por Daniel Díaz
Romero
Sala de Prensa Ambiental
Sala de Prensa Ambiental
Caminando por las
sierras, tal vez usted se haya cruzado con los emisarios de un
negocio inmoral que supera los 80.000 millones de dólares en todo el
mundo.
Stella Maris
Luque, investigadora y docente de la Universidad Nacional de Córdoba,
manifiesta que “Instituciones, laboratorios y empresas alemanas,
canadienses y norteamericanas realizan relevamientos de flora y fauna
autóctona y, en forma sostenida, tientan económicamente a
investigadores cordobeses para sus trabajos de biopiratería. Es una
práctica habitual”, afirma.
Así, comienzan a
documentarse casos en donde grandes consorcios multinacionales
extraen -sin atender a ningún criterio jurídico o acuerdo
internacional- muestras de suelos, plantas, hongos, agua e insectos
que después, procesan en sus laboratorios, y sirven para producir
nuevas enzimas, proteínas, materiales y sustancias.
Batalla por los
yuyos
Poleo, ajenjo,
algarrobo, tomillo, aloe y demás especies son empleados para aliviar
dolores y apaciguar enfermedades.
La visión
convencional de ver en los bosques solamente suelos y madera ha
cambiado; nuestros montes son verdaderos laboratorios naturales,
farmacias vivientes y bibliotecas sin clasificar.
Cortezas, raíces,
tallos, flores, hojas, frutos y semillas son utilizadas en
infusiones, vapores y jarabes. De ellos se extraen gomas, gelatinas,
lípidos, jugos, estimulantes, taninos, aceites, resinas, bálsamos,
enzimas y vitaminas, además de tinturas, alimentos y vinos
medicinales.
Tal vez, nuestros
campesinos y serranos, estén sentados en un banco de oro, sin
saberlo. Es que los recursos genéticos no se ven, pero están allí
y se calcula que el 80 % de la población rural hace uso de plantas
medicinales y recursos de la medicina tradicional.
Pero la carencia
de estudios para identificar y registrar todas las especies en
nuestro territorio provincial, hacen que se transforme en un arca
abierta para la biopiratería, porque ni siquiera sabemos que están
despachando algunos investigadores e instituciones, hacia sus
laboratorios en el exterior. “Aunque existe el criterio de que la
naturaleza no se puede patentar, en Estados Unidos hay tendencia a
registrar todo y, si es necesario, apelan al contrabando de especies
silvestres”, afirman los expertos en el tema.
Es que ahora
hasta los genes se registran. Las estadísticas son apabullantes: se
estima que un 25 % de las medicinas que se venden en Estados Unidos
provienen de compuestos extraídos de 40 plantas y que, hasta ahora,
sólo se ha estudiado el 1 % de las 250.000 especies de flora
conocidas en el mundo.
Si es Bayer…
La doctora
Cristina del Campo, ex-jefe del área jurídica de la Agencia Córdoba
Ambiente, comenta que en noviembre de 1999, la Aduana detectó, en el
Aeropuerto de nuestra ciudad, un cargamento ilegal de cactus
protegidos por envoltorios de la industria farmacéutica Bayer. El
envío tenía como destino Italia y era remitido por un investigador
de del Facultad de CIencias Exactas, Físicias y Naturales de la
Universidad Nacional de Córdoba.
La
ex-funcionaria, testimonia que la provincia debió invertir mucho
dinero para reimplantar los ejemplares que intentaban sacar
ilegalmente del país, tras lo cual, agrega que “Muchos convenios y
acuerdos de investigación entre Instituciones de nuestra provincia y
organismos internacionales generan un campo abierto para el saqueo de
nuestros recursos naturales”. La abogada dice: “Los
investigadores, creo, no son conscientes de este peligro cuando
prestan colaboración para estos proyectos.”
Mientras esto
sucedía en nuestra provincia, el secuestro de una planta peruana,
por parte del gobierno japonés, de gran utilidad y poco conocida,
motivó un escándalo en los medios de comunicación de ese país. El
Yacón, vegetal nativo de los Andes y pariente del girasol, tiene
sabor dulce pero no engorda, por lo que este vegetal podría
suplantar a cultivos, como la caña de azúcar.
Viendo este
enorme mercado potencial, los japoneses investigaron y patentaron
derivados de aquella planta por más de una década.
A principios de
este año, cuando el escándalo del Yacón inquietaba, la FAO
trabajaba para apelar, legalmente, el patentamiento de una variedad
de un cereal mexicano, por parte de una empresa de semillas
estadounidense.
Capitán Garfio
El problema es
mundial. Tal saqueo del patrimonio natural y genético en los países
sub-desarrollados logró que Malasia, acorralada por la biopiratería,
establezca la entrega de los premios “Capitán Garfio”, que
denuncia públicamente a los principales responsables de este
comercio espurio. ¿Quién está monopolizando sus genes o patentando
sus plantas?, preguntan.
