetros de la
capital provincial, en una vivienda en lo que entones eran las
afueras del pueblo. Y se adaptó perfectamente bien al medio local.
Su porte -medía
casi dos metros-, su calvicie, su bigote siempre cuidado, su
carácter afable aunque no simpático y la distancia que imponía a
su interlocutor, pronto le ganó el apodo de "don Ludolfo".
Nadie sospechaba quién había sido verdaderamente este alemán que
hablaba correctamente el español, que se llevaba bien con todos pero
que tenía escasos amigos.
Entre sus
ocupaciones, compraba y vendía terrenos en la zona. En algunos de
ellos, según reveló en su momento el periodista Jorge Camarasa, fue
el primero en buscar uranio en la zona de Yacanto. Pasaba parte de su
tiempo como presidente del Club Atlético Unión, y en los partidos
de fútbol de veteranos jugaba de arquero.
Concejal y
buscado
Cuando residió
en Villa María, había hecho contactos con políticos del
radicalismo cordobés y así fue como, en las elecciones del 7 de
julio de 1963, apareció en las listas como concejal suplente por ese
partido.
En enero de 1964
una corte de justicia polaca lo condenó en ausencia por el
asesinato, en el otoño de 1939, de 4247 judíos en Polonia. Era
acusado de matanzas de judíos en los campos de concentración
polacos de Resvin y Karolewo. Pero von Alvensleben continuó su vida
normalmente.
Tan normal que el
22 de julio de ese año, por el fallecimiento del presidente del
Concejo Deliberante, le tocó asumir la vicepresidencia primera del
cuerpo. Durante el tiempo que le tocó ocupar su banca, hacía
cumplir a rajatabla el reglamento y era especialmente puntilloso con
la asistencia de los ediles a las sesiones.
También se
desempeñaría como Inspector de Caza y Pesca en Embalse Río
Tercero. Era una época en la que recuerdan verlo armado, ya que
recorría el embalse en busca de infractores. Y quedaron las dudas
sobre la muerte de dos pescadores al volcar el auto en el que
viajaban y que Alvensleben perseguía con su jeep.
Estaba al
corriente de que Interpol lo buscaba y que tanto en Europa como en
Estados Unidos sabían dónde vivía. Sin embargo, era consciente de
que no llegaría a ser atrapado porque ya los médicos lo habían
desahuciado por el cáncer que padecía. Falleció el 1º de abril de
1970, en Santa Rosa de Calamuchita.
A su entierro en
el cementerio local llamó la atención un pequeño grupo de personas
que no eran del lugar. Luego de dejar una ofrenda floral que decía
"tus camaradas", hicieron el saludo nazi y desaparecieron
con el mismo sigilo con el que habían llegado.
En su lápida se
grabó en alemán "Señor de Schochwitz, Krimpe y Wils".
Luego de su muerte, su esposa dejó Calamuchita. En el 2000 uno de
sus nietos, Hubertus, hizo un documental, De regreso a la patria con
Bubi. Y la que también regresó fue una nieta interesada en
reconstruir la vida de ese abuelo respetable y apegado a la ley que
le gustaba jugar de arquero en los partidos del Club Unión.
Entradas relacionadas:
El criminal de guerra nazi que controlaba la pesca en el embalse del río Ctalamochita
Un criminal nazi en Villa María
Fuente:
Adrián Pignatelli, El criminal de guerra nazi que fue concejal en Córdoba, 05/11/18, Infobae. Consultado 05/11/18.
No hay comentarios:
Publicar un comentario