por Iuliia Mendel
KIEV, Ucrania -
Los residentes dicen que una extraña neblina llegó a un pueblo.
Allí y en todos lados empezaron a notar que los objetos metálicos -como los columpios infantiles- se estaban oxidando y sentían
dificultad para respirar. Los campos se volvieron negros.
Los ecologistas y
médicos señalan que se debe a una importante liberación de
contaminación industrial, pero el desastre ecológico, que comenzó
en agosto, tiene otra complicación. La contaminación ha rebasado la
frontera de facto entre Crimea, controlada por Rusia, y la porción
continental de Ucrania, que ya era un punto geopolíticamente
conflictivo desde que Rusia anexó a Crimea en 2014, lo que generó
sanciones por parte de Estados Unidos y Europa.
Las autoridades
han desalojado a alrededor de cuatro mil niños de los pueblos y las
aldeas a ambos lados de la frontera y han brindado tratamiento médico
por padecimientos respiratorios y alergias.
Funcionarios
rusos y ucranianos han ofrecido diferentes explicaciones sobre el
problema, aunque ambos apuntan a una fábrica química en Crimea que
produce dióxido de titanio, un polvo que es precursor de la pintura,
la pasta dental y muchos otros productos.
Durante décadas,
la fábrica Titan formó un gigantesco estanque de desechos tóxicos
de azufre que se acidificó. Las autoridades rusas afirman que el
estanque es la fuente de la contaminación, mientras que los
ucranianos apuntan a las operaciones actuales en la fábrica.
Los residentes
que no han abandonado el área cierran sus ventanas y permanecen en
el interior de las casas y edificios.
Armyansk, una
ciudad ubicada en la zona controlada por Rusia con una población de
22.000 personas, era un siniestro pueblo fantasma cuando Abdureshyt
Dzepparov lo atravesó en auto a principios de septiembre. “Era
antinatural”, dijo. “Había pocas personas en el pueblo. Las
hojas se habían caído de los árboles aunque todavía no empezaba
el otoño y el césped en los campos era negro”.
Antes de la
anexión rusa de Crimea, un canal que desviaba agua del río Dniéper
en la porción continental de Ucrania había alimentado al estanque
durante los veranos secos. Ucrania, que junto con Estados Unidos y
las naciones europeas se ha negado a reconocer la anexión, ha
cortado el suministro de agua; eso ha secado el estanque y a su vez
ha concentrado el ácido y ha dejado un residuo que levanta el viento
y termina flotando en el aire.
Residentes en
ambos lados de la frontera se han quejado de tos, alergias y una
sensación de ardor en la nariz y la garganta.
“La gente está
muy nerviosa”, dijo en una entrevista telefónica Svitlana Godun,
una neumóloga que visitó cuatro de las doce aldeas afectadas en el
lado ucraniano de la frontera. “Están preocupados por su futuro y
su salud”.
Las autoridades
rusas en Crimea cerraron la fábrica hace una semana, aunque no queda
claro cómo ayudaría eso si la culpa es del estanque con desechos
tóxicos.
Funcionarios
rusos han desalojado a alrededor de tres mil niños de áreas
cercanas a la fábrica y Ucrania ha evacuado a alrededor de
setecientos niños de áreas en su lado de la frontera. El 14 de
septiembre, el gobierno regional ruso en Crimea declaró el estado de
emergencia en la ciudad de Armyansk, donde mucha gente ya usa
cubrebocas debido al olor a azufre.
Viktor Korolenko,
jefe del Departamento de Salud de la región Kherson de Ucrania, que
limita con Crimea, dijo que los médicos están preocupados ahora no
solo por las quejas sobre dificultades para respirar, sino también
por padecimientos estomacales en niños que comieron frutas y
vegetales contaminados o ingirieron químicos que tenían en las
manos.
“La
contaminación cayó sobre peras y manzanas” que son cosechadas
durante esta época del año, dijo.
La planta de
dióxido de titanio ha operado durante casi medio siglo y emplea a
alrededor de cuatro mil residentes de Crimea. Sin embargo, aquellos
que viven en el lado ucraniano de la frontera ahora la ven como una
amenaza.
“Estamos
acostumbrados al azufre cuando el viento sopla en nuestra dirección,
pero nunca había habido óxido por todos lados”, dijo Liliia
Simeiko, de 44 años. “Si corroe el metal, también tiene un
impacto en los pulmones”.
Fuente:
Iuliia Mendel, Cuatro mil niños huyen de una nube de contaminación química en Europa del Este, 17/09/18, The New York Times.
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