La
carta-manifiesto de la Unión de Científicos por una ciencia digna
rechazando el mensaje de los premios Nobel pro transgénicos
Muy
buenos días, hace tiempo quería compartir con ustedes el manifiesto
de La Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la
Naturaleza de América Latina rechazando la carta firmada por varios
Premio Nobel, a favor de los cultivos transgénicos y del arroz
transgénico llamado “arroz dorado”. Es la siguiente:
La
transgénesis es una tecnología que ya no forma parte del estado del
arte de la ciencia actual, porque está basada en supuestos falaces y
anacrónicos que reducen y simplifican la lógica científica que los
defiende, al punto de no ser ya válida. Los transgénicos han
quedado al margen de la ciencia más rigurosa. Al mismo tiempo, es la
razón por la cual los transgénicos incluyen la necesidad de
destruir las matrices complejas, como la de los pueblos originarios.
Un verdadero plan de exterminio de saberes, culturas y pueblos. La
tecnología transgénica es el instrumento de la decisión
geopolítica para la dominación colonial de estos tiempos (1).
Sobre el aumento de productividad para alimentar a una población creciente
Los cuatro cultivos transgénicos que se comercializan de manera masiva están mayoritariamente destinados a la producción de agrocombustibles y de piensos para las industrias avícola, porcícola y cría de ganado vacuno, actividad que consume más del 65 % del maíz y la soya transgénica que se produce en los pocos países que los cultivan, una forma muy ineficiente -desde el punto de vista energético- de producción agrícola. En torno a estos cultivos se han consolidado un oligopolio de corporaciones transnacionales que controlan la producción de semillas y granos, acopio, transporte y comercialización de commodities transgénicos; así como la producción masiva de animales, que son negocios cada vez más concentrados en menos manos. En este sentido, es claro que este modelo no contribuye con el objetivo de alimentar al mundo, sino que por el contrario compite y avasalla la producción de alimentos.
Los cuatro cultivos transgénicos que se comercializan de manera masiva están mayoritariamente destinados a la producción de agrocombustibles y de piensos para las industrias avícola, porcícola y cría de ganado vacuno, actividad que consume más del 65 % del maíz y la soya transgénica que se produce en los pocos países que los cultivan, una forma muy ineficiente -desde el punto de vista energético- de producción agrícola. En torno a estos cultivos se han consolidado un oligopolio de corporaciones transnacionales que controlan la producción de semillas y granos, acopio, transporte y comercialización de commodities transgénicos; así como la producción masiva de animales, que son negocios cada vez más concentrados en menos manos. En este sentido, es claro que este modelo no contribuye con el objetivo de alimentar al mundo, sino que por el contrario compite y avasalla la producción de alimentos.
Por
otro lado, el problema de falta de alimentos no está relacionado con
la baja producción, sino con la forma en cómo está diseñado el
sistema agroalimentario mundial, que ha minado los sistemas
tradicionales de producción de alimentos, y con ello, la soberanía
alimentaria y nutricional de los pueblos.
Los cultivos transgénicos no tienen mayores rendimientos
Los cultivos transgénicos no tienen mayores rendimientos
Están
en entredicho las promesas hechas por los promotores de los
transgénicos, de que estos cultivos tendrían mayores rendimientos.
Cada uno de los países del Cono Sur donde se cultiva soja
transgénica tiene rendimientos diferentes, siendo los más altos
aquellos que se registran en Brasil y Argentina, donde los centros de
investigación agrícola nacionales han dedicado muchos años al
mejoramiento genético convencional de este cultivo. Por otro lado,
los rendimientos de la soja en Ecuador, país libre de transgénicos,
son más altos que en Bolivia y Paraguay (2). Otro ejemplo es el de
la canola o colza. En Canadá́, (donde se cultiva mayoritariamente
semillas transgénica), los rendimientos promedios entre 1986 y 2010
fueron de 1,459 kg/ha. El promedio en Europa Occidental, donde se
siembra sólo colza convencional, los rendimientos promedio en el
mismo período fueron de 3,188 kg/ha.
Estos
datos indican que los rendimientos no están en función de la
transgénesis, ya que los agroecosistemas son complejos y en sus
dinámicas intervienen e interactúan múltiples factores.
