Enrique Martínez,
ex director del INTI durante los gobiernos de Alfonsín, Néstor y
Cristina Kirchner, analiza la actual crisis energética. Señala que
el kirchnerismo no tuvo puntos altos en su política energética y
que el gobierno actual está siguiendo las políticas diseñadas en
la década anterior. Desde el concepto de democracia económica, el
referente del Movimiento Evita busca instalar a la producción
popular como base de un nuevo modelo de desarrollo.
Por OPSur. De
profesión ingeniero químico, Enrique Martínez se define como un
funcionario público de más de 30 años, fue presidente del
Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) en los períodos
1986-1988 y 2002-2011, también decano de Ingeniería de la UBA
(1973-1974), diputado nacional por el FREPASO (1999-2000) y
secretario de la Pequeña y Mediana Empresa de Nación durante el
gobierno de la Alianza (2000-2001). Actualmente es uno de los
principales referentes del Movimiento Evita y coordina el Instituto
para la Producción Popular (IPP), desde donde busca articular el
discurso de la democracia económica y la importancia que tiene la
energía en ese proceso de, dice, búsqueda de superación del
capitalismo.
- ¿Consideras
que hay una crisis energética en el país?
En realidad lo
que hay es un abandono completo de la idea de la energía como un
servicio público básico. En consecuencia, al haber quedado el
sector liderado por lo que podríamos llamar la fuerza del mercado o
la evolución de capitalismo globalizado, efectivamente nos conduce a
una crisis, porque hay una controversia muy fuerte entre la vocación
de hacer negocios de los extractores de petróleo y gas y la
necesidad de la comunidad.
- ¿Cuál es el
origen de esta crisis?
Viene del triunfo
de las ideas neoliberales, que paulatinamente han tratado de
convertir en negocio absolutamente todo. Si pueden convertir en
negocio las semillas, por extensión pueden convertir en negocio el
petróleo, el gas, el agua, el cable, o lo que sea. La prueba de eso
es que sistemáticamente discutimos el costo de los servicios más
que el derecho que tienen las compañías de fijarnos un precio. Y en
realidad lo que tenemos que hacer es, primero, revalidar el derecho
de acceso universal, y segundo, discutir cómo los ciudadanos
atienden al costo de producción de ese servicio universal; pero a
partir del derecho de contar con el servicio. No convirtiendo al
servicio en un negocio, que por lo tanto establezca una brecha donde
algunos lo pueden pagar y otros no.
- Buena parte de
esta crisis sobre los costos de la energía tiene que ver con la alta
importación de gas de los últimos años. ¿Hay un atraso de la
reconversión de la matriz energética, que depende casi en un 90 % de
hidrocarburos?
En rigor allí
hay una debilidad ideológica de un gobierno progresista. Al gobierno
actual, donde la hegemonía del capital es la idea central, no le
pido nada porque no creo que valga la pena debatirlo. Pero un
gobierno progresista debería advertir la importancia de ir
instalando la democracia económica en todos los espacios que se
pueda. Y la democracia económica en materia energética implica
hacer un uso fuerte, acelerado y tesonero de la posibilidad que da la
tecnología de generar y utilizar la energía en forma distribuida.
Por lo tanto, la energía solar y la energía térmica no son
solamente elementos que habría que enfatizar a consecuencia del
efecto ambiental, sino también del efecto en el ordenamiento social
que eso genera. Porque si se habla de empoderar a los ciudadanos -una
palabra que me molesta pero que la voy a repetir porque está
generalizada-, no hay nada que sea más empoderador que la
posibilidad de generar su propia energía. Bueno, eso está ausente
de la política progresista que estuvo vigente hasta el 2015.
- ¿Por qué crees
que pasó esto?
Porque no hay una
vocación transformadora auténtica. Porque la democracia económica
no forma parte del eje de pensamiento de la dirigencia política,
llamémosle de centro izquierda o de izquierda, en el país. Lo que
se distribuye, lo que se discute, es el poder político y la
posibilidad de controlar a los poderosos, no de reemplazar a los
poderosos con otra estructura productiva.
- ¿Existe un
consenso en favor del petróleo que impide avanzar en una
reconversión?
Ahí hay un
planteo bastante ignorante que enfatiza la diferencia de costos entre
la generación de energía a partir de fuentes no renovables y las de
renovables, y sigue sosteniendo que el costo es menor por fuentes no
renovables, lo que era válido hace quince años, pero ahora no es
cierto. Simplemente la gente no se informa y no ha profundizado en el
efecto transformador social que tiene la energía renovable. La razón
por la que no se hace, es porque hay intereses económicos muy
fuertes, concentrados alrededor del petróleo y el gas, y que se
asocia a la dirigencia política y deciden esa política, pero ningún
argumento racional se puede poner a favor de la política actual.
