Dos estudios de
dos universidades nacionales detectaron la contaminación con
agrotóxicos en tierra, agua y aire en San Salvador, Entre Ríos. Se
constató, además, que las principales enfermedades son las
respiratorias, y la primera causa de muerte es el cáncer de pulmón.
Casi la mitad de los tumores diagnosticados ocurrieron en los últimos
5 años. Todas las muestras de agua presentaron plaguicidas,
incluyendo el glifosato. Las investigaciones avalan lo denunciado por
los vecinos durante años con censos caseros y marchas. Los informes
completos.
“En San
Salvador está pasando algo grave, preocupante y que está
relacionado con la alquimia a la que está siendo expuesta la
población en los últimos 20 años. Los vecinos no estaban
exagerando” el doctor e investigador Damián Verzeñassi,
responsable académico de la Práctica Final de la carrera de
Medicina de la Universidad Nacional de Rosario: “Hay una
proliferación química que se ha liberado con una irresponsabilidad
absoluta, con una falta de control por parte de Estado”.
La Facultad de
Ciencias Médicas de Rosario, junto al Espacio Multidisciplinario de
Interacción Socioambiental (EMISA) de la Universidad de La Plata,
realizó un perfil de morbimortalidad en San Salvador, municipio de
Entre Ríos, además de estudios de la calidad de tierra, aire y agua
del territorio a pedido del intendente Marcelo Berthet.
La investigación
fue una respuesta a las demandas y movilizaciones vecinales que
alertaban sobre el aumento de enfermedades y muertes por cáncer y su
posible vinculación con el modelo productivo regional, que combina
agrotóxicos y fumigaciones. “El resultado de nuestro trabajo
muestra lo que significa tener que convivir con aire, tierras y suelos
con una carga química de gran magnitud”, plantea Verzeñassi, de
la Facultad de Ciencias Médicas rosarina que organizó un Campamento
Sanitario para realizar el relevamiento.
¿Qué dicen los
resultados de los informes? “La principal causa de muerte en San
Salvador en los últimos 15 años es el cáncer, principalmente de
pulmón. La enfermedad crónica más referida tiene que ver con lo
cardiovascular”. Otro de los datos: en 80 hogares hubo 84 casos
diagnosticados de cáncer.
El doctor en
Química, integrante del EMISA e investigador del Conicet Damián
Marino, describe a lavaca lo que se encontró en San Salvador: “Hay
campos y terrenos baldíos con galpones de acopio, venta y
almacenamiento de granos. En esos suelos hay plaguicidas. Además,
los dos arroyos principales tienen plaguicidas, y los valores
presentan riesgo para la vida acuática. Todo expresa el patrón
típico de un pueblo fumigado”.
Soja y la nube
San Salvador es
un municipio entrerriano de 14 mil habitantes, a 56 kilómetros de
Concordia y 200 de Paraná. Es la Capital Nacional del Arroz pero
sólo quedan 8.000 hectáreas de ese cultivo, contra más de 30.000
de soja. “Estamos rodeados de fumigaciones”, dice Liliana, la
mamá de Lía Yano que tenía 23 años cuando murió en abril de 2013
de un cáncer en el sistema nervioso central, después de parir a una
beba llamada Milagros.
La inquietud por
cientos de casos de enfermedades y muertes se materializó en un
censo casero realizado por los vecinos y las vecinas, que activó la
alarma: los registros indicaban que desde 2010 casi la mitad de las
muertes eran producidas por diversos tipos de cáncer. Sin
discriminación: bebés, niños, adultos, ancianos.
La revista MU
acompañó parte de estos relevamientos de las universidades de
Rosario y La Plata, en los que se podía escuchar en boca de los
propios vecinos muchas de las problemáticas de salud de la
población. El “polvillo” de los molinos arroceros, “las
fumigaciones” y “las cloacas” aparecían como tres de los
principales focos señalados. Uno de los encuestados describió que
hay días que la ciudad “queda como flotando” por el polvillo.
“Es una nube que envuelve al pueblo”, decía el hombre, 37 años.
Otros manifestaban que los campos de soja estaban “muy cerca del
pueblo”.
