por Mario Osava
SINOP, Brasil, 2
oct 2017 (IPS) - “Desplazado por tercera vez”, Daniel
Schlindewein se transformó en un activista a favor de los afectados
por embalses en Brasil, tan combativo que la justicia le prohibió
acercarse a las instalaciones de la central hidroeléctrica de Sinop,
cuya construcción está en su fase final.
Era aún
adolescente cuando en 1974 una ampliación del Parque Nacional de
Iguaçu, en el suroeste del país, expulsó a su familia y otros
agricultores del área. Siete años después, sufrió un nuevo
desalojo por la construcción de la central hidroeléctrica Itaipu Binacional, compartida con Paraguay, que inundó 1.350 kilómetros
cuadrados.
Eran tiempos de
la última dictadura militar (1964-1985) y tratar de defender sus
derechos se castigaba con prisión y torturas.
Ahora hay leyes,
derechos reconocidos y mecanismos de defensa que hacen más visibles
los conflictos, como los desatados por la construcción de cuatro
represas en el río Teles Pires, en el norte del estado de Mato
Grosso, donde ahora vive Schlindewein, en línea recta cerca de 1.500
kilómetros al norte de donde nació.
El anuncio, en la
década pasada, de las nuevas plantas hidroeléctricas “contribuyó
a organizar la resistencia de movimientos sociales antes dispersos”
en Mato Grosso, reconoció a IPS la pedagoga Maria Luiz Troian, de la
Escuela Técnica Estadual en Educación Profesional y Tecnológica de
Sinop.
En 2010 nació el
Foro Teles Pires, que reúne a sindicatos, indígenas, pescadores,
organizaciones no gubernamentales, órganos religiosos, profesores
universitarios y movimientos como el de Afectados por Represas (MAB,
en portugués) y de los Sin Tierra (MST).
Se trata de un
foro “plural y sin jerarquías”, para la defensa de derechos
amenazados o violados por las hidroeléctricas, explicó Troian, una
de sus participantes más activas.
Agricultores que
tendrán sus tierras inundadas “son forzados a aceptar
indemnizaciones injustas, porque la alternativa seria la vía
judicial, que es incierta y demorada”, señaló.
“En la práctica
es expropiación, nos pagan cuatro veces menos que los precios en el
mercado de tierras local”, se quejó Schlindewein, de 56 años, uno
de los primeros asentados en la aldea Gleba Mercedes, en 1997, cinco
años después de emigrar del sureño estado de Paraná, atraído por
la posibilidad de tierras baratas en Mato Grosso.
“Muchos
desistieron porque llovía demasiado y se tardaba cuatro horas en
llegar a la ciudad de Sinop, a apenas 100 kilómetros, en ‘jerico’
(borrico, en portugués, y nombre de un carrito motorizado artesanal
que los campesinos trasladaron desde Paraná)”, recordó. La
electricidad solo llegó 10 años después.
Pese a las
dificultades, años después Schlindewein se trajo a su hermano
Armando, un año menor y divorciado, quien adquirió un terreno
pegado al suyo, separado por el Matrinxã, un riachuelo que
desemboca en el Teles Pires.
Los dos hermanos
comparten un tractor, otros equipos e incluso la casa del mayor, a
menos de 100 metros del riachuelo.
Pero la represa
pondrá fin a esa cooperación fraterna, porque el agua crecerá
hasta ocho metros allí, sumergiendo el pequeño puente de madera que
los acerca y obligándolos a mudar la vivienda más arriba.
La solución,
demandada por los Schlindewein, es aterrar las orillas y construir un
puente más largo y más alto. Esta modificación depende de la
Compañía Energética Sinop (CES), propietaria de la central, y es
importante para los vecinos, que así no tendrán que rodear el cauce
inundado del Matrinxã y ver alargar la distancia a la ciudad en 20
kilómetros.
De las 560
familias de asentamiento, también llamado Wesley Manoel dos Santos,
214 tendrán sus tierras total o parcialmente inundadas por el
embalse que se llenará en 2018.
Además de la
baja indemnización, algunos se quejan de que no se reconocieron
mejoras y bienes que perderán en su propiedad.
