José Herrera
Plaza (Almería, 1955) cursó estudios de Economía en la Universidad
de Valencia. Técnico Superior en Imagen y sonido, trabaja
actualmente como cámara operador, en Canal Sur TV. Desde 1985 ha
seguido de cerca todo lo relacionado con el accidente nuclear de
Palomares. En 2003 fue coautor y coorganizador del libro y exposición
en el Centro Andaluz de Fotografía ”Operación Flecha Rota.
Accidente nuclear en Palomares”. Posteriormente dirigió el
largometraje documental homónimo (2007).
por Salvador López
Arnal
Estábamos en el
capítulo VI, “El proyecto Indalo”, cuando señalas que en 1968
se expuso por primera vez ante público especializado lo sucedido en
Palomares. ¿Dónde fue? ¿Quiénes intervinieron hablando de lo
sucedido en Palomares?
JH. En la
primavera de 1968 se celebró un simposio en Interlaken (Suiza) con
el título de "Protección Radiológica del público en caso de una
catástrofe nuclear". La valiosa experiencia adquirida por la JEN en
Palomares dio para dos ponencias de los responsables españoles, una
del Dr. Eduardo Ramos y otra del que estaría 15 años a cargo del
Proyecto Indalo, el farmacéutico Emilio Iranzo. Estos dos documentos
tuvimos que conseguirlos en 2005 en los Estados Unidos. Su gran importancia
como fuente es que en estas intervenciones en el extranjero aportan y
expresan lo que en España callan, a pesar de financiarse con fondos
de todos los españoles. Por supuesto no se nombran los
enterramientos, ni los altos índices dejados en la zona agrícola de
la vega.
Luego, según
explicas, hubo otro simposio en 1969. ¿Aportó alguna novedad
respecto al tema?
JH. Este otro se
celebró en Viena bajo el patrocinio de la OIEA. Aquí no se vuelve
con una descripción de las medidas de descontaminación. Se intenta
determinar el riesgo a que ha estado (pretérito) sometida la
población, cuando un año antes, en ese mismo momento y en los
venideros, se seguían produciendo numerosos aerosoles con la
resuspensión del plutonio, americio y uranio, tal como reconocería
en 1984 el propio Iranzo en la reunión anual de la Health Physics
Society Nueva Orleans.
Señalas también
que, durante ese tiempo, se esta viajando continuamente a Palomares.
¿Quiénes son esos viajeros? ¿Con qué objetivos?
JH. Los viajes
son para la toma de muestras de los cultivos, pesca, ganado, flora
silvestre muestreadores de aire y tierra, dentro del llamado Proyecto
Indalo, para el estudio de la contaminación dejada voluntariamente
en la zona. Todo para poder investigar el comportamiento de un gran
desconocido como era, a mediados de los 60, el plutonio.
Hablas en este
apartado de un accidente cuando se estaba trasvasando líquido
radiactivo del reactor suizo Shapir. ¿Qué pasó?
JH. En España
estaba en marcha el "Proyecto Islero" que, entre otras finalidades,
intentaba analizar las posibilidades de poseer armamento nuclear
netamente nacional. Para ello era preciso conocer la praxis de la
reelaboración de combustible gastado de las centrales para la
producción de energía. No hacía mucho que se había construido en
la JEN la planta caliente M-1. Un prototipo experimental de
reelaboración de este material, con sus celdas calientes
correspondientes. Ya se habían obtenido los primeros gramos de
plutonio por medio de las barras gastadas del reactor JEN-1. En 1970
se estaba reprocesando el combustible del reactor suizo Saphir.
Cuando se trasvasaban 157 l. de líquido radiactivo hubo una fuga que
vertió 60 l. a la alcantarilla. De ahí paso al Manzanares, al
Jarama y finalmente al Tajo, donde fue detectado en su desembocadura
en un control rutinario. El líquido tenía altas proporciones de
isótopos de cesio, estroncio y rutenio. El problema fue el uso del
agua contaminada para los regadíos del Manzanares y Jarama. Gran
parte de los productos agrícolas fueron comprados para su
enterramiento en los aledaños de la JEN. Otra significativa fracción
siguió los canales de comercialización hasta los consumidores. El
secretismo fue aún más férreo que en Palomares. El futuro de las
centrales en construcción o en proyecto estaba en juego. No existen
documentos conocidos al respecto, por lo tanto no podemos evaluar con
exactitud los comportamientos gubernamentales en toda catástrofe
nuclear: el grado de minusvaloración y de negligencia en la
radioprotección del público.
