Marcha en defensa del Bosque Nativo en la ciudad de Córdoba, el 1 de marzo de 2017. Foto: Federico del Prado |
Inundaciones históricas y desertificación son dos efectos de la eliminación del 90 % del bosque nativo en la provincia. Movilizaciones inéditas hicieron visibles cientos de conflictos contra los negociados y la especulación. Las comunidades, la política y el lugar de la democracia.
por Sergio Ciancaglini
Córdoba -
Urgente. Núcleos del establishment político oficial junto a
sectores del agronegocio y del quehacer inmobiliario, lograron
estimular de un modo inédito en la historia cordobesa la defensa de
los bosques nativos, el medio ambiente, y la participación social.
El logro se
obtuvo mediante el intento de votar una ley que podría eliminar lo
que queda de bosque autóctono. Eligieron una fecha que tal vez
simboliza la relación que las llamadas clases dirigentes suelen
tener con los supuestos dirigidos: 28 de diciembre.
El Día de los
Santos Inocentes habilita a hacerle creer al prójimo cosas falsas -como suelen hacer el periodismo y la política- con fines
supuestamente humorísticos. Se recuerda así la leyenda bíblica
sobre la matanza de inocentes, o indefensos: los menores de dos años
fueron pasados por la espada en Belén, acto de tolerancia cero para
que el rey Herodes no perdiera el poder según lo habían vaticinado
los magos, oráculos y encuestadores de la época. Matando a todos
los indefensos, Herodes eliminaría al nuevo Mesías, a quien creía
su rival en la interna del futuro. No lo logró.
Los cordobeses no
se resignaron a la indefensión, a los oráculos, ni a que la
inocencia les valga. Desde el 28 de diciembre de 2016 hasta ahora se
movilizaron para frenar esa ley. La mutilación ya producida de más
del 90 % del bosque originario es el origen de al menos dos desastres
actuales: la desertificación y las inundaciones.
Nació así la
CoDeBoNa, Coordinadora en Defensa del Bosque Nativo, red que reúne a
cientos de conflictos socioambientales que venían ocurriendo al
mismo tiempo en toda la provincia pero aisladamente entre sí. “Suena
irónico pero somos una creación del gobierno. Estábamos, pero no
nos habíamos dado cuenta” dice Atilio Palacios, ingeniero
agrónomo. Ahora se conocieron, se conectaron y actúan en común, lo
cual demostraría que el árbol no les tapó el bosque.
Dólares
originarios
El origen de esta
movida inédita ocurrió cuando sectores ruralistas junto al
oficialismo que conduce el gobernador Juan Schiaretti (Unión por
Córdoba) plantearon en 2016 una idea: que la actualización de la
ley de Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos (OTBN) que debe
hacerse cada cinco años redujera la zona roja -bosque que no se
puede desmontar- de casi 2 millones de hectáreas a 600.000.
“De ese modo,
1.400.000 hectáreas se hubieran valorizado automáticamente en unos
300 dólares más cada una como promedio, porque pasaban a estar
liberadas para otros usos agropecuarios o inmobiliarios. Es un
negocio de 420 millones de dólares” explica el biólogo Federico
Kopta, del Foro Ambiental de Córdoba.
Hipótesis docta:
el gobierno nacional había eliminado, o casi, las retenciones al
campo. Al dejar de recibir su parte de esas retenciones, la provincia
resolvió actualizar el impuesto inmobiliario rural que estaba
congelado desde hacía 10 años. La nueva ley aparecía entonces como
una compensación para no enfurecer ruralistas y asfaltar negocios
territoriales para los cuales los bosques son una molestia.
Algunos detalles
del proyecto político-empresarial:
Además de intentar reducir la zona roja a la tercera parte, el nuevo proyecto borra de un plumazo 254.000 hectáreas de bosque intangible (inviolable) mediante un mecanismo sintáctico: no las menciona.
No figuran las áreas en infracción por desmonte ilegal: en lugar de cumplir con la obligación de reponer montes, se amnistía de hecho a quienes los mutilaron ilegalmente, y ya no se considera a esas zonas como parte siquiera potencial del bosque.
Garantiza el proceso de “participación pública” hacia adelante: ahora convalidan un ordenamiento ilegal, pero la participación pública queda para 2022.
Levanta la prohibición actual de desmonte con agrotóxicos, y se reducen las multas por desmontes ilegales.
El texto presenta trampas sintácticas. Habla de “restauración en bosques nativos” en lugar de “restauración de bosques nativos”.
