por Rick
Gladstone y Maggie Haberman
Por lo menos dos
veces durante este año, el Ejército sirio disparó proyectiles
llenos de una sustancia parecida al cloro que fueron hechos en Irán;
los artefactos esparcieron el veneno poco a poco y las víctimas solo
contaron con pocos minutos para escapar.
En otro ataque
las fuerzas sirias lanzaron una bomba química en el balcón del piso
más alto de un edificio de apartamentos; el proyectil causó la
muerte de 49 personas, incluyendo a 11 niños. Sus pieles adquirieron
una tonalidad morada.
Estos detalles y
otros que culpan a Siria de las atrocidades cometidas en la parte
este de Guta, un suburbio de Damasco, fueron develadas por una
comisión de las Naciones Unidas que ha documentado e investigado
posibles crímenes de guerra en el conflicto de siete años. Sin
embargo, cuando la comisión emitió el informe el miércoles, omitió
los detalles.
Siete páginas
que formaban parte de un borrador anterior, proporcionado a The New
York Times, quedaron resumidas a dos párrafos en el documento final.
El reporte
examinó la manera en que el gobierno del presidente Bashar al Asad
recuperó el este de Guta, el bastión rebelde cerca de la capital,
en los primeros cuatro meses de 2018. Las fuerzas sirias impusieron
un sitio en la zona, usando bombardeos, inanición masiva y armas
químicas.
Los materiales en
el borrador filtrado dibujan un retrato mucho más aterrador del uso
de armas químicas en el este de Guta. También se afirma que las
fuerzas sirias y sus aliados fueron responsables, contraponiéndose a
las repetidas negativas del gobierno de Asad y de Rusia e Irán, que
lo respaldan.
Hanny Megally, un
abogado egipcio de derechos humanos que es miembro de la comisión,
explicó las omisiones diciendo que muchos de los detalles en el
borrador anterior requerían mayor corroboración, y podrían
incluirse en otro informe, quizá en septiembre. No hubo presión
externa para no divulgar la información, según Megally.
“Pensamos que
teníamos que trabajarlo más; es una investigación en curso”,
dijo Megally. “Así que pensamos: ‘Hagámoslo breve’”.
No obstante, las
conclusiones de la información omitida no parecían ambiguas.
El borrador
filtrado señalaba:
“En uno de los
patrones de ataque más crudos documentados durante el periodo en
revisión, las fuerzas armadas y/o milicias afiliadas continuaron
usando armas químicas en zonas con una densa población civil por
todo el este de Guta”.
Con detalles
meticulosos, el documento enumeraba seis ataques con armas químicas
a civiles desde enero hasta el 7 de abril, la fecha del ataque más
letal. Aparentemente por primera vez, involucraba armas provistas por
iraníes.
En los ataques
del 13 de enero, el 22 de enero y el 1 de febrero, según el
documento, las fuerzas gubernamentales dispararon agentes químicos,
“más probablemente cloro”, hacia una parte residencial del
vecindario de Douma en el este de Guta, cerca de un estadio
deportivo, aproximadamente a 732 metros del frente, entre las 5:00 y
las 6:30.
Algunos testigos
describieron un “agente de acción lenta” que olía a cloro,
apuntaba el borrador, y tuvieron suficiente tiempo “para despertar
a las víctimas, obtener trapos mojados que sirvieran como máscaras
faciales improvisadas y evacuar las áreas afectadas”.
En los ataques
del 22 de enero y el 1 de febrero, de acuerdo con el borrador, la
comisión tenía pruebas que identificaban los dispositivos de
bombardeo como misiles iraníes tierra-tierra de producción
industrial, “que según se sabe solo fueron usados por las fuerzas
gubernamentales y, en raras ocasiones, por las milicias afiliadas”.
“En relación
con las municiones usadas el 22 de enero y el 1 de febrero, la
comisión obtuvo y evaluó evidencias materiales, incluyendo análisis
de metadatos, e identificó un misil tierra-tierra (de los conocidos
como IRAM).
Aunque los IRAM
han sido utilizados por una amplia variedad de actores en toda Siria,
el diseño particular de los observados durante estos dos ataques
solo han sido usados por las fuerzas gubernamentales y, en raras
ocasiones, por las milicias afiliadas hasta donde se sabe. En
específico, los IRAM documentados fueron construidos a partir de
misiles iraníes de producción industrial que se sabe que fueron
suministrados a las fuerzas del gobierno sirio”.
El borrador
señalaba que los ataques en el este de Guta siguieron “un patrón
documentado previamente por la comisión relacionado con el uso de
armas químicas por las fuerzas del gobierno”, y que ninguno de
ellos había sugerido “la participación de grupos armados”.