Ya no necesitan
extraer toneladas de plantas. Ahora, de una pequeña hoja se puede
regenerar una planta completa. Basta una minúscula hojita para
conocer toda su composición y reconstruir el vegetal completo. Por
eso, la urgencia de proteger nuestros derechos biológicos.
“Necesitamos invertir en bancos de germoplasma y hacer inventarios
de lo que tenemos”, sostienen los especialistas, porque ecosistemas
enteros están bajo la voracidad de los mercaderes extranjeros que
encuentran cómplices incautos en nuestras Universidades y Centros de
Ciencias.
No traen
espejitos de vidrio, sino subsidios para nuestros afligidos
investigadores, y con ello, manipulan su trabajo y conocimientos. La
bióloga Stella Maris Luque, recuerda que en un Encuentro de
Biodiversidad realizado en Córdoba, el Jardín Botánico Real de
Kew, presentó una propuesta a un grupo de docentes e investigadores
de la Universidad, ofreciéndoles formación técnica, medios de
movilidad, y recursos financieros. “Es muy tentador porque tenemos
escasos recursos”, reconoce y luego explica que: “La defensa de
nuestra biodiversidad, del agua, de los recursos energéticos, la
efectuamos con subsidios muy reducidos y, a través de esos
financiamientos externos, podemos comprar un auto para nuestras
investigaciones en el campo o alguna computadora para la Facultad”.
Sin embargo, advierte que “Debemos estar alertas y ponerle freno a
esto porque, de manera encubierta, se entrometen en el manejo de
nuestros recursos”. A cambio, dice la investigadora “Tenemos que
dar un listado de especies y dejar que ellos intervengan en el manejo
de las variedades y del germo-plasma que sacan de los sistemas
naturales de Córdoba. Es venir y meter la mano en nuestro patrimonio
natural, por eso dijimos que no, a pesar de nuestras carencias”,
expresa la bióloga.
El instituto
botánico inglés, que realizó la propuesta, recibe más de 2.500
paquetes de semillas del mundo entero, al año. un naturalista afirma
que el Jardín Botánico Real saquea, sin contemplaciones, el planeta
entero.
¿Las plantitas
son ajenas?
Los cordobeses,
no conocemos el valor de las especies que conforman nuestra
biodiversidad agrícola y silvestre: “Si queremos saber que
recursos naturales tenemos, la investigación debe partir de nuestras
necesidades para manejar esos saberes estratégicamente, no como
siempre, que abrimos las puertas para que se lleven todo”, asegura
la docente universitaria.
Esta metodología
de bio-piratería, también incluye la apropiación del conocimiento
tradicional, relacionado con plantas y semillas, por parte de
empresas agroindustriales, farmacéuticas o de industria
biotecnológica. “Se van a llevar la información y el manejo de
nuestro germoplasma. Hoy, encontramos que en Salta, Jujuy, Santiago
del Estero, Catamarca y La Rioja, por diferentes vías, esta gente
concreta su propuesta: financian la formación de Centros de
Biodiversidad, con los cuales acceden a conocer los componentes
nativos de la flora y la fauna. Me atemoriza dejar en manos de
extranjeros nuestros recursos naturales”, concluye Luque.
Casos de
biopiratería en América, durante los últimos años:
* La unidad de
investigación médica de la Marina de Estados Unidos recogió
muestras de sangre en Lima e Iquitos, en Perú.
* Organizaciones
de agricultores de los Andes iniciaron una campaña para derogar una
patente de la Universidad del Estado de Colorado (Estados Unidos),
que incluía decenas de variedades tradicionales de la quinua, planta
andina.
* Una compañía
sueca de nombre Biogaia patentó un microorganismo extraído del seno
de una mujer peruana. El hongo fue comercializado en yogures y otros
productos vendidos en Escandinavia.
* Gracias a la
intensa presión de pueblos indígenas de la Amazonia, la Oficina de
Marcas y Patentes de Estados Unidos canceló una patente que había
otorgado sobre la planta sagrada Ayahuasca. Sin embargo, años
después, la patente fue reinstalada, concediéndosela nuevamente al
ciudadano norteamericano que la había solicitado originalmente.
* La Asociación
Kechua-Aymará y grupos de campesinos de los Andes, reveló que
existía una patente sobre una variedad de un poroto, otorgada a una
empresa estadounidense.
* Los Kallawaya
de Bolivia y Perú preocupados por la comercialización de varias
plantas medicinales propuestas por la Universidad de Texas y una
compañía farmacéutica japonesa han presentado recursos judiciales
en organismos internacionales.
* Sala de Prensa
Ambiental autoriza la reproducción total o parcial de textos e
imágenes, en medios no-comerciales, citando la fuente.
Fuente:
Daniel Díaz Romero - @danieldiazromer, Los bio-piratas están en Córdoba, 09/11/17, Sala de Prensa Ambiental.
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