La comisión que
aprueba los transgénicos está en manos de investigadores vinculados
a las empresas. El organismo
clave en la aprobación de semillas transgénicas está dominado por
las empresas que los comercializan y por científicos afines. Los
nombres de los integrantes de la Comisión Nacional de Biotecnología
se conocieron luego de 26 años de secreto.
por Darío Aranda
Luego de 26 años
de funcionar en secreto, el Ministerio de Agroindustria informó
quiénes integran la Comisión Nacional de Biotecnología (Conabia),
espacio clave en la aprobación de transgénicos en Argentina. Y se
confirmaron todas las denuncias de organizaciones sociales y
académicos críticos: las empresas que producen y venden
transgénicos son las mismas que los aprueban. Se trata de Bayer,
Monsanto, Syngenta, Indear/Bioceres, Pioneer/DuPont y Don Mario,
entre otras. También son parte los empresarios del agro (Aapresid,
Aacrea) y académicos con conflictos de intereses. La aprobación se
basa en estudios de las mismas multinacionales (el Estado no realiza
análisis propios) y los expedientes son secretos.
La Conabia fue
creada en 1991 por el gobierno de Carlos Menem. En 1996 aprobó la
primera semilla transgénica. En tiempo récord (81 días) dio luz
verde para la soja (con uso de glifosato) que modificaría
radicalmente el agro argentino.
Los distintos
gobiernos evitaron informar quiénes eran los “científicos” que
aprobaban los transgénicos. En junio pasado se filtró el listado de
integrantes en el periódico cooperativo MU. De 34 integrantes
confirmados, 26 pertenecían a las empresas o tenían conflictos de
intereses. El dato fue retomada por la ONG inglesa GMWatch, traducida
al inglés y distribuida en instituciones académicas de Estados
Unidos y Europa. La noticia, bajo el título “La corrupción
transgénica”, comenzó a circular en ámbitos científicos.
En la última
reunión de Conabia fue un tema de discusión entre sus referentes.
Celebraron que ningún diario de tirada nacional haya tomado el tema,
decidieron hacer público el listado de integrantes (previa exclusión
de los más polémicos) y comenzaron a gestar dos campañas: una caza
de brujas para que no se filtre más información y, segunda,
acercamiento a periodistas y medios de comunicación para mejorar su
imagen mediante “publi-notas”.
La Conabia está
integrada por Miguel Rapela y Fabiana Malacarne, de la Asociación de
Semilleros de Argentina (ASA), donde confluyen todas las empresas
multinacionales de semillas transgénicas); Gabriela Levitus de
Argenbio (organización de lobby científico-político fundado por
las empresas Syngenta, Monsanto, Bayer, Basf, Bioceres, Dow, Nidera y
Pioneer); Alejandro Petek y Luis Negruchi (de la organización de
empresarios Aapresid, espacio de lobby transgénico, hoy presentes en
el Ministerio de Agroindustria), Silvia Lede (con pasado en la
multinacional Basf),
Abelardo
Portugal, ex presidente y referente de Aianba (Asociación de
Ingenieros Agrónomos del Norte de Buenos Aires) y parte de la
organización “Maizar” (donde participan todas las empresas del
sector). Aianba es auspiciada por Bayer, Dow y Monsanto.
El Ministerio
de Agroindustria tuvo especial cuidado en ocultar a integrantes que
hasta hace poco tiempo participaron y tuvieron influencia en la
aprobación de numerosos transgénicos: Miguel Alvarez Arancedo
(Monsanto), Magdalena Sosa Beláustegui (Bayer), Mirta Antongiovanni
(Don Mario), Gerónimo Watson (Bioceres/Indear), Atilio Castagnaro
(Estación Experimental Obispo Colombres, de los grandes ingenios
azucareros de Tucumán), Alejandro Tozzini (ex Monsanto, actual de
Syngenta), Gustavo Abratti (DuPont-Pioneer), Claudio Gabriel Robredo
(ex Monsanto), Mauro Meier (de la Asociación de Cooperativas
Argentinas).
Martín Lema,
director nacional de Biotecnología desde 2011 y máxima autoridad la
Conabia, cuenta con “papers científicos” firmados con las mismas
empresas de debiera controlar: Monsanto, Bayer, Syngenta, Basf y Dow
Agroscience.
