Las inundaciones en el norte y centro del país y los incendios en el sur, que se repiten desde hace al menos cinco veranos, sumado al alud que afectó hace más de una semana a Jujuy, son distintas caras de los efectos del cambio climático.
El cambio
climático aumenta la temperatura y las precipitaciones en algunas
zonas y provoca sequías en otras, pero también es consecuencia de
acciones como la deforestación y el mal uso de suelos, según
expertos.
"El alud es
una consecuencia del cambio climático que nos afecta a nivel mundial
y que provoca un aumento de las precipitaciones. En ese caso no hay
un efecto directo de la deforestación, como pudo suceder en Tartagal
(Salta), pero en las inundaciones y los incendios hay una falta de
política ambiental que se viene arrastrando en cuanto a la
desprotección de los bosques", afirmó a Télam, Hernán
Giardini, coordinador de la campaña de Bosques de Greenpeace.
Giardini recordó
que Argentina está "entre los 10 países que más ha
deforestado en el mundo y esto tiene un doble impacto: por un lado
contribuye al calentamiento global ya que la deforestación es,
después de la quema de combustible fósil, el segundo causante del
efecto invernadero, pero por el otro, nos vuelve más vulnerable ante
los efectos del cambio climático porque perdemos esa esponja
natural".
Según un informe
de septiembre de 2016 emitido por el Banco Mundial, "entre 2001
y 2014, la Argentina perdió más del 12 por ciento de sus zonas
forestales, lo que equivale a perder un bosque del tamaño de un
campo de fútbol cada minuto", a lo que se suman "los
efectos de la agricultura industrial".
El mismo
relevamiento concluye que "las inundaciones son el mayor
desastre natural que amenaza a la Argentina, y representan el 60 % de
los desastres naturales y el 95 % de los daños económicos".
Al analizar las
inundaciones del sur de Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y el norte de
Buenos Aires, Miguel Angel Taboada, director de Suelos del Instituto
Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), explicó que el factor
principal "es el clima, porque 250 milímetros en dos días es
mucho".
Sin embargo,
señaló que "el problema además es que gran parte de los
suelos de la Argentina tienen una capacidad limitada para absorber el
agua, fundamentalmente por la desaparición de los pastizales en la
zona pampeana y el desmonte del Norte argentino, además del
monocultivo de la soja".
El especialista
aseguró que "el monocultivo, principalmente de soja, y la falta
de rotación de cultivos sólo consumen entre 400 a 500 milímetros
de agua y el resto recarga los acuíferos, a diferencia de los
pastizales que absorbían 1.000 milímetros durante todo el año".
Según Taboada,
para prevenir las inundaciones recurrentes hay que "generar una
regulación en el cultivo de las tierras que promueva la rotación
con otros cultivos como el trigo, avena o vicia (leguminosa), además
de realizar obras hidráulicas como terrazas para control de la
erosión o cuencas hidrográficas que ordenen el escurrimiento del
agua".
Al analizar la
inundación en La Emilia, al norte de la provincia de Buenos Aires,
el ingeniero agrónomo Nicolás Bertram (del INTA Marcos Juárez)
explicó en declaraciones a Radio el Mundo que "bajo nuestros
pies corre un río subterráneo que llamamos napa freática que se
vino acercando históricamente: en la década del 70 estaba a diez,
catorce metros y hoy está en superficie, a los 50 centímetros o a
un metro como mucho".
"Este
acercamiento de la napa freática aquí tiene dos explicaciones: o
llueve más o estamos consumiendo menos agua. En promedio no está
lloviendo más de lo que llovía en los 70, hay eventos con más
milimetraje pero el promedio anual es casi el mismo. Lo que sí
cambió significativamente es el consumo de agua porque en los 70
teníamos más superficies de pasturas y pastizales que consumían
agua todo el año y mucha cantidad, y hoy tenemos soja que consume
menos cantidad y 3 ó 4 meses en el año", describió.
En referencia a
los incendios, Giardini indicó que "si bien en algunos casos se
comprueba que el comienzo es intencional, o en otros como sucedió
ahora en La Pampa el desencadenante fue una tormenta eléctrica, la
propagación del fuego tiene que ver con las sequías y con las altas
temperaturas".
"En todos
los casos, no podemos echarle la culpa al cambio climático como si
se tratara de un fantasma; hay decisiones políticas que llamamos de
mitigación, como por ejemplo generar fuentes de energía renovables
para no contribuir al efecto invernadero", dijo Giardini.
El experto se
refirió a la necesidad de "acciones de adaptación para ver
cómo vamos a vivir con los efectos del cambio y, para ello, lo
primero es proteger los bosques que existen, tener en cuenta a la
hora de construir que la altura de las aguas está subiendo, pensar
las obras de infraestructura acordes a los registros actuales de
precipitación, entre otras".
Fuentes:
Los fenómenos de lluvias y aludes de los últimos años, responden al cambio climático, 18/01/17, Télam. Consultado 19/01/17.
La obra de arte que ilustra esta entrada es "La inundación" del pintor naturalista argentino Gustavo Cochet.
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