por Andrew E. Kramer
MÚRMANSK, Rusia - A lo largo de la costa de la bahía de Kola, en el extremo
noroeste de Rusia, se encuentran las bases para los submarinos y
rompehielos nucleares del país.
Allí, Rusia
realiza un experimento con energía nuclear, el mismo que sus
partidarios dicen que es una hazaña de ingeniería, pero que sus
críticos llaman imprudente.
El país está
presentando una planta nuclear flotante.
Amarrada en
Múrmansk, la Akademik Lomonosov, una instalación flotante creada
con dos reactores miniatura de un tipo usado anteriormente en
submarinos, es por ahora la única en su especie.
Dos compañías
en China construyen tales instalaciones, y científicos
estadounidenses también han trazado planes. Sus propulsores dicen
que son más baratas, ecológicas y seguras. Imaginan reactores
nucleares frente a costas de ciudades importantes en el mundo.
El diseño ruso
involucra usar reactores de estilo submarino cargados en
embarcaciones, con una escotilla cerca de la proa para conectarlos a
redes eléctricas locales. Los reactores generarán 70 megawatts de
electricidad, o lo suficiente para dar energía a unos 70 mil hogares
típicos. Rosatom, la empresa estatal rusa de energía nuclear,
planea producir esas plantas nucleares flotantes en serie y explora
conservar la propiedad de los reactores mientras que vendería la
electricidad que generen.
Las autoridades
planean remolcar la embarcación a ciudades costeras que necesiten
energía, ya sea para incentivos a corto plazo o adiciones a más
largo plazo al suministro de electricidad. Puede transportar
suficiente uranio enriquecido para alimentar los dos reactores
durante 12 años, antes de tener que ser remolcada, con el
combustible agotado, de vuelta a Rusia, donde el desecho radioactivo
será procesado.
La idea de
energía flotante ganó apoyo inesperado tras el tsunami japonés de
2011. Ese desastre dañó la planta de energía de Fukushima al
inundar generadores de diesel de respaldo que se suponía que
enfriarían la planta en caso de un apagón de emergencia.
Un reactor
flotante, dicen los partidarios, sobreviviría a las olas de un
tsunami en el mar. Y si hubiera que apagarlo de emergencia,
conservaría su acceso al enfriamiento, algo más fácil de hacer si
ya está en el agua.
Rosatom calcula
que cada planta flotante tardará cuatro años en construirse, en
comparación con una década o más para muchas centrales nucleares.
Sin embargo,
algunos grupos ambientales se muestran escépticos. No los convencen
las garantías de seguridad de Rosatom. A los críticos les preocupa
que durante un tsunami, la estructura de acero de 19 mil toneladas
pudiera no soportar la ola. En el peor escenario posible, dicen,
sería, en cambio, arrancada de sus amarres y lanzada a tierra, para
abrirse paso a través de edificios hasta detenerse, humeante y
abollada, y con dos reactores activos a bordo, muy lejos de su fuente
de enfriamiento.
En un caso así,
dice Rosatom, una fuente de energía y enfriamiento de respaldo a
bordo evitaría que los reactores se derritieran, al menos durante 24
horas.
Rusia también
tiene un historial de derrames y accidentes que involucran submarinos
y rompehielos que funcionan con energía nuclear, operados por la
armada soviética y la rusa.
“La pregunta
es, ¿estarían cómodos los clientes de Rusia con algo como esto
estacionado en un muelle en una ciudad importante?”, dijo Matthew
McKinzie, director del Consejo para la Defensa de Recursos Naturales
en Washington.
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Fuente:
Andrew E. Kramer, Rusia busca crear un reactor nuclear flotante, 14/09/18, Clarín. Consultado 19/09/18.
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