Garantizar que todas las personas puedan disponer de estos servicios básicos exigirá más que un incremento de los recursos.
por Catarina
de Albuquerque
Hoy
día, los noticieros se refieren con mucha frecuencia al agua; por
ejemplo, a la escasez de agua dulce debido al aumento del nivel del
mar, a las tensiones por el uso del agua y su utilización como arma
de guerra, y a las inundaciones y sequías como resultado de
fenómenos meteorológicos extremos. Incluso la palabra saneamiento
ha formado parte del léxico del desarrollo durante los últimos 10
años, por los esfuerzos concertados para informar a la gente sobre
las repercusiones de la falta de saneamiento sobre la salud y el
bienestar. Se sabe que las políticas proactivas en materia de agua
son vitales para la paz y la seguridad, y que el saneamiento es
esencial para la dignidad humana. El agua y el saneamiento son
fundamentales para muchos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible
acordados por las Naciones Unidas, como erradicar la pobreza y el
hambre, y fomentar la educación, la salud y la igualdad de género.
Así, por ejemplo, el retraso en el crecimiento, con sus graves
consecuencias a largo plazo sobre el desarrollo mental y físico, se
debe, en la mitad de todos los casos, a las malas condiciones de
saneamiento.
A
pesar de esto, al agua -para no hablar del saneamiento- se otorga
muy poca prioridad a la hora de asignar los limitados recursos
disponibles para el desarrollo.
El
Objetivo de Desarrollo Sostenible 6, sobre agua y saneamiento, exige
que todas las personas, en todos los países, tengan acceso a buenos
servicios y que se atribuya la mayor importancia a las necesidades de
las mujeres, las niñas, los niños y las personas vulnerables. El
acceso universal a agua y saneamiento requerirá un esfuerzo mundial,
ya que hay personas desfavorecidas en todas las sociedades y en todos
los países, sean ricos o pobres.
En
los países desarrollados, todavía hay gente que no siempre dispone
de agua y retretes; por ejemplo, las personas que viven en las calles
y las que buscan asilo, las comunidades nómadas, las personas
detenidas y los prisioneros. En muchos países en desarrollo, quienes
viven en condición de pobreza, los discapacitados, las personas que
habitan en zonas rurales aisladas o en asentamientos informales
carecen de retretes y de acceso seguro y asequible a agua potable.
En el
contexto doméstico, generalmente se considera que el saneamiento y
el agua son “asuntos de mujeres”, pues ellas son las encargadas
del mantenimiento y uso de estos servicios en el hogar, y son las
personas más afectadas cuando no existen o son inadecuados. Ante
esta realidad, los donantes están haciendo el esfuerzo de abordar
las necesidades de las mujeres mediante la creación de fondos cuya
finalidad es propiciar la igualdad de género en el acceso a agua y
saneamiento. Esto incluye procesos participativos para que las
mujeres contribuyan a la toma de decisiones, y un mayor acceso a la
enseñanza para las niñas y las mujeres jóvenes, para lo cual se
precisan instalaciones de saneamiento mejoradas en las escuelas. La
asequibilidad de los servicios también reviste enorme importancia
para las mujeres, que normalmente cuentan con menos ingresos
disponibles que los hombres.
Una
mayor igualdad representa un valor central para nuestras sociedades.
Los niños que pasan horas caminando para recoger agua, a menudo
contaminada, pierden oportunidades de estudio y, por lo tanto, tienen
menos probabilidades de llegar a ser miembros plenamente productivos
de la sociedad.
Garantizar
que todas las personas puedan acceder a servicios básicos exigirá
más que un incremento de los recursos. Debemos mirar más allá de
los argumentos económicos de relación costo-calidad y economías de
escala para reconocer los costos en desarrollo humano de permitir que
haya gente marginada del progreso. Para poder eliminar las
desigualdades en el acceso a agua y saneamiento es necesario analizar
qué clase de servicios son prioritarios y reconsiderar la manera
como se elaboran los presupuestos, se establece la prioridad de
determinados grupos de población y se prestan los servicios.
Debemos
abandonar la noción de que lo más importante es obtener
rendimientos rápidos sobre las inversiones
Es
posible que debamos dejar de lado proyectos de infraestructura a gran
escala que son cruciales para el desarrollo, a fin de enfocarnos en
encontrar soluciones de índole más local. Los recursos podrían
emplearse mejor ofreciendo capacitación a nivel local y financiando
a los trabajadores sanitarios y comunitarios para que puedan ayudar a
las poblaciones locales. Para que los sistemas existentes sigan
prestando servicios esenciales, deberá invertirse más dinero en
funcionamiento y mantenimiento.
Debemos
abandonar la noción de que lo más importante es obtener
rendimientos rápidos sobre las inversiones. El costo de que los
niños no acudan a la escuela, de que la población no goce de buena
salud y de que la fuerza de trabajo no sea productiva supera con
creces el costo de garantizar el acceso a los servicios. Por esto,
debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para invertir en la
salud y el desarrollo a largo plazo de nuestro mundo.
En
abril, la Alianza Saneamiento y Agua para Todos celebrará en la
ciudad de Washington dos reuniones de alto nivel –de ministros de
Finanzas y de ministros responsables del sector del agua y el
saneamiento– para examinar el tema de la financiación destinada a
dicho sector. Durante estas reuniones se estudiará qué medidas
conviene tomar para que las estrategias de financiación sean más
eficaces, más eficientes y más capaces de cerrar, en lugar de
ampliar, la brecha de desigualdad.
Saneamiento y Agua para Todos (SWA, por sus siglas en inglés) es una alianza
mundial constituida por múltiples interesados. Con más de 170
asociados de gobiernos, la sociedad civil, donantes, bancos de
desarrollo, entidades del sector privado, instituciones de
investigación y otros organismos, trabajamos para catalizar el
liderazgo político y mejorar la rendición de cuentas en el sector
del agua, el saneamiento y la higiene, y para hacer realidad la
visión del saneamiento, el agua y la higiene para todos, siempre y
en el mundo entero.
Catarina
de Albuquerque es presidenta Ejecutiva, Alianza Saneamiento y Agua
para Todos.
Fuente:
Catarina de Albuquerque, Hay que eliminar las desigualdades en el acceso a agua y saneamiento, 12/04/17, El País.
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