En nota, creo que
es la 34, hablas de un libro titulado “Energía nuclear en España”.
Dices que es un libro inédito. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué no se ha
editado?
JH. Sí se
editó, pero que yo sepa no se ha distribuido públicamente. El libro "Energía Nuclear de España. De la JEN al CIEMAT" es un magnífico
libro que intentaba rellenar un hueco inadmisible de nuestra
historiografía. Fue escrito por encargo del CIEMAT. La tarea se le
encomendó a dos prestigiosos historiadores especializados en ciencia
y tecnología: Romero de Pablos y Sanchez Ron. Al parecer, las
descripciones, comentarios y valoraciones de algunos pasajes no
fueron del agrado de los responsables del encargo. En vez de hacer
constar el disenso por otros medios, fue sepultado en algún sótano,
una vez impreso. Total, pagaban los españoles.
Te cito: “Vemos
en este suceso, en el asunto que tratamos, y en la mayoría de los
accidentes nucleares, unas similares e inmutables pautas en
autoridades y organismos competentes, independientemente de la época,
régimen político o cultura dominante” (p. 202). ¿Es así
realmente? ¿Es independiente de todo eso que señalas? ¿Nos haces
un resumen de esas pautas similares?
JH. Puesto que
este tema da para mucho, según nos refiramos a las valoraciones del
suceso o de sus consecuencias a medio y largo plazo en personas y
medioambiente, me centraré sinópticamente en las actitudes y
valoraciones institucionales a corto plazo de cara a los afectados y
opinión pública: a) Con el plausible objetivo de evitar el pánico
colectivo se minimiza sin tope alguno lo sucedido. Se publicitan
notas oficiales de la situación en las zonas contaminadas alejadas
de la realidad. A los afectados únicamente se les repite el "no
pasa nada", pero no se les forma, ni mucho menos informa, de los
riesgos y de cuestiones básicas de radioprotección. b) A la hora de
adoptar medidas de radioprotección de cara a los afectados, la
evaluación de riesgos, las estrategias remediadoras, se ven
influenciadas por todo lo anterior, o se anteponen los intereses
políticos o militares, de la empresa afectada, sector, o las
relaciones internacionales. En caso de accidente nuclear nacen por
doquier criterios elevados al rango de "cuestiones de estado",
siempre antepuestos al ámbito, salud e intereses de los afectados.
Esto puede servir
como plantilla para cualquier accidente, llámense Islas Marshall,
Palomares, Chernóbil, Fukushima y lo que pueda acontecer.
Hablas también
de los problemas de importación, denunciado por E. Ramos, del nuevo
CCE (Contador del cuerpo entero). ¿Qué pasó? ¿Qué problemas
hubo? ¿Era importante este contador?
JH. Por
incomprensible que parezca, tuvieron problemas en la aduana, que
mantuvo inmovilizado durante semanas el material. Ello a pesar que
era equipo científico y para un organismo público.
El Contador de
cuerpo entero era un sofisticado dispositivo de última generación
que ambicionaba medir el plutonio en los pulmones de los vecinos a
través de la débil radiación (gamma) que emite, durante un tiempo
de 30-40 minutos mientras el paciente escucha música tumbado. Era un
equipo ultrasensible que exigía un sofisticado blindaje y que muy
pocos países tenían. De alguna manera se ofreció como la "estrella" del Proyecto Indalo. Tan grandes fueron las expectativas
que suscitó como el fiasco de sus resultados.
¿Quién fue el
doctor Francisco de los Santos al que aludes en este apartado?
JH. Fue el
encargado de operar el Contador de cuerpo entero. Para ello se había
tenido que desplazar varias veces a los Estados Unidos. Posteriormente se le
nombró responsable de las medidas de plutonio en la zona.
En la nota 48
habas de unas cartas entre W. Langham y E.J. Valerio. ¿De qué iban
esas cartas? ¿Tenían interés?
