jueves, 13 de abril de 2017

Hay que eliminar las desigualdades en el acceso a agua y saneamiento


Garantizar que todas las personas puedan disponer de estos servicios básicos exigirá más que un incremento de los recursos.

por Catarina de Albuquerque

Hoy día, los noticieros se refieren con mucha frecuencia al agua; por ejemplo, a la escasez de agua dulce debido al aumento del nivel del mar, a las tensiones por el uso del agua y su utilización como arma de guerra, y a las inundaciones y sequías como resultado de fenómenos meteorológicos extremos. Incluso la palabra saneamiento ha formado parte del léxico del desarrollo durante los últimos 10 años, por los esfuerzos concertados para informar a la gente sobre las repercusiones de la falta de saneamiento sobre la salud y el bienestar. Se sabe que las políticas proactivas en materia de agua son vitales para la paz y la seguridad, y que el saneamiento es esencial para la dignidad humana. El agua y el saneamiento son fundamentales para muchos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible acordados por las Naciones Unidas, como erradicar la pobreza y el hambre, y fomentar la educación, la salud y la igualdad de género. Así, por ejemplo, el retraso en el crecimiento, con sus graves consecuencias a largo plazo sobre el desarrollo mental y físico, se debe, en la mitad de todos los casos, a las malas condiciones de saneamiento.

A pesar de esto, al agua -para no hablar del saneamiento- se otorga muy poca prioridad a la hora de asignar los limitados recursos disponibles para el desarrollo.

El Objetivo de Desarrollo Sostenible 6, sobre agua y saneamiento, exige que todas las personas, en todos los países, tengan acceso a buenos servicios y que se atribuya la mayor importancia a las necesidades de las mujeres, las niñas, los niños y las personas vulnerables. El acceso universal a agua y saneamiento requerirá un esfuerzo mundial, ya que hay personas desfavorecidas en todas las sociedades y en todos los países, sean ricos o pobres.

En los países desarrollados, todavía hay gente que no siempre dispone de agua y retretes; por ejemplo, las personas que viven en las calles y las que buscan asilo, las comunidades nómadas, las personas detenidas y los prisioneros. En muchos países en desarrollo, quienes viven en condición de pobreza, los discapacitados, las personas que habitan en zonas rurales aisladas o en asentamientos informales carecen de retretes y de acceso seguro y asequible a agua potable.

En el contexto doméstico, generalmente se considera que el saneamiento y el agua son “asuntos de mujeres”, pues ellas son las encargadas del mantenimiento y uso de estos servicios en el hogar, y son las personas más afectadas cuando no existen o son inadecuados. Ante esta realidad, los donantes están haciendo el esfuerzo de abordar las necesidades de las mujeres mediante la creación de fondos cuya finalidad es propiciar la igualdad de género en el acceso a agua y saneamiento. Esto incluye procesos participativos para que las mujeres contribuyan a la toma de decisiones, y un mayor acceso a la enseñanza para las niñas y las mujeres jóvenes, para lo cual se precisan instalaciones de saneamiento mejoradas en las escuelas. La asequibilidad de los servicios también reviste enorme importancia para las mujeres, que normalmente cuentan con menos ingresos disponibles que los hombres.

Una mayor igualdad representa un valor central para nuestras sociedades. Los niños que pasan horas caminando para recoger agua, a menudo contaminada, pierden oportunidades de estudio y, por lo tanto, tienen menos probabilidades de llegar a ser miembros plenamente productivos de la sociedad.

Garantizar que todas las personas puedan acceder a servicios básicos exigirá más que un incremento de los recursos. Debemos mirar más allá de los argumentos económicos de relación costo-calidad y economías de escala para reconocer los costos en desarrollo humano de permitir que haya gente marginada del progreso. Para poder eliminar las desigualdades en el acceso a agua y saneamiento es necesario analizar qué clase de servicios son prioritarios y reconsiderar la manera como se elaboran los presupuestos, se establece la prioridad de determinados grupos de población y se prestan los servicios.

Debemos abandonar la noción de que lo más importante es obtener rendimientos rápidos sobre las inversiones

Es posible que debamos dejar de lado proyectos de infraestructura a gran escala que son cruciales para el desarrollo, a fin de enfocarnos en encontrar soluciones de índole más local. Los recursos podrían emplearse mejor ofreciendo capacitación a nivel local y financiando a los trabajadores sanitarios y comunitarios para que puedan ayudar a las poblaciones locales. Para que los sistemas existentes sigan prestando servicios esenciales, deberá invertirse más dinero en funcionamiento y mantenimiento.

Debemos abandonar la noción de que lo más importante es obtener rendimientos rápidos sobre las inversiones. El costo de que los niños no acudan a la escuela, de que la población no goce de buena salud y de que la fuerza de trabajo no sea productiva supera con creces el costo de garantizar el acceso a los servicios. Por esto, debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para invertir en la salud y el desarrollo a largo plazo de nuestro mundo.

En abril, la Alianza Saneamiento y Agua para Todos celebrará en la ciudad de Washington dos reuniones de alto nivel –de ministros de Finanzas y de ministros responsables del sector del agua y el saneamiento– para examinar el tema de la financiación destinada a dicho sector. Durante estas reuniones se estudiará qué medidas conviene tomar para que las estrategias de financiación sean más eficaces, más eficientes y más capaces de cerrar, en lugar de ampliar, la brecha de desigualdad.

Saneamiento y Agua para Todos (SWA, por sus siglas en inglés) es una alianza mundial constituida por múltiples interesados. Con más de 170 asociados de gobiernos, la sociedad civil, donantes, bancos de desarrollo, entidades del sector privado, instituciones de investigación y otros organismos, trabajamos para catalizar el liderazgo político y mejorar la rendición de cuentas en el sector del agua, el saneamiento y la higiene, y para hacer realidad la visión del saneamiento, el agua y la higiene para todos, siempre y en el mundo entero.

Catarina de Albuquerque es presidenta Ejecutiva, Alianza Saneamiento y Agua para Todos.

Fuente:
Catarina de Albuquerque, Hay que eliminar las desigualdades en el acceso a agua y saneamiento, 12/04/17, El País.

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