No presentaron el mapa vectorial -que define con standard tecnológico el territorio- sino uno impreso en una hoja de A4, lo cual conduce a todas las confusiones imaginables, ya se sabe a favor de quiénes.
El naguán
(autoridad) de la comunidad Ticas del pueblo Comechingón, cuenta a
Mu un caso: “En nuestro territorio, en Bialet Massé, han
desmontado con dos topadoras para hacer el loteo Valle Esmeralda.
Pudimos frenarlos un día que habían tirado 200 metros de monte,
pero han hecho un desastre. Es zona roja. La municipalidad no
controla nada”. La publicidad ambientalmente correcta asegura que
el barrio es “eco-sustentable”. Cada lote cuesta alrededor de
165.000 pesos.
Retoma Kopta:
“Todo es bochornoso. La ley vigente de 2010 (9814) ya había sido
una burla al proceso de participación pública. Hicimos todas las
objeciones a la nueva ley, pero el gobierno cerró la Mesa de Diálogo
en diciembre de 2016. Mandó todo a la Legislatura para que actúe
como organismo técnico, lo cual es otro disparate porque es un
órgano político”.
A comienzos de
diciembre se creó la CoDeBoNa, y comenzaron las convocatorias a
reunirse y movilizarse por las redes sociales y los medios
comunitarios. Los legisladores olvidaron que, para aprobar la ley,
debían llamar a una audiencia pública (es lo que establece la Ley
de Política Ambiental que el gobierno cordobés promulgó mientras
sucedía el conflicto en Ituzaingó Anexo). El 19 de diciembre
llamaron a audiencia para dos días después, en Villa María del Río
Seco, a 180 kilómetros de Córdoba.
La velocidad de
la trampa fue menor que la de los vecinos. Melina Dassano, de Ecos
Córdoba y la CoDeBoNa: “Hicimos una cola de 400 personas para
firmar una cautelar. Recién nos conocíamos, no tuvimos tiempo de
organizarnos, pero espontáneamente se generó confianza”. La
confianza fue un capital de acción: la cautelar hizo caer la
audiencia. Kopta: “De un lado quedó el interés económico. Del
otro, el bien común”. Quedaba la sesión del 28 de diciembre para
resolver semejante dilema.
Travesti rural
La Legislatura
tuvo una excelente mala idea en esos días: hacerle un homenaje a
José Luis Serrano, por sus 30 años como intérprete de Doña
Jovita, una abuela entrañable, zarpada y tecnológica, personaje
célebre en Córdoba y varias provincias. (Como los medios que se
dicen nacionales en realidad son porteños, Doña Jovita es ignorada
en Buenos Aires donde sólo se emite humorismo en algunos programas
disléxicos y en los spots electorales).
Serrano recibió
el reconocimiento, anunció a los legisladores que se iba a cambiar
de ropa para volver en su rol de “primer travesti rural”, y dejó
con el micrófono a Churly Carrozo, que cantó Pájaros Desalojados,
toda una defensa del bosque nativo. Algunos legisladores aplaudían,
otros simulaban mirar sus celulares. Doña Jovita-Serrano criticó
luego el destrozo ambiental y viralizó un video que filmó con un
palo de selfie hecho con una rama de bosque nativo, llamando a la
marcha. Fue apoyada por Raly Barrionuevo y Fabián Gómez, más
conocido como Piñón Fijo.
Fisura
oficialista: olfateando el ambiente social, el ex gobernador José
Manuel De la Sota -que viene turnándose con Schiaretti en el poder
desde 1999- llamó a Serrano para solidarizarse. Trascendió que
“sus” diputados no tratarían la ley el 28 de diciembre. La
sesión estaba llamada.
La marcha
también.
NiUnÁrbolMenos
Datos: quedan en
Córdoba 300.187 hectáreas de bosque prístino, casi sin
intervención en los últimos 100 años (2,27 % del bosque original);
865.808 hectáreas (6,56 %) de bosques abiertos, que han sufrido talas
de diversa magnitud; y 2.571.034 hectáreas que reúnen diversos
tipos de matorrales que también son parte del monte. Desde que
comenzó el modelo sojero, a fines de los 90, se devastaron 295.000
hectáreas. Argentina es uno de los 10 países del mundo más
depredadores de sus bosques.
Lo que la
CoDeBoNa (y hasta la ley de 2010) defienden es un total de casi 4
millones de hectáreas de bosques en distinto estado, de las cuales
1.986.158 son zona roja. Es el territorio en el que, si el bosque fue
eliminado, puede regenerarse. “Es un error defender solo las
300.000 hectáreas de bosque prístino: los ruralistas estarían de
acuerdo. Se defiende el total”, informa Kopta.
