Reclamos por la
avanzada en la explotación de litio. En Jujuy
habilitaron la minería en zonas de comunidades que no fueron
consultadas. En Catamarca, se triplicó la inversión. Las asambleas
denuncian impacto ambiental y riesgo del agua.
por Darío Aranda
“Oro blanco”,
bautizaron al litio, mineral que se utiliza en baterías de
celulares, computadoras y autos eléctricos. Científicos,
funcionarios, empresarios y periodistas llaman a explotar esa
“riqueza natural” presente en las salinas de Jujuy, Salta y
Catamarca. Pero no tienen presente que allí viven comunidades
indígenas con derechos sobre esos territorios y vecinos que rechazan
la minería por sus impactos ambientales y sociales.
La explotación
de litio forma parte del modelo extractivo, junto a la megaminería
metalífera (oro, cobre, plata, plomo, entre otros), agronegocio,
petróleo y forestales. Aunque suele publicitarse como “energía
limpia”, su extracción implica sobreconsumo de fuentes de agua y
uso de químicos contaminantes.
El jefe de
Gabinete, Marcos Peña, anunció en diciembre pasado que existen 63
proyectos mineros de litio. Según su informe de gestión ante la
Cámara de Diputados, Salta cuenta con 29 proyectos, Catamarca y
Jujuy tiene trece cada una. Le siguen San Luis (cinco), La Rioja
(dos) y Córdoba (uno).
“Desde 2010 el
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(Conicet) trabaja en la industrialización y el aprovechamiento del
litio. La eliminación de las retenciones a la minería y el
reintegro a las exportaciones son medidas que ayudan a potenciar la
producción de litio”, destacó Marcos Peña.
En Salta avanza
la mina Salar de Rincón (de la canadiense Enirgi Group) y el
proyecto minero Centenario-Ratones (de la francesa Eramet). En Jujuy
funciona la explotación de litio Olaroz, en manos de la australiana
Orocobre, junto con Toyota y el gobierno de Jujuy. También está
avanzado el proyecto Caucharí de las compañías Sociedad Química y
Minera de Chile y de la canadiense Lithium Américas. El gobernador
Gerardo Morales viajó la segunda semana de enero a Emiratos Árabes,
donde difundió ante empresarios las ventajas que ofrece para la
megaminería.
Uno de los
mayores focos de resistencia se encuentra en las Salinas Grandes
(Jujuy y Salta), lugar de vida, trabajo y cultura de los pueblos
indígenas Kolla y Atacama. “No comemos baterías. Sin agua no hay
vida”, explican desde la Mesa de Pueblos Originarios de la Cuenca
de la Laguna Guayatayoc y Salinas Grandes, integrada por 33
comunidades indígenas.
Las comunidades
brindaron peritajes que confirman la contaminación en la fase de
exploración. Destacan la vigencia del Convenio 169 de la OIT
(Organización Internacional del Trabajo) y de la Declaración de
Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, por los
cuales se debe consultar a las comunidades indígenas por cualquier
acción que pudieran afectar los territorios indígenas.
Las comunidades
iniciaron una causa judicial que en 2012 llegó a la Corte Suprema de
Justicia, pero el máximo tribunal desoyó los derechos indígenas
por cuestiones formales. La causa tramita en la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos.
“Para
funcionarios y empresarios las salinas son un simple recurso a
explotar y obtener rentabilidad. Para nosotros, pueblos originarios,
nuestra salina significa la vida misma”, alertó Clemente Flores,
de la Mesa de 33 comunidades. Y advirtió que el Pueblo Kolla y
Atacama resistirá cualquier avance extractivo sobre los territorios
indígenas.
En Catamarca
funciona desde hace dos décadas la explotación de litio “Salar
del Hombre Muerto”, en Antofagasta de la Sierra, en manos de la
empresa estadounidense FMC Lithium. Datos oficiales de la Secretaría
de Minería de la Nación reconocen que Catamarca recibe de regalías
sólo el 1,6 por ciento de la facturación de la empresa. De cada 100
dólares que FMC Lithium se lleva de litio (recurso no renovable),
sólo deja 1,6 dólar.
La gobernadora
Lucía Corpacci impulsa el llamado “Proyecto Tres Quebradas”, en
cercanías a Fiambalá (departamento de Tinogasta), en manos de la
empresa Liex (subsidiaria de la canadiense Neo Lithiu). En septiembre
de 2016, la Secretaría de Minería de Catamarca le otorgó el
permiso de exploración. “Como vecinos no fuimos informados, ni por
los organismos provinciales ni locales, ni mucho menos se realizó la
audiencia pública que exige la Ley General del Ambiente 25675. La
empresa Liex avanza en la zona con los avales de los gobiernos,
fuerte apoyo del ejecutivo municipal (intendente Roxana Paulón) y
con apoyo de los medios de comunicación”, denunció la Asamblea
Fiambalá Despierta.
El Proyecto Tres
Quebradas abarca 30.000 hectáreas ubicadas en la cuenca de la Salina
de la Laguna Verde. Pertenece a zona de la Cordillera de los Andes
catamarqueña, en un ambiente glaciar y periglacial.
Desde la
Asamblea, que integra la organización Pucará (Pueblos Catamarqueños
en Resistencia y Autodeterminación), destacan que Fiambalá no es un
pueblo minero, sino zona de agricultura, conocida por sus viñedos, y
en los últimos años por el turismo (termas, dunas, montañas).
Un punto crucial
de la minería de litio es el sobreconsumo de agua. Lis Sablé, de la
Asamblea de Fiambalá, detalló que el informe de impacto ambiental
de Liex carece de estudio hidrogeológico y que fue aprobado sin
contar con el inventario de glaciares y ambiente periglaciar, según
lo requiere la Ley Nacional 26.639.
Empresas y
Gobierno prometen cuidado del ambiente, trabajo y desarrollo local.
Con dos décadas de experiencia minera (Salar de Hombre Muerto y
Minera Alumbrera), la Asamblea Fiambalá Despierta no duda: “No
queremos megaminería del litio en nuestro territorio”.
Fuente:
Darío Aranda, “No comemos baterías”, 16/02/18, Página/12.
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