Renovables al
servicio del gran capital
- ¿Qué
condiciones de posibilidad de desarrollo tienen las energías
renovables en la Argentina?
No necesitan
demasiada investigación y desarrollo tecnológico. Por lo menos en
la fotovoltaica, que es lo que yo lo que sigo de cerca, hay una
evolución muy dinámica en el mundo, tanto en compañías europeas
como chinas, e incluso algunas norteamericanas, que mejoran la
eficiencia año a año y reducen sus costos. Y además hay una
competencia muy grande todavía, que hace que haya muchas compañías
dispuestas a vender componentes a muy largo plazo y a muy bajo
interés.
Argentina tiene
elementos tecnológicos propios, no necesita incursionar en el
desarrollo de los componentes básicos sino en el desarrollo de los
sistemas. Tendríamos que tener sistemas propios de administración
de redes, que permitan vincular la fotovoltaica con las redes que
están vigentes, cosa que tampoco es del otro mundo, pero merecería
que sea un diseño propio y que tenga tecnología confiable de
propiedad nacional. A mí me parece que cualquier compañía que se
decidiera hacerlo, de carácter estatal, lo podría hacer con toda
facilidad, incluso no necesita que sea al interior de YPF. Se puede
hacer una empresa independiente, que avance con el objetivo marco
vigente en la Argentina de aumentar la participación de renovable al
15 o 20 por ciento, pero no por el mecanismo que ha elegido el
macrismo, que es un mecanismo ridículo, donde pone la expansión de
renovables en la misma mano que lo que manejan las no renovables.
- ¿La licitación
de renovables del gobierno fue la apertura de un nuevo mercado, de
una línea de negocios?
Sí, pero en
realidad lo renovable, como lo plantea el macrismo, va a tener las
mismas características de lo no renovable, solamente que con un
efecto ambiental un poco positivo. Pero del punto de vista de la
democracia económica, va a ser igualmente prejudicial, porque no hay
ninguna perspectiva, no solo a que los ciudadanos generen energía en
sus propios techos, sino que ni siquiera las cooperativas de
servicios van a poder hacerlo. En definitiva, es un cambio
tecnológico que no hace uso del beneficio social que tiene sino que
se pone al servicio del gran capital.
Esto genera una
media docena de negocios que harán que las renovables nunca sean
baratas en la Argentina. En definitiva, se hará un negocio donde los
consumidores estaremos expuestos a una decisión de empresas que
monopólicamente, o a través de un cartel, nos impondrán sus
condiciones. No hay ninguna expectativa positiva que se pueda
formular a partir de la decisión de hacer plantas de cien mil
kilovatios de energía fotovoltaica si lo produce una sola empresa.
- Además de la
supuesta política pro renovables, el macrismo ha hecho mucho
hincapié en el ahorro individual, discurso que oculta que el mayor
consumo energético está en la industria, en particular en sectores
como el minero.
Ahí me parece
que se necesita un trabajo técnico antes que tomar decisiones
políticas. Tenemos que admitir que además del uso de las mineras,
las papeleras, las empresas electro intensivas; ha habido una
política desprolija en relación al uso del GNC [Gas Natural
Comprimido] como combustible, lo que ha generalizado un combustible
barato y que hace que en caso de modificarse de esa matriz, afectaría
a ciudadanos comunes. Claramente ahí hay una distorsión, porque hay
una utilización de GNC que debió haber sido reemplazada, en parte,
por aumentos de combustibles renovables, y en parte, porque debió
desarrollarse del auto eléctrico hace ya 5 o 6 años.
Eso configura una
planificación estratégica del uso de la energía que no está hoy
asignada a nadie. Por lo tanto, no deberíamos caer en lo análisis
más o menos evidentes de que hay grande ganadores y perdedores en
esta distribución macrista, porque en realidad, el macrismo lo que
ha hecho es decir: consuman lo que sea, pero el que lo quiere lo
tiene que pagar, porque las empresas petroleras y gasíferas tienen
que ganar plata. Me parece que hasta ahí llega su compromiso con la
matriz energética.
La continuidad de
la política pública macrista
- ¿Qué elemento
rescatarías como los más positivos que tuvo el kirchnerismo en su
política energética?
No, no tiene
puntos altos, porque el kirchnerismo fue sorprendido por el aumento
muy acelerado de la demanda energética y lo suplió con dos
decisiones que a mi juicio son equivocadas. Primero, la importación
de pequeñas plantas, llave en mano, que se pudieron haber
desarrollado acá, y que tendrían que haber sido en base a recursos
renovables. Ese era el momento de diseminar plantas con recursos
renovables en la Argentina, pero se apeló a la importación llave en
mano de China, que le agregó un costo a la matriz innecesario en
este momento, porque incluso aumentaron las importaciones de gasoil.