Hubo hasta ahora
tres marchas en la capital convocadas a través de Facebook, medios
comunitarios, Twitter, el poderoso boca a boca, y un mismo soporte
técnico: la desesperación. La primera ocurrió el 28 de diciembre
de 2016. En la Legislatura, el oficialismo precisaba 36 votos de 70,
mientras afuera se iba amasando un acto que llegó a 15.000
manifestantes, aunque algunas agencias publicitarias como Cadena 3
informaron que había 300 personas. La ley ya se había caído, sin
apoyo del FIT, Pro y Cambiemos, FpV y delasotistas.
La imagen en la
calle: cientos, miles de personas con los brazos enlazados que casi
danzan cada paso mientras cantan juntas, o corren y gritan: “Somos
el monte que marcha”. Hay un árbol de la vida, con guirnaldas
coloridas y pájaros de papel. Guitarras, bombos, cornetas, risas,
candombe y chacarera.
Carteles: “El
bosque es vida”, “Verdadera participación”, “No al desmonte,
la corrupción mata”, “Derechos humanos, Derechos ambientales”.
Y miles de pancartas hechas a mano denunciando inundaciones,
contaminaciones, basureros, especulaciones. Todo tan distinto y tan
similar: una sorpresiva fiesta popular referida a temas supuestamente
sin rating.
El reclamo reunió
a vecinas y vecinos autoconvocados de toda la provincia, Movimiento
Campesino, científicos de las Universidades de Córdoba, Río
Cuarto, Villa María, pueblos originarios, el Conicet provincial,
fundaciones, centros vecinales, cooperativas, oenegés, gremios,
agrupaciones políticas, espacios agroecológicos: más de 200
experiencias de todo tipo.
El 1º de marzo
hubo otra marcha, 40.000 personas, y reiteraron la movida el 28 de
junio. Pero la movilización es más grande y menos visible: en todos
los barrios, pueblos y ciudades, diferentes grupos y asambleas
ciudadanas producen encuentros, recursos de amparo, eventos y
comunicaciones que son una acción o un latido cotidiano.
Aldo Gómez, el
naguán comechingón, lo define como “conciencia”. ¿Qué quiere
decir eso? Respuesta de compleja sencillez: “Estar despiertos”.
Federico Kopta
agrega: “Esto no pasó con ningún tema ambiental. Siempre la
movilización es una respuesta a una amenaza directa: te contaminan,
te enferman, te ponen una antena, te instalan a Monsanto. Aquí la
amenaza es supuestamente más indirecta, pero se entendió que esto
no da para más”.
Atilio Palacios,
ingeniero agrónomo, profesor de la UNC y otro activo participante de
la CoDeBoNa, enumera: “Hubo que perder 30.000 personas para llegar
al Nunca Más. Miles de mujeres golpeadas y asesinadas para que
digamos Ni Una Menos. Miles de muertes en la ruta para que haya
tolerancia cero de alcoholismo”. Melina: “Avanzamos con tracción
a sangre”. Atilio completa: “Y ahora tuvimos que perder gran
parte del monte, pero al final nos dimos cuenta de que estamos en
riesgo total y que hay que decir: ni un árbol menos, ni un bosque
menos”.
¿A quién le
importa el bosque?
El terremoto
verde tiene antecedentes en Córdoba. Allí nacieron las Madres de
Ituzaingó Anexo, barrio del sudeste de la capital: 272 muertes, 82
por tumores, 150 adultos y niños que padecen distintos tipos de
cáncer por las fumigaciones vecinas. Las Madres lograron la primera
condena en la historia contra un productor y un aplicador de
agrotóxicos en 2012. Todavía resta un juicio, la llamada “causa
madre”, con seis imputados en total.
Malvinas
Argentinas logró impedir definitivamente en 2016 la instalación de
Monsanto, tras cuatro años de asambleas y acampes. Las encuestas
mostraban que más del 70 % de los cordobeses apoyaron esa
resistencia, en el límite de la propia capital.
En 2015 habían
ocurrido las inundaciones en Sierras Chicas (Villa Allende,
Mendiolaza, Unquillo, Saldán, Río Ceballos), también cerca de la
capital: 13 muertos, 4.000 familias afectadas, incalculables daños
materiales y psíquicos a quienes las padecieron. La Universidad de
Córdoba (Equipo de Ordenamiento Territorial del Instituto Superior
de Estudios Ambientales) había advertido en 2013 que el avance de la
frontera urbana y el desmonte del bosque nativo implicaban serio
riesgo de inundaciones. No era el oráculo: era la ciencia genuina.