Impactos
en la salud
Los científicos que defienden la seguridad de los transgénicos sostienen que se ha encontrado consistentemente que éstos son tan o más seguros que los cultivos obtenidos con cualquier otro método de mejoramiento; que no producen impactos ambientales y que incrementan la biodiversidad global. Pese a ser repetidamente invocadas por los promotores de los transgénicos, estas afirmaciones no cuentan con el respaldo de investigaciones científicas serias, las cuales, por otra parte, nunca son citadas.
Los científicos que defienden la seguridad de los transgénicos sostienen que se ha encontrado consistentemente que éstos son tan o más seguros que los cultivos obtenidos con cualquier otro método de mejoramiento; que no producen impactos ambientales y que incrementan la biodiversidad global. Pese a ser repetidamente invocadas por los promotores de los transgénicos, estas afirmaciones no cuentan con el respaldo de investigaciones científicas serias, las cuales, por otra parte, nunca son citadas.
En
contraste con ello, en los últimos años han aumentado las
evidencias científicas sustentadas en investigaciones realizadas por
científicos independientes sobre los problemas ambientales y en la
salud humana que entrañan tanto las prácticas de cultivo como el
consumo de alimentos transgénicos (3).
En
el análisis de los cultivos transgénicos no podemos dejar de
considerar al paquete tecnológico al que vienen indisolublemente
asociados estos cultivos. La mayoría de cultivos transgénicos son
resistentes a herbicidas, y principalmente al cuestionado glifosato.
En América Latina -la región con mayor crecimiento del área
sembrada con cultivos transgénicos-, los impactos que viven las
comunidades asentadas en las zonas de influencia de estos es
indudable.
En
la última década, estas poblaciones han visto como su salud se ha
deprimido, han aumentado notablemente los casos de cáncer,
malformaciones congénitas, daños genéticos, enfermedades
autoinmunes y otros daños a la salud asociados a los insumos y las
prácticas que integran el paquete tecnológico con el que se
siembran las semillas transgénicas. Resulta claro que para evaluar
los impactos de esta tecnología es imposible analizar aisladamente a
la semilla transgénica, cuya principal modificación genética es,
por ejemplo, hacerla resistente a un herbicida. En el medio ambiente
se ha evidenciado que los cuerpos de agua están contaminados, han
declinado las poblaciones de especies polinizadoras, así como otras
especies benéficas que aseguran la salud de los suelos y la
biodiversidad local.
Además,
hay millones de hectáreas sembradas con semillas transgénicas que
contienen un gen que les permite sintetizar la toxina Bt, un
insecticida que se produce en la planta transgénica, incorporado
para controlar larvas de algunas lepidópteras que comen los
cultivos. Sin embargo se ha demostrado que esta toxina afecta
indiscriminadamente a diversas especies de insectos diezmando la
biodiversidad y que podría producir daños en la salud humana de
quienes están en contacto con éstos (4).
Cada
día hay mayores evidencias médicas, científicas y agronómicas que
demuestran los impactos, los riesgos e incertidumbres de este modelo
irracional de producción, tanto para la salud de los trabajadores
rurales, campesinos y campesinas, como para los habitantes de estas
zonas rurales y los consumidores de alimentos producidos con esta
tecnología.
Sobre
el arroz dorado
El arroz dorado ha sido diseñado, junto con otros cultivos llamados “biofortificados”, como un medicamento genérico para niños desnutridos de “países pobres”. En el arroz dorado se usó una forma de manipulación genética múltiple, que podría afectar varias funciones de la planta. Varios autores han formulado críticas a esta tecnología (5) en el arroz dorado, que además no se encuentra disponible debido a que quienes la promueven no han logrado llegar a una formulación viable para distribuir. Aquí queremos abordar otras inquietudes.
El arroz dorado ha sido diseñado, junto con otros cultivos llamados “biofortificados”, como un medicamento genérico para niños desnutridos de “países pobres”. En el arroz dorado se usó una forma de manipulación genética múltiple, que podría afectar varias funciones de la planta. Varios autores han formulado críticas a esta tecnología (5) en el arroz dorado, que además no se encuentra disponible debido a que quienes la promueven no han logrado llegar a una formulación viable para distribuir. Aquí queremos abordar otras inquietudes.
Los
problemas nutricionales de la población no están relacionados con
la falta de un nutriente específico (en este caso la provitamina A),
sino con las condiciones generales de pobreza y la pérdida de
soberanía alimentaria, lo que ha obligado a miles de comunidades
campesinas a abandonar sus tierras o subordinarse a los monocultivos
impuestos por los agronegocios -cuya única prioridad es
satisfacer las necesidades voraces de incrementar las ganancias de la
agricultura agroindustrial y de la agroexportación- restando terreno
a la producción de alimentos sanos y nutritivos. Creer que los
problemas de desnutrición se van a superar con alimentos
transgénicos biofortificados, es ignorar esta realidad.
