viernes, 5 de octubre de 2018

La Argentina empeoró sus calificaciones en el cuidado ambiental y bajó a niveles preocupantes

La Argentina empeoró sus calificaciones en el cuidado del medio ambiente, según el Índice de Desempeño Ambiental (EPI), que mide los efectos de las políticas oficiales para proteger la salud ambiental y dar mayor vitalidad al ecosistema.

El relevamiento de 2018 fue realizado por la Universidad de Yale y la de Columbia y se utiliza para medir el cumplimiento en 180 países de los objetivos ambientales establecidos en los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas. Del 1999 al 2005 se lo llamó Índice de Sostenibilidad Ambiental (ESI), pero desde 2002 se lo bautizó Pilot Environmental Performance Index (EPI).

El Índice ofrece un seguimiento de dos dimensiones fundamentales del desarrollo sostenible: la salud ambiental, que aumenta con el crecimiento económico y la prosperidad, y la vitalidad del ecosistema, que se ve afectada por la industrialización y la urbanización.

Una década atrás, en el 2008, la Argentina ocupó el puesto 30°, con un score de 81.8. En 2010 se ubicó en el 70°, con 61 puntos. En 2012 alcanzó el lugar 50° de 132 países, con un índice de 112. En 2014 cayó hasta el 93°, con apenas 49.55. En 2016 mejoró a la posición 43°, con un EPI de 79.84. En 2018 se volvió a desplomar hasta el puesto 74°.

Según el último EPI, la Argentina tiene una puntuación de 59.30, con pésimos resultados en Contaminación del Aire (94 puntos, 80° en el ranking 80), el cuidado de la Biodiversidad y Hábitat (55 puntos, 130° en el ranking), la Exposición al plomo y metales pesados (59 puntos, 68° en el ranking) y el fomento de la Vitalidad del ecosistema (45 puntos, 133° en el ranking).

La falta de resguardo de la Biodiversidad se explica en el escaso aporte del país a la protección de las Áreas Protegidas Terrestres -Bioma global- (120°), la insuficiente protección del Bioma nacional (132°) y la mala defensa de las especies (132°) y de sus hábitats (137°). Pero también sacó malas notas en la falta de amparo de los bosques nativos (120°) y la masiva pérdida de la cubierta forestal (120°).

Las especies marianos son de las más amenazadas. El vasto recurso ictícola nacional se encuentra en peligro. Según el estudio divulgado este año, el "estado del stock de peces" posee una de las puntuaciones más bajas del mundo, con 18 unidades, lo que lleva a la Argentina al puesto 129°. En la custodia de los recursos hídricos y el tratamiento de aguas residuales se colocó en lugar 82°.

En el rubro "Clima y Energía" la nota también es preocupante: 46 puntos, en la posición 111°. Lo más grave es la Contaminación del Aire, que medida en términos generales se hunde en lo más bajo de la tabla internacional: ranking 168° de 180.

La "intensidad" de las emisiones de Dióxido de Carbono (127°) y la "potencia" de esas emisiones (123°), se suman al Dióxido de Azufre (SO2) presente en el ambiente (179°) y el Óxido de Nitrógeno NOX (105°).

Como consuelo, la Argentina mantiene la cuarta posición a nivel global en la "gestión sostenible del Nitrógeno" en los suelos destinados a emprendimientos agrícolas.

Para reflexionar

El Índice de Desempeño Ambiental (EPI) de 2018 clasifica a 180 países en 24 indicadores de desempeño en diez categorías temáticas que cubren la salud ambiental y la vitalidad del ecosistema. El EPI ofrece un mapa de los países líderes y los rezagados en el desempeño ambiental, al mismo tiempo que ofrece información sobre las mejores prácticas y brinda orientación a los países que aspiran a ser líderes en sostenibilidad. "Estas métricas proporcionan un indicador a escala nacional de cómo los países están cerca de los objetivos establecidos de la política ambiental", subrayó el informe.

"La buena gobernabilidad surge como el factor crítico requerido para equilibrar estas distintas dimensiones de la sostenibilidad", enfatizó el reporte. Por este motivo, recomiendan a los mandatarios utilizar estos datos para "facilitar" la detección de problemas ambientales, hacer un "seguimiento" de las tendencias, destacar los éxitos y fracasos de sus políticas, identificar las mejores prácticas y optimizar las ganancias de las inversiones en el cuidado de la Casa Común.

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