Defensa
Civil de la Provincia opera un centro de control en tiempo real de
equipos que miden cauces o lluvias en las sierras. Aseveran que en
2017 se hizo el mantenimiento de todos. El vandalismo es un problema.
por
Fernando Colautti
El
nuevo año empezó mojado. Las lluvias, aunque aguaron las fiestas al
aire libre, resultaron una buena noticia para Córdoba: para la
turística, porque se nutren los ríos y lagos, que lucen demasiado
flacos al inicio del verano; y para la agropecuaria porque los suelos
demandaban más humedad para que su producción no entre en riesgo.
Esas mismas lluvias, intensas en algunas zonas, generaron además
crecidas en los ríos serranos y un estado de alerta que aún se
mantiene hoy.
Defensa
Civil de la Provincia apuntó que al menos hasta la noche de hoy se
mantiene el alerta sobre varios ríos como San Antonio, Anisacate,
San José y Quilpo, por la turbidez y la correntada que aún
mantienen. En varios hubo el lunes situaciones de alarma y
necesidades de rescates.
Las
crecientes y sus riesgos actualizaron el interrogante sobre el
funcionamiento del sistema de sensores y monitoreo de caudales que
montó la Provincia.
Diego
Concha, director de Defensa Civil de Córdoba, aseveró que “hoy,
todas las estaciones están funcionando” y negó que por falta de
mantenimiento haya sensores de lluvias fuera de carrera. “Lo que
hay frecuentemente son actos de vandalismo, roturas de puntos de
medición o de los paneles solares con que funcionan. Pero hoy, al
inicio del verano, funcionan todos los puntos de medición, que son
94, en casi todos los ríos serranos”, señaló el funcionario
provincial.
Desde
la sala de monitoreo en Córdoba, plagada de pantallas que los
operadores deben leer las 24 horas, Concha apuntó que en 2017 se
sumaron unos 20 pluviómetros a los 74 existentes el verano anterior.
En esos puntos se mide la lluvia caída que, en tiempo real, aparece
en las pantallas de Defensa Civil. Los operadores deben reconocer
cuánta precipitación genera algún tipo de aviso o alarma y seguir
un protocolo de acción.
“Estamos
conectados al instante con los 64 cuarteles de bomberos voluntarios,
las oficinas de Defensa Civil de los municipios y con la Policía de
toda la zona serrana. Por ejemplo, días atrás, con la crecida del
San Antonio, en minutos había 18 móviles sólo en ese río
alertando a la gente para que saliera del cauce”. apuntó Concha.
El
sistema sirve para avisar con tiempo sobre las posibilidades de
crecidas. Pero no puede hacer nada para evitarlas. Si funciona bien,
minimiza los riesgos en zonas vulnerables, sobre todo en cuanto a
personas.
Un
dilema es la modalidad con la que se avisa a las comunidades sobre
los riesgos, cuando sobrepasa el nivel de los bañistas en los cauces
de los ríos. En Sierras Chicas, donde el trágico aluvión de 2015
dejó sus huellas, bomberos y Defensa Civil de cada localidad
aceitaron mecanismos regionales de alerta, pero los vecinos suelen
reclamar por sus temores y por el desconocimiento de cómo serán
informados de un alerta.
Cómo
funcionan
Hace
dos décadas, hicieron punta dos sistemas de monitoreo sobre ríos
con bravas crecidas: sobre el San Antonio, que a la altura de Carlos
Paz desemboca en el lago San Roque, y sobre el Mina Clavero, en
Traslasierra. El primero lo montó el Instituto Nacional del Agua y
el segundo fue promovido por el propio municipio.
Luego,
con más crecientes, reclamos y tragedias, la Provincia fue sumando
unidades de medición. Los graves sucesos de 2015 aceleraron la
expansión del mapa de monitoreo.
Hay
dos modalidades. Una es la de sensores que miden el nivel de los
ríos. Según precisó Concha, están ubicados hoy sobre algunos
puntos de los ríos San Antonio, Cosquín, Anisacate, Mina Clavero y
Santa Rosa. “Dan información más precisa de crecientes pero no
son eficientes sobre arroyos u cauces muy variables”, aclaró.
Además,
son más costosos que los pluviómetros. aparatos que miden la lluvia
caída en cada sitio y que están hoy diseminados por decenas de ríos
serranos y con cuyos datos se pueden calcular los riesgos de
crecidas.
Unos
y otros están conectados en red, mediante repetidoras de radio o
telefonía celular, a la sala de monitoreo de Defensa Civil en
Córdoba. En general, están en sitios aislados y se alimentan con
paneles de energía solar. El vandalismo es el principal riesgo.
“Hay
dos sistemas. El Aler son aparatos que compró la Provincia pero que
contrató al Cirsa, que depende del Instituto Nacional del Agua, para
su operación y mantenimiento. El otro es el Omixon, que la Provincia
instaló y que contrata a terceros para su mantenimiento”, apuntó
Concha.
Mina
Clavero tiene dos sistemas en paralelo: el provincial más otro que
opera el municipio.
Sobre
los ríos que aún no están cubiertos, Concha indicó que “la gran
mayoría está”, pero admitió que faltaría sumar el monitoreo de
Los Reartes (en Calamuchita), el Quilpo y el Pinto (en los
departamentos Punilla y Cruz del Eje) y el San Guillermo (en el
noroeste).
Los
límites de la prevención
La
prevención ante crecidas de ríos es posible y perfectible. Pero
reconoce algunos límites. Uno, repetido por bomberos y policías
cada verano, es la imprudencia de aquellos que aunque se les insista
y hasta ordene que abandonen los cauces, hacen caso omiso como si el
aviso fuera una exageración infundada. Otra limitante es que los
avisos se hacen sobre los balnearios y sitios más concurridos:
resultaría imposible recorrer los miles de kilómetros de los ríos
serranos.
Fuente:
Fernando Colautti, Ríos: hay 94 puntos de monitoreo de crecidas y aseguran que todos funcionan, 03/01/18, La Voz del Interior.
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