Barriles encontrados en una expedición en el franken |
Expertos afirman que un carguero hundido en el Mar Báltico a finales de la II GM provocará tarde o temprano un desastre ecológico. El barco "Franken"' es una bomba de relojería para el entorno.
por Agnieszka Rycicka
El Franken era
una estación de servicio flotante. El barco abastecía de
combustible a la flota naval alemana que operaba en el Mar Báltico
durante la Segunda Guerra Mundial. El petrolero contaba con una
capacidad de hasta 10.000 toneladas de crudo. El 8 de abril de 1945,
los rusos torpedearon el barco, que se hundió cerca de la península
de Hel, en Gdansk. Algunos de sus tanques siguen repletos de crudo.
Después de la
guerra, la ley internacional de la época estipuló que los restos
eran entonces propiedad de Polonia. En ese momento no resultaba
rentable recuperar el barco. "Simplemente estaba ahí varado y
no le estorbaba a nadie,” dice Benedykt Hac, del Instituto Marítimo
de Gdansk.
Pero eso ha
cambiado, según Hac, navegante y capitán experimentado. La cuestión
no es si se va a producir un desastre, sino cuándo va a ocurrir,
advierte.
Bomba de
relojería
Según el informe
más reciente de las condiciones del tanque, aún quedan 3.136 m³
(828.444 galones) de combustible a bordo. En torno al 60 por ciento
de la carga del buque se perdió durante el ataque, lo que representa
una cantidad remarcable, pero aún queda mucho crudo almacenado,
afirma Hac. Gracias a la "buena ingeniería alemana”, algunos
tanques siguen todavía intactos.
Pero ni la mejor
ingeniería puede cambiar las leyes de la física. El agua salada
provoca que el acero de los tanques se corroa a una velocidad de 1
milímetro por década. En los últimos 70 años, ya se habrían
desintegrado 7 de los 12 mm de las paredes de los tanques. Si el
casco se sigue corroyendo, la chatarra podría derrumbarse sobre su
propio peso, lo que desencadenaría una fuga descontrolada, con
consecuencias dramáticas para el medio ambiente, según los
científicos.
Para empeorar la
situación, El Mar Báltico es un mar interior que experimenta un
intercambio de agua inusualmente lento con el vecino Mar del Norte.
"Como científico, no puedo permanecer en silencio", dice
Hac.
Esperando la
ayuda del fondo de crisis de la Unión Europea
Hac y su equipo
han buscado ayuda durante años de manera infructuosa. El coste de la
recuperación de la carga de crudo se estima entre los 8 y los 20
millones de euros, incluyendo los seguros y la desactivación de
munición. La fundación polaca Mare ha lanzado una campaña de
información y la Fundación alemana de Conservación del Mar Báltico
(Baltcf) ha patrocinado un proyecto piloto para concienciar a la
sociedad de las amenazas medioambientales. No obstante, los fondos
solo cubrían el análisis de los restos desde el exterior y el
desarrollo de directrices para recuperar los materiales peligrosos a
bordo, procedimientos estándar y la aplicación de estrategias para
las autoridades.
No hay tiempo que
perder, dice el director de Baltcf, Peter Torkler, que añade que, en
vista del dinamismo económico que tiene lugar en la bahía de Gdansk
y el avance del turismo en la zona, este proyecto debería
considerarse de "extrema importancia”.
En febrero de
este año, la Baltcf decidió echar una mano al proyecto polaco y, el
23 de abril de 2018, dos embarcaciones de investigación polacas, el
IMOR y el LITORAL, se unieron al proyecto desde la base de buceo del
Mar Báltico. Los buceadores pasaron unas 60 horas bajo el agua, 13
de ellas en los restos del petrolero. De nuevo, la fundación Mare
anunció al gobierno polaco una recogida de firmas online para vaciar
los tanques del Franken. Se recogieron más de 45.000 firmas.
Salvar el
ecosistema
"No queremos
condenar a nadie, pero estamos tratando de movilizar a la gente para
salvar el ecosistema de la Bahía de Gdansk", afirma Olga Sarna,
presidenta de la junta de la fundación Mare.
Peter Torkler
añade que también se trata de "romper el silencio”,
señalando los intentos fallidos del Instituto Marino de Gdansk por
captar el interés de las autoridades.
Sin embargo, el
ministro de transportes polaco, Marek Grobarczyk, estableció en
julio un equipo especial para solventar los problemas que el Franken
provoca. Los ecologistas esperan que el respaldo del ministro les
permita acceder a fuentes de financiación europea de emergencia para
la operación de recuperación del crudo.
"Los restos
de un naufragio son un gran problema”
Las autoridades
alemanas han sido cautelosas en su respuesta al caso del Franken.
Los restos se
encuentran en aguas polacas, dice Carolin Zerger, del Ministerio de
Medio Ambiente, Conservación y Seguridad Nuclear (BMU, por sus
siglas en alemán). Ella sugirió que Polonia contactara con el grupo
de expertos "SUBMERGED”, de la comisión de protección marina
con base en Helsinki (HELCOM) para que este les asesorara sobre los
riesgos medioambientales de la peligrosa carga sumergida en el Mar
Báltico.
Peter Torkler no
se sorprende de la actitud de las autoridades alemanas.
"Nadie
quiere sentar un precedente,” afirma. "Los restos son un
enorme problema porque hay miles de ellos. A la gente no le gusta
hablar de este tema en público.”
A pesar de todo,
el Club Internacional del Ministerio Federal de Asuntos Exteriores de
Alemania (ICAA), una asociación de diplomáticos tanto retirados
como en activo, incluyó este asunto en su agenda en un evento de
mayo de 2018.
Peter Torkler
cree que es una buena señal. "Después de ver los efectos
positivos de la campaña en Polonia, nos estamos preguntando qué
foros o instituciones podríamos sumar al proyecto en Alemania,”
afirma.
Según Torkler,
sería una empresa importante, pero confía en que "si todos los
afectados por este problema trabajan codo con codo, podemos lograr
muchas cosas juntos, Alemania y Polonia.”
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Fuente:
Agnieszka Rycicka, Restos alemanes de la II GM: bomba de tiempo ecológica en aguas polacas, 28/09/18, Deutsche Welle.
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