Cultivos de tomates en palomares. Durante años, los alimentos producidos en este pueblo no llevaban etiquetas por el estigma que existía sobre la contaminación. Foto: Ian Willms/ The New York Times |
José
Herrera Plaza (Almería, 1955) cursó estudios de Economía en la
Universidad de Valencia. Técnico Superior en Imagen y sonido,
trabaja actualmente, como cámara operador, en Canal Sur TV. Desde
1985 ha seguido de cerca todo lo relacionado con el accidente nuclear
de Palomares. En 2003 fue coautor y coorganizador del libro y
exposición en el Centro Andaluz de Fotografía ”Operación Flecha
Rota. Accidente nuclear en Palomares”. Posteriormente dirigió el
largometraje documental homónimo (2007).
por Salvador
López Arnal
Seguimos
en el capítulo VII: “Resultas y reparaciones”. Antes de
proseguir déjame hacerte unas preguntas previas. De una carta tuya:
“Antes de ayer viví uno de los mejores debates sobre la
problemática de Palomares. Fue en la conferencia que di en el
Ayuntamiento. de Cuevas del Almanzora. Se llenó la sala y vinieron
los principales representantes municipales afectados. El debate hubo
que suspenderlo porque se nos hizo las 23:30. Salí muy contento,
pero también fatigado”. ¿Nos explicas de algo de esa conferencia?
¿Qué personas llenaron la sala? ¿Te hicieron algún comentario?
JH.-
Fue dentro de las Iª Jornadas Culturales de la Axarquía almeriense,
patrocinadas por el Ayto. de Cuevas del Almanzora. Afortunadamente ya
se puede hablar públicamente allí con cierta normalidad de la
problemática de Palomares. Solo ha tenido que transcurrir medio
siglo. Me esforcé en no prolongar la conferencia más de una hora,
lo que no resulta fácil. Existen tantos aspectos por comentar al
respecto que es preciso priorizar. La oportunidad no era nada
frecuente. La sala estaba llena de habitantes de la zona, más muchos
de sus representantes municipales. Estaba cantado que el debate era
el plato fuerte; una oportunidad única para mostrar las dudas e
inquietudes; de pulsar aquello que piensan y sienten sobre el pasado
y las incertidumbres del futuro.
Te
escuché hace unos días en un programa de la SER que presenta y creo
dirige también Àngels Barceló. ¿Qué tal fue? A mí, como oyente,
me interesó mucho; aprendí mucho más.
JH.-
Supuso una oportunidad para que el tema pendiente de la
descontaminación de Palomares hallara un pequeño y fugaz hueco en
la actualidad, al tiempo que se publicitaba nuestra exposición del
Centro Andaluz de la Fotografía, confinada en los angostos límites
de esta esquinera y esquinada provincia de la periferia peninsular.
Por
cierto, y perdona la pregunta: ¿ingresas algún dinero por todo el
trabajo que estás realizando desde hace muchos años?
JH.-
Únicamente en alguna publicación y conferencia, como excepción de
la regla. En el resto, no pagan ni los gastos generados. Desde que
asumí el rol de activista por la descontaminación definitiva, llevo
mucho mejor el estatus voluntario de realizar algunas faenas por
“amor al arte”. Antes se resentía la dignidad, pues toda labor
profesional merece su pago.
De
una nota publicada en Diagonal: “Las fuertes lluvias caídas en los
últimos días en la costa almeriense pueden haber modificado
severamente la estructura de la radiactividad en el subsuelo de las
áreas contaminadas en Palomares (Almería) tras el accidente nuclear
de 1966, extendiendo el plutonio que hay en la zona”. ¿Sabes algo
de esto?
JH.-
Sí lo he leído, pero no creo que haya modificado mucho el patrón
de la contaminación. Una de las razones principales es que durante
51 años la lluvia y el viento ya han condicionado los niveles y
actual distribución de los actínidos. Según la caracterización
radiológica última, el grueso del inventario radiológico se
distribuye mayoritariamente en el intervalo de subsuelo de 5 y 45
cm., o más profundo si tenemos en cuenta las fosas: entre 5 cm. y 5
m. de profundidad. Respecto a la alteración en el subsuelo, se ha
demostrado con el tiempo la escasa migración vertical de los
contaminantes debido al elevado nivel de impermeabilidad de las
tierras compuestas por margas yesosas (Zonas 2, 2-bis) o esquistos
(Zona 6).
En
ese mismo artículo se afirma que “el accidente supuso la mayor
fuga de contaminación por plutonio hasta que sucedió al accidente
de Chernóbil, en 1986”. ¿Es así en tu opinión?
