Un
nazi de la más alta jerarquía, junto a su familia, vivió en Villa
María. Fue el encargado de los prisioneros de guerra en aquella
alemania trágica. Luego de la derrota huyó a nuestro país y aquí
desarrolló una vida que lo llevó hasta el ejercicio de un cargo
público.
No es
un secreto que al final de la segunda gran guerra se produjo un
importante ingreso de nazis a nuestro país donde, durante los años
treinta, se produjeron enormes acontecimientos en adhesión al
Nacional Socialismo de Hitler. Es bien conocido que, quizás, fue el
más grande acto del nazismo fuera de Alemania el que se desarrolló
el 10 de abril de 1938 en el Luna Park de la ciudad de Buenos Aires.
Asistieron 20.000 personas a un predio en el cual pudieron verse
banderas argentinas y estandartes con cruces esvásticas y toda la
simbología del Tercer Reich. Pero este tipo de manifestaciones no
fue privativa de la Capital Federal, en este espacio dominical hemos
dado cuenta de importantes actos nazis en la ciudad de Córdoba como
también de simpatías por esa ideología en nuestra ciudad.
Vale
recordar que, a ese impactante acto nazi del Luna Park asistieron,
entre otros, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Manuel A.
Fresco, y el entonces ministro de Gobierno Roberto J. Noble. Este
último en el año 1945 fundaría el diario Clarín. En tanto que
Fresco fue un destacado admirador del nazismo y entre sus acciones de
gobierno debemos recordar que, en 1937, clausuró las escuelas
obreras judías de la provincia que gobernaba. También apoyó a los
grupos de choque fascistas que hostigan a la población judía en
Capital Federal. Como villamarienses también podemos mencionar que
Fresco tuvo como arquitecto preferido a Francisco Salamone, el
profesional que realizara importantes trabajos en nuestra ciudad, tal
como la plaza Centenario.
Primer
destino: Villa María
El
periodista argentino Jorge Camarasa junto al chileno Carlos Basso
Pietro en su libro “América Nazi” señalan que “durante 1949
continuaron los arribos. Uno de los primeros en llegar aquel año fue
el general de las SS Ludolf von Alvensleben. Cuando entró a la
Argentina, estaba acusado por la muerte de más de cinco mil judíos
en los campos polacos de Resvin y Karolewo. General de división,
exjefe del Estado Mayor de Himmler, sería el de más alto grado
entre los criminales ingresados al país, en Córdoba, adonde iba a
radicarse…”. Uno de los lugares en el cual vivió este criminal
fue la ciudad de Villa María.
Su
último cargo, durante el nazismo fue el de comandante mayor de
prisioneros de guerra. Al final de la Segunda Guerra Mundial, luego
de la derrota alemana, el por entonces teniente Ludolf von
Alvensleben, apodado Bubi, fue capturado por soldados británicos. En
1945 fue llevado al campo de prisioneros Neuengamme, en Hamburgo,
donde se enteró del suicidio del jefe Heinrich Himmler. Existen
diferentes versiones de cómo, luego de estar detenido 16 meses, el
11 de septiembre de 1946, logró fugarse. En un artículo de 2015, en
La Voz del Interior, Camarasa escribió “no bien pudo, como otros
centenares de criminales de guerra, Alvensleben viajó a la
Argentina. Primero vivió en Buenos Aires, y después se trasladó a
Córdoba. Al principio a Villa María, y, tras un paso fugaz por
Villa General Belgrano, se instaló en Santa Rosa de Calamuchita”.
A este lugar el jerarca nazi llegó solo, posteriormente arribó su
esposa Melitta von Guaita junto a tres de sus cuatros hijos:
Ludovica, de 31 años; Constantino, de 14 y Busso, de 12.
Otra
de sus hijas, Erika, de 22 años, habría tenido un “desliz” con
un peón en Villa María por lo cual la habían mandado a Alemania.
Erika habría quedado embarazada en el marco de esa relación con el
campesino villamariense. No existen datos acerca de la identidad del
hombre que enamoró a la joven alemana.
Al centro Alvensleben, sentado Himmler
|
Criminal
condenado, pero en libertad
Según
el documental “De regreso a la patria con Bubi”, del realizador
polaco Stanislaw Mucha, el noble barón Ludolf Hermann von
Alvensleben (“Bubi” para los amigos) fue responsable de la muerte
de, por lo menos, 30.000 de sus compatriotas. En un artículo del año
2000, escrito por Luciano Monteagudo, desde Berlín, para el diario
Página12, se comenta acerca de los testimonios que aparecen en el
referido documental. Entre otras cuestiones se menciona que “el
filme consigue registrar que el 27 de noviembre de 1952 el Gobierno
de Juan Domingo Perón le concede la ciudadanía bajo el nombre de
Carlos Lücke”. También se hace referencia a un cordobés, de
familia alemana, quien ante la cámara testimonia que en el entierro
de Carlos Lücke, el primer día de abril de 1970, “se hizo el
saludo nazi”.
Para
entonces el criminal era prófugo de la Justicia polaca, lugar donde
había recibido la condena por 4.247 asesinatos en Crimea, durante el
invierno de 1939. Dos meses antes de su muerte, en Santa Rosa de
Calamuchita, a raíz de un cáncer, un tribunal alemán, y otro
polaco, habían pedido su captura a Interpol. Jorge Camarasa, en
2011, también señala según los testimonios que pudo recoger, al
entierro del criminal de guerra habrían asistido “unos 20 alemanes
que no eran de la zona, que habían cantado una marcha militar en el
momento de la despedida y dejado una corona con la leyenda “Deine
Kameraden” (Tus camaradas)”.
En
Santa Rosa, el nazi, llegó a ser concejal de la ciudad, integrando
el bloque de la Unión Cívica Radical. También ejerció como
inspector de caza y pesca en Embalse de Río Tercero, operador
inmobiliario en la zona y presidió el club de fútbol Unión.
Melitta,
su esposa, vivió con él hasta su muerte, luego de la cual abandonó
Santa Rosa de Calamuchita. De su paso por Villa María quedaron pocos
datos, pero, quizás, como suele pasar con estas notas en El Diario del Centro del País,
algún vecino memorioso pueda acercar más datos del criminal nazi
que caminaba por las calles de la ciudad.
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Fuente:
Jesús Chirino, Un criminal nazi en Villa María, 04/06/17, El Diario del Centro del País. Consultado 09/06/17.
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