miércoles, 21 de diciembre de 2016

“La explosión en Tultepec nos levantó del suelo”

Un hombre camina en los escombros del mercado de pirotecnia de Tultepec después de la explosión de este martes. Foto: Eduardo Verdugo/ El País

Una detonación en un mercado pirotécnico del Estado de México causa al menos 31 muertos, 72 heridos y 100 desaparecidos.

por David Marcial Pérez

No fumar. Los letreros de advertencia rodean todo el recinto del parque de pirotecnia de San Pablito Tultepec, una explanada del tamaño de dos campos de fútbol. Dentro, el escenario es postnuclear. Vigas de metal negras y retorcidas en cascada, muros de cemento derretidos, grúas separando escombros como si fueran carbón. 300 toneladas de explosivos estallaron en este pequeño pueblo del Estado de México el martes por la tarde, cuatro días antes de Navidad. Una de las pocas fachadas que aún aguanta en pie se llama El Trineo. En el rótulo, antes rojo y ahora negro, se distingue a Santa Claus orondo con las mejillas sonrojadas.

Diana Angélica y su familia acababan de llegar cuando empezó la detonación. “Escuchamos tronar los primeros cohetes y echamos a correr por el pasillo. Había mucha gente. Agarré a mi niña de 11 meses y entonces 'bum', se sintió una explosión muy fuerte en la espalda, como una pipa de gas”. La deflagración los levantó del suelo y los empujó contra la valla. “Nos caímos entre la gente pero conseguimos salir fuera”. Eran alrededor de las 15:00 y la combustión en cadena duraría más de una hora pintando el cielo de humo blanco.

Cuatro helicópteros del Ejército y un destacamento de la policía estatal y federal participaron en el rescate. Durante toda la tarde, tres tiendas de campaña improvisadas atendían a familiares y amigos de las víctimas. El marido y el hijo mayor de Diana se encuentran entre los 100 desparecidos. 31 personas han muerto y 72 están heridas, según las cifras oficiales comunicadas por la noche. Las autoridades han facilitado un teléfono para agilizar la identificación de las víctimas. Han pedido a los familiares que aporten pruebas de sangre para llevar a cabo identificaciones genéticas. Algunos cuerpos están calcinados. Los heridos han sido repartidos por los hospitales de la zona.

El mercado de pirotecnia de San Pablito, como es conocido en la zona, es uno de los más grandes de México. No es la primera vez que hay accidentes. En 2005 y 2006, detonaciones en la explanada, con más de 300 puestos, dejaron decenas de heridos. Este mismo año, tres personas murieron y 13 resultaron heridas por explosiones de cohetes. El Instituto Mexicano de Pirotecnia ha salido al paso tras el suceso. “Los locales están perfectamente diseñados y con espacio suficiente para que no se dé una conflagración en cadena en caso de chispazo”.

Martín Patiño es uno de los bomberos de Tultepec que estuvo regando agua durante más de una hora. “Ha sido muy complicado controlar el fuego. Lo peor es la onda expansiva, la reacción en cadena de tanta pólvora y tanto aluminio. Hasta que no se consume no puedes hacer nada”, cuenta con la cara aún tiznada. El bombero está de acuerdo con que el lugar cumplía con las normas de seguridad. Los pasillos, ahora imperceptibles, son anchos y cubiertos de tezontle, una roca vernácula e ignífuga, y además de carteles prohibiendo fumar, también hay otros que dicen: no calar. “Los comerciantes tienen prohibido hacer pruebas de los materiales. Hay gente que lo pide porque quiere ver que la mecha funciona. No siempre les dicen que no”. Aún no hay confirmación oficial del origen de la explosión.

La pirotecnia es negocio y tradición en Tultepec, un pueblito de 50.000 habitantes. Juan Carlos Amado es la tercera generación de vendedores de fuegos artificiales. Este martes no había ido a trabajar. La cuarta generación sí. Su hijo Saúl, de 15 años, empezó la jornada a las 8 de la mañana y su padre le esperaba de vuelta a las 8 de la tarde. Pero la pista de Saúl se perdió entre el incendio.

Tultepec, una tragedia anunciada
Este mismo año tres personas murieron y trece personas resultaron heridas por dos explosiones con cohetes en el municipio mexicano.

por Pablo Ferri

Los accidentes por explosión de cohetes son relativamente frecuentes en la cuna mexicana de la pirotecnia. En marzo de este año, tres personas murieron y otras diez resultaron heridas en una detonación en un almacén de petardos en Tultepec. En octubre, otro accidente en una fábrica causó tres heridos. En ambos casos, la Procuraduría General de Justicia del Estado de México envió a agentes para investigar lo sucedido. De momento no ha trascendido resultado alguno de las pesquisas.

