El Platland, milenario baobab de Sudáfrica, tras colapsar a finales de 2017. Foto: Stephane Woodborne |
Un equipo internacional de investigadores alerta del colapso de la gran mayoría de los ejemplares más antiguos e imponentes de este árbol centenario en poco más de una década.
por Francesco
Rodella
En Australia,
Arabia, India y muchas zonas de África crece el baobab, un árbol
que puede vivir cientos de años y alcanzar alturas y circunferencias
de hasta más de 30 metros. En el continente africano se le conoce
como el árbol de la vida, porque frutos, tronco y cortezas se
prestan a múltiples usos. En Occidente, a muchos les sonará por ser
citado en el clásico literario El Principito. Una noticia alarmante
sobre estas singulares plantas ha despertado la preocupación de los
expertos. Muchos de los baobabs más legendarios del sur de África
están muriendo y no está del todo claro el porqué, según un
estudio publicado recientemente en la revista Nature Plants. Aunque
en el artículo se apunta al aumento de las temperaturas y a la
sequía de esa área del planeta provocadas por el cambio climático
como las causas más probables.
En 2005, un
equipo internacional de investigadores empezó un estudio para
conseguir calcular de forma exacta la edad de estos árboles, cuyo
tronco carece de los anillos utilizados normalmente en muchas
especies de plantas para este fin. Durante la fase de trabajo de
campo, el grupo de científicos constató que antes de 2018 murieron
total o parcialmente nueve de los 13 baobabs por ellos considerados
como los más antiguos de África y cinco de los seis más grandes.
Entre los árboles extinguidos, está también el Panke, un baobab
ubicado en Zimbabue cuya edad estimada era de más de 2.500 años,
colapsado completamente entre 2010 y 2011. Según los autores del
estudio, este era el más antiguo del continente.
“Estamos
hablando de la muerte de grandes baobabs en todo el sur de África,
en un periodo de tiempo muy corto”, argumenta a EL PAÍS el líder
de la investigación Adrian Patrut, de la Universidad Babes-Bolyai de
Cluj (Rumanía). Los árboles encontrados secos estaban distribuidos
entre Namibia, Sudáfrica, Zimbabue, Mozambique, Zambia y Botsuana.
En el artículo están incorporadas unas imágenes del Chapman,
baobab de Botsuana con una edad estimada de 1.400 años, tomadas en
junio de 2015, cuando estaba totalmente vivo, y en enero de 2016,
justo después de su inesperado colapso completo. También se
muestran fotos del Platland, árbol milenario ubicado en Sudáfrica,
casi totalmente colapsado entre mayo de 2016 y noviembre del año
pasado.
Patrut excluye la
posibilidad de que los baobabs hayan muerto por una epidemia y
asegura que estos árboles pueden vivir aislados. "Los baobabs
crecen en formas y tamaños diferentes en todo el sur de África, en
distintos hábitats, pero la estructura es la misma. Muchos de los
que murieron recientemente sobrevivieron durante siglos sin tener a
otro baobab en sus proximidades". En su opinión, el responsable
más probable de estas muertes es el cambio climático. "Las
regiones donde se registró la mortalidad de los baobabs milenarios
están entre las de África que más rápidamente han vivido un
aumento de las temperaturas. Los datos sugieren que los árboles
estuvieron afectados por cambios significativos de las condiciones
climáticas", afirma Patrut.
El investigador
asegura que cuanto más grandes son los baobabs, más agua necesitan,
y que los más antiguos ya están debilitados por la edad. "Es
muy probable que una combinación de un aumento histórico de las
temperaturas y una fuerte sequía fueron cruciales para provocar el
colapso de los baobabs más antiguos y de los más grandes",
mantiene. En algunos casos, como el del baobab Chapman, también
podrían haber influido fenómenos extremos asociados con el cambio
climático, según asegura Patrut. Por otro lado, en su artículo se
afirma que hacen falta más investigaciones para determinar con
seguridad qué ha provocado las muertes.
