Un estudio
concluye que las actuales prácticas rurales están provocando la
desaparición de ratones y marsupiales autóctonos. Los científicos
sugieren que conservar los bordes verdes en los campos ayudaría a
recuperar estas especies que también benefician a los cultivos.
por Lucas Viano
La agricultura en
su versión más intensiva genera grandes transformaciones en los
ambientes naturales. Los casos extremos, como la muerte de los 34
cóndores por envenenamiento conocida días atrás, llaman la
atención de la gente.
Sin embargo,
existen otras alteraciones que pueden pasar inadvertidas para la
gente común. Un caso es el de los pequeños mamíferos, roedores y
marsupiales que habitan la provincia de Córdoba.
Un estudio
realizado por investigadores de la Universidad Nacional de Río
Cuarto encontró que la agricultura intensiva reduce la diversidad de
estas especies, lo cual no sólo tiene consecuencias biológicas sino
que también afecta la salud del campo.
“Los pequeños
mamíferos son importantes por su contribución al mantenimiento de
una cadena trófica bien estructurada, el consumo y control de
semillas e insectos perjudiciales para los cultivos”, asegura
Daniela Gómez, primera autora del estudio publicado en la revista de
la Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos (Sarem).
El trabajo indica
que los cambios producidos por la intensificación de la agricultura
(el uso de fertilizantes y plaguicidas y la incorporación de
sistemas de riego y mecanización extrema) y la expansión de la
superficie cultivada a costa de ambientes naturales, producen un
aumento en la abundancia de especies generalistas, pero reduce la
abundancia de las especialistas.
Los pequeños
mamíferos generalistas son capaces de utilizar y adaptarse a
diversos tipos de hábitats y recursos. Los especialistas dependen de
algún tipo de alimento particular y/o de una determinada estructura
del hábitat.
“En algunos
casos la intensificación agrícola está produciendo la extinción
local de poblaciones de estas especies”, dice Gómez.
Es el caso de
marsupiales como el colicorto pampeano (Monodelphis dimidiata) y la
marmosa pálida (Thylamys pallidior) y de roedores como el pericote
común (Graomys griseoflavus) y el ratón cordobés (Akodon dolores).
En lugar de las
siete a 10 especies de pequeños mamíferos que deberían convivir en
los suelos cordobeses, el ensamble se compone de no más de cinco.
“El cambio más
importante comenzó en la década de 1990 con la introducción de la
soja genéticamente modificada tolerante al glifosato. Se comenzaron
a remover los bordes en los campos que servían de hábitat. Varias
especies de mamíferos de gran tamaño se extinguieron de manera
local como el aguará guazú, zorros, gato montés y pumas”,
comenta José Priotto (investigador de Conicet y la UNRC), quien
coordinó una publicación especial de la Sarem sobre este tema.
El experto
explica que no sólo se pierden las especies, sino también las
interacciones y los servicios ecosistémicos que prestan.
“Por ejemplo,
las aves y pequeños mamíferos sirven para el control de insectos y
semillas de malezas. Garantizar la biodiversidad en los
agroecosistemas podría representar un beneficio en el control
biológico de especies nocivas para los cultivos”, agrega.
Este grupo está
estudiando el rol de los roedores como predadores de semillas de
malezas problemáticas para la región por ser tolerantes a
herbicidas.
Mejores prácticas
La bióloga
asegura que algunas prácticas simples podrían implementarse en los
campos para sostener estas poblaciones. Por ejemplo, el mantenimiento
de bordes anchos con cobertura vegetal verde la mayor parte del año
y un aumento de la superficie de dichos bordes, además de evitar su
fumigación.
Para Priotto, el
modelo agropecuario actual debe ser revisado para lograr una
combinación eficiente entre el uso de la tierra con fines
productivos y la conservación de la biodiversidad.
Y menciona
algunas medidas que deberían tomarse, como un ordenamiento
territorial que considere áreas para agricultura intensiva y otras
donde se promueva la agricultura orgánica en campos cercanos a las
poblaciones.
Cuántas especies
viven en los bordes del campo
Los relictos de
flora autóctona son claves para la fauna local.
Claves. Los
relictos de bosque chaqueño dentro de grandes extensiones agrícolas
pueden albergar una buena colección de especies, según otro estudio
de 2012 de Maura Kufner, investigadora de la Universidad Nacional de
Córdoba.
Relictos. Estudió
montecitos y bordes de campo con ambientes autóctonos del
departamento Totoral donde pudo censar hasta 109 especies de animales
vertebrados (mamíferos, aves, anfibios y reptiles). “Los relictos
de vegetación nativa revisten importancia para preservación y
restauración de la fauna regional”, concluye el trabajo.
Generalistas.
Pero observó una mayor presencia de especies de ecosistemas
pampeanos, más que de bosque chaqueño y abundancia de animales
generalistas.
Fuente:
Lucas Viano, En el campo hay pequeños animales en riesgo de extinción, 27/01/18, La Voz del Interior. Consultado 27/01/18.
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