JH. Ya vimos en
su momento que el Dr. Langham fue el autor intelectual de la
descontaminación parcial en Palomares y de la investigación con las
personas y el medioambiente en Proyecto Indalo. En esta carta que
aludes, Langham hace su último viaje a Palomares antes de perder la
vida en un accidente de aviación. Allí observa que las labores del
Proyecto estaban paralizadas por la fuga de líquido radiactivo del
reactor suizo Saphir. Casi la totalidad de los recursos de la
División de Medicina y Protección se habían dedicado a la
evaluación de la dispersión. La ayuda en efectivo y material
estadounidense también se paralizó hasta la reanudación de los
trabajos.
Comentas que la
jubilación del doctor Eduardo Ramos generó un gran hueco. ¿Por
qué? ¿Era tan importante su papel? ¿Quién le sustituyó?
JH. Las personas
consultadas que conocieron o trabajaron con el Dr. Eduardo Ramos, han
coincidido en que era la persona más preparada en radioprotección.
Independientemente de sus conocimientos, era un ser que generaba
confianza y empatía en los vecinos de Palomares y Villaricos. Algo
indispensable como interlocutor del organismo regulador con los
afectados por el accidente.
¿De qué va la
propuesta que en 1978 hicieron los científicos Dean, Richmond y
Wachholz?
JH. Estos
científicos integraban el primer relevo generacional de científicos
encargados de supervisar el Proyecto Indalo. Se dieron cuenta de los
altísimos niveles de contaminación de la Zona 2, junto al
cementerio. Constataron que se resuspendía el plutonio en aerosoles
cuando soplaba viento superior a 20-30 km/h y ello suponía un
incremento del riesgo de inhalación por parte de las personas y su
contaminación interna. Con las evidencias, presentaron la propuesta
de descontaminar esa zona y enterrar allí mismo la tierra, mientras
los de la JEN mantenían silencio. Cualquier opción menos que ese
plutonio estuviese a merced de los vientos. Es posible que
desconocieran la existencia ya de dos fosas con 4.000 m3 de residuos.
Como era de esperar, su propuesta caería en saco roto pues suponía
contradecir la historia oficial. Ni en Madrid ni en Washington
interesaba destapar la caja de los truenos, con otras dos zonas (la 3
y 6) con parecida situación. Además, ni a los políticos de esas
dos capitales, ni a sus familias, les llegaban los aerosoles de
Palomares. Habría que esperar 25 años para retornar a ese problema,
evaluarlo y buscar posibles soluciones.
Comentas también
que en 1986 la JEN se transformó en CIEMAT, un organismo que aún
existe. ¿Qué relaciones tenía y tiene con el CSN? ¿Supuso algún
avance organizativo? ¿Todo empezó entonces a moverse como señala
Teresa Mendizábal, la que fuera directora de Medioambiente y
Secretaria General del CIEMAT?
JH. El Consejo
de Seguridad Nacional llevaba 6 años cuando la JEN pasa a
denominarse CIEMAT. Para evitar malentendidos y duplicidades quedan
asignadas al CIEMAT las labores de evaluación y ejecución de los
programas, con la remisión de informes al CSN, mientras que este
ejerce un rol decisorio.
Evidentemente
aquello fue algo más profundo que un cambio de siglas o de
remodelación orgánica. A partir de ahora se remiten al CSN y al
Departamento de Energía norteamericano un informe semestral sobre el
Proyecto Indalo. Las estrategias comienzan a diseñarlas personas
distintas a las que colectan y analizan los datos.
¿Qué trabajo
publicó el CIEMAT en la prestigiosa revista científica Health
Physic?
JH. Desde
inicios del Proyecto Indalo, el Dr. Langham y sus sucesores instaron
a los miembros de la JEN a publicar en revistas científicas para el
incremento en el conocimiento del desconocido plutonio en un medio
agrícola habitado. Pero Emilio Iranzo era renuente, supuestamente
amparado en la voluntad política. No deseaba que se conociera la
realidad de lo que habían dejado los norteamericanos. Lo que llama
poderosamente la atención es que su actitud es mucho más cerrada
que la de sus pares, que fueron los causantes, aunque con el silencio
cómplice de personas como él. Tras años donde los únicos datos
que salieron de la JEN fue en congresos y simposios de personal
especializado, cerrado al público, la prestigiosa revista Health
Physic les publicó un artículo en 1987.
