martes, 31 de octubre de 2017

Estación López: muerte y resurrección del pueblo que borró del mapa un tornado clase 4


A 25 años. El día que renació un pueblo bonaerense con el que se había ensañado el segundo tornado más potente registrado en Sudamérica.

por Guillermo dos Santos Coelho

Estación López es un muy pequeño pueblo bonaerense en el partido de Benito Juárez. Tiene 132 años. O 25, según lo que se cuente. Es un pueblo que murió en menos de 5 minutos y renació hace hoy dos décadas.

A unos kilómetros de la ciudad cabecera del partido, dueño de una estación de trenes primorosa, Estación López fue el escenario de destrucción material más arrasadora de un tornado en suelo argentino. Hace 25 años, un tornado categoría F4, el segundo más potente registrado en Sudamérica, se ensañó con el pueblo de cinco cuadras de largo por tres de ancho. Y no dejó, literalmente, casi nada.

Ocurrió en un pestañeo la tarde del 6 de mayo de 1992, y en medio de un temporal que afectaba a buena parte del país. En esa zona del sur bonaerense la lluvia había caído todo el día. Poco antes de las 6 de la tarde, se transformó en granizo con tamaño de pelotas de golf. A las 18.20, todo paró, pero Estación López se quedó sin luz. Diez minutos más tarde, y de la nada tras la calma, el viento se aceleró a 200 kilómetros por hora, tomó forma el tornado e impactó de lleno en el pueblo.

Clara Bustos estaba en la Delegación Municipal cuando ocurrió el tornado. Después de las ráfagas de viento enloquecidas, corrió a la casa de su mamá, Tomasa, y se encontró con escombros, como buena parte del pueblo. Sus siete hermanos estaban vivos: dos semienterrados y los otros debajo de una providencial mesa sin un rasguño. Pero su madre y una vecina que había buscado refugio ahí murieron.

Tomasa tenía 46 años, era viuda y había llegado a Estación López a los 16, sin saber leer ni escribir y con poco más de lo que llevaba puesto encima. Su muerte fue un tremendo desgarro para el pueblo.

No fue el único. Otra víctima fatal fue Raúl Abel Romero. El viento levantó por el aire la camioneta en la que viajaba y lo sacó de un tirón de la cabina. Cuando volvieron al suelo, cuerpo y vehículo con las ruedas girando hacia el cielo, entre los dos mediaba más una cuadra de distancia.

Increíblemente, fueron sólo 4 los muertos. Hubo más de 100 heridos, casi la mitad de la población de Estación López. Las casas en pie tras el tornado se contaban con los dedos de una mano: solamente cinco.

Fue el segundo tornado más potente en Sudamérica, un F4 que alcanza menos del 1 % de los tornados que se registran en el mundo. El único más poderoso en esta parte del continente, y que ostenta el record en el hemisferio sur, fue el mítico tornado de San Justo en 1973, que dejó más de 60 muertos. Había sido F5 y objeto de estudio por los especialistas de todo el mundo.

La inmensa mayoría de los 245 habitantes de Estación López debió emigrar. Muchos se fueron a Benito Juárez, que les abrió las puertas con solidaridad. Pero las ruinas no quedaron como tales. A los pocos días, en una de las pocas paredes que quedaron en pie, alguien escribió un grafiti: “Me caigo cien veces y cien veces me levanto”.

El pueblo renació en menos de seis meses. Con trabajo mancomunado entre el municipio, los vecinos y el gobierno provincial, el 31 de octubre Estación López tuvo su segunda fundación.

Ese día, como si fueran turistas en su propia tierra, los vecinos se sacaban fotos frente a las 66 casas nuevas, blanquísimas, y los árboles recién plantados. A los que acompañaban desde hacía décadas el lento desarrollo del pueblo los había arrancado el viento en esos tres minutos fatídicos.

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