Kopta: “Todo
esto afectó mucho a la gente de la propia capital, que ve estos
hechos muy cercanos, o los sufre directamente”. Cecilia Sánchez,
docente de Punilla: “Y en cada lugar se viven situaciones
similares”. Daniel Díaz Romero, periodista ambiental, revisa su
agenda: “El acampe de la Asamblea Santa María sin Basura contra la
instalación del megabasural de Cormecor. El conflicto de Vecinos del
barrio San Antonio, capital, por contaminación de Porta Hermanos,
planta de bioetanol. Todas las asambleas relacionadas con la
contaminación, el desmonte y el desalojo de comunidades alrededor
del Lago San Roque, y contra la construcción de la Autovía de
Montaña. Candonga no se toca, contra los loteos en zona roja. La
Asamblea San José de la Quintana y San Isidro en defensa de la Vida,
que está frenando la instalación de una cantera. Asamblea Santa
María sin Basura, contra la planta de residuos peligrosos de Taym.
Las protestas por los desechos radiactivos en Los Gigantes.
Calamuchita contra el avance inmobiliario que destruye bosque. La
lucha vecinal contra el megaemprendimieto urbanístico del grupo
Eurnekián en el ex Batallón 141. Y hay muchos más”.
La actitud
cordobesa ha logrado otros triunfos, como el de la Asociación de
Amigos del Río San Antonio contra el megaemprendimiento El Gran
Dorado: la justicia obligó a la empresa a reforestar lo talado. Hubo
220 audiencias públicas por temas ambientales en cumplimiento de la
Ley de Política Ambiental. Sólo en una se logró frenar el
proyecto. El resto suelen ser actos de apuro más que de
participación, aunque los vecinos están aprendiendo, como lo
demuestra la Ley de Bosques.
¿Qué
democracia?
Enigma: ¿Cómo
entender tal nivel de movilización y respuesta en una provincia en
la que ganan Macri (71 % en 2015) o Unión por Córdoba, que
simbolizan las políticas y negocios que llevan a los problemas
ambientales? (sin olvidar que fue Cristina Kirchner quien anunció
con bombos y platillos la instalación de Monsanto, que los vecinos
lograron impedir). ¿Cómo entender la relación entre lo electoral y
lo social? Estas no son respuestas, son a lo sumo propuestas o pistas
para pensar esos misterios.
Vanesa Sartori,
asambleísta de Malvinas Argentinas: “El voto de 2015 fue de
castigo al kirchnerismo. Hasta muchos kirchneristas tenían la
contradicción de apoyarnos pese a lo que decía el gobierno
nacional. Hay gente arrepentida de haber votado a Macri. Pero hay una
ingenuidad de creer lo que dicen los candidatos. Córdoba tuvo
siempre una doble personalidad: la tradicional, conservadora,
estructurada, y por otro lado la de la Reforma, el Cordobazo, la que
sale a la calle y echa a Monsanto: una pulseada interna”.
¿Lo partidario
es político? Víctor Mazzalay es también asambleísta de Malvinas
Argentinas, politólogo y profesor de Teoría Política de la UCA
local: “Si ‘política’ es la toma de decisiones colectivas
sobre qué hacer con lo que nos es común, hay que decir que lo
electoral se ha despolitizado. Está vacío. Hay adhesiones
clientelares y comprensibles. Pero no sirve para canalizar tus
intereses reales. Lo partidario es una puesta en escena, o a lo sumo
un recorte muy pequeño que no permite la discusión sobre la vida,
la salud, la producción, el futuro. Entonces aparecen esas
experiencias y movimientos que dicen: acá estamos. Hacen política
real. Pero no tienen a quién elegir. Entre males, votan el mal
menor. Y después siguen movilizándose”.
Melina: “Lo que
más enoja a la gente es que no den el derecho a la participación”
dice, oponiendo lo representativo (diputados que en realidad
representan intereses corporativos) y lo participativo (comunidades
que quieren ser tenidas en cuenta). Atilio: “El ordenamiento
territorial es demasiado importante para que sea verticalmente
resuelto por un grupo de auto-autorizados que obedecen a
corporaciones que están decidiendo nuestra calidad de vida”.
Marcela
Fernández, abogada, ilustra: “El San Roque es un lago
absolutamente contaminado, con aparición de virus y sustancias
neurotóxicas que ya no se potabilizan. Pero abastece de agua a media
capital. El gobierno se lleva por delante a los ciudadanos, su
derecho a la salud, a la información y a la participación”.
