Miembros de la
comunidad mapuche de Cushamen cuentan cómo fue el ataque de
Gendarmería y de la policía de Chubut. En diálogo con
Página/12, integrantes de la comunidad Pu Lof relatan la persecución
que vienen sufriendo desde que comenzaron sus reclamos de tierras
ocupadas por Benetton y explican en detalle los violentos operativos
represivos. Hay tres detenidos y otros siete fueron liberados.
“No es novedad
para nosotros que las fuerzas manejadas por el gobierno de Chubut nos
amenacen. Suelen circular patrulleros y camionetas a diario”,
advierte Jaquelin Marin. La joven integra la comunidad mapuche Pu Lof
en el Departamento de Cushamen, en Chubut, que hace más de dos años
reclama la restitución de territorios ancestrales. Desde entonces,
cuenta Marin, “pasan y disparan tiros al aire, nos insultan a lo
lejos”. Sin embargo, la represión que vivió junto a algunos de
sus lamienes -hermanos y hermanas- “ha atravesado un límite”,
asegura: “Hoy tenemos dos lamienes en gravísimo estado y otros
tres detenidos en una unidad penal para delincuentes por defenderse
de los abusos del Estado asesino”. El grupo de pobladores sufrió
los golpes de la Gendarmería, el martes por la mañana, y la
balacera con balas de goma y plomo de la policía provincial, el
miércoles a la noche. El martes a la noche, la policía local
persiguió a dos integrantes de la comunidad y a otras cinco personas
que se habían acercado al territorio en solidaridad; los golpeó,
les plantó pruebas en su contra y los detuvo. Recién ayer fueron
excarcelados. Pese a la estrategia desplegada por funcionarios del
gobierno provincial, que insistieron en descalificar a los pobladores
acusándolos de “terroristas”, “peligrosos” para la
ciudadanía chubutense, el Pu Lof se llenó de hombres y mujeres que
se sumaron a la resistencia. “Es importante el acompañamiento para
resistir la estigmatización y el cerco mediático. Le dicen al
pueblo que nos tiene que tener miedo, pero el miedo lo infunde el
Estado a través de su aparato policial”, concluyó otra integrante
de la comunidad de Cushamen, Soraya Maicoñia.
La comunidad Pu
Lof, que reclama en el noroeste chubutense tierras en manos del grupo
empresario italiano Benetton, recibió el primer ataque el martes a
las 7 de la mañana. La guardia de la comunidad -dos varones al
cuidado de cinco mujeres, cuatro niños y otros cuatro varones que
descansaban- vislumbraron camionetas de Gendarmería en la ruta.
Colectivos. Caballos. Finalmente contarían a más de 200 gendarmes y
policías. “Le dijeron a la guardia que venían a despejar las vías
de la Trochita y a identificar a quienes vivíamos ahí, pero los
guardias contestaron que no estábamos dispuestos a dejarlos pasar
después de que la provincia cortara la mesa de diálogo e
incumpliera la promesa que le hizo a otra comunidad hermana”, contó
Jaquelin. A los pobladores de Nahuel Pan les prometieron un nuevo
tanque de agua a cambio de la liberación de unas tierras, promesa
que las autoridades incumplieron.
Gendarmes y
policías entraron igual. Los miembros de la guardia mapuche se
desperdigaron por el monte. Más tarde, a tres de ellos los
atraparían y los llevarían detenidos. Aún permanecen encerrados en
la Unidad Penal 14, con prisión preventiva por los delitos de
abigeato -hurto de ganado-, obstrucción de las vías y
resistencia al arresto. “Entonces se la agarraron con nosotras, que
estábamos con los niños en la ruca -la casa principal de la
comunidad, en donde comen y comparten el tiempo-. Nos encerramos
ahí, pero ellos tiraron la puerta abajo. Nos rociaron con gas
lacrimógeno, con espuma de matafuego, nos sacaron de los pelos, le
pegaron a un niño con un garrote en la cabeza, nos esposaron”,
contó la joven. No sabían los pobladores que quienes intentaban
acudir a sus pedidos de ayuda estaban frenados en varios retenes que
las fuerzas de seguridad habían montado a 4 kilómetros a la
redonda. Estaban aislados. “Recién cuando pudo pasar Fernando
Radziwilowski -defensor público-, nos quitaron las esposas”,
añadió Jaquelin. Era pasado el mediodía.
En paralelo a ese
allanamiento, ordenado por el juez federal Guido Otranto, hubo otro,
dispuesto por su par provincial José Colabelli. “Nos secuestraron
15 caballos, que son nuestros con papeles y todo. Los tienen
detenidos en la comisaría de El Maitén”, denunció la joven.