Marisa, docente
de música, 42 años, esposo camionero, dos hijos mellizos -uno
camionero, el otro trabajador en un molino arrocero-, fruncía la
nariz cuando le preguntaban si había olores desagradables en el
barrio: “Acá se sienten olores de todos lados. Hasta dentro de la
casa”. Tomaban agua de canilla hasta que se enfermaron: “Tuvimos
cuatro internados. Diarrea y vómitos. Dijeron que era un virus. No
era algo de la comida porque mi hijo había comido en casa de mi
mamá, yo en la escuela y mi marido en la ruta”.
El intendente,
empujado por las denuncias vecinales, pidió los estudios
Lo que el viento
no llevó
La investigación
de la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario aplicó la metodología
de muestreo aleatorio: encuestaron una casa cada cuatro, por sorteo.
Así los investigadores eliminaron cualquier duda o acusación de
sesgo y, lo que es más importante, establecieron una muestra
representativa. Damián Marino, de La Plata, subraya que ambos grupos
trabajaron de forma independiente: “Nunca nos vimos ni nos
consultamos cómo iban nuestros estudios. Por eso nos sorprendió la
coincidencia entre los mapas: las mayores concentraciones de
contaminación coincidían con las zonas con más casos de
enfermedades crónicas”.
Una de las
principales preocupaciones de vecinas y vecinos era la cercanía a
los campos sojeros, las fumigaciones y el polvillo que desprenden los
molinos.
Verzeñassi: “El
aire está cargado de partículas que tienen una química que no es
la que uno esperaría encontrar en la ciudad. Esa química está
asociada al proceso de producción de los molinos, que ventilan
polvillo. Pero hay otro problema: en el polvillo analizado aparece
glifosato. ¿Qué es lo extraño? Que en los molinos no se usa ese
herbicida”.
¿Cómo se
interpreta ese hallazgo? Verzeñassi: “El problema no está
solamente en la liberación de partículas a partir del sistema
molinero, sino mucho antes, en el proceso de producción de materia
prima para esos molinos. En los alrededores de San Salvador hay
campos arroceros y sobre todo sojeros. Dicen que en el arroz no se
usa glifosato, pero estos son resultados. En el caso del arroz el
glifosato se tira sobre la tierra para que no crezca nada más que la
planta. Eso queda en la cáscara, que es la que rompe el molino en el
proceso. Y el polvillo viene de esa cáscara, cargada con esa
alquimia. Entonces, lo que a partir de este estudio uno puede pensar,
es que el problema no es el molino solamente”.
Marino: “La
partícula es un vehículo que moviliza plaguicidas en el aire. Si
esto fue por el barbecho del arroz, si lo aplicaron al final del
ciclo, o si la partícula una vez que entró en el aire absorbió la
deriva de un campo de soja, no lo puedo decir, porque hacen falta
iniciar estudios más complejos. Pero sí encontramos eso. Y todo
esto es consecuencia de un tipo específico de modelo productivo”.
Verzeñassi
agrega: “San Salvador es uno de los ejemplos más contundentes de
lo que significa el modelo de producción. La pregunta es: ¿por qué
puede pasar esto ahora? Hoy aparece el cáncer en esta magnitud
porque acá hay un proceso previo de acumulación y de construcción
de la enfermedad, que por lo menos lleva entre 15 y 20 años. Lo
nuevo, lo que no había en San Salvador, era la soja y su paquete
químico. Todo eso se viene acumulando en los últimos 15 años. Y
Acá tenemos los resultados”.
Los resultados
La población
relevada incluyó 828 hogares investigados al azar, que representan
el 20,8 % de viviendas habitadas tomando como referencia las
casi 4 mil que figuran en el Censo 2010.
Al analizar la
cobertura de salud, el 65 % contaba con obra social o prepaga al
momento del relevamiento, pero a la hora de utilizar los servicios de
salud de la localidad de San Salvador:
El 32,7 % de la muestra utiliza solo el sistema público.
El 37,3 % solo el sistema privado.
El 26,8 % utiliza ambos sistemas.
Cerca del 50 % de los que usan sólo el sistema público local no utilizan
ningún servicio por fuera de este. Por el contrario, más del 40 % de los que utilizan sólo el privado es el que también accede
a la prestación de servicios fuera de San Salvador. La investigación
subraya que las diferentes modalidades de atención en salud “es un
impedimento para la adecuada notificación y registro de las
enfermedades que no son de denuncia obligatoria o que no son
consideradas como factor de riesgo para las principales causas de
muerte”.