El debate sobre
la estructura y la edad de los baobabs
Los autores del
estudio publicado en Nature Plants aseguran haber descubierto y
descrito por primera vez la verdadera "arquitectura" de los
baobabs. Estos árboles se desarrollarían a partir de un único
tronco, al que se sumarían otros más pequeños a lo largo de los
años, según su teoría. En el tiempo, las bases de los troncos
llegarían progresivamente a fundirse, creando una única estructura
circular o elíptica, en la mayoría de los casos con una parte hueca
en el medio, definida por Patrut y su equipo como una "falsa
cavidad". Sería propiamente esta arquitectura, según ellos
"compacta y con una alta simetría", la que permitiría a
un baobab resistir a distintos factores externos y alcanzar edades
muy elevadas.
A partir de esta
teoría, los investigadores han considerado que la edad de los
distintos baobabs estudiados, calculada con la técnica del carbono
14, corresponde a la del tronco más antiguo entre los que componen
cada árbol. Según sus estimaciones, el baobab más antiguo
actualmente en vida es el Humani Bedford, que se encuentra en
Zimbabue y tendría 1.800 años de edad. Pero otros expertos ponen en
discusión estos convencimientos. David Baum, de la Universidad de
Wisconsin (Estados Unidos), cree que esa interpretación "no es correcta" y no permite calcular la edad de forma exacta.
Este biólogo y
botánico afirma que la teoría de Patrut no considera que los
baobabs pueden regenerar con facilidad partes de la corteza dañadas
por elefantes u otros factores. Baum explica que la corteza puede
recrecer incluso en las partes huecas que, según Patrut, son el
fruto de la fusión de distintos troncos y constituyen los puntos de
los que se extraen las muestras representativas del núcleo más
antiguo del árbol.
Baum no duda de
que los investigadores liderados por el científico rumano sean
expertos de técnicas de cálculo de la edad de los árboles y cree
que los baobabs incluidos en el estudio son los más grandes y
"probablemente, aunque no con toda seguridad", los más
antiguos de África. En su opinión, la interpretación de la
estructura de los baobabs que dan estos científicos solo puede ser
"una primera aproximación razonable" de cómo calcular la
antigüedad, pero no se podrá saber si es un método preciso "hasta
que alguien obtenga la edad del núcleo de un único árbol grande".
Algunas claves
para resolver el misterio de las muertes
Baum no está
sorprendido de que los baobabs estén muriendo, porque cree que los
humanos están alterando muchos ecosistemas, provocando así el
declive de distintas especies. El biólogo y botánico asegura que
tiene la misma impresión que Patrut y su equipo acerca del aumento
de la mortalidad de los baobabs en las últimas décadas, aunque no
está seguro de que sea un fenómeno "específico de los grandes
árboles o algo más general". Baum considera que Patrut tendría
que aportar datos más actualizados sobre la tasa de mortalidad de
los baobabs. En opinión del científico estadounidense, el cambio
climático podría ser uno de los factores que han provocado estas
muertes, pero también podrían influir otras acciones humanas como
la desforestación y el regadío.
Por su parte,
Emilia Gutiérrez de la Universidad de Barcelona se declara más
convencida de que la causa principal del colapso de los baobabs sea
el cambio climático. "El agua que [los baobabs] almacenan en el
tronco les confiere la estabilidad mecánica necesaria para
mantenerse derechos", argumenta la científica. "La pérdida
de agua puede causar una disminución de rigidez, resistencia y
estabilidad mecánica. Y esa perdida puede deberse a que están en
una zona del planeta muy seca, donde la temperatura ha subido
muchísimo", agrega.
Por otro lado,
Gutiérrez cree que la arquitectura de los baobabs descrita en el
estudio de Patrut puede ser objeto de debate, aunque recuerda que el
artículo "ha sido publicado en una revista muy buena y ha
pasado por los filtros de al menos dos revisores". Por esta
razón, "hay que asumir que está bien planteado", según
considera la investigadora.
Fuente:
Francesco Rodella, La muerte misteriosa de los grandes baobabs africanos, 18/06/18, El País. Consultado 18/06/18.
No hay comentarios:
Publicar un comentario