A la tarde,
cuando ya habían recibido ayuda de miembros de organizaciones
vecinas y de comunicadores de medios comunitarios, decidieron ir a
buscar a los animales que se habían perdido. Fueron dos miembros de
Cushamen y otras cinco personas que se sumaron a la tarea en dos
camionetas. Las fuerzas de seguridad los persiguieron por la ruta, a
los tiros. Los encerraron en El Maitén, les pegaron y los llevaron
detenidos. Ayer fueron excarcelados.
“Fue una
cacería”, resumió el abogado de los siete, Edgardo Manosalva,
miembro de la APDH. “Los persiguieron a los tiros, los encerraron
en la ruta, los terminaron cazando en el viejo hospital de El Maitén.
Ahí les pegaron. Les plantaron bombas molotov en una de las
camionetas. Uno de los camiones de la policía tiene impactos de
calibre 22 que, creemos también, es prueba plantada”, explicó el
abogado. Ellos también lo contaron ayer en una audiencia de control
judicial en la que se evaluó su detención. El juez Hernán Dal
Verne –que reemplazó a Colabelli, recusado por Manosalva–
declaró legales las detenciones y ordenó liberar a los detenidos.
La investigación seguirá. A ellos los acusan de abigeato y
resistencia a la autoridad, aunque también se investigará el
desempeño de la policía.
El tercer ataque
El tercer ataque
fue el miércoles a la noche, cuando la mayoría de los pobladores y
quienes se solidarizaron con ellos estaban atentos a lo que pasaba en
los tribunales con los detenidos. “Éramos tan pocos como la
primera vez. Nos despabilaron los tiros. Salimos de nuestras casas y
nos acercamos a la ruta. Vimos a la Infantería que estaba disparando
esta vez sin decir palabra”, graficó Jaquelin, que asegura que la
represión duró 40 minutos: “Corrimos, metimos los nenes adentro
de la casa. Mandamos mensajes pidiendo ayuda. Cuando los policías se
fueron, los varones que estaban resistiendo comenzaron a bajar al
pueblo, todos lastimados con perdigonazos”. Diez heridos en total,
dos en muy grave estado.
Ayer, el jefe de
la policía de Chubut, Juan Ale, excusó a los efectivos que
dispararon balas de goma y plomo. “La policía fue atacada,
resultaron tres empleados policiales de la Infantería con
contusiones, se usaron postas para defenderse de los ataques con
piedras”, declaró. En sintonía con el gobernador Mario Das Neves,
su ministro de Gobierno, Pablo Durán, tildó a los miembros del Pu
Lof de “terroristas” y “delincuentes”.
Fausto Huala,
hermano del lonco Facundo Huala, tiene un hematoma en la cabeza
producto de impactos de bala de goma, está en terapia intensiva.
Emilio Jones fue operado de la mandíbula, que la tiene rota por otro
impacto. Necesitará una prótesis que cuesta 50 mil pesos. Ambos
están internados en el Hospital de Bariloche. También necesitan
materiales para reconstruir la ruca: nylon, chapas, clavos,
herramientas que la Gendarmería les robó como hachas, machetes,
palas. “Nos robaron todo lo que pudieron. Cigarrillos, inclusive”.
Para el gobierno de Chubut, los mapuches reprimidos son “terroristas”
Siete de los diez
detenidos fueron liberados. Las autoridades
provinciales afirman que los mapuches de Cushamen no tienen apoyo de
otras comunidades y son delincuentes. Como prueba ofrecieron una
página web que solo informa sobre Chile. Los presos recusaron al
juez “por enemistad manifiesta”.
por Franco
Spinetta
El ministro de
Gobierno de Chubut, Pablo Durán, tildó de “terroristas” y
“delincuentes” a los manifestantes de la comunidad mapuche Pu Lof
en Resistencia. La comunidad mantiene desde hace dos años una
disputa por las tierras adquiridas por el grupo Benetton, que
reclaman como propias.
El martes a la
noche, la Gendarmería y la policía provincial atacaron la comunidad
en el departamento de Cushamen, con un saldo de varios heridos -dos
de gravedad- y al menos diez detenidos. El gobernador Mario Das
Neves, añadió que "hace tiempo en Chubut hay un grupo de
violentos que no respetan las leyes, ni la Patria, ni la bandera y
agreden permanentemente a cualquiera”.
