por Antonio
Elio Brailovsky
Queridos
amigos:
El
Congreso de Brasil aprobó una reforma laboral que profundiza la
precariedad de las condiciones de trabajo en ese país y que se
propone como modelo para acciones equivalentes en Argentina y otros
países.
Algunas
de ellas son de tal nivel de violencia social que resulta difícil de
creer que alguien hubiera podido siquiera imaginarlas. Por ejemplo,
según la nueva ley brasileña, ”se permite que las embarazadas
trabajen en ambientes no del todo salubres si presentan un
certificado médico que asegure que no hay riesgo para ella o el
feto”. Aclaremos lo obvio: los bebés y los fetos son mucho más
sensibles a la contaminación que las personas adultas.
Aún
más: un ambiente que es salubre para los adultos puede ser de muy
alto riesgo para embarazadas y sus fetos. Es decir que no puede
permitirse que mujeres embarazadas trabajen en ambientes “no del
todo salubres”, aunque las empresas puedan comprar un certificado
médico irresponsable que diga que eso es inocuo.
Es
sólo un caso extremo de un conjunto de medidas de un extraordinario
riesgo social: contempla la limitación de horas extras,
abaratamiento de las indemnizaciones por despido, reducción de las
jubilaciones, debilitamiento del rol de las organizaciones
sindicales, acuerdos individuales por debajo de los convenios
colectivos, dificultad de realizar juicios laborales, la posibilidad
de trabajar en días no laborables sin remuneración adicional, y
varias más de la misma orientación.
Este
cambio en las políticas laborales se fundamenta en argumentos de
lograr una mayor competitividad internacional de la producción. No
se dice por qué es mejor ahorrar en los costos laborales que en los
costos financieros, por ejemplo.
Hay,
sin duda, un importante antecedente que respalda esta manera de
pensar. Es la extraordinaria competitividad de la industria británica
durante el siglo XIX, basada en el desarrollo de la máquina de vapor
y en la sobreexplotación del proletariado inglés. Podemos discutir
las ventajas y desventajas de liberalizar algunas variables
económicas. Pero la salud humana nunca debe estar sujeta a los
vaivenes de la oferta y la demanda.
Para
ver las consecuencias sociales de estos proyectos económicos tenemos
que analizar cómo fueron las condiciones de vida de los trabajadores
ingleses en la época en que la reina Victoria logró la mayor
competitividad mundial de la industria británica.
Quiero
compartir con ustedes un texto del libro “La situación de la clase
obrera en Inglaterra”, de Federico Engels, publicado en 1845, que
es quien mostró del modo más descarnado, el costo social de la
expansión económica británica del siglo XIX. Se trata de la
descripción de las condiciones de vida de los trabajadores en la
ciudad de Londres, alojados en casuchas infames y en medio de
basurales. Va como documento adjunto.
Es
frecuente que leamos sólo aquellos autores que confirman nuestros
propios puntos de vista. Así, los agnósticos no suelen leer la
Biblia y los creyentes no suelen leer a los autores marxistas. Les
pido entonces, que lean estos textos sin demasiados preconceptos
ideológicos. Se trata, simplemente, de la descripción de aquellas
partes de una ciudad que nunca figurarían en una guía turística.
Como
textos complementarios, les agrego dos páginas, como estudios de
caso del mismo autor sobre Manchester, la ciudad emblemática de la
industria británica. El primero se refiere a la convivencia de las
familias obreras con los ríos contaminados:
Ríos
contaminados de Manchester
“Abajo
fluye, o más bien se estanca el Irk, riachuelo oscuro como la pez y
de olor nauseabundo, lleno de inmundicias y detritos que deposita
sobre la orilla derecha que es más baja.
En
tiempo de seca, subsiste en este río toda una serie de parches
fangosos, fétidos, de un verde negruzco, desde el fondo de los
cuales suben burbujas de gas mefítico que despide un tufo que,
incluso desde lo alto del puente, a 40 ó 50 pies sobre el agua,
todavía es insoportable. El propio río, además es retenido casi a
cada paso por grandes obstáculos detrás de los cuales se depositan
en masa el fango y los desperdicios que allí se descomponen.
Río
arriba desde el puente, se levantan grandes tenerías más allá
tintorerías, fábricas de carbón de huesos y fábricas de gas,
cuyas aguas usadas y desperdicios terminan todos en el Irk que recibe
además el contenido de las cloacas y retretes que allí desaguan.
Río
abajo, desde el puente, se ve por encima de los montones de basura,
las inmundicias, la suciedad y el deterioro de los patios, situados
sobre la escarpada orilla izquierda: Las casas están apiñadas las
unas contra las otras y la pendiente del río permite percibir sólo
una fracción de ellas, todas ennegrecidas de hollín, decrépitas,
vetustas, con sus ventanas de cristales rotos”.
(Federico
Engels: “Situación de la clase obrera en Inglaterra”)
El
segundo texto, también sobre Manchester, describe la cría de cerdos
dentro de los patios de las viviendas populares de esa ciudad.
