por Miguel Ciliberto
Un tema de
discusión recurrente en la ciencia política es por qué la gente
vota lo que vota. En la actualidad se vota por lo que se ha dado en
llamar “el metro cuadrado”. Esto es, siempre se votó por los
intereses propios que se veían interpretados por el programa, el
partido o por el líder, pero resulta que el avance del
individualismo ha hecho también que se restrinja el campo de los
intereses a los de índole personal, los inmediatos y coyunturales.
Hablando de
intereses, hoy vuelve el debate por la instalación de una central
nuclear en Río Negro, no importa en qué localidad. Quienes se
oponen lo hacen por una concepción de protección del Ambiente y de
las vidas de las generaciones futuras, en un marco de recomposición
social de solidaridades. Quienes quieren su instalación lo hacen por
una concepción economicista con visión de corto plazo. El eje:
8.000 millones de dólares de inversión China que dará empleo
(según ellos) a miles de trabajadores argentinos, claro.
Aclaremos esto de
una buena vez. El uso de la energía atómica para la generación de
energía eléctrica está en regresión en todo el mundo
desarrollado. Tienen planes de desactivación de centrales casi todos
los países europeos. La central china no está probada ni en
territorio chino, por lo que no se pueden mensurar los riesgos, pero
tampoco se puede afirmar sueltos de cuerpo que “dará trabajo a
miles” ya que no ha operado nunca y la tendencia es reemplazar
hombres por robots, en ésta y en todas las industrias, y los
técnicos con seguridad serán chinos.
En los últimos
años se ha dado un fenómeno inédito en la política vernácula.
Por primera vez se forma una coalición de derecha, concurre a las
urnas y ¡gana! Tantas veces se dijo que se iban a acabar los golpes
de Estado cuando la derecha argentina dejara de golpear cuarteles
para defender sus intereses y formara un partido competitivo que
concurriera a elecciones... Simplemente ocurrió (¿?). En ese
contexto en Río Negro, motivados por un proyecto del gobierno
nacional que dañará el ambiente regional y la salud de sus
habitantes, se produce la unión de miles de rionegrinos en su
contra.
A partir del
surgimiento de la alianza Cambiemos se producen realineamientos
impensados de políticos que creíamos en las antípodas y hoy son
“garantes de la gobernabilidad”. Siguiendo el razonamiento
anterior, en realidad están defendiendo lo que es mejor para sus
intereses.
Todos tenemos en
claro qué se cumple y qué no de las promesas de campaña. Pero
resulta que aparece una nueva característica en el panorama que
condiciona rápida y decididamente el voto inmediato posterior.
Algunos ejemplos:
el gobernador Saiz compelido por la Embajada china plantea un acuerdo
en el que “dona” 300.000 hectáreas a una empresa estatal china y
un sitio en el Puerto de SAE para exportar la soja que producirían.
El repudio público es unánime. La UCR pierde la elección, aunque
no sólo por este hecho, claro está.
Aceptar del
gobierno nacional instalar una central nuclear generadora de energía
eléctrica significó para el gobernador Alberto Weretilneck un
desgaste y pérdida de sustento en su proyecto político. El rechazo
de los rionegrinos planteó al gobierno la necesidad de aceptar la
realidad y legislar en consecuencia. Costo pagado por seguir al
gobierno nacional.
Y un tercer
ejemplo lo protagoniza el gobierno de Macri. Después de una
importante victoria electoral, pisa el acelerador del ajuste y hace
pagar a los jubilados el acuerdo que refinancia a la provincia de
Buenos Aires (buscando un reaseguro para su reelección), mientras
disminuye las regalías mineras y a las exportaciones agropecuarias.
Sólo la estupidez de los violentos que mostraron en plaza Congreso
lo que ningún argentino quería ver disimuló la terrible frialdad
con que condenó a 3 millones de jubilados que cobran el haber mínimo
a vivir con $ 7.800 por mes, cuando la canasta básica está en el
doble de ese monto.
Estos ejemplos
marcan errores de cálculo por un lado y un nuevo tipo de impunidad
por otro, que tienta a creer que se pueden hacer las cosas aunque a
lasmayorías las rechacen.
Me inclino a
creer que traicionar la voluntad popular tácita o expresa tiene un
costo alto que se expresa en las urnas. Río Negro tiene legislación
local y provincial que prohíbe la instalación de plantas nucleares
para producir energía eléctrica. Quien quiera oír que oiga.
Miguel Ciliberto es licenciado en Ciencias PolíticasFuente:
Miguel Ciliberto, Otra vez la central nuclear, 27/01/18, Río Negro.
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