“Son
delincuentes, no es un grupo que pelea, como lo vienen haciendo
muchas comunidades desde hace muchos años por sus derechos”, dijo
Durán. Al mismo tiempo, el funcionario acusó a los mapuches de Pu
Lof de provocar disturbios y así intentó justificar la fuerte
represión policial, que fue condenada por gran parte del arco
político y Amnistía Internacional.
Según la versión
del Gobierno, difundida por sus voceros, el grupo Resistencia
Ancestral Mapuche (RAM) ocupa desde marzo de 2015 parte de una de las
estancias de la empresa Tierras del Sud SA, perteneciente al grupo
multimillonario Benetton.
Sin embargo, la
comunidad en conflicto no pertenece a la RAM -aunque sí uno de los
referentes detenido y herido, Fausto Huala- sino al Movimiento
Autónomo del Puelmapu (MAP), que nuclea diversos lof (comunidades)
en Chubut, Río Negro, Neuquén, Buenos Aires y La Pampa.
Las mismas
fuentes gubernamentales intentaron ligar a este grupo con una web,
paismapuche.org, y la supuesta reivindicación de actos de sabotaje,
ataques a poblaciones y quema de vehículos. Lo cierto es que esa web
no remite a una ninguna acción ocurrida ni en Chubut ni en la
Argentina, sino en la República de Chile. El Gobierno también
intentó minimizar el apoyo del resto de las comunidades mapuches al
conflicto de Pu Lof. “Hemos dialogado -aseguró Durán- con
integrantes de la comunidad (aborigen) y para nada avalan" este
conflicto.
Soraya Maicoñia,
referente de Pu Lof, desmintió al funcionario e indicó que el
gobierno provincial lleva a cabo una “campaña de difamación
utilizando a algunos mapuches que traicionaron a su pueblo. La
mayoría de las comunidades apoyan al MAP y sus luchas. Nosotros no
atacamos a nadie, sino que nos defendemos y nos sentamos a hablar de
igual a igual con el gobierno, no somos menos que nadie”, agregó.
Con la excusa de
que era necesario liberar una parte de las vías del tren turístico
La Trochita, Gendarmería y policía provincial desalojaron el martes
ese piquete, por orden del juez federal de Esquel, Guido Otranto. La
represión contra esta comunidad continuó y se agravó el miércoles
por la noche, cuando la Infantería provincial disparó contra
integrantes de Pu Lof y dejó varios heridos, dos de ellos de
gravedad.
Según contó
Maicoñia, la “represión por parte de la Infantería fue
completamente ilegal, no tenían ninguna orden. Entraron tirando a
matar, nos quieren amedrentar. Estamos dispuestos a defender la
tierra”. Para Durán, en cambio, los incidentes comenzaron luego de
que un “grupo de integrantes del lof empezara a apedrear el
vehículo" policial.
Amnistía
Internacional expresó “máxima preocupación ante la magnitud de
los hechos y los preocupantes antecedentes en relación a los ataques
contra la comunidad mapuche”.
Siete
manifestantes fueron liberados
Los abogados de
los mapuches recusaron “por discriminación" al juez José
Luis Colabelli, quien debía decidir el destino de siete de los diez
detenidos. La cercanía entre el Poder Judicial y económico de la
provincia quedó al desnudo tras conocerse que la esposa de
Colabelli, Gladys Carla Rossi, es la responsable del consulado de
Italia en Esquel, es decir la responsable de velar por los intereses
del empresario textil italiano Luciano Benetton, según denunció
María del Carmén Verdú, titular de la Correpi.
Si bien el juez
que se hizo cargo de la causa, Hernán Dal Verne, declaró legal y
constitucional la detención de los manifestantes, la defensa logró
que fueran liberados tras aducir la existencia de "riesgo
procesal".
Durante la
audiencia en la que se discutió esta cuestión, se escucharon
relatos como el de Ivana Henelaf, quien fue víctima de abuso
policial y discriminación. Según contó el abogado Carlos González
Quintana, integrante de APDH, la mujer "ingresó menstruando al
calabozo, los policias advirtieron eso... Uno le dijo `tomate tu
propia sangre india sucia`. Cuando dos mujeres mapuches declararon en
la sala de audiencia y contaron las vejaciones, las humillaciones,
los golpes, el maltrato y el racismo que sufrieron, un policía que
custodia la seguridad de la sala (de origen mapuche) rompió en
llanto y se tuvo que retirar".
Fuentes:
“Los persiguieron a tiros, fue una cacería”, 13/01/17, Página/12. Consultado 13/01/17.
Franco Spinetta, Para el gobierno de Chubut, los mapuches reprimidos son “terroristas”, 12/01/17, Página/12. Consultado 13/01/17.
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