viernes, 8 de julio de 2016

La ecología y la ciudad en la literatura


por Antonio Elio Brailovsky

Queridos amigos:

El ambiente es, antes que nada, una faceta de la cultura. Los pueblos construyen su ambiente de acuerdo con su trama de pautas culturales e intereses. El ambiente no puede comprenderse si no lo consideramos como una construcción social. Y cuando creíamos estar más cerca de integrar las distintas variantes de las ciencias, nos dimos cuenta de que la creación literaria es una forma de conocimiento que tampoco puede ser omitida.

Así como existen prejuicios que dificultan la articulación de las ciencias llamadas naturales con las llamadas sociales también los hay (y tal vez mucho más fuertes) para integrar el conocimiento racional con el conocimiento artístico y literario.

Por eso me interesa hablarles de este tema, en una ocasión muy particular.

Quiero compartir con ustedes la alegría de haber sido distinguido como personalidad destacada en el ámbito de la Ciencia por la de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, “por mis logros en el ámbito de la investigación, la docencia y la gestión de la temática ambiental”.

La iniciativa fue impulsada por los diputados Natalia Persini y Pablo Bergel.

El diploma correspondiente me lo dan en un acto que se va a hacer en el Salón Dorado de la Legislatura de la Ciudad, Perú 130, el próximo martes 12 de julio a las 18 horas.

Allí voy a desarrollar una charla sobre “La ecología y la ciudad en la literatura”.

La entrada es libre y gratuita, con sanguchitos al final. ¡Los espero!

En esta entrega ustedes reciben:
La invitación a la charla, organizada por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.
Uno de los temas a desarrollar, referido a la relación imaginaria de Buenos Aires con la llanura.
El recordatorio de mi libro "Historia Ecológica de la Ciudad de Buenos Aires", del que está tomada parte de la charla y el contacto con el representante de la Editorial, para quienes quieran adquirirlo.
La obra de arte que acompaña esta entrega es la escultura de Gian Lorenzo Bernini, "El Río de la Plata", que forma parte de la Fuente de los Cuatro Ríos, ubicada en la Piazza Navona, de Roma, terminada en 1651. El Plata es un gigante encadenado por los españoles, rodeado de monedas que tienen que ver con su nombre.

Un gran abrazo a todos.
Antonio Elio Brailovsky




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La llanura en la cultura

Con frecuencia, los españoles utilizaron palabras indígenas para designar aquello que no conocían. En este caso se utilizó el término quechua “pampa”, que significa “espacio sin límite”, y el tamaño de la región pampeana tuvo un peso importante en la creación de los imaginarios sobre el país. La idea de que el medio natural influye sobre las características de un pueblo ha tenido un peso importante en nuestra evolución. Desarrollada por Montesquieu, fue el soporte ideológico de distintas miradas sobre Buenos Aires y los porteños.

Para Alcides D´Orbigny, la complejidad de un paisaje genera mitologías complejas. “En Buenos Aires, los habitantes aprecian poco las bellas artes. La naturaleza del país es grandiosa, pero nada tiene de pintoresco, ni exalta el pensamiento. Nada de bosques para las dríadas y los faunos, sólo hay aguas estancadas salobres y fétidas para las náyades. Nada de imperio para Flora. ¿Qué divinidad habrían colocado los griegos en el vasto desierto de las pampas? Su fecunda imaginación habría, sin duda, sentado al genio de la Soledad, como Camoëns puso en el Cabo de Buena Esperanza al de las Tempestades; pero los pobladores no ven más que pastos y cardos y los indios su gualichu o genio del mal” [i].

Por supuesto que se trata de un prejuicio. Los vastos desiertos (incluyendo la pampa) generan mitologías tan complejas como la griega. La cueva en la que Ulises pasó largas temporadas de amor en brazos de la ninfa Calypso es un simple agujero en el duro suelo de Gozo, una islita del archipiélago Maltés, sin ningún atractivo[ii]. Recíprocamente, el mito helenístico de la náyade Aretusa, convertida en fuente por un conflicto amoroso con un río, remite a un insignificante accidente geográfico de Sicilia, mucho menos atractivo paisajísticamente que cualquier laguna pampeana. Los mitos se crean en la mente de los hombres, no en los accidentes geográficos.

Sin embargo, nos interesa esta concepción, porque nos ayuda a comprender por qué, cuando varias décadas más tarde la Generación del 80 se proponga europeizar el país, no se conformará con cambiar la arquitectura y el urbanismo. Además, tratará de europeizar nuestro medio natural, introduciendo especies animales y vegetales. No se trataba de mejorar estéticamente el paisaje sino de modificar el medio natural local por su influencia sobre el alma de los hombres.

Garibaldi contrastó los espacios pampeanos con los paisajes domesticados de Italia y se identificó con esa llanura sin límites. “Ante la naturaleza feroz de la pampa, símbolo de libertad e independencia (Giuseppe) Garibaldi se sintió sobrecogido por una emoción intensa” [iii]. Destacamos que para D´Orbigny los porteños son habitantes de la pampa.

Un poco después, Sarmiento sacará a los porteños de la pampa para decir que la ciudad genera una realidad propia, la civilización, que se opone a la barbarie pampeana, que viene determinada por la naturaleza. “Buenos Aires –dice Sarmiento- está llamada a ser un día la ciudad más gigantesca de ambas Américas. Bajo un clima benigno, señora de la navegación de cien ríos que fluyen a sus pies, reclinada muellemente sobre un inmenso territorio, y con trece provincias interiores que no conocen otra salida para sus productos, fuera ya la Babilonia Americana, si el espíritu de la Pampa no hubiese soplado sobre ella, y si no ahogase en sus fuentes el tributo de riqueza que los ríos y las provincias tienen que llevarla siempre. (...) La barbarie del interior ha llegado a penetrar hasta las calles de Buenos Aires. (…) Los progresos de la civilización se acumulan en Buenos Aires solo: la Pampa es un malísimo conductor para llevarla y distribuirla en las provincias [iv].

Y agrega Sarmiento, con una visión exactamente opuesta a la de Garibaldi: “Muchos filósofos han creído también que las llanuras preparaban las vías al despotismo, del mismo modo que las montañas prestaban asidero a las resistencias de la libertad”.

De este modo, Sarmiento inaugura la concepción que separa culturalmente a Buenos Aires de la pampa. A partir de allí, será más sencillo negar que Buenos Aires se apoya sobre un medio natural y que ese medio natural la condiciona.

Desde otro punto de vista, quizás haya sido el primer paso para sacar imaginariamente a Buenos Aires de la pampa y poder ubicarla en París.

[i] D´Orbigny, Alcides: “Viaje a la América Meridional”. Buenos Aires. Editorial Futuro. 4 tomos. 1945.
[ii] Visitas de campo del autor, 1994.
[iii] Bernard, Carmen: “Historia de Buenos Aires”.
[iv] Sarmiento, Domingo Faustino: “Facundo o Civilización y Barbarie en las Pampas Argentinas”, Buenos Aires, Eudeba, 1962.

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Los interesados en adquirir el libro pueden comunicarse con Alejandro Russo al mail ediciones.delcamino@gmail.com

Fuente:
Antonio Elio Brailovsky, La ecología y la ciudad en la literatura, 07/07/16, Defensoría Ecológica.

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