Cría
de cerdos en las viviendas populares en Manchester
“Por
lo demás, los montones de escombros y de cenizas, los charcos en las
calles existen en ambos barrios y, en el distrito de que hablamos en
este momento, comprobamos además otro hecho muy desventajoso para el
aseo de los vecinos: el gran número de cerdos sueltos por las
callejuelas escarbando en la basura o encerrados en los patios en
pequeñas cochiqueras. Los criadores de cerdos alquilan aquí los
patios, como en la mayoría de los barrios obreros de Manchester, e
instalan cochiqueras.
En
casi todos los patios hay uno o más rincones separados del resto,
donde los vecinos del lugar arrojan toda la basura y los detritos.
Los cerdos se engordan en ellos, y la atmósfera de esos patios, ya
cerrados por todos lados, es infestada debido a la putrefacción de
las materias animales y vegetales.
Se ha
abierto una calle ancha y bastante conveniente a través de ese
barrio -Miller Street- y disimulado el fondo con bastante éxito,
pero si se deja uno arrastrar por la curiosidad en uno de los
numerosos pasajes que conducen a los patios, podrá comprobar cada
veinte pasos esta cochinada, en el sentido exacto del término”.
(Federico
Engels: “Situación de la clase obrera en Inglaterra”)
Sabemos
que, con este abaratamiento de los costos laborales, las industrias
británicas lograron dominar el mercado mundial. No siempre
recordamos la enorme rentabilidad de la esclavitud.
En
esta entrega, ustedes reciben:
El recordatorio de mi libro “La guerra contra el Planeta”, que acaba de publicar la editorial Capital Intelectual y el contacto con el editor para quienes estén interesados en adquirir la obra.
La obra de arte que acompaña esta entrega es Las Cigarreras, de Gonzalo Bilbao, pintado en 1915. Muestra las condiciones de trabajo de las cigarreras de Sevilla, de las cuales la más famosa es Carmen, la protagonista de la ópera del mismo nombre, de Georges Bizet. En la obra se ve a una mujer amamantando a su bebé en el interior de la fábrica de tabacos, cuyas tremendas condiciones de insalubridad ya eran bien conocidas en la época.
Un
gran abrazo a todos.
Antonio
Elio Brailovsky.
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Autónoma de Buenos Aires,
Argentina.
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Los
estudios de caso elegidos son los siguientes:
La
Peste Negra en la Europa Medieval
Entre
los años 1348 y 1350, una epidemia conocida como la Peste Negra mató
a la cuarta parte de la población europea, en lo que podríamos
calificar como uno de los peores desastres ambientales de la historia
de la humanidad. El aumento del comercio, unido a intercambios
masivos como los resultantes de las Cruzadas, y condiciones urbanas
de miseria y hacinamiento, aumentaron la vulnerabilidad social. El
desencadenante fueron las ratas infestadas que bajaron de un barco
que llegó a Italia desde el Mar Negro. Qué sucede cuando las
medidas sanitarias están condicionadas por los prejuicios.
Ecocidio
y dominación colonial: la destrucción de los cultivos andinos en
terrazas
La
consolidación del poder colonial en América Latina llevó a la
destrucción de las bases de sustentación de muchas comunidades
indígenas autosuficientes. Desde la demolición de las primeras
terrazas incaicas, testimoniada por el Inca Gracilaso de la Vega,
hasta el abandono de las de Iruya, Salta, por presión de los
pistoleros de los ingenios azucareros, a principios del siglo XX. Y
también la erosión de las famosas terrazas del cañón del Colca,
desatendidas por presión del negocio turístico. El ecocidio como
una forma de obligar a los campesinos a ingresar al mercado de
trabajo.
El
hundimiento de la Ciudad de México
Por
razones militares, para evitar que los aztecas inundaran a los
españoles, Hernán Cortés inició el desecamiento de la laguna
Texcoco, en la actual Ciudad de México. Después de varios siglos de
irracionalidad, el proceso se dio por terminado bajo la gestión de
Porfirio Díaz, a principios del siglo XX. Hoy México saca el agua
de un subsuelo poroso, que es el que soporta la urbanización que
crece en forma explosiva. Y a medida que la quita, la ciudad va
descendiendo, lo que se ve acelerado por el cambio climático. Una de
las mayores ciudades del mundo en una trampa de la que no puede
salir.
Hambre
y desertificación en la Isla de Pascua
Después
de haber hecho la inmensa travesía del Pacífico desde la Polinesia,
los pascuenses destruyeron sus bosques y quedaron atrapados en una
isla que no podía alimentarlos y de la que no pudieron escapar por
falta de madera para construir canoas. El cambio de las condiciones
climáticas, la violencia entre clanes rivales, acentuada por el
hambre, sólo empeoró las cosas. Tragedia de una sociedad que no
pudo cuidar los recursos naturales que la sustentaban.