Este punto me parece un error grosero.
Y otro error
importante es haber tomado el control mayoritario de YPF y luego
decidir que YPF se comportaba como cualquier empresa de mercado,
cuando en realidad YPF tenía un plan de inversiones por delante que
era el momento de apelar para su expansión a la inversión privada
nacional masiva. Nosotros estamos en este momento desesperados, lo
estaba el gobierno anterior y lo está este, por conseguir capitales
del exterior. YPF debió haber ofrecido condiciones similares a las
que ofreció a Chevron y a su socio malayo [Petronas], pero a
accionistas nacionales, sin derecho a voto, que ganaran lo mismo que
gana [George] Soros comprando acciones de YPF. Hubiera tenido
importantes ofertas y hubiera podido expandir la empresa con un
sustrato nacional que hoy no tiene.
- ¿Y la creación
de Enarsa -que iba a centralizar la política energética más allá
del petróleo- no te parece un elemento positivo?
Claro que sí,
pero no se hizo nada. ¿Enarsa qué hizo? Importó combustibles. Los
resultados no fueron buenos, es decir, cualquier adherente
kirchnerista diría la creación de Enarsa fue muy buena y la compra
de las acciones de Repsol estuvo muy bien, pero yo no mido eso, yo
mido qué hicieron con eso.
- Finalmente la
gran respuesta que dio el kirchnerismo a la crisis energética fue
apostar por el fracking.
Eso es lo más
sorprendente. Se apostó por el fracking y al poco andar se comenzó
a descubrir fuentes de petróleo convencional, que no se habían
trabajado y no está claro que se haya agotado esa instancia. De
todos modos, yo no tengo una posición categórica negativa sobre el
fracking en la Argentina. Creo que algunos argumentos de la gente de
YPF que comparan los riesgos ambientales con los de Canadá o Estados Unidos y
dicen que acá son muchos menores, pueden llegar a ser válidos en
cuanto a la diferencia de profundidad de las napas de agua y algunos
argumentos de ese tipo. Ahora, que el fracking desestructura
geológicamente un territorio, no me cabe ninguna duda. La verdad que
nadie puede prever que no haya efecto futuro negativo, hasta muy
negativo, porque es una intervención dañina en la Madre Tierra. Por
lo tanto, si uno lo mirara como lo puede mirar Evo Morales, dirá:
bueno, juguemos todo lo que tenemos a la fotovoltaica y eólica antes
de encarar a el fracking, que será un recurso de última instancia.
Yo leí con todo cuidado y respeto el libro Vaca Muerta [de los
periodistas Alejandro Rebossio y Alejandro Bercovich], y cuando uno
lee lo que efectivamente se ha hecho con los mapuches, y lee que en
Añelo no había un hospital, dice: carajo esto no es un problema
ambiental, es un problema de política social respecto a las
comunidades originarias que es grosero.
Y por otra parte,
una gerencia estratégica de YPF, debió haber previsto la guerra
petrolera que se iba a producir, que yo creo que le complicaron la
vida enormemente a todo el mundo petrolero con el fracking y a la
Argentina la dejaron sin proyectos. No quiero cargar la
responsabilidad en una persona, pero el planteo global estratégico
que [el ex director y ex CEO de YPF, Miguel] Galuccio le vendía al
gobierno terminó siendo equivocado.
- Revisando la
política energética del gobierno, ¿qué continuidades y rupturas
tiene el macrismo respecto del kircherismo?
A mí me parece
que simplemente el macrismo va a dar continuidad a la política del
gobierno anterior. El gobierno anterior negoció en términos
permisivos con los productores petroleros y el macrismo lo que está
haciendo es continuar esa política. Los subsidios a las petroleras
no tenían mayor sentido, cuando hubo conflictos, como el de Comodoro
Rivadavia, con petróleo que no se destina a la Argentina,
blanquearon el costo de extracción y era de 30 dólares [el barril].
Por lo tanto, cuando los tipos exportaron a 70 dólares, se quedaban
con la diferencia, pero cuando el precio internacional fue menos de
30, la Argentina se puso con la diferencia.
- ¿Qué rol
cumple el tarifazo en este esquema?
Me parece que es
una especie de intento de violación ciudadana. Yo creo que el
capital con el gobierno macrista se siente tan seguro que ganaban y
dijeron: bueno, queremos ganar el doble, y entonces decidieron
aumentar el precio del gas hasta donde se les ocurriera. Lo terrible
es que lo consiguieron. Más allá de las audiencias, más allá de
todo el precio internacional, el precio que se le va a pagar es muy
alto y confirma la idea de que el macrismo está dispuesto hacer lo
que sea por maximizar la ganancia del capital.