El mercado de San Pablito en Tultepec, donde este martes un polvorín explotó, es conocido por ser el sitio con venta legal de pirotecnia más grande de México. Unos 300 locales están aislados del resto de la población, algo que según las autoridades locales hacía de este centro "el más seguro de América Latina". En 2005, una explosión similar, durante la venta del día de la Independencia, dejó 129 heridos. La reconstrucción tomó meses, pero al final el mercado volvió a abrir bajo el amparo de las autoridades. Para esta Navidad, el centro tenía prevista la venta de 100 toneladas de explosivos.

Pero no es solo Tultepec. Hace apenas nueve días, cuatro personas resultaron heridas en una iglesia en Ecatepec, también en el Estado de México, por una explosión de pólvora. Era una celebración y el pirotécnico se preparaba para prender una bomba, un artefacto de medio kilo de pólvora. Algo salió mal y explotó. También este año, una explosión en un puesto de pirotecnia en Chalco dejó heridos. Chalco figura igualmente en el Estado de México.

Hace tres años, la explosión de una pirotecnia en Tlaxcala dejó 23 fallecidos y 131 heridos. 25 personas necesitaron cirugía. Ese mismo año, otra explosión en el mismo estado mató a un menor y dejó 37 heridos. Y en enero, otra más causó 40 heridos más en Tultitlán, muy cerca de Tultepec, en el Estado de México.

La mayoría de explosiones de los últimos años se han dado en la zona metropolitana de la capital mexicana o en la misma ciudad. En 2010, un nuevo accidente en un taller clandestino de cohetes dejaba siete muertos y un reguero de heridos. El año anterior, en un pueblo del conurbano, Cuajimalpa, unos petardos explotaron en una iglesia y causaron 30 heridos.

Aunque para encontrar un evento de la magnitud de lo que ha pasado este martes en Tultepec, hay que remontarse a 2003, en Veracruz, cuando una explosión en un mercado del puerto acabó con la vida de una treintena de personas. Antes, en 1988, un mercado de dulces y fuegos artificiales ardió en el centro de la capital, causando la muerte de 52 personas.

No solo es una tragedia, es una vergüenza
Es la hora de pedir responsabilidades por la catástrofe.

por Luis Prados

La explosión del mercado de pirotecnia de Tultepec con sus decenas de muertos, heridos y desaparecidos no solo es una tragedia, es una vergüenza nacional, reveladora de un estado de cosas en México que, por sabidas, no deben de dejar de escandalizarnos. Un mercado de fuegos artificiales del tamaño de dos campos de fútbol en plenas navidades se convirtió en cuestión de segundos en un infierno de cuerpos carbonizados.

Ya había ocurrido antes, en 2005 y el año pasado. Más aún: en agosto el municipio inauguraba la temporada alta de venta de juguetería pirotécnica donde se preveía la venta de 100 toneladas de material a todo el país. En la nota oficial, el alcalde de Tultepec agradecía al gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila, que se brindase atención médica a quien sufriese algún accidente porque, según el propio regidor, “anteriormente cuando ocurría algún incidente, los afectados y sus familias peregrinaban en busca de atención médica y difícilmente eran aceptados en hospitales como el Rubén Leñero, el de Magdalena de las Salinas…” La nota añadía que el director general del Instituto Mexiquense de la Pirotecnia aseguraba que “el tianguis de pirotecnia de San Pablito era el más seguro en Latinoamérica”. ¿Qué dirá hoy? ¿Qué pensará el alcalde? Lo que piensa y ha dicho el gobernador ya lo sabemos: que la Fiscalía se hará cargo de la investigación. Y cualquier mexicano entiende qué significa eso en realidad: no habrá culpables

Pero la catástrofe de Tultepec no puede ser pura rutina, otra desgracia más que se abate sobre la raza, otra tragedia más sobre los pobres, los jodidos de México, curada con las lágrimas, la soledad y la resignación de quienes hace siglos que no esperan nada. ¿Quiénes son los responsables de la desgracia? ¿Quiénes son los que permitieron la acumulación de esa cantidad de explosivos? ¿Quiénes velaban por la seguridad del recinto? ¿Cuántos tianguis existen en la República con esa posibilidad, mejor dicho, probabilidad de riesgo? ¿Qué medidas van a tomar las autoridades para que no haya otro Tultepec?