El
creciente impacto ambiental de la actividad militar
A
veces olvidamos que la peor forma de contaminación y de deterioro
del medio ambiente es la guerra. A menudo se silencian sus efectos,
en nombre de una política mal entendida. Por eso mismo, nos
interesa destacar de qué modo y hasta dónde la actividad militar
puede ser contaminante, tanto en la guerra declarada como en la
preparación para la guerra. El primer efecto ambiental es el de usar
-es decir, inutilizar- enormes superficies de terreno que podrían
emplearse para otros fines. Pero además, el armamento utilizado
en el siglo XX generó profundos impactos ambientales, como puede
verse en los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki y en el uso
de plaguicidas como arma de uso masivo en la guerra de Vietnam.
Nueva
Orleáns, arrasada por el huracán Katrina
En
2005, un huracán arrasó la ciudad norteamericana de Nueva Orleans.
Fue un desastre anunciado, ya que los especialistas habían advertido
que las defensas de la ciudad no resistirían un huracán. En la
gestión de la emergencia se cometieron todos los errores posibles
que multiplicaron a cantidad de víctimas. Se dejó la evacuación
librada a la iniciativa individual, sin ningún apoyo estatal. No se
atendió a los sectores vulnerables. La reconstrucción quedó en
manos de la especulación inmobiliaria. Cuando un evento
meteorológico afecta más a los pobres y a los negros, la
explicación no surge de la meteorología sino de las ciencias
sociales.
Amazonia,
del infierno verde al desierto rojo
Desde
la utopía racista del Marqués de Pombal hasta los delirios de Henry
Ford, la mayor parte de los proyectos de explotación de la Amazonia
no tuvieron en cuenta sus procesos ecológicos e inventaron una
fertilidad sin límites que no existía. Los indígenas habían
creado ecosistemas artificiales de muy alta productividad, mientras
que la sociedad contemporánea la arrasa para plantar cultivos
efímeros o la inunda para producir energía.
Bhopal,
una fábrica que estalla
En
1984 se produjo una fuga de isocianato de metilo en una fábrica
estadounidense de la Union Carbide en la India. Se trata de un
compuesto de cianuro que provocó la muerte o la invalidez de miles
de personas, en el mayor accidente químico de la historia. Bhopal es
un caso emblemático, ya que mostró el tremendo costo económico y
humano de ahorrar en los sistemas de prevención y seguridad.
Hombres
empetrolados, impacto ambiental del extractivismo
La
extracción de los recursos no renovables suele hacerse en sitios
remotos, cuyas poblaciones afectadas suelen estar en condiciones de
desamparo. Los derrames de petróleo, los accidentes diversos en la
generación y transporte de hidrocarburos y los peligros de la
fractura hidráulica, un método de extracción que ni siquiera
declara los procedimientos que utiliza. El daño provocado por Shell
en el Río de la Plata, en el mayor derrame de hidrocarburos sobre
agua dulce de la historia es un ejemplo del modo en que trabajan esas
empresas.
La
gran minería con cianuro
Las
técnicas de extracción de minerales de baja ley, con empleo de
grandes cantidades de explosivos y de soluciones cianuradas,
representan un riesgo muy elevado para las comunidades afectadas. En
los casos en que los residuos peligrosos se acumulan en un dique de
colas, se trata de un pasivo ambiental que permanece peligroso en
forma permanente. Al mismo tiempo, el cambio climático significa la
reducción de las precipitaciones (y por ende, de la disponibilidad
de agua) en las zonas áridas y semiáridas. Destinar enormes
volúmenes de agua para la gran minería implicará restarlos de las
poblaciones y los cultivos.
La
sojización y la economía de los transgénicos
Se ha
construido un modelo productivo que monopoliza la producción de
semillas, la maquinaria agrícola, los plaguicidas y los mercados de
comercialización. Este monocultivo maximiza la vulnerabilidad
económica, ya que gran parte de la economía nacional depende de un
producto agrícola cuyo precio no contribuye a formar. Existen
importantes cambios territoriales, por la pérdida de diversidad
biológica, la expulsión de población, el uso masivo de plaguicidas
y los riesgos consiguientes para la salud pública y la contaminación
de las fuentes de agua potable.
El
accidente en la central nuclear de Fukushima, Japón
En
2011 un terremoto y maremoto afectaron esta central atómica, ubicada
en una zona costera. Se produjeron explosiones en los edificios que
albergan los reactores nucleares, fallas en los sistemas de
refrigeración, triple fusión del núcleo y liberación de radiación
al exterior. A varios años del evento, el resultado de las técnicas
de descontaminación es incierto. Nadie sabe cuánto costarán y ni
siquiera si serán eficaces. El evento reactualiza la discusión
sobre los márgenes de seguridad a adoptar en los proyectos y sobre
la viabilidad en el largo plazo de la energía nuclear.
Fuente:
Antonio Elio Brailovsky, Las condiciones ambientales de la pobreza, 28/11/17, Defensoría Ecológica. Consultado 29/11/17.
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