En los 12 meses
previos a la realización de la encuesta, en 387 hogares (casi el 50 %), 584 personas tuvieron algún problema de salud. Se
relevaron 684 referencias de problemas que incluyen 195 patologías
diferentes.
Los problemas más frecuentes:
Los problemas más frecuentes:
El informe alerta
sobre la “gran relevancia” que adquieren los problemas
respiratorios, ya sean infecciosos o de origen alérgico. “Los
únicos que no corresponden a patología respiratoria en estos diez
más frecuentes son las diarreas y la dermatitis atópica”, dice el
estudio. Pero todo queda mejor evidenciado cuando se agrupan las
patologías: allí se observa que el 47 % de los problemas
de salud en el último año corresponden al aparato respiratorio.
80 hogares: 84
casos de cáncer
Otra manera de
poder interpretar cuáles son los problemas de salud de la población
es a través del análisis de las causas de fallecimiento. En el
periodo comprendido por los últimos 15 años se recibió la
referencia de 199 decesos. Según el informe: “Los tumores malignos
llamativamente toman la delantera por sobre las enfermedades
cardiovasculares con un no despreciable 39,7 %, duplicando
prácticamente a las segundas. Recordemos que a nivel nacional las
principales causas de mortalidad son (ordenadas de forma decreciente)
las enfermedades del sistema circulatorio, los tumores, las
enfermedades respiratorias y las externas. En la provincia de Entre
Ríos según un informe del Ministerio de Salud las principales
causas de mortalidad en el año 2009 repiten el orden antes descrito
para toda Argentina”.
Según el
estudio, entre 2000 y 2014, en 80 de los hogares visitados se
refirieron 84 diagnósticos de cáncer. En el siguiente gráfico se
observan estos diagnósticos agrupados en rangos de 5 años, “donde
se observa una tendencia al aumento conforme al paso del tiempo”.
El dato no es menor: “El 46,4 % de los diagnósticos referidos se
encuentran entre 2010 y 2014”.
En ese sentido,
el informe relaciona: “El cáncer de pulmón dentro de las primeras
tres causas de muerte en una población que además refiere problemas
respiratorios crónicos como causas frecuentes de morbilidad es
coherente con la referencia a los “agrotóxicos/fumigaciones” y
“arroceras/molinos arroceros/polvillos” como fuentes de
contaminación más importantes”.
Verzeñassi
razona: “¿Cómo el cáncer no le va a llamar la atención a los
vecinos? La pregunta es: ¿por qué puede pasar esto ahora? Cuando le
preguntás a esa misma gente cuáles son las fuentes de contaminación
que identifican en la ciudad, primero dicen agroquímicos y
fumigaciones, y después arroceras y polvillos. Cuando estos datos lo
cruzás con datos ambientales del EMISA, podés ver que,
efectivamente, en el aire en San Salvador existe un problema. ¿Cuál
es la mayor fortaleza de este trabajo? Primero, entendemos que
podemos darles una respuesta a los vecinos y vecinas de San Salvador
que se movilizaron y generaron una corriente que hizo posible que un
intendente nos pidiera el campamento. A partir de ahí dijimos: los
vecinos tienen razón. En San Salvador está pasando algo grave,
preocupante y que está relacionado con la alquimia a la que están
siendo expuestos en los últimos 20 años. No estaban exagerando”.
Crimen sin
castigo
Andrea Kloster es
una de las vecinas de San Salvador que, a través de la organización
Todos por todos se movilizó por las calles para exigir respuestas
sobre qué es lo que les está pasando. No le sorprenden los
resultados: “Era lo que todos decíamos. Lo que más me preocupa es
el ahora: una cosa es no accionar si ignorás lo que sucede, pero
otra cosa es ignorar lo que ya sabés. Las universidades están
avalando lo que nosotros denunciábamos”.
¿Hubo reacciones
luego de los informes? “Veo todo muy pacífico. A la presentación
habrán ido, como mucho, 10 personas. Los concejales nunca abrieron
la boca. Ni siquiera se tuvo en cuenta aquí como noticia. Hubo una
reunión socioambiental a la semana y se dijo que se iba a hacer lo
posible, pero hay cosas inmediatas que se pueden hacer que no tienen
que perder ni un mes más. Por ejemplo, sacar los depósitos de
veneno. Hay muchas cosas acá que, como quedó demostrado en los
informes, tienen glifosato. Tampoco el Poder Judicial toma las
denuncias. Nadie se hace responsable ni tampoco hay una pena por
hacerle daño al otro”.