JH.-
Ahora sabemos que la mayor fuga radiactiva de plutonio y otros
materiales radiactivos en zona poblada de manera voluntaria, durante
los periodos 1948-1970 o accidental en 1957, se dio en la planta de
armamento nuclear de Mayak, situada tras los Urales, a 70 km. de
Cheliábinsk, Rusia. Quien ha estudiado esta planta, habla de la
liberación lenta o súbita equivalente a varios Chernóbil. Muy
recomendado al respecto el documental del director italiano
Alessandro Tesei titulado: ”Behind the Urals” (trailer en
https://www.youtube.com/watch?v=IvEzzySh2Kw )
La
última de estas previas, de una de tus cartas: “Entre las
invitaciones de la Expo del CAF incluí al Jefe de la Unidad de
Residuos, José Carlos Sáez Vergara, un entendido en la
caracterización radiológica de Palomares cuando el PIEM-VR, que en
abril leyó su tesis doctoral sobre este tema. Desde entonces he
andado detrás de esa tesis a través del préstamo
interbibliotecario de la Univ. de Almería, pero no lo he logrado
porque no estaba en los registros (¿?)”. Prosigues así: “Mi
sorpresa fue que me respondió el mismo Sáez Vergara con una carta
muy amable donde me donaba su tesis. ¿Algo que quieras comentar?
JH.-
En esa tesis se recoge el trabajo de inventariado radiológico en
Palomares a partir de 2004. Fecha que vemos como un punto de
inflexión respecto a la excelencia de su cometido con relación a
Palomares. Un cambio a mejor, ostensiblemente mejor que las décadas
anteriores. Al igual que me gusta recordar a los responsables cuando
se han comportado de manera impresentable, mencionemos aquellos que
hicieron bien su trabajo cuando era director del CIEMAT Juan A.
Rubio: directora de Medioambiente Teresa Mendizábal y jefe del
Programa de Recuperación Radiológica Ambiental, Carlos Sancho
Llerandi.
Me
centro, por fin, en el apartado 7.3.-”Repercusiones
internacionales”- y en los siguientes. Hay aquí una referencia a
Ángel Viñas, un historiador que es maestro de muchos de nosotros.
¿Nos resumes la consideración del autor de la trilogía sobre la II
República española?
JH.-
Ángel Viñas nos demuestra con sus estudios que, cuando el Gobierno
de España desautorizó los reavituallamientos de combustible de
bombarderos nucleares sobre su territorio, los españoles desconocían
que esa maniobra estaba perfectamente autorizada en función del art.
VII del Acuerdo Técnico Secreto de los Pactos de Madrid (1953). La
prohibición española suponía un inclumplimiento unilateral de esos
acuerdos realizada al calor de los acontecimientos. Posteriormente se
intentó por parte española la modificación de ese artículo sin
éxito, mientras la prohibición continuó de hecho. La Alerta Aérea
Transportada fue decayendo con los años, pero la Ruta Sur que pasaba
por España y comprendía todo el Mediterráneo, se vio seriamente
dañada con la prohibición española, lo que constataba la
privilegiada situación geoestratégica de nuestro país.
¿Cuáles
fueron, en tu opinión, las principales repercusiones del accidente?
¿Se llegó a pensar en la anulación o revisión de los acuerdos
sobre la bases militares en España?
JH.-
Creo que las repercusiones en las relaciones bilaterales brillaron
por su ausencia. No se les pasó factura al respecto, tal como ellos
temían en la renegociación de los acuerdos de 1968 y por supuesto
jamás se cuestionó por parte del Gobierno la anulación o revisión
de estos. Los norteamericanos se extrañaron por tanta docilidad. En
un documento aún clasificado, sobre el análisis político de las
consecuencias del accidente, del que he conseguido una copia, nuestro
amigo americano reconoce que las trabas políticas, logísticas y
administrativas que le hubiesen podido poner algunos de los estados
de la unión, como California, hubiesen sido mayores que los hallados
en un país extranjero como España. Con esta afirmación está todo
dicho.
¿Es
cierto que Castiella, el de Exteriores, llegó a amenazar con un giro
en la política exterior española, aproximándose al eje
franco-soviético? ¡Parece política-ficción!
JH.-
Sí, parece política-ficción, pero no lo es. En realidad está
demostrado que en los años posteriores el Gobierno se acercó de ese
eje únicamente a Francia, con la cesión de tecnología para
producir plutonio a través de la central de Vandellós I. El farol
de Castiella se lo marcó al embajador norteamericano en junio de
1966 y venía marcado por su deseo de que los EEUU mediaran en su
gestión personal con las aspiraciones españolas sobre Gibraltar.
Los analistas yankis le tenían picado el boleto al ministro. En el
mismo telegrama argumentan: La esperanza de Castiella de obtener una
apabullante victoria diplomática, que en parte serviría para
relanzar sus perspectivas en la transición y la era post-Franco, se
están desvaneciendo y por eso está buscando la manera de encauzar
la situación. Análisis premonitorio, que demuestra lo bien
informados que estaban sus agencias de inteligencia.
Lo
dejo aquí por el momento.
Como
quieras. Seguimos pronto.
Fuente:
Salvador López Arnal, “Las repercusiones en las relaciones bilaterales brillaron por su ausencia, jamás se cuestionó por parte del Gobierno su anulación o revisión”, 08/02/17, Rebelión. Consultado 08/02/17.
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