Para
suplir la demanda de arroz dorado, se tendrían que incorporar
millones de hectáreas adicionales de tierras en zonas tropicales y
subtropicales al cultivo del “arroz dorado”, avanzando sobre
territorios que hoy están destinados a la producción de cultivos
para la soberanía alimentaria, que pasarían a sufrir los problemas
típicos asociados a la siembra de grandes monocultivos. Además,
centenas de especies de plantas contienen pro-vitamina A, que desde
hace mucho tiempo son conocidas, recolectadas y/o cultivadas por
comunidades campesinas en todo el mundo. Cada pueblo puede y debe
soberanamente seleccionar que especies va a consumir, de acuerdo a
sus complejos conocimientos, preferencias y tradiciones, para cubrir
las necesidades nutricionales.
Cabe
entonces preguntarnos: ¿quién se beneficiaría si se impusiera esta
nueva gran demanda de arroz dorado? Como otros cultivos transgénicos,
el arroz dorado estará también controlado por las grandes empresas
de agronegocios. El “esquema nutricional” basado en el arroz
dorado implicará la presencia empresarial en toda la cadena, desde
la semilla hasta su distribución final. Empezando por la semilla;
dado que la tendencia global es prohibir que los campesinos guarden
sus semillas, aunque el arroz dorado fuera distribuido sin cobrar
patentes, esta sería controlada corporativamente, que a cambio
podría demandar protección de su propiedad intelectual en todos los
otros cultivos y variedades, como ya lo ha hecho en países donde las
regulaciones no se la garantizan. ¿Qué pasaría entonces con los
productores de arroz tradicional y con las miles de variedades de
arroz criollo y tradicional?
En
cuanto a la comercialización, en muchos países, los productores de
arroz no tienen ninguna influencia en la fijación de precios. El
precio es fijado por los grupos de poder local que controlan la
transformación y distribución de este alimento; y a nivel
internacional, el precio se establece en las bolsas de Bangkok y
Chicago. Por consiguiente, el arroz dorado no generará soberanía
alimentaria sino que, por el contrario incrementará la dependencia.
Se
alentará el comercio internacional de arroz dorado, que estará
controlado por los mismos grupos económicos que controlan otras
commodities transgénicas.
Todo
el dinero que se invertiría en la promoción e implementación de
cultivos de “arroz dorado” en el mundo, en la importación de sus
semillas o del mismo arroz, podría ser usado en la promoción de
cultivos diversificados destinados a promover y consolidar la
soberanía alimentaria y nutricional local y regional, así como en
la recuperación y adopción de hábitos alimentarios saludables.
¿Es
el criterio de un Premio Nobel irrefutable?
La ciencia que promueven estos premios Nobel se ha desarrollado en un contexto en el que hegemoniza una tecnociencia reduccionista, que se desarrolla sin el debido control social, cuyos impactos contribuyen a crear problemas ambientales y de salud, con alcances muchas veces catastróficos e irreversibles.
La ciencia que promueven estos premios Nobel se ha desarrollado en un contexto en el que hegemoniza una tecnociencia reduccionista, que se desarrolla sin el debido control social, cuyos impactos contribuyen a crear problemas ambientales y de salud, con alcances muchas veces catastróficos e irreversibles.
Aunque
formalmente el premio Nobel tiene como objetivo reconocer y
recompensar a personas que han realizado investigaciones
sobresalientes, inventado técnicas o equipamiento revolucionario, o
hayan hecho contribuciones notables a la sociedad, en las áreas de
la medicina y fisiología (al igual que en otros campos), lo que ha
apoyado finalmente es un tipo de investigación científica que ha
facilitado un mayor control por parte de las empresas transnacionales
de los procesos productivos, la privatización del conocimiento y de
la vida. En el campo de las biotecnologías, a lo largo de los años
este tipo de reconocimiento premió a olas de innovaciones
científicas que condujeron al desarrollo de la ingeniería genética,
en desmedro de tecnologías de aplicación más amplia y no
controladas por oligopolios transnacionales. Varios de ellos son
signatarios de la carta. Sus actividades han sido claves para
desarrollar la industria biotecnológica bajo control de oligopolios
corporativos e incluso varios tienen aún en el presente intereses
comerciales en el tema, sea por empresas en las que participan o por
la financiación de sus investigaciones. Por ejemplo, uno de los
promotores de esta carta, Phillip A. Sharp, es cofundador de Biogen
Inc. (ahora Biogen Idec) y de Alnylam Pharmaceuticals, Inc. (una
empresa farmacéutica que desarrolla fármacos basados en el ARNi),
lo cual muestra claramente este conflicto de intereses al presentar
la carta con intereses altruistas.
