lunes, 9 de octubre de 2017

Glifosato sí o no: la batalla europea por el herbicida se recrudece

Foto: Mathieu Asselin

Con una petición popular de estudio de un millón de votos, la UE tiene que decidir antes de diciembre si renueva la licencia para el uso del polémico compuesto químico.

El ministro italiano de Agricultura, Maurizio Martina, tomaba posiciones en Twitter esta semana al compartir la etiqueta #StopGlifosato. La licencia para matar malas hierbas en la Unión Europea caducó para los productos que contengan este químico en junio de 2016, y las discusiones en Bruselas sobre si debe prorrogarse se alargan. Pero la renovación temporal -extendida entonces a falta de acuerdo- expira en diciembre. La Comisión Europea ha propuesto conceder un nuevo permiso de 10 años, pero la resistencia crece entre las dudas sobre su peligrosidad, acusaciones cruzadas y demandas.

Precisamente este miércoles, en matrimonio francés, los Grataloup, anunciaba la interposición acciones legales contra los fabricantes de herbicidas a base de glifosato, a los que culpan de la discapacidad de Theo, su hijo de 10 años. El chico sufre graves malformaciones en esófago y laringe, tiene problemas para respirar y ya se ha sometido a más de 50 operaciones. Sus padres creen que el hecho de que la madre inhalara Glyper -uno de los productos a base del polémico químico- durante la gestación es la causa de los problemas de su hijo.

Aunque la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ve “improbable” la vinculación del glifosato con el cáncer en humanos, -y en eso se basa el Ejecutivo comunitario para proponer la renovación de la licencia- abundan las acusaciones en este sentido. En Estados Unidos, un tribunal federal desclasificó en marzo documentos que sugerían que el gigante de productos agrícolas Monsanto había preparado estudios favorables a este compuesto, el herbicida más utilizado del mundo, que luego se habían adjudicado a expertos académicos. Y hay sospechas en sentido contrario, con científicos relacionados con el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer acusados de haber obviado datos sobre la inocuidad del producto.

También esta semana, los líderes de los grupos del Parlamento Europeo han pedido que se vete la presencia de los grupos de presión y ejecutivos de la empresa estadounidense en la Eurocámara después de que Monsanto se negara a acudir a una sesión sobre su presunta influencia en estudios científicos. La compañía adujo que no era el foro adecuado para discutir esas acusaciones y no atendió la llamada de los parlamentarios. Según Monsanto -cuya compra por parte de la alemana Bayer también está bajo la lupa comunitaria- el proceso de ampliación de la licencia del glifosato está "en muchos aspectos secuestrado por el populismo".

Mientras numerosas organizaciones ecologistas y de otros ámbitos de la sociedad civil se oponen a esa prórroga y más de un millón de personas ha firmado una petición en ese sentido, Copa-Cogeca -la principal agrupación de productores agrícolas del continente- pide su mantenimiento. En un comunicado, han advertido del riesgo de dejar a los agricultores europeos en posición de desventaja frente a los extracomunitarios, y ha pedido confianza en la evidencia científica sobre la seguridad del glifosato.

Independientemente de la decisión comunitaria, los países, regiones o ciudades pueden vetar su uso de forma interna. En España, Barcelona lo prohibió en 2015 y la Comunidad de Madrid veto el año pasado su uso en las carreteras de su competencia. Francia (el mayor productor de alimentos comunitario), Austria y, a juicio por el tuit de su ministro de Agricultura, también Italia, son los únicos Estados de la UE que han manifestado públicamente su oposición a la continuidad del glifosato. Aunque París parece haber relajado su posición y se ha mostrado abierto a una renovación transitoria antes de su prohibición total.

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