sábado, 7 de octubre de 2017

El discurso ausente en la cumbre

Aunque con excepciones, el discurso que inundó la cumbre tiene algunos supuestos que pueden cuestionarse.

por Lucas Viano

Se fue otra Cumbre de Economía Verde y ahora viene la parte más difícil: actuar. Pero antes de actuar, conviene repasar lo que se dijo. El foro dejó un mensaje claro: el desarrollo sustentable ya es un negocio.

El presagio se hizo realidad. “El poderoso caballero, don dinero” iba a ser la fuerza motora para que el mundo pensara en serio que no podemos dañar más al planeta. No lo fueron la diplomacia internacional, el lamento de ONG, campesinos y comunidades indígenas ni nuestra responsabilidad ética de reparar el daño que ya le hicimos a la naturaleza.

Aunque con excepciones, el discurso que inundó la cumbre tiene algunos supuestos que pueden cuestionarse.

El primero es la fe ciega en la innovación tecnológica como la llave mágica que destrabará todas las malarias ambientales.

El caso extremo es el mencionado por el premio Nobel de Economía Edmund Phelps en su conferencia. Comentó que existe tecnología para capturar el dióxido de carbono y poder venderlo.

La captura de carbono es quizá la tecnología más vieja de la historia del mundo. Pastos, arbustos y árboles lo hacen desde hace millones de años. No hace falta insistir en por qué es importante evitar el desmonte y empezar a forestar.

En esa misma visión, reside otro supuesto: la naturaleza es una fuente de recursos. Es un concepto heredado de la economía clásica y que sigue arraigado en empresarios, economistas y en el común de la gente.

Pero esa naturaleza es finita; por lo tanto, hay que tratarla como un bien común. Es nuestra única casa. Sin ambiente, no hay economía. Este deber ético de cuidar nuestro hogar universal a veces se pierde entre tantas oportunidades de negocios.

Otra conclusión de la cumbre es que, si bien el cambio climático y el drama ambiental son globales, Argentina hoy está en una sintonía diferente a la del resto del mundo.

Un ejemplo: en la cumbre, se mencionó que los consumidores parecen estar dispuestos a pagar un poco más por productos que sean sustentables. Por el contrario, los argentinos ajustan hoy sus bolsillos para comprar la versión más barata del producto.

Lo mismo ocurre con el mercado laboral. Varios disertantes mencionaron que en otras naciones los trabajadores ya están poniendo en la balanza los valores y acciones ambientales que tienen las empresas, a la hora de decidirse por un empleo. Para los trabajadores argentinos, eso puede parecer un lujo frente a una coyuntura donde la oferta de empleo es escasa y, en muchos casos, precarizada.

La Laudato Si del papa Francisco resume el discurso ausente en la cumbre. “La idea de un crecimiento infinito o ilimitado, que ha entusiasmado tanto a economistas, financistas y tecnólogos, supone la mentira de la disponibilidad infinita de los bienes del planeta, que lleva a ‘estrujarlo’ hasta el límite y más allá del límite”, dice una parte de la encíclica.

Y agrega: “No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socioambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y, simultáneamente, para cuidar la naturaleza”.

La metáfora que da inicio a la encíclica lo ilustra mejor: “Nuestra casa común es también como una hermana con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos”.
Fuente:
Lucas Viano, El discurso ausente en la cumbre, 07/10/17, La Voz del Interior. Consultado 07/10/17.

No hay comentarios:

Publicar un comentario