Esta
no es la primera declaración emitida por ganadores del premio Nobel
defendiendo los transgénicos. Hace algunos años, una declaración
similar fue promovida por Norman Borlaug, padre de la Revolución
Verde (Premio Nobel 1970), quien vio en la biotecnología agrícola
una segunda Revolución Verde, sin hacer ningún análisis crítico
de los impactos causados por la primera.
Anteriormente,
el premio Nobel de Fisiología y Medicina fue otorgado a Paul Hermann
Müller, por el descubrimiento del DDT como un veneno de contacto de
alta eficiencia contra muchos artrópodos. Irónicamente, los
dramáticos efectos del DDT en el medio ambiente y en la salud humana
significaron el inicio del trabajo científico y ciudadano contra los
pesticidas, una lucha que todavía continuamos.
Ahora
los firmantes de esta carta en defensa de los transgénicos y el
arroz dorado privilegian el paradigma de las corporaciones de que la
uniformidad genética es lo que conviene para elevar la producción.
Esto particularmente grave porque sabemos que la diversidad genética
de las variedades agrícolas es indispensable para enfrentar
problemas como el hambre y es la única alternativa frente al cambio
climático.
Nos
preguntamos por todo esto, si la opinión de científicos laureados
por el premio Nobel necesariamente es una opinión irrefutable,
neutral y objetiva. Estos antecedentes y la falta de rigurosidad y
argumentos fundados de esta carta muestran que no es así.
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Como
UCCSN-AL creemos que en el proceso de toma de decisiones sobre la
adopción de tecnologías, como las que hacen posible los cultivos
transgénicos, y otras que están surgiendo (por ej. nanotecnología,
biología sintética y geoingeniería), no sólo deben participar los
llamados “científicos de ciencias exactas”, sino que deben
incorporar además la opinión de otros campos del saber, así como
la opinión de movimientos sociales, organizaciones de la sociedad
civil, y representantes legítimos de los diferentes grupos sociales,
pues el conocimiento científico y tecnológico es siempre parte de
un proceso social, atravesado por tensiones, conflictos e intereses.
Este nunca es neutral, absoluto ni definitivo, puesto que siempre es
susceptible a cambios y revisiones, por lo que está sujeto
permanentemente al debate.
Por
eso manifestamos que el quehacer científico debe desarrollarse de
una manera éticamente responsable y con un claro compromiso con la
sociedad y la naturaleza, lo que nos lleva a rechazar los conceptos
vertidos en la carta y a denunciar el papel ecocida y genocida de la
agricultura industrial de cultivos transgénicos, destacando la
necesidad de defender, promover, y multiplicar los modos de
producción de alimentos culturalmente construidos por los pueblos de
nuestra región, y por ello insustituibles a la hora de garantizar la
autonomía, la sustentabilidad ambiental, la seguridad y la soberanía
alimentaria.
- http://uccsnal.org/documento-constitutivo-de-la-union-de-cientificos-comprometidos-con-la-sociedad-y-la-naturaleza-de-america-latina/
- IICA. Indicadores 2012
- Tenemos por ejemplo los estudios hechos por equipos de investigación de la Universidad Federal de Santa Catarina y Fiocruz en Brasil; Genok en Noruega, las facultades de Ciencias Médicas en Rosario y en la Universidad de La Plata, en Argentina; la Universidad de Milán, en Italia; y la Universidad de Caen, en Francia, por mencionar solo unos pocos.
- Ver por ejemplo Vazquez et al. (2000). Brazilian Journal of Medical and Biological Research 33: 147–155. Finamore, et al. (2008). “Intestinal and Peripheral Immune Response to MON810 Maize Ingestion in Weaning and Old Mice,” J. Agric. Food Chem. 56 (23): 11533–11539.
