Hace
sesenta años en el pueblo Kyshtym sucedió una catástrofe que la
URSS escondió y la CIA prefirió no divulgar. El resultado de la
catástrofe convirtió a la zona en el área con mayor radiación en
todo el mundo.
Seguramente
por su vinculación con lo bélico, la industria nuclear siempre
estuvo asociada al secreto. Tanta ha sido la fruición por el
secreto, que de un desastre ocurrido en la Unión Soviética hace
sesenta años se discute hasta su existencia. A fines de los setenta,
el científico soviético disidente Zores Medvedev publicó un libro
llamado "Desastre atómico en la URSS" y no era una
predicción, obviamente, del que ocurriría una década más tarde en
Chernobyl.
Medvedev
describía la catástrofe de Kyshtym, la explosión de un depósito
de residuos radiactivos acumulados -en secreto, obvio- en sitios
subterráneos y procedentes de reactores usados con fines militares.
El accidente, según se logró precisar con testimonios posteriores
referidos en voz baja y en cuentagotas, ocurrió en Ozyorsk, un
pueblo del distrito de Chelyabinsk, 1.800 kilómetros al este de
Moscú. Ozyorsk era la ciudad creada como residencia para quienes
trabajaban en la también secreta planta de Mayak, aunque es una
suposición ya que no figuraba en los mapas de la época: los
soviéticos borraban de la cartografía aquello que pretendían
esconder de sus enemigos en plena Guerra Fría. Así, el desastre
pasó a situarse en Kyshtym, un pueblo que sí estaba en los mapas.
La
planta, lejos de cumplir mínimos estándares de seguridad, fue capaz
de construir en 1949 la primera bomba nuclear soviética. Pero Moscú
pedía más: en la década siguiente más de 17.000 obreros
recibieron sobredosis de radiación y la costumbre de arrojar los
desechos al río causó enfermedades en los pueblos que se
encontraban río abajo.
La
noche del 29 de septiembre de 1957 el cielo de los Urales se iluminó
de colores. No eran las auroras boreales con las que especularon los
medios locales en los días posteriores. La masiva e inesperada
llegada de funcionarios moscovitas y la exigencia de sacrificar el
ganado indicaban algo grave: la posterior decisión de evacuar once
mil habitantes de veinte pequeños poblados, y después destruir sus
casas, lo confirmó.
Aquel
día el sistema de refrigeración de los desechos nucleares había
fallado y el calor había hecho estallar todo el sistema. La
radiación se esparció en un área de más de diez mil kilómetros
cuadrados. En 1992, cuando la Unión Soviética y el secreto
empezaban a disolverse, el Instituto de Biofísica estimó que había
habido no menos de ocho mil muertos. Aún hoy Chelyabinsk es
considerado el sitio con mayor contaminación radiactiva del planeta.
El
secreto, en verdad, había sido compartido. La CIA, responsable del
espionaje del enemigo, lo supo desde un primer momento y lo mantuvo
oculto hasta que apareció Medvedev. "Sacar a la luz un
incidente nuclear ocurrido en la URSS hubiese podido suscitar
preocupación en la población norteamericana residente en las
cercanías de instalaciones nucleares", explicó el The New York
Times en 1977. Todo fuese por mantener el negocio atómico a salvo.
Cicatrices
es una sección del programa Ambiente y Medio que se emite todos los
sábados a las 16 por la Televisión Pública Argentina.
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Fuente:
La historia del accidente nuclear en la Unión Soviética que hasta laCIA mantuvo en secreto, 30/10/17, Infobae. Consultado 31/10/17.
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