- ¿Consideras que
durante el kirchnerismo se sostuvieron los subsidios hasta un punto
crítico?
Considero que una
vez más se trabajó superficialmente y no se estratificó
adecuadamente. Si se hubiera estratificado el subsidio a la energía,
hubiera sido sumamente difícil para el gobierno macrista
eliminarlos. Pero como efectivamente los consumidores de Puerto
Madero pagan lo mismo que lo que consumidores de una villa, bueno, se
entregó de pies y manos a este tema de la tarifa social.
Energía para la
Democracia Económica
- Desde distintos
ámbitos han surgido conceptos, paradigmas alternativos al modelo,
como la idea de soberanía energética, ¿estás de acuerdo con esto
como horizonte superador?
Yo no tengo en el
centro de mi concepción política y social la idea de la soberanía
energética y casi ninguna otra en realidad. Creo que el tema de
soberanía energética, soberanía alimentaria, son términos
confusos. En definitiva, lo que hay que discutir, son los derechos
ciudadanos, es la democracia económica. Y entre los derechos
ciudadanos está el contar con los recursos básicos para vivir: si
la energía se ha convertido en un sustrato de la vida, en un derecho
humano, la comunidad debe suministrar energía a todo ciudadano, y
después debe discutir cómo se debe financiar esto. Creo que es
absolutamente equivalente para aquellas cosas que también se han
convertido en un negocio imperceptiblemente a lo largo de los años,
estoy hablando de la alimentación o la vestimenta. Pero si se pone
al capital como fuente de toda razón y justicia estamos muertos.
- ¿Qué actores
serían claves para avanzar en esta democracia económica?
Hablando sólo en
términos de energía y teniendo en cuenta de la producción de
energía viene de una historia de necesaria generación y
distribución concentrada, romper eso me parece que es una
responsabilidad. Debemos enfatizar la necesidad de utilizar el salto
tecnológico que ya tiene cincuenta años de vigencia por la
posibilidad de generar, distribuir y consumir de manera distribuida.
En consecuencia, me resulta francamente insólito que no haya un
movimiento muy fuerte de las cooperativas de servicios reclamando la
posibilidad de generar energías. Hay una cooperativa en Amstrong
[Santa Fe], que está marcando el camino, pero es solo uno. También
hay ciudadanos agrupados, pero son situaciones aisladas. Por ejemplo,
en Mendoza hay una ley provincial que habilita a que la gente genere
energía. Esto se dio a consecuencia de una persona que lo siguió,
consiguió adhesiones sociales y se dictó una ley. Pero desde las
cooperativas, entiendo que no han querido involucrarse, lo cual me
parece que demuestra que las cooperativas también se han convertido
en unidades de negocio, con lo cual no son factores de transformación
social.
- ¿Qué rol has
podido jugar vos en ese proceso desde el INTI y ahora IPP?
INTI estaba en
condiciones de jugar un rol y está en condiciones técnicas de ser
transgresor dentro de la estructura pública. Mientras yo estaba en
la presidencia del INTI, desarrollamos una plataforma de análisis de
desempeño de calefón solar, estábamos en camino de tener una
planta piloto de generación de energía eléctrica a partir de
basura, elementos para marcar un camino distinto. INTI intentó algún
logro y no sé si en este momento forma parte del sistema que está
estimulado lo renovable.
Y en el IPP
estamos trabajando por consolidar la idea de democracia económica
con la producción popular adentro, entendiendo esto como la
superación del capitalismo. La producción popular no es otra cosa
que la producción a cargo del pueblo, atendiendo necesidades
comunitarias de un modo tal que ninguno de los eslabones de la cadena
de valor se apropia de valor agregado por otro o se lo entrega a otra
cosa, que es lo usual en el capitalismo concentrado. ¿Qué hacemos
nosotros? Nos estamos insertando progresivamente el espacio, al
alcance del grupo pequeño, que no tiene más potencia que sus ideas
y su imaginación, y hasta en algunos casos capacidad de tomar
riesgos. Empezamos trabajando con alimentos y a fin de año vamos a
empezar una lógica similar con el tema de la indumentaria. Hemos
conseguido contar con 40 puntos de distribución en la Ciudad de
Buenos Aires. Diría que, con toda sinceridad, eso nos habilita a
autocalificarnos de laboratorio social con aspiraciones de generar
conceptos transformadores.
Serie de
artículos “Alternativas para la Soberanía Energética”
producidos por el OPSur con el apoyo de la Fundacion Rosa Luxemburgo
con fondos del BMZ.
Fuente:
“No se ha profundizado en el efecto transformador social que tiene la energía renovable”, 13/10/16, Observatorio Petrolero Sur. Consultado 15/10/16.
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