- Ver por ejemplo Stone y Glover (2016). Agric Hum Values. DOI
10.1007/s10460-016-9696-1
- Las ciudades más lindas son las más injustas. Isabelle Anguelovski
Parece increíble pero la generación de infraestructura verdes y sustentables van en detrimento de los más vulnerables ¿Como puede ser? Isabelle Anguelovski de la Universidad Autónoma de Barcelona viene estudiando el tema y lo explica.
Recordando
- José Artigas por Eduardo Galeano y Alfredo Zitarrosa
- Mariano Moreno por Eduardo Galeano
Las
últimas noticias en ambiente y desarrollo.
Ecología,
desarrollo Sustentable y Culturas
ECOS se halla al aire en la región desde 1998. Vino a llenar el espacio creíble de información y debate en el que se trabajan cuestiones globales (convenios internacionales, problemáticas generales) nacionales (cuestiones de las diferentes provincias o sobre recursos interjurisdiccionales) provinciales (problemáticas de cuenca, radicación de industrias, costas, pesca, educación ambiental) y locales (los temas de sustentabilidad en el municipio).
ECOS se halla al aire en la región desde 1998. Vino a llenar el espacio creíble de información y debate en el que se trabajan cuestiones globales (convenios internacionales, problemáticas generales) nacionales (cuestiones de las diferentes provincias o sobre recursos interjurisdiccionales) provinciales (problemáticas de cuenca, radicación de industrias, costas, pesca, educación ambiental) y locales (los temas de sustentabilidad en el municipio).
Objetivo
general
Promoción
del pensamiento crítico a partir de la difusión de las temáticas
ambientales y culturales en aras de la concientización y la
educación para un desarrollo sustentable.
Objetivos
específicos
- Aumentar el bagaje de información disponible para el público en general.
- Difundir las cuestiones ambientales y culturales que se problematizan en la región.
- Acompañar los emprendimientos productivos que tiendan al desarrollo sustentable.
- Facilitar el acceso a las informaciones generadas en el seno de las instituciones formales dedicadas al medio ambiente y a la recuperación de las culturas tradicionales.
- Poner en conocimiento del público en general disposiciones vigentes que protejan el ambiente, los derechos de las comunidades nativas y regulen el marco ambiental de la provincia.
- Aumentar el bagaje de información disponible para el público en general.
- Difundir las cuestiones ambientales y culturales que se problematizan en la región.
- Acompañar los emprendimientos productivos que tiendan al desarrollo sustentable.
- Facilitar el acceso a las informaciones generadas en el seno de las instituciones formales dedicadas al medio ambiente y a la recuperación de las culturas tradicionales.
- Poner en conocimiento del público en general disposiciones vigentes que protejan el ambiente, los derechos de las comunidades nativas y regulen el marco ambiental de la provincia.
Conductora
Silvana Buján es Argentina, licenciada en Ciencias de la Comunicación Social y periodista científico y ambiental, ejerciendo desde hace más de dos décadas de manera ininterrumpida a través de radios y medios gráficos del país y del exterior.
Silvana Buján es Argentina, licenciada en Ciencias de la Comunicación Social y periodista científico y ambiental, ejerciendo desde hace más de dos décadas de manera ininterrumpida a través de radios y medios gráficos del país y del exterior.
Es activista ecologista y participa, dirige o coordina organizaciones no
gubernamentales y redes temáticas. Es conferencista y consultora en
temas de ambiente y desarrollo. Ha obtenido tres veces el 1º
Premio a la Divulgación Científica de la Universidad de Buenos
Aires (2009, 2012, 2014) y el 2º Premio en 2010; el 1º Premio
Latinoamericano y del Caribe del Agua CATHALAC-UNESCO 2009; Ocho
Premios Martin Fierro por sus trabajos en radio y 21 nominaciones. Ha
sido Premio Nacional de Periodismo en el año 2007, 1º Premio del
Congreso Tabaco o Salud 2010, 1º Premio de Periodismo en Salud de la
Asociación Médica Argentina 2010 Distinción honorífica Colegio de
Ingenieros DII por su labor en difusión ambiental, 2013.
Lleva
adelante desde 1998 ECOS ciclo de periodismo científico abocado al
ambiente y las culturas. Y CALIDAD EN VIDA, de periodismo médico,
cultura y salud. Dirige BIOS, ONG miembro de la Red Nacional de
Acción Ecologista y la Coalición Ciudadana Antiincineración. Es
miembro del Comité Consultivo de GAIA internacional. Es miembro de
la Red Argentina de Periodismo Científico y la Red Latinoamericana
de Periodismo Ambiental. Vive en Mar del Plata.
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