También se
jubiló tiempo después alguien que estuvo muy relacionado con el
accidente, Emilio Iranzo. ¿Qué balance puede hacerse de su trabajo
en este tema?
JH. Los 15 años
aproximadamente que está el farmacéutico Emilio Iranzo al frente
del Proyecto Indalo por parte española, constituyen un periodo
variable, para nada fácil, que se ve influenciado negativamente por
los cambios administrativos, las indecisiones, moratorias e impagos
por parte norteamericana y una falta de sistematización en los
objetivos y estrategias de investigación por ambas partes. En
España, la crisis del petróleo del 73 y la posterior inflación
dispara los costes, lo que ocasiona que la aportación financiera
española se incremente porcentualmente. Ahora van a ser los
españoles, con sus impuestos, los que financien mayoritariamente un
problema generado por los Estados Unidos, con la humillante aquiescencia de las
autoridades españolas.
Cito unas
palabras de un informe de 1993: “No hay mejor oportunidad en
cualquier parte del mundo para estudiar una población, en una
sociedad altamente compleja con labores en agricultura intensiva,
donde existe cerca contaminación de plutonio sin control
gubernamental”. Se habla de Palomares. ¿Exageraban? ¿Convencieron
a sus superiores?
JH. El Proyecto
Indalo sufrió muchos altibajos. En ocasiones la moral caía y las
dudas sobre su continuidad aparecían. A diferencia de los españoles,
ellos valoran mucho la investigación en todos los campos. Antes que
un politicastro tome una decisión arbitraria sobre investigación y
tecnología, como ha sucedido los últimos años en este país,
analizan pormenorizadamente los pros y contras. El texto
seleccionado, nada exagerado, es una versión de la reafirmación que
ya hizo el Dr. Langham antes de su muerte y que fue efectiva para su
prórroga. Junto con las Islas Marshall, Palomares ha sido uno de los
dos mejores laboratorios vivos para investigar el plutonio, con la
diferencia de que allí sí había control gubernamental. Hasta el
nuevo milenio, aquí no; sencillamente porque no existía
reconocimiento oficial del problema.
Hablas de una
nueva etapa desde 1997. ¿Por qué nueva?
JH. Pues porque
se firma un nuevo acuerdo: el Proyecto de Anexo I, que supone un
incremento de la seguridad jurídica, la continuidad de criterios a
grandes rasgos, con especial énfasis en la reevaluación de plutonio
y americio en las zonas aradas en 1966, las nuevas áreas cultivadas
y aquellas que no se descontaminaron en su día. Además se realiza
una auditoría de lo realizado hasta ahora, el Programa de Revisión
de Palomares.
En el apartado
6.1.6, dedicado al “Coste”, ¿de qué costes hablas?
JH. Desde el
inicio se pudo calcular que el Proyecto Indalo iba a precisar unos
recursos materiales y humanos significativos y constantes en el
tiempo, pues era a largo plazo. Cuando le propusieron a los españoles
iniciarlo, los norteamericanos hablaron enseguida de dinero en
efectivo y todo tipo de equipos, pero muy cucos ellos, sin
especificar montos ni plazos. La cuestión quedaba a su entera
discrecionalidad. Los españoles picaron y ello les supuso soportar
las incertidumbre en forma de numerosas moratorias, rebajas e incluso
impagos. Otro de los muchos "Bienvenidos Mr. Marshall"
padecidos en las relaciones bilaterales. Porcentualmente los Estados Unidos
comenzaron en los 60 haciéndose cargo del 75 % aproximadamnte de los gatos.
En los años 70 únicamente pagaban la mitad y de los 90 hasta 2009,
financiaban alrededor del 25 %. Dieron la vuelta a la tortilla como
auténticos prestidigitadores.
Te pregunto a
continuación por el seguimiento radiológico de la tropa
norteamericana si te parece.
Fuente:
Salvador López Arnal, “En caso de accidente nuclear nacen por doquier criterios elevados al rango de «cuestiones de estado», siempre antepuestos al ámbito, salud e intereses de los afectados”, 05/10/16, Rebelión.
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