Carla Poth es
investigadora de la Universidad Nacional de San Martín y su tesis
doctoral aborda la situación de la Conabia. Recordó que el accionar
de la Conabia tiene impacto en los territorios: masivo uso de
agrotóxicos, afecciones en la salud, desmontes, desalojos de
campesinos e indígenas, monocultivo.
“Que se
conozcan 26 años después es una muestra clara de que funcionó en
la oscuridad total. Fue eso lo que permitió la rapidez y
homogeneidad en las decisiones para aprobar las semillas
genéticamente modificadas, pilar fundamental del modelo de
agronegocio”, afirmó Poth. La investigadora no tiene dudas de que
la Conabia es “antidemocrática” y que se trata de un espacio
“asociado y consustanciado con las necesidades de las grandes
empresas” de semillas transgénicas y agrotóxicos.
También integran
la Conabia científicos que figuran con pertenencia a instituciones
públicas, pero con conflictos de intereses con las grandes empresas
de semillas y agrotóxicos: Dalia Marcela Lewi, Fernando Bravo
Almonacid, Mónica Liliana Pequeño Araujo, Hugo Permingeat, Lucas
Lieber, Mariano Devoto, Elba María Pagano.
Poth resumió:
“La Conabia es un ejemplo de conflictos de intereses, donde sus
integrantes son juez y parte. Desde las cámaras empresarias que son
parte del negocio y también ‘evalúan’ la inocuidad de sus
semillas, hasta los investigadores de universidades públicas u
organismos estatales que tienen convenios con las mismas empresas.
Son un ejemplo de la ciencia al servicio del mercado”.
Fernando
Cabaleiro, abogado de la ONG Naturaleza de Derechos que denunció el
accionar de la Conabia, precisó ejemplos las “enormes
irregularidades”: de todos los documentos de decisión emitidos no
se puede deducir quiénes los suscribieron y si existieron
oposiciones, en el caso de la soja “Intacta” (de Monsanto) se
“desconocieron principios esenciales de la evaluación de riesgos”
de organismo genéticamente modificados. La soja solo fue evaluado
para la Pampa Húmeda y no en el resto de las “bioregiones” donde
se siembra (NEA y NOA). Señaló que el juicio por la aprobación de
la soja “Intacta” se encuentra en la Corte Suprema de Justicia,
que tiene muy demorado su fallo.
El organismo
responsable en liberar semillas se soja, maíz, algodón, papa y caña
de azúcar no cuenta con ningún científico crítico a los
transgénicos. Tampoco permite la participación real de entidades de
la sociedad civil. Desde 1996, la Conabia aprobó 41 transgénicos
(de soja, maíz, algodón y papa). Las empresas beneficiadas fueron
Syngenta, Monsanto, Bayer, Indear, Dow, Tecnoplant y Pioneer y
Nidera, entre otras. Las mismas empresas que dominan la Conabia y
prometen que “los transgénicos son seguros”.
Los integrantes
de la Conabia
Los integrantes
de la Conabia, espacio clave en la aprobación de transgénicos son
Gabriela Levitus, Carlos Francia, Demién Bellido, Marcelo Criscuolo,
Carlos Bonfiglio, Fabiana Malacarne, Miguel Rapela, Juan Carlos
Fonzi, Abelardo Portugal, Julián Zimmermann, María Celia Etchart,
Nora Uberti Manassero, Mauro Meier, Luis Negruchi, Alejandro Petek,
Carlos Robertson Lavalle, Bernardo Debenedetti, Mariano Devoto,
Sandra Sharry, Andrés Venturino, Lucas Lieber, Hugo Permingeat,
Adrián Mutto Silvia Mundo, Sara Maldonado, Jorge Zavala, Gustavo
Schrauf, Miguel Galvagno, Juan Fernandino, Fernando Bravo Almonacid,
Silvia Lede, Teresa Velich, Eliana Tomchinsky, Luis Dóvalo, Santiago
Dalessio, Silvio Cravero, Gabriela Calamante, Federico Hozbor,
Nicolás Mucci, Elba Pagano, Dalia Lewi, Ramón Sanguinetti, Juan
Dotta, Paula Bonastre, Bernardo Alonso, Marcelo Sánchez, Silvia
Passalcqua, Ana Vicario, Mariano Podworny y Monica Pequeño Araujo.
Fuente:
Darío Aranda, De ambos lados del mostrador, 12/08/17, Página/12.
Los integrantes de la Conabia, 12/08/17, Página/12.
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