Entrevista al
ambientalista Antonio Elio Brailovsky en el Día Mundial del Medio
Ambiente (5 de junio).
por Mario Hernandez
M.H.: Se ha hecho
el primer inventario nacional de glaciares, un trabajo que demoró
más de 8 años que responde a la Ley de glaciares sancionada en
2010. El relevamiento a cargo de Ambiente, por el Instituto Argentino
de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales que depende del
CONICET empezó en el año 2012. Gran parte del trabajo se realizó
el año pasado. De allí surge que Argentina cuenta con 16.968
cuerpos que representan 8.484 km2 de hielo. ¿Qué importancia tiene
este relevamiento?
E.B.: Primero hay
que hablar de la importancia de los glaciares. Los glaciares son la
reserva de agua de la cordillera, es decir, nieva durante los
inviernos, se acumula el hielo en la montaña y a medida que llega la
primavera y el verano el hielo se va derritiendo. En los años en que
nieva poco, hay un glaciar que es la reserva de agua que permite que
Salta, Jujuy, La Rioja, Catamarca y Mendoza tengan agua potable,
justamente porque tienen glaciares. De modo que hay que conocerlos y,
obviamente, hay que establecer estrategias de protección de
glaciares porque las empresas mineras tienen una actitud depredadora,
no les importa nada si hacen minería sobre un glaciar, con lo cual
el riesgo de que lo envenenen es altísimo.
Ya vimos la
impunidad con la que la Barrick Gold contaminó con cianuro el río
Jáchal, por lo tanto, hay que tener extremadas precauciones. Para
eso es necesario saber a dónde están esos glaciares. Este
inventario nacional de glaciares encontró varios glaciares en la
zona minera, de modo que es un argumento científico muy fuerte para
clausurar ese yacimiento. Estamos hablando de Veladero de la empresa
Barrick Gold en la provincia de San Juan, cerca de Jáchal.
M.H.: Justamente
leía la denuncia que hace Enrique Viale de la Asociación argentina
de abogados ambientalistas y representante de la asamblea de Jáchal,
quien destaca que el inventario actual advierte que hay glaciares y
periglaciares en Veladero y Pascua Lama por lo que allí no deberían
poder funcionar mineras.
E.B.:
Exactamente. La Ley nacional de glaciares prohíbe explícitamente la
minería sobre zonas de glaciares y periglaciares.
M.H.: No
obstante, este relevamiento también ha recibido algunas críticas,
algunas asociaciones ambientalistas, entre ellas Greenpeace,
sostienen que es incompleto en el sentido de que no releva glaciares
pequeños, de menos de una hectárea: “El gobierno no quiere
avanzar sobre glaciares de menos de una hectárea porque pondría en
juego inversiones mineras y hay 44 proyectos mineros que según la
Ley de glaciares no podrían habilitarse de ninguna manera por esta
razón”, afirman.
E.B.: Hay una
discusión al respecto, digamos que en otros países el tamaño
mínimo de un glaciar medido fueron 15 hectáreas. Suiza midió
glaciares de más de 15 hectáreas, de modo que haber medido
glaciares de más de una hectárea no me parece mal pero es una
discusión científica, de cuál es el límite. Yo creo que se ha
manejado equivocadamente, al menos en mi opinión, al plantear el
tema en términos penales, es decir, si yo discrepo con un
científico, abro una discusión científica, no plantearía que este
científico está cometiendo un delito por inventariar glaciares más
grandes de los que yo creo que hay que inventariar.
De todos modos,
con este inventario ya hay para cerrar una gran cantidad de proyectos
mineros, empezando por el de la Barrick Gold que es el más grande
del país y una de las minas más grandes del mundo y hay argumentos
fuertes para impedir que se hagan otros proyectos igualmente
peligrosos.
De modo que yo
creo que es una buena herramienta, que como tal tiene alcances y
limitaciones pero prefiero quedarme con que es útil y que serviría
si hubiera un gobierno sensible a estas cosas, para impedir algunos
proyectos de muy alta peligrosidad.
Si no se avanza
sobre el control de cómo se producen las cosas el tema de la basura
no tiene solución
M.H.: Usted fue
Defensor ambiental de la Ciudad de Buenos Aires. ¿Cómo hubiera
actuado ante las modificaciones a la Ley de basura cero, que realizó
la Legislatura de la Ciudad hace unas semanas?
E.B.: De la misma
manera que ahora como ciudadano y como integrante de la Defensoría
del Pueblo de la Ciudad en el Observatorio ambiental, planteando
todos los riesgos de una tecnología peligrosa que la Ciudad no puede
controlar. Esto de incinerar basura en la Ciudad, acarrea riesgos de
que se emitan gases muy peligrosos y la ideología dominante en este
momento es confiar en que las empresas van a hacer las cosas bien,
solamente porque son grandes empresas.
Yo tendría un
poco menos de confianza en las grandes empresas, por lo menos un poco
menos de la que tiene el Gobierno de la Ciudad. De modo que
plantearía muchos más recaudos. Por otro lado, incinerar residuos
me parece de una alta irracionalidad económica, se están quemando
cosas útiles, me parece una agresión social a los cartoneros que
son los que recuperan esas cosas útiles para la sociedad y
obviamente un peligro ambiental porque no creo que el Gobierno de la
Ciudad esté en condiciones de controlar qué se quema, a qué
temperatura, con qué filtros, etc. Si no son capaces de controlar el
Riachuelo no creo que controlen ninguna otra cosa peligrosa.
M.H.: Respecto de
la basura, me quedé pensando en una frase que utilizan los
ambientalistas “el mejor residuo es el que no se produce”.
E.B.: Por
supuesto.
M.H.: Estamos
hablando de toneladas y toneladas que se producen de basura
diariamente, en el mundo y en nuestro país y va a llegar un momento
que no va a haber dónde ponerla.
E.B.: El Papa
Francisco dice que si seguimos así el mundo va a ser un depósito de
porquerías. Yo creo que hay un engaño en la manera en que se
conceptualiza el tema de la basura, porque se habla de generador de
residuos al último usuario, a quien tira la basura, y realmente el
responsable del residuo no es el que tira un objeto a la basura, sino
el que lo fabricó. Cuando uno dice “tiramos plástico” no puede
olvidar que alguien los fabricó, que no se pueden degradar, que hizo
negocio con sustancias no degradables y que destruyen los océanos;
lo mismo los aparatos electrónicos a través de los que nos estamos
comunicando, están pensados para durar dos o tres años, pero el
fabricante es el que decide que duren poco y que se transformen
rápidamente en basura.
Si no se avanza
sobre el control de cómo se producen las cosas y se evita esta
llamada obsolescencia programada, o sea, que los productos duren lo
menos posible, porque el negocio de las empresas es que uno tire las
cosas y las vuelva a comprar, si no se controla eso, realmente no
tiene solución el tema de la basura.
Yo agregaría que
no hay interés en controlarlo porque en nuestra Ciudad y en casi
todas las ciudades del mundo, la basura financia la política. Los
contratos de basura son en todas las ciudades del mundo el ítem más
grande del presupuesto, y como a la gente no le gusta hablar de la
basura, es el punto en el cual siempre se filtra algo de dinero para
pagar una campaña electoral. Y esto es así en París, en Managua y
en Buenos Aires. En todo el mundo.
Fuente:
Mario Hernandez, "Con el inventario nacional de glaciares habría que cerrar una gran cantidad de proyectos mineros, empezando por el de la Barrick Gold", 16/06/18, Rebelión. Consultado 16/06/18.
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