Las
inundaciones afectan a miles de campos de soja, la leche y carne en
la región más productiva de Argentina.
por Federico
Rivas Molina
El
agua no da tregua en Argentina. Casi la tercera parte de las tierras
fértiles de la provincia de Buenos Aires están inundadas tras un
arranque del otoño que condensó en pocos días el volumen de agua
de tres meses. Las zonas más golpeadas son cuna de grandes
plantaciones de soja y trigo, además de campos de pastoreo bovino y
la cuenca lechera del país. Las inundaciones han sido más leves que
hace un año, pero el fenómeno se repite y las pérdidas económicas
crecen. Desde los sectores afectados advierten que, por el momento,
la situación es reversible, aunque el escenario puede cambiar
drásticamente si la lluvia no cesa.
El
clima del fin de semana pasado fue especialmente duro. En gran parte
del centro norte de la provincia de Buenos Aires cayeron 200
milímetros de agua, con un promedio de 50 milímetros en 37 partidos
ricos en tierras fértiles, el 30 % de los 128 que conforman el
territorio de la región más rica de Argentina. Los telediarios
llevan dos días mostrando pueblos enteros bajo el agua, evacuados
que duermen a la vera de las carreteras y chacareros que hacen cortes
en los terraplenes de las rutas, siempre más altas que el terreno
lindante, para que no sean diques de contención .Desde el ministerio de Agroindustria informaron de que es muy pronto aún para hacer un
balance de las pérdidas económicas. “Hay que esperar que baje el
agua”, dijeron. Pero anticiparon que la magnitud del desastre
dependerá de hasta donde persista el mal tiempo.
El
año pasado llovieron 20 días seguidos de abril y se perdieron 5
millones de toneladas de soja, casi un 5 % del total. En 2017 el
panorama no parece tan grave, al menos por ahora, porque todo depende
del cielo, un factor que está fuera del control de los productores.
“Si la cosa para acá puede que no sea tan grave. Hay que ver cómo
sigue el clima”, dice Ezequiel de Freijo, analista económico de la
Sociedad Rural Argentina (SRA), donde se agrupan los grandes
productores. “Lo que vemos hoy son complicaciones en la zona
maicera de Buenos Aires y La Pampa, pero el maíz es un cultivo que
otros años ha resistido bastante el agua. Para la soja hay que ver
como seca si finalmente para de llover. Por ahora la zona más
afectada es más bien ganadera y lechera”, explica.
Lo
cierto es que abril marca el inicio del otoño austral, es siempre
lluvioso y coincide con el inicio de la cosecha de la soja, principal
producto de exportación argentino. Según datos de la Asociación de
la Cadena de la Soja (Acsoja), este año se sembraron con soja 20,2
millones de hectáreas, más del doble de la superficie de Portugal.
Las estimaciones de Acsoja para la cosecha de este año son de 56,5
millones de toneladas, una cifra que dependerá de la lluvia. Para
Esteban Copati, jefe de estimaciones agrícolas de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, “el problema es que las lluvias y las
inundaciones se producen en pleno levantamiento de la cosecha”. “Si
la lluvia se detiene”, agrega, “habrá zonas de relieves bajos
que tendrán agua acumulada durante mucho tiempo y eso sumará
pérdidas, pero otras zonas más elevadas se van a recuperar
rápidamente. Hay zonas que registran lluvias desde hace meses,
entonces las napas están mucho más altas y les cuesta drenar el
agua. Hay además muchos ríos desbordados”.
Como
una noticia repetida, cada vez que el campo argentino se inunda se
reactiva el debate sobre la falta de obras de infraestructura que
eviten que los campos se conviertan en lagunas. Para el titular de la
SRA, Luis Miguel Etchevehere, la culpa la tiene el krichnerismo, que
según su mirada no aprovechó los años de oro de los precios de los
commodities para financiar las obras necesarias. “Vemos que la
corrupción inunda. Esto es producto del abandono de 12 años de un
gobierno corrupto que recibió 86.000 millones de dólares en
retenciones de granos y no hizo nada para contrarrestar las
consecuencias del cambio climático”, dice.
La
provincia de Buenos Aires recibió del Banco Mundial un préstamo de
300 millones de dólares para obras en la cuenca del río Salado,
responsable de las peores inundaciones. “Hay que buscar la forma de
que el agua, que es un recurso escaso, esté finalmente a disposición
del hombre, que al agua se pueda usar cuando se la necesita. Y se
puede resolver con obras. Hace poco, el presidente [Mauricio] Macri estuvo en Holanda, un país con grandes desafíos hídricos ya
resueltos. Si se hizo allí, ¿porque no es posible hacerlo acá?”,
se preguntó De Freijo. El pronóstico meteorológico para Semana
Santa prevé buen tiempo en las zonas más afectada por las
inundaciones. Con cuatro días de sol alcanza para reiniciar la
cosecha, pero son necesarias al menos dos semanas sin lluvias para
que los productores puedan respirar tranquilos.
Fuente:
Federico Rivas Molina, El agua cubre el 30% de las tierras más fértiles de Buenos Aires, 12/04/17, El País. Consultado 12/04/17.
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