La COP23 ha
dejado a más de uno desconcertado. Avanza, pero muy lentamente. Y el
carbón se está convirtiendo en un problema cada vez mayor,
especialmente para el autoproclamado niño modelo Alemania, opina
Jens Thurau.
¿Qué tipo
cumbre del clima fue esta en Bonn? ¿Un éxito, así como los Estados
negociadores quieren hacernos creer? ¿O todo lo contrario, como
critican grupos ambientalistas, que afirman que se está ignorando la
naturaleza explosiva del cambio climático? Probablemente la verdad
resida, una vez más, en el medio.
Los negociadores
tenían razón: desde el principio estuvo claro que en Bonn solo se
hablarían detalles muy complejos y altamente técnicos del Acuerdo
Climático de París de 2015. Entre otras cosas, se trató la manera
en que los aproximadamente 190 países de la ONU pueden comparar sus
objetivos climáticos. Algo que no suena demasiado emocionante. Todas
estas cuestiones se resolverán de forma definitiva dentro de un año
en la próxima cumbre del clima en Polonia. Sí, así de lentos son
los esfuerzos de esta caravana climática. Siempre dando vueltas
alrededor de la vaca sagrada de todas las conferencias de la ONU: la
búsqueda de unanimidad, para la cual se necesita de mucho optimismo
y paciencia. Por otro lado, todo podría haber salido peor, sobre
todo en un acuerdo tan frágil como este.
El problema del
carbón
Los grupos
ecologistas en Bonn lograron poner el dedo en la llaga: nunca antes
se había hablado tanto del carbón en una cumbre sobre el clima. Y
es que el problema con este combustible fósil persiste en China,
India y Estados Unidos, a pesar de todos los esfuerzos para hacer
avanzar las energías renovables. Pero sobretodo, por obvias razones,
se señaló a Alemania, que tuvo que soportar preguntas incómodas
como país anfitrión, ya que, por su uso de este mineral,
probablemente no podrá cumplir sus propios objetivos climáticos.
¿No son acaso
los alemanes a quienes les gusta actuar como pioneros en la
protección del clima? Las expectativas para el discurso de la
canciller alemana en la cumbre del clima fueron realmente bajas,
porque estaba claro: Angela Merkel no puede dar una fecha de salida
de la generación eléctrica a base de carbón por parte de Alemania,
porque la misma Merkel todavía no sabe si, ni con quién, puede
continuar gobernando en Berlín. En Bonn, 23 Estados han declarado
querer renunciar pronto al uso de carbón. Y Alemania no está entre
ellos. Eso se debe también al hecho de que un Gobierno puramente
ejecutivo no puede tomar una decisión tan trascendental. La cumbre
llegó en un mal momento, se podría decir.
Después de la
euforia de París
Resulta claro:
después de la euforia de París hace dos años, la política
climática internacional ha alcanzado nuevamente sus objetivos. Pero
los compromisos de 2015 ahora deben implementarse, lo cual es
difícil. De todos modos, geopolíticamente, los tiempos para los
acuerdos multilaterales no son buenos: los déspotas y nacionalistas
en Europa del Este, en Turquía y Estados Unidos no tienen antenas
para la protección del clima.
Estados Unidos:
aislado, al menos el Gobierno
Pero, al menos,
en lo concerniente a Estados Unidos, podemos decir que se acabaron
los tiempos en que todos los Estados estaban pendientes de los
altibajos de la política climática estadounidense. Por un lado,
bloqueo y negación de republicanos y, por el otro, progreso bajo el
mandato de Barack Obama. Y es que las cuestiones básicas ya están
establecidas desde hace mucho tiempo. Los países en desarrollo y
emergentes, incluidos los países industrializados, trabajan en
conjunto, proporcionan dinero para la adaptación al cambio climático
y formulan objetivos en común. Hubo presencia de ciudades y regiones
de Estados Unidos también en esta COP23 y dejaron claro de forma
impresionante en Bonn que no quieren que negacionismo climático de
Donald Trump detenga sus esfuerzos.
A pesar de las
cosas positivas durante esta cumbre, todo sigue siendo
insatisfactorio. Y es que el tiempo apremia. Sin embargo, no existe
ningún otro escenario para resolver el problema del cambio
climático. Y, por esta misma razón, hay que seguir adelante con
este maratónico esfuerzo.
Fuente:
Jens Thurau, Opinión: Pequeños pasos contra el cambio climático, 18/11/17, Deutsche Welle. Consultado 21/11/17.
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