Durante los
primeros tres ataques, 31 personas, incluyendo a 11 niños,
enfermaron, pero no hubo fallecidos.
Otros dos
episodios de posible uso de cloro, el 25 de febrero y el 7 de marzo,
provocaron más víctimas pues murieron dos niños, uno de ellos era
un bebé, y le causaron lesiones a dieciocho civiles.
Lo peor aún
estaba por llegar, luego de que se interrumpieron las negociaciones
entre los funcionarios militares rusos y un grupo insurgente, Jaish
al Islam, respecto de evacuar el vecindario de Douma y terminar con
el sitio. El 7 de abril, según el borrador, un explosivo improvisado
lanzado por el aire chocó contra un edificio residencial de varios
pisos ubicado a aproximadamente 183 metros del Rif Damascus Hospital,
el último hospital que funcionaba en Douma.
El borrador
describe el explosivo como “un cilindro de gas industrial” con
unas aletas que chocaron contra el balcón del piso superior y
parecieron “emitir rápidamente grandes cantidades de una sustancia
hacia el espacio interior del edificio residencial de apartamentos”.
“Las posiciones
y los síntomas físicos que se observaron en las víctimas del
ataque respaldan las afirmaciones de los testigos de que el agente
actúa con rapidez”, establece el borrador, “y probablemente
indican que una concentración alta de la sustancia química se
disipó hacia abajo”.
Con base en las
declaraciones de testigos y “evidencias materiales recibidas y
analizadas por la Comisión”, afirma el borrador, los muertos
mostraban “una serie de síntomas que coinciden con la exposición
a un agente asfixiante, incluyendo signos de espuma en boca y nariz,
piel morada indicativa de circulación sanguínea deficiente, meiosis
(pupilas constreñidas) y en algunos casos pupilas dilatadas (muy
abiertas)”.
“Las
declaraciones y la evidencia material recibida y analizada por la
Comisión en relación con los fallecidos dentro del edificio de
apartamentos revelaron una serie de síntomas que coinciden con la
exposición a un agente asfixiante, incluyendo espuma en boca y
nariz, piel morada indicativa de circulación sanguínea deficiente,
meiosis (pupilas constreñidas), y en algunos casos pupilas dilatadas
(muy abiertas). Varias víctimas que no pudieron huir del edificio se
desmayaron poco después de la exposición”.
Megally se negó
a entrar en detalles sobre por qué no se incluyó esa información
en el reporte publicado el miércoles, pero dijo que, respecto del
ataque del 7 de abril en particular, se requiere más información,
incluyendo qué fue precisamente lo que mató a las 49 personas.
“Si no estamos
seguros de cuál fue la causa de la muerte, podríamos estar buscando
en el lugar incorrecto”, dijo. “Es mejor terminar la
investigación en lugar de divulgarla por partes y esporádicamente”.
La versión
oficial del informe es mucho más cautelosa acerca de los incidentes
con las armas químicas en cuestión. En dos ataques, por ejemplo, el
reporte señala que la comisión “fue incapaz de obtener suficiente
evidencia material para identificar de manera concluyente los
sistemas vectores de armas”.
Aunque las
circunstancias del ataque del 7 de abril fueron “en gran medida
coincidentes con el uso de cloro”, apunta, los síntomas coinciden
más con el empleo de “otro agente químico; lo más probable es
que haya sido un gas nervioso”.
La comisión ha
estado reuniendo evidencia de las atrocidades cometidas en el
conflicto sirio desde poco después del inicio de la guerra, en 2011.
Dirigida por Paulo Sérgio Pinheiro, un diplomático brasileño y
defensor de derechos humanos, la comisión incluso ha compilado una
lista confidencial de funcionarios sirios y otros que pueden ser
declarados responsables en una corte algún día.
El borrador
anterior sobre el este de Guta fue compartido por una persona cercana
a la comisión, a quien se le consultó sobre el reporte y que se
negó a ser identificada.
La filtración
sugiere que hay algún tipo de disensión interna en la comisión
sobre la solidez de la evidencia sobre el uso de armas químicas por
el gobierno sirio en el este de Guta. También es posible que la
comisión quisiera ser cautelosa antes del reporte esperado sobre el
ataque del 7 de abril a Douma realizado por la Organización para la
Prohibición de las Armas Químicas, que envió a investigadores al
lugar.
Fuente:
Rick Gladstone, Maggie Haberman, Los terribles detalles sobre el ataque químico en Siria que la ONU omitió en su informe, 24/06/18, The New York Times. Consultado 25/06/18.
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