El CIF confirmó
la presencia de metales pesados en el cauce que atraviesa la ciudad,
mientras la Provincia, la Municipalidad y las empresas privadas se
pasan la pelota sobre jurisdicción y responsabilidades.
por Celina
Alberto y Mercedes Mosca
Son poco más de
16 kilómetros de río que atraviesan el ejido urbano salteño, una
arteria moribunda a cielo abierto, con cauce diminuto en la temporada
seca y que se desborda sobre los barrios bajos en los meses de
lluvias. La cuenca Arias - Arenales, que recibe los efluentes
cloacales de más de 600.000 personas, es también destino final de
toneladas de desechos clandestinos -siempre contaminantes- volcados
por algunos de esos miles que se amparan en el descontrol del Estado.
Y en las orillas del sur de la ciudad, las que están bien lejos de
las postales turísticas, el río acusa el impacto brutal de las
industrias y de un basural colapsado que cada día recibe 800
toneladas de residuos sólidos.
Hace un mes, el
Cuerpo de Investigaciones Fiscales (CIF) del Ministerio Público dio
a conocer los resultados de un análisis de contaminación ordenado
por el fiscal Federico Jovanovics: en el agua superficial y
sedimentos encontraron cobre, nitritos, cinc en "valores muy
preocupantes".
Estos metales
pesados llegan al río por los lixiviados sin tratar de la basura
acumulada, baterías, pilas, motores, desechos industriales y
químicos. Lixiviado es el líquido que se produce cuando la humedad
de lluvias o condensaciones se cuela por materiales sólidos, y
arrastra con ella parte de esos materiales que atraviesa. Cuando
llega a la tierra desnuda, esa contaminación se filtra hasta las
napas subterráneas, se mueve debajo de la tierra y puede llegar a
los ríos cercanos o contaminar las reservas acuíferas.
Cuando ingresan
al cuerpo a través del agua, del aire o la piel, esos metales no
pueden eliminarse nunca más. Dentro del organismo pueden causar
desde alergias y problemas en la piel hasta cáncer, patologías
nerviosas o malformaciones.
Aguas turbias
Por todo esto, y
por los costos políticos y económicos que implica remediar el daño
ambiental y sanitario provocado, nadie quiere ser responsable de la
contaminación y los funcionarios se aprenden de memoria las normas,
leyes y regulaciones que mejor explican que la papa caliente le
corresponde al vecino.
El medio
ambiente salteño, que debe ser protegido desde el poder ejecutivo a
través de su ministerio de Ambiente y Producción Sustentable,
reparte entre sus secretarías el control y la salud de la tierra, el
aire y el agua donde vivimos. Irene Soler, a cargo de Ambiente, habla
de jurisdicciones, de responsabilidades, argumenta que no hay ningún
fallo judicial que confirme la existencia de contaminación y señala
que la salud del río le corresponde a la secretaría de Recursos
Hídricos, que del basural se encargan los municipios y cita a la Ley
7070 para explicar por qué los metales pesados en el agua no tienen
nada que ver con su área.
"Hay un
código de aguas y el primer artículo dice que la protección de
aguas superficiales, subterráneas y diques corresponde a la
secretaría de recursos hídricos", dice la funcionaria a La
Gaceta. "No tenemos los análisis del CIF para decir que existe
la contaminación. Dicen que hay cobre, nitritos y cinc en niveles
superiores a los que se marcan como valores guía para la vida
acuática. También hay otros valores para la actividad recreativa, o
el consumo de agua potable. Los más exigentes son para vida
acuática, esos son los superiores", dice. Para pasarlo en
limpio, la secretaria de Ambiente considera que la contaminación
existe solamente para la vida acuática, pero no para el consumo
humano o para actividades recreativas.
Algo similar
afirma Alfredo Fuertes, responsable de Recursos Hídricos, pero que
sin embargo considera posible que los valores encontrados pueden ser
todavía mayores en el estudio realizado por el CIF y se muestra un
poco más preocupado por el asunto.
"Antes del
canal Tinkunaku ya tenemos valores de plomo por encima de lo normal.
En lo que hace a los sedimentos, no tenemos parámetros, nos basamos
en normas de Canadá, y estamos en valores admitidos. Hay que ver qué
pasa en el Río Ancho, que antes de llegar a San Javier ya tenemos
valores altos de aluminio", dice, pero aclara que su secretaría
-en la que trabajan solamente cinco personas y debe monitorear el
agua de toda la provincia- no tiene laboratorio capaz de analizar la
presencia de metales pesados en el agua. Fue la denuncia penal la que
movilizó los recursos para poner en marcha el análisis exahustivo
de la cuenca.
