Entrevista
a Antonio Elio Brailovsky.
El
medio ambiente es, sin duda, uno de los grandes temas de nuestro
tiempo. Los índices alarmantes del calentamiento global y las
advertencias de diversos científicos en todo el mundo ponen sobre la
mesa la necesidad de un viraje en nuestro vínculo social con la
naturaleza. Revista COLEGIO tuvo el agrado de conversar sobre estos
temas con Antonio Brailovsky, economista, catedrático de la
Universidad de Buenos Aires y especialista en medio ambiente.
En la
carta encíclica Laudato Sí, el Papa Francisco se hacía eco de las
palabras de San Francisco de Asís al recordarnos que “nuestra casa
común es también como una hermana, con la cual compartimos la
existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos”.
Nos encomiaba a cambiar nuestra manera de relacionarnos con la
naturaleza y el mundo, pero también con nosotros mismos, con el
propósito de aliviar el daño que como sociedad causamos a este
planeta. Rezaba la carta que “el clima es un bien común, de todos
y para todos”.
Fue
una sorpresa que uno de los líderes religiosos más importantes del
mundo dedicara toda una publicación al tema del medio ambiente. La
encíclica constituye un ejemplo -entre otros- de cómo los temas
ambientales presentan una dimensión que los vuelve inasibles para
una disciplina por sí sola.
Antonio
Brailovsky subraya que, aún así, en el ámbito educativo los temas
ambientales suelen abordarse casi exclusivamente desde la órbita de
la las ciencias naturales, haciendo a un lado los múltiples
conflictos sociales que los originan y sostienen en el tiempo. Su
vocación por cambiar este estado de cosas dio forma al libro
Educación Ambiental: La utopía en la escuela, en el que se
presentan diversos modos de trabajar el conflicto y repensar los
problemas ambientales desde una mirada transdisciplinaria.
En
2014 publicó el libro Educación Ambiental: La utopía en la
escuela, en el que usted acerca el campo de la educación ambiental a
las aulas. ¿De qué hablamos cuando hablamos de educación
ambiental?
La
idea del libro fue hacer una introducción a la educación ambiental
desde una perspectiva transdisciplinaria. Es decir, sacarla del lugar
en que la meten siempre los sistemas educativos, que son las ciencias
naturales, y plantear la integración entre ciencias naturales y
sociales. El motivo de esto es que el ambiente es sustancialmente
conflicto, conflicto social. Por algo los perjudicados por
situaciones ambientales desfavorables son siempre del mismo sector
social. Cuando uno reduce el ambiente a las ciencias naturales, lo
que hace es analizar muy cuidadosamente lo que le pasa a los seres
vivos del río cuando uno tira un tóxico al agua. Pero las ciencias
naturales no alcanzan para entender por qué nuestra sociedad tolera
que alguien tire tóxicos al agua. El Huracán Katrina que destruyó
Nueva Orleans en 2005 afectó principalmente a los pobres y a los
negros. No hay ninguna razón meteorológica para comprender por qué
un Huracán daña más a los pobres y a los negros. Esa es una
situación social.
Plantea
que la historia social y la historia ecológica van de la mano.
Van
absolutamente de la mano. Cualquier reduccionismo a las ciencias
naturales esconde que hay un conflicto social y que hay sectores
sociales postergados, y que los sectores sociales que no tienen
acceso a la salud, a la educación, a la vivienda, son los mismos
sectores que no tienen acceso al agua potable, o que respiran gases
tóxicos.
Institucionalmente,
trabajar en educación ambiental requiere un abordaje que atraviese
los distintos espacios de trabajo, sin quedar circunscripto a una
materia.
Sí.
La educación ambiental tiene que ser transversal. El tema es cómo
el sistema educativo trata los temas transversales, si son de todos o
no son de nadie. Y hay desde escuelas que integran al proyecto
educativo el tema ambiental hasta escuelas que simplemente lo omiten.
Si se lo integra y se lo toma desde distintos puntos de vista los
resultados pueden ser importantes.
Usted
destaca que el vínculo que mantenemos con la naturaleza es social.
¿Qué significa esto?
Significa
que cada sociedad tiene una mirada sobre el medio natural que la
soporta, una mirada y una manera de organizarse en relación a ella.
Por ejemplo, el tema de qué recursos naturales se utilizan y cuáles
no. ¿Utilizamos todos? En un mundo en el que hay por lo menos 25000
plantas comestibles, basta enviar a los alumnos a la verdulería de
la esquina y que cuenten cuántas plantas comemos. Hay cientos de
plantas comestibles en la región pampeana y no las usamos. Usamos
una parte de la naturaleza. Otro ejemplo es la manera en que los
distintos pueblos de México se las arreglaron para combatir las
plagas del maíz. La principal plaga eran los grillos. Entonces, se
comen a los grillos. Los famosos chapulines son grillos fritos, con
picante. Y forman parte de la dieta. Es una estrategia de utilización
de un recurso natural que otras culturas no usan. Cada uno tiene un
vínculo.