México lleva demasiado tiempo aceptando la anormalidad como normalidad, asumiendo que la tragedia cotidiana, un secuestro, una extorsión, un asesinato, un atropello en las calles, una estafa de las instituciones públicas o privadas, un soborno o un accidente con decenas de víctimas causado por la incuria criminal de sus responsables es un hecho de la vida cotidiana, refugiándose en la impotencia y el conformismo cuando no, y aún peor, en el cinismo y la sumisión.

Es la hora de las responsabilidades, es la hora de pedir de verdad la tan gastada rendición de cuentas, es la hora de que México empiece a cambiar.

Horas de angustia en la Cruz Roja

Los familiares se enfrentan a un mar de confusión en la búsqueda de los heridos en la explosión de Tultepec.

por Elías Camhaji

El humo lo cubrió todo después de la explosión. Rodrigo Contreras y su madre, Leonor García Rojas, habían terminado de comprar juegos pirotécnicos como cada año en el mercado de San Pablito, en Tultepec, en las afueras de la Ciudad de México. De pronto, se escuchó un estruendo. Contreras la buscó por todas partes, pero la perdió de vista. Entre el pánico y decenas de personas calcinadas, la encontró tendida en el suelo, con el pie fracturado. "Sólo pensaba en rescatarla", relata con lágrimas en los ojos. Lo más difícil vino después del fuego.

Contreras cargó a su madre hasta la carretera, donde había menos humo. "Los primeros auxilios tardaron mucho en llegar, al menos 30 minutos", cuenta indignado. No podía llevarla por sí mismo; su coche había quedado completamente destruido. Los paramédicos transladaron a García a un hospital y después fue llevada en helicóptero. "Me dijeron que iban a dejarla en la Cruz Roja, quise acompañarla, pero me dijeron que tenía que llegar por mis propios medios", comenta.

A partir de ese momento todo fue incertidumbre. Contreras recibió el apoyo de la familia de su esposa y acudió a la sede nacional de la Cruz Roja, en el barrio de Polanco de la capital. Ha esperado más de una hora y media y no ha recibido ninguna información de ella. La lista de los nueve heridos que han recibido atención ahí no incluye el nombre de Leonor García. "Pensábamos que se habían confundido con otra víctima que aparece en la lista con un nombre similar, Erlinda Rojas, pero no es ella... Estamos completamente perdidos", lamenta.

Los familiares de Erlinda Rojas tampoco la han visto. El personal de urgencias les ha dicho que ella y su hijo Miguel Ángel Urban Rojas permanecen internados, pero estables. "Se han atendido a nueve heridos, no presentan complicaciones y recibirán el alta entre hoy y mañana", afirma Isaac Oxenhaut, quien coordina el despliegue para atender a los supervivientes.

"No tengo palabras para describir lo que pasó, había habido otras dos explosiones, pero ninguna como esta", comenta Arturo Solano, yerno de Rojas y comerciante del mercado desde hace 20 años. Solano reconoce que es una profesión de alto riesgo, pero asegura que los vendedores no tienen otra forma de ganarse la vida.

El comerciante señala que el Gobierno lo ha decepcionado por la falta de apoyo antes y después de la tragedia de este martes en Tultepec. Solano y otros familiares de los heridos se reúnen a las afueras del recinto, un representante de las autoridades estatales les ha prometido que asumirán los gastos de la hospitalización. "Somos gente humilde, necesitamos que el Gobierno cubra ese dinero", explica.

Unos metros atrás Contreras se funde en un abrazo con sus acompañantes. "La encontramos". Leonor García está en el hospital Adolfo López Mateos de Toluca, a unos 60 kilómetros de ahí. "No importa todo este sufrimiento, sólo queremos confirmar que ella está bien", zanja su hijo ocho horas después de la tragedia y seis horas después de no saber dónde ni cómo estaba.

Fuentes:
David Marcial Pérez, La explosión en Tultepec nos levantó del suelo”, 21/12/16, El País. Consultado 21/12/16.
Pablo Ferri, Tultepec, una tragedia anunciada, 21/12/16, El País. Consultado 21/12/16.
Luis Prados, No solo es una tragedia, es una vergüenza, 21/12/16, El País. Consultado 21/12/16.
Elías Camhaji, Horas de angustia en la Cruz Roja, 21/12/16, El País. Consultado 21/12/16.

El polvorín de Tultepec, 21/12/16, El País. Consultado 21/12/16.

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