José da Silva
Teodoro, su mujer Jacinta de Souza y sus cuatro hijos tendrán 79 de
sus 81 hectáreas inundadas. Con la indemnización lograron comprar
70 hectáreas en un área cercana, pero “sin las tres aguas” de
que disponían, el Teles Pires al fondo y dos arroyos a cada lado.
“No alcanzaba
para comprar otro terreno dentro del asentamiento, fuimos expulsados
y perderemos los frutales, por los que nos dieron casi nada.
Sembraremos nuevos pero solo darán frutas dentro de cuatro o cinco
años”, lamentó Teodoro a IPS.
La pareja también
proviene del sur de Brasil y produce banano, mandioca (yuca), piña,
mango, gallinas, leche y queso.
Su vecino Ely
Tarabossi, con mujer y dos hijos, ya tuvo que renunciar a la mitad de
sus 100 vacas, porque el trajinar de camiones, tractores y autobuses
de la construcción le cortó el acceso al agua del río. Piensa
quedarse pese a que el embalse inundará 30 de sus 76 hectáreas.
“No tengo otra
opción”, se conformó. Aunque con renuencia, piensa dedicarse a la
soja, de la que Mato Grosso es el mayor productor, en forma de
monocultivo. “Acá ya se intentó todo, desde mandioca a pepinos,
el escollo es la logística. Estoy a 83 kilómetros de Sinop, la
horticultura es inviable, se pierde todo en la carretera”, explicó.
La extracción de
la madera fue “la primera economía” local y ayudó a limpiar la
tierra para la agricultura, según los antiguos asentados.
Luego vino la
ganadería, con la deforestación de áreas inmensas, y siguió la
soja, alternada con el maíz o algodón en un mismo año, que
dominaron la región del medio norte de Mato Grosso y se expandieron
al norte, ya en el bioma amazónico.
En ese contexto
llegó la construcción de las hidroeléctricas.
La central de
Sinop, a 70 kilómetros de la ciudad del mismo nombre, con potencia
de 408 megavatios (MW) y un costo de unos 950 millones de dólares,
favorecerá con su embalse de 342 kilómetros cuadrados las centrales
construidas rio abajo: Colider (300 MW), Teles Pires (1.820 MW) y São
Manoel (700 MW).
Sobre las
indemnizaciones, la CES aclaró que sus cálculos se basan en las
reglas de la Asociación Brasileña de Normas Técnicas, conocidas y
sujetas a la aprobación de los interesados. Las negociaciones, casi
concluidas, se hacen exclusivamente con cada propietario, informó a
IPS su departamento de comunicación.
“Todos los
afectados tienen reuniones y encuentros constantes con nuestros
equipos, siempre disponibles para cualquier requerimiento”,
aseguró. Puentes y accesos se harán con aprobación y
“participación activa” de los interesados, buscando minimizar
los impactos del embalse, acotó.
Para fomentar el
desarrollo local, la CES impulsa hace un año el Proyecto de
Producción Hortofrutícola en los asentamientos Mercedes y 12 de
Octubre, con la participación de 88 familias.
Para los grandes
agricultores el pecado del proyecto fue descartar esclusas en las
plantas y, en consecuencia, la hidrovía Teles Pires-Tapajós para
exportar la soja de Mato Grosso, ahora dependiente del transporte por
carretera.
“Las
hidroeléctricas responden a una necesidad del país, lamentablemente
su construcción se contrató antes de la nueva ley que obliga a
alistar canales para futuras esclusas”, observó a IPS el
presidente del Sindicato Rural de Sinop, Antonio Galvan.
Su esperanza
ahora es que se establezca la hidrovía por otro río cercano, el
Juruena, que junto con el Teles Pires conforman el río Tapajós, y
la red ferroviaria de Ferrogrão, de 1.142 kilómetros entre Sinop y
Miritituba, el puerto exportador en el Tapajós, en el amazónico y
norteño estado de Pará.
Editado por
Estrella Gutiérrez
Fuente:
Mario Osava, Centrales hidroeléctricas invaden economía agrícola en Brasil, 02/10/17, Inter Press Service. Consultado 04/10/17.
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