¿El
monocultivo y el boom de la soja en nuestro país configuran un
aspecto problemático de nuestro propio vínculo con la naturaleza?
Es
una forma de vincularse que yo creo que es suicida. Por lo siguiente:
el modelo sojero está apuntando a despoblar el campo y a destruir la
infraestructura rural. ¿Qué va a pasar cuando este modelo se agote?
Yo seguí muy de cerca lo que me pareció una política suicida de
apostar todo al petróleo en Venezuela. Con el petróleo rico
Venezuela era rica, durante lo que ellos llamaban la Venezuela
Saudita. Cuando el petróleo baja a la mitad o menos de la mitad del
precio, se cae el país. Porque lo único que produce es petróleo e
importa todo lo demás. Este es el riesgo de depender de una sola
fuente, y además de un mercado altamente monopolizado, tan
monopolizado como el del petróleo. Y con la soja sucede lo mismo.
Aunque fuera mal negocio, yo conservaría la infraestructura agraria.
Porque uno nunca sabe cuánto va a durar un modelo productivo. En la
historia de todas las materias primas en el último siglo y medio se
ve que para incentivar la producción, a veces minera y a veces
agropecuaria, subieron los precios. Y una vez que el productor estaba
enganchado los precios empezaron a bajar. No veo por qué va a ser
distinto con la soja. Porque pasó con el algodón, el azúcar, el
café, el cacao, el trigo.
¿El
medio ambiente es uno de los temas clave de nuestro tiempo?
Yo
creo que es un tema clave en todos los tiempos, lo que pasa es que
ahora hay consciencia. En distintas épocas hubo etapas de mayor y
menor consciencia. Un poco se fue fue perdiendo a partir de la
revolución industrial con la idea de que la tecnología puede
reemplazar cualquier cosa, o solucionar cualquier problema. Pero hace
dos mil años atrás, durante la Roma imperial, que tenía un millón
de habitantes, había un sistema de acueductos que traía agua
potable, y una disponibilidad de agua potable mayor de la que ahora
tiene cualquier ciudadano occidental. Mayor disponibilidad por
habitante. Y había un sistema cloacal absolutamente eficiente que
impedía las epidemias, que podían provocar enormes desastres. Pocas
veces hubo una clase dominante tan despiadada como la oligarquía
romana, y el trato a los esclavos es escalofriante, pero en la Roma
imperial tanto los esclavos como el emperador bebían la misma agua.
Porque tenían claro que si los pobres tenían agua de mala calidad,
corrían riesgo de enfermarse y provocar una epidemia que iba a
afectar también a los ricos.
A
pesar de su importancia, la educación ambiental tiene poco lugar en
la currícula oficial.
El
tema ambiental es marginal. Cuando hablamos de un tema que se usa en
una materia y responde al programa punto por punto es una cosa. Pero
si es un tema que es de apoyo, transversal, es otra cosa.
¿Por
qué es marginal?
Por
un lado, porque pone en cuestión la epistemología, los bordes de
las ciencias. ¿Dónde empieza la química y empieza el derecho? Para
analizar la contaminación necesitamos derecho ambiental, economía,
química, de todo. Necesitamos un paquete de ciencias
interpenetradas, no una ciencia que empiece y termine, sino ciencias
que se interincluyan. En suma, que haya transdisciplina. Nuestro
modelo educativo contempla que una ciencia termina a las tres y
cuarto y otra empieza a las tres y treinta. Y no tienen nada que ver,
sus profesores que no se ven la cara, no sabe uno qué hace el otro.
Todo esto la educación ambiental lo pone en cuestión. Y por otro
lado, pone en cuestión los objetivos mismos de la educación, que
buscan integrar a los alumnos a un sistema que existe y que se supone
funciona bien. Porque la educación ambiental tiene que plantear que
la generación de los docentes recibió un mundo en mejores
condiciones que el mundo que les entrega a la generación de sus
alumnos. Esto hay que estar dispuesto a decirlo. Y no es algo que el
sistema educativo está en condiciones de hacer, o habituado a decir.
¿Qué
resultados ha dado el trabajo en las aulas desde esta visión de la
educación ambiental?
Los
alumnos y docentes que participan en estos proyectos quedan
fascinados. Porque son proyectos que tienen un componente importante
de autogestión, y cuanta más autogestión uno le ponga más
creativo es el rol del alumno, y más miedo tiene la institución de
que se les escape el control. Pero más creativo el resultado e
interesados todos los que están ahí.