Andrea aporta
otro dato: “Los arroyos están contaminados pero cuando se hizo el
relevamiento las autoridades decían que no sabían por qué
estábamos tan preocupados por el agua. Es increíble la liviandad
con la que hablan de cosas graves. Ahora son datos científicos: que
el 75 % de las personas tenga problemas respiratorios, o que
la principal causa de muerte sea el cáncer de pulmón, son hechos
graves. Muchos acá tienen naturalizado vivir así. Pero es imposible
quedarse tan callados”.
¿Qué hay en el
agua?
El EMISA de La
Plata realizó muestreos en 21 sitios distintos durante cuatro
jornadas distribuidas en abril y en noviembre. Tomó muestras de
aguas (de red, pozo y superficial), suelos, sedimentos y material
particulado sedimentable. En todas las matrices ambientales
muestreadas se determinó la presencia de 31 plaguicidas de “uso
histórico y relevancia agrícola actual” como glifosato, 2,4D,
endosulfán y clorpirifos, entre otros.
El detalle:
Hebicidas: glifosato y su metabolito ambiental AMPA, Atrazina, 2,4 D, Trifluralina y Acetoclor (La Atrazina, por ejemplo, es de los productos elaborados en Atanor de San Nicolás, que fue clausurada por orden judicial).
Fungicidas: tebuconazol, epoxiconazol.
Insecticidas: organoclorados (Aldrin, Edosulfan, DDT, DDD, DDE, Dieldrin, Endrin, Heptacloro, Heptacloro epóxido), organofosforados (clorpirifos, Diazinon, Paration, Metilparation, Malation) y piretroides (cipermetrina, Lambdacialotrina, Permetrina).
“En suelos y
sedimentos se detectaron concentraciones principalmente de glifosato
y AMPA, siendo los sitios más impactados los correspondientes a
áreas urbanas (baldíos, veredas de galpones y expendedoras de
agroquímicos)”, dice el informe. Agrega que el agua superficial,
principalmente la muestra correspondiente al Arroyo Cañada Grande,
presentó concentraciones de clorpirifos, cipermetrina y endosulfan
por encima de los niveles guía recomendados por la SSRR para la
protección de la biota acuática”.
Marino: “El
arroyo viene de distintas fuentes. Es colector de toda la
contaminación de los campos. Tanto en el sedimento como en el barro
del fondo, es el principal receptor de los plaguicidas de los
cultivos. Con esta información hay que buscar políticas
provinciales. No se habla de dejar de producir, sino de cambiar la
tecnología. La primera conclusión que saco es que se perdió tiempo
en actuar. Pero la más dura es: dejemos de perder tiempo ya. Y es
importante también la respuesta de la población: en la medida en
que no tomen los informes como algo propio, no va a pasar nada”.
A la espera de la
política
Verzeñassi: “La
combinación de los estudios nos da herramientas para pensar que,
donde cambió el modelo de producción, se encuentran este tipo de
sustancias químicas y de enfermedades. Este trabajo demuestra la
importancia de que el Estado esté atento al planteo que hacen los
vecinos. Porque uno cuando está en lugar de toma de decisiones tiene
que hacer un equilibrio muy grande entre todos los actores que
intervienen en la construcción de una sociedad. No podemos salir a
plantear que esto debe ser usado para salir a clausurar molinos,
porque en general, además, la mayoría de los dueños de campos en
San Salvador viven allí, y respiran el mismo aire”.
Concluye: “Lo
más urgente es ver qué tipo de políticas implementa un Estado para
empezar a ayudar a que el industrial o la persona que tiene un
espacio de producción pueda hacer una conversión hacia un modo de
producción saludable. El problema hoy es que hay una proliferación
química que se ha liberado con una irresponsabilidad absoluta, con
una falta de control por parte de Estado”.
Los informes
completos
Facultad de Ciencias Exactas UNLP (en formato .pdf)
Facultad de Ciencias Méditas UNR (en formato .pdf)
Fuente:
San Salvador contaminada: los vecinos tenían razón, 29/09/16, Lavaca.
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