Atilio calcula
que vivimos una época nueva: “Te movilizás vos mismo, y descubrís
que no necesitás a los partidos. De lo político partidario se pasa
a lo ciudadano. He visto gente del Pro, kirchneristas, peronistas,
del PO y radicales, que participan con la CoDeBoNa porque entienden
que les están reventando la vida a sus hijos y nietos, y que sus
propios partidos no mueven un dedo: ni hablan de estos temas”. La
pregunta podría ser: ¿Dónde reside, en términos prácticos, una
idea más lógica de democracia? ¿Entre quienes reclaman por los
bienes comunes fuera de la Legislatura, o entre quienes están
dentro? ¿En ambos?
El comechingón
Aldo Gómez habla con esa calma y elegancia que los urbanos tantas
veces perdemos: “La comunidad de los pueblos indígenas no delega
en una minoría su responsabilidad y su poder de decisión. La
autoridad no hace lo que quiere, sino lo que la comunidad dice. En el
sistema representativo es diferente. Por eso se habla tanto de
derechos y no de responsabilidades: los derechos son avasallados, son
producto de algo negativo. El conquistador cree que tiene derechos,
los pueblos atacados quieren recuperar sus derechos perdidos.
Nosotros preferimos pensar en una vida con responsabilidades, que es
lo que a uno le permite ser realmente libre. Una cultura en la que
nadie viole derechos, y en la que se logre la autonomía”.
¿Qué es
autonomía? “Ir gestando mi propio pensamiento, mi sentir, mi
actuar, mi reciprocidad con los demás y con la Naturaleza. También
en lo político, en lo económico, en toda la vida. Pero los que
gobiernan no quieren que pensemos, que actuemos, ni siquiera quieren
que comamos desde la autonomía”.
Aldo describe un
choque entre lo legal y lo genuino: “Si el sistema representativo
fuera genuino, las minorías a las que les delegamos el poder
estarían representando el interés de todos. Pero en realidad es un
poder que las minorías usan para someter a las mayorías. Digo
someter porque si uno no accede a lo que dicen aparece la policía”.
Su definición
sobre la época: “Es una cultura de la destrucción. Muy mezquina,
muy ignorante, aunque saben cuáles son las consecuencias. Pero
podrían ser más creativos y no usar la destrucción como forma de
avanzar en la producción, ¿no?”. Aldo define lo que ha venido
ocurriendo: “Una pueblada”.
José Luis
Serrano es la abuela Doña Jovita. Los ruralistas lo cuestionaron, a
él y a otros artistas, por su falta de “rigor científico cuando
muestran atracción por el aplauso fácil de un público
condescendiente”. El rigor científico de los ruralistas es un
tanto gaseoso. Pero Serrano, además de vecino de Traslasierra y
artista, es agrónomo. “Por mi vida y el estudio siempre tuve
conciencia de cómo se pierde biodiversidad. Entre las personas, los
que más pierden son los pobres. Se busca un productivismo y sobre
todo rentabilidad. La excusa es alimentar el planeta, pero sabemos
que eso es un cuento”.
Paisaje del
presente: “Hay un espíritu capitalista que no está dando
resultados, con 20 años totalmente desgobernados por el negocio de
la soja, sin ningún análisis sobre sus efectos. En el campo hay un
silencio de muerte, ni los grillos se escuchan. Además no hay una
idea cooperativa, un pensamiento genuino en el otro. Las prácticas
instalan un comportamiento corrupto en muchos productores, que se
desentienden de los riesgos. Hay demasiadas enfermedades, mucho
cáncer, una degeneración que llega a las conciencias”.
Con estos temas
Serrano no gana un aplauso fácil, sino que se ha complicado la vida:
“Me criticaron, me amenazaron, querrán perjudicarme, pero al final
no saben a quién pegarle porque esto es como Fuenteovejuna: todos
manifestándose. Las amenazas son lógicas: se les está cayendo un
negocio inmobiliario de millones y millones”.
Doña Jovita se
reivindica como vieja chillona. José Luis agrega algo que tal vez
explique cierto clima cordobés, en las personas y en las
comunidades: “No es sano resignarse. Hay que decir lo que uno cree
y uno piensa. Si uno puede, hay que decirlo con alegría. No hablo de
jarana, sino de pensar: me siento pleno por poder decir esto. Por
estar aquí y poder expresarme. Por no quedarme callado y por hacer
algo para que las cosas cambien. Puede parecer romántico, pero
prefiero amar el legado de la vida y la Naturaleza, antes que creer
que nuestro único destino en la existencia es ser exportadores de
soja”.
Fuente:
Sergio Ciancaglini, El Cordobazo verde, 23/10/17, lavaca.
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