El
tema ambiental engancha tanto a los alumnos que eso los docentes lo
descubren enseguida y los directivos con buen ojo también. Hay cosas
que a los chicos los aburren pero el tema ambiental nunca. Y eso es
una potencialidad. Ahora, ¿la institución es capaz de aprovechar
que estamos en un tema que moviliza a los alumnos? Y en ese sentido,
retomando un poco el tema de políticas educativas, en Ciudad de
Buenos Aires y en muchas otras ciudades se ha hecho un reduccionismo
de poner el eje en el tema residuos. Es decir, enseñar en las
escuelas a que ponés esto en la bolsa negra, esto en la verde, y
demás. Y yo creo que eso corresponde a los intereses de todos los
municipios del mundo donde el principal componente de todos los
presupuestos municipales es la recolección y tratamiento de la
basura. Entonces, hay que poner las escuelas a que me ahorren, me
disminuyan el gasto en residuos. Pero eso es sólo una parte de la
visión sobre el problema ambiental. Pero he visto demasiados
establecimientos en los que casi lo único que se hacía era separar
residuos. Tanto que en un curso virtual que hicimos con la
Universidad de San Andrés una directora se quejaba de que para ella
educación ambiental era que le llenaran la escuela de botellas.
Entonces, trabajemos lo conceptual primero. Y lo operativo después.
Si lo operativo reemplaza a lo conceptual, uno junta tapitas,
botellas, pone los papeles en una bolsa y las cáscaras de banana en
otra y no entiende qué está pasando.
¿Cómo
se trabaja el conflicto social?
El
conflicto social aparece siempre que uno habla de ambiente. El tema
es cómo se habla del conflicto social en los colegios. Por ejemplo,
es distinto el tratamiento del tema en escuelas próximas a la zona
del riachuelo que en escuelas de un country. He visto en jornadas
sobre el agua, en universidades como la de Lanús o de la La Matanza,
que iban alumnos y docentes de escuelas de la zona afectada por la
cuenca matanza-riachuelo y hablaban muy duramente de los problemas
que ellos sufrían. Hay escuelas donde los docentes y alumnos se
enferman por emanaciones tóxicas, o donde la escuela se inunda con
agua contaminada. En otras escuelas se tratan los temas con más
moderación, con más distancia. Porque no es una problemática que
afecte a los alumnos directamente y porque algunos padres se pueden
irritar.
Entonces,
yo creo que hay que reconocer que los conflictos existen. Pero esto
va mucho más allá de la educación ambiental, va a la manera en que
uno entiende la educación. Por eso costó mucho meter el tema de la
educación sexual, costó mucho meter el tema de derechos humanos.
Son temas en los que hay conflicto. Mientras tengamos unanimidad en
cuanto a la suma del cuadrado de los catetos, ahí no hay drama. Pero
qué pasa cuando hay puntos de vista distintos, intereses
contrapuestos… necesitamos un modelo educativo que incorpore puntos
de vista distintos, intereses distintos. Esto es lo que nos falta. En
las escuelas públicas donde los padres de los alumnos no son
clientes es más fácil. En una escuela en la que el directivo puede
estar pensando “si yo digo esto, los padres se llevan los alumnos a
otro lado”, es más difícil.
¿Qué
valores cree que sería bueno cultivar en los chicos en relación al
cuidado del medio ambiente?
En
esto me remito a la encíclica de Bergoglio. Es decir, cuando
Bergoglio plantea que tiene que haber lugar para todos en el mundo,
que no puede ser que haya un mundo con gente descartable. Me interesa
esa encíclica porque es un texto político durísimo. Tan duro que
la mayor parte de los medios de comunicación lo ablandaron. Y que
muchas escuelas católicas no lo leen. Justamente porque no pueden
trabajar el conflicto. Y yo creo que son esos valores. Es un texto
que puso el dedo en el conflicto. Y me parece que eso es lo que la
educación tiene que hacer, tiene que decir acá hay un conflicto,
acá hay problemas. No que queden afuera de la escuela, sino que se
discutan y si discrepamos, discrepamos. ¿Qué tiene de espantoso?
Pero necesitamos una escuela que permita discrepar, que permita
incorporar los problemas y que permita trabajar los problemas graves
como los que plantea Francisco en la encíclica. Discutir sobre
políticas públicas en vez de dedicarnos a poner los huesitos de
pollo en esta bolsa y el diario viejo en la otra.
¿Sirve
cambiar hábitos de consumo a nivel individual?
Eso
tiene una trampa y es que la gente crea que con eso soluciona algo.
Es decir, un libro emblemático es 50 cosas que pueden hacer los
niños para salvar la tierra, estilo apagá la luz, no dejes correr
agua, adoptá una mascota, etcétera. Yo creo que sirve en la medida
que ayuda a que la persona vea que existen problemas. Ahora, si la
persona cree que los puede solucionar desde su casa, la estamos
engañando. Las conductas individuales tienen un alcance limitado
cuando se trata de cuestiones sociales, simplemente porque la
sociedad es más que la suma de sus integrantes. Lo que se necesitan
son políticas públicas.
Nota
producida por Esteban Knöbl para Revista COLEGIO.
Fuente:
Esteban Knöbl, Educación Ambiental: La utopía en la escuela, 06/10/16, Revista COLEGIO. Consultado 11/10/16.
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