Según los
resultados, el sector está contaminado desde el canal de Tinkunaku
hasta la unión del Arenales con el Río Ancho. "El vertedero es
un factor de contaminación, porque frente a San Javier nos dieron
valores por encima de lo permitido", asegura.
Desde el área de
ambiente de la Municipalidad, Federico Casas respalda la posición de
Agrotécnica Fueguina, concesionaria del vertedero, y asegura que los
monitoreos que se realizan cada tres y cada seis meses -también con
el laboratorio Induser- dan siempre valores normales.
El procedimiento
es, sin embargo, un tanto discutible. En Induser, Darío Benítez
cuenta a La Gaceta que los análisis que realizan en el vertedero son
"lo que pide el cliente", que las muestras de agua "se
toman de los pozos que nos indica el cliente", y dice desconocer
la representatividad de las muestras en lo que a contaminación
posible respecta. "No somos consultores ambientales. Hacemos lo
que el cliente nos pide y si esos pozos testigo son suficientes o no,
escapa a nuestro criterio. Nosotros sacamos las muestras y las
analizamos, nada más", dice.
Los resultados se
entregan a la Municipalidad y no hay otros controles sobre el predio.
"Todos los análisis que hacemos ninguno nos muestra
objetivamente que se hayan superado los parámetros admisibles, por
lo tanto no tenemos pruebas fehacientes de contaminación. El CIF ha
sido muy claro cuando informa que el ingreso de metales pesados es en
una muestra de agua tomada aguas arriba del vertedero", dice
Casas y con ese único dato, el de que se trate de muestras río
arriba, le alcanza para estar convencido de que la contaminación no
es responsabilidad del vertedero.
"Si tenés
una muestra contaminada aguas arriba, eso va a persistir aguas abajo
hasta que llegue a la desembocadura. El problema es donde ingresa la
carga de contaminación", agrega. "Aguas arriba del
vertedero está la planta depuradora de Aguas del Norte, entonces uno
infiere que trae un importante aporte de materiales desde ese sector
y es ahí donde hay que focalizar todos los estudios", señala
desde el corner, con la pelota ya cabeceada al ejecutivo provincial.
"No se hizo
un plan general de control del río. Hay organismos de la provincia
que podrían haberlo hecho. Todos los monitoreos y análisis en los
pozos, no muestran que exista esta contaminación desde las
operaciones del relleno. No se trata de defender a una empresa o a la
otra".
Amparo en
suspenso
El nombre de
Fuertes es uno de los que figura en la denuncia penal que presentaron
hace un año legisladores del Partido Obrero y vecinos de la zona
afectada por la contaminación, en contra de su persona y también
contra Miguel Isa, Gustavo Sáenz, los hermanos Darío y Oscar
García, responsables de Agrotécnica Fueguina.
Luego de la
denuncia, hace un mes también se presentó una solicitud de amparo
ambiental ante el juez Marcelo Domínguez, por las mismas causas.
Cristina Foffani es una de las demandantes y cuenta a La Gaceta que
el objetivo es emplazar a Sáenz a tomar medidas para proteger a los
vecinos.
El objetivo
central del pedido es detener la contaminación generada por el
Vertedero San Javier, al que señalan como el principal factor de
daño ambiental. "El intendente tiene que garantizar todas las
medidas para que haya una cuarta trinchera, impermeabilizarla y
disponer mediante relleno sanitario, captar los lixiviados, los gases
y cumplir con la ordenanza 3276 que exige que en tres años se
realice la totalidad de la separación en origen, en el 100 % de los
barrios", dice la concejala y enumera cuatro estudios que
prueban la contaminación: los análisis del CIF, la tesis doctoral
de la bióloga de la UNSa Laura Lamas, las auditorías del doctor en
Medio Ambiente Lucas Seghezzo y los análisis de Induser realizados
por la secretaría de Fuertes.
"Ya está
demostrado que el río está contaminado con los efluentes cloacales
de Aguas del Norte, con directa responsabilidad de la provincia que
no realiza monitoreos, además de ser responsable de Aguas del
Norte", dispara y la senadora Gabriela Cerrano completa la
lectura política desde su posición: "el Estado provincial se
muestra impotente para resolver el tema. Estamos hablando de metales
pesados, que es muy grave y no queremos llegar a las consecuencias
más graves cuando hay cáncer y retraso madurativo", dice.
"Creo que de fondo no hay voluntad política para ir a fondo, ni
desde la provincia ni del municipio. Sáenz sabiendo de esta
situación le renovó el contrato a Agrotécnica Fueguina, entonces
se trata de un beneficio directo a una empresa amiga, no hay otro
motivo para que aun contaminando le renueven el contrato".
Fuente:
Celina Alberto y Mercedes Mosca, Cuenca Arias - Arenales: ¿quién se hace cargo de la contaminación